Ethel Arias Duarte. La incursión de una uruguaya en la arquitectura ecuatoriana
Ethel Arias Duarte. The raid of a uruguayan in ecuadorian architecture
DOI: https://doi.org/10.18861/ania.2020.10.2
Dra. Arq. Verónica Rosero
Doctora en Arquitectura y Máster en Proyectos de Arquitectura y Ciudad por la Universidad de Alcalá. Arquitecta por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Subdecana de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad UTE.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3257-619X
Msc. Arq. Néstor Llorca
Máster en Proyectos de Arquitectura y Ciudad y Doctorado en Arquitectura en proceso por la Universidad de Alcalá. Arquitecto por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Decano de la Facultad de Arquitectura e Ingenierías de la Universidad Internacional SEK.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5697-175X
Fecha de envío: 29/05/20
Fecha de aprobación: 08/06/20
Resumen
En la década de 1950 una serie de arquitectos uruguayos estaban radicados en Ecuador; muchos de ellos ampliamente reconocidos y documentados en el medio local. Ethel Arias, arquitecta uruguaya nacida en 1925 fue parte de un grupo privilegiado de profesionales, nacionales y extranjeros, que ejecutaron edificios emblemáticos en esa época. No obstante, poco se ha documentado de esta profesional quien fue la primera mujer en ejercer la arquitectura en el Ecuador. El estudio involucra breves aspectos biográficos, la contextualización de la década de 1950, una revisión sobre las complejidades de ser mujer en un medio conservador con una profesión masculinizada y su aprendizaje en Ecuador entre lo colonial y lo autóctono. Finalmente se analiza su obra más relevante, la reconstrucción del Palacio de Gobierno, como parte de un discurso sobre la modernidad en Quito, con énfasis en las decisiones técnicas como configuradoras de un espacio que mantiene sus características a pesar de varias intervenciones posteriores.
Palabras clave: Arquitectura latinoamericana, Ecuador, Uruguay, mujeres en la arquitectura.
Abstract
In the 1950s a series of Uruguayan architects were based in Ecuador; many of them widely recognized and documented in the local environment. Ethel Arias, Uruguayan architect born in 1925, was part of a privileged group of professionals, national and foreign, who executed emblematic buildings at that time. However, little has been documented of this professional who was the first woman to practice architecture in Ecuador. The study involves brief biographical aspects, the contextualization of the 1950s, a review of the complexities of being a woman in a conservative environment with a masculinized profession, and her learning in Ecuador between the colonial and the indigenous. Finally, his most relevant work, the reconstruction of the Government Palace, is analyzed as part of a discourse on modernity in Quito, with an emphasis on technical decisions as shapers of space, which maintains its characteristics despite several subsequent interventions.
Keywords: Latin American architecture, Ecuador, Uruguay, women in architecture.
Antecedentes. El contexto de Ethel Arias en la década de 1950
En la mitad del siglo XX la conocida llegada de los uruguayos Guillermo Jones Odriozola y Gilberto Gatto Sobral a Quito tejieron un puente entre Ecuador y Uruguay en el campo de la arquitectura entre las décadas de 1940 y 1970. En el área de la formación académica, esta relación entre ambos países provocó una serie de viajes de estudios de ecuatorianos a Uruguay, algunos de pregrado y otros de posgrado, en la Universidad de la República. Entre este grupo de viajeros académicos se encontraba el arquitecto Alfredo León Cevallos (Quito 1928-1981), quien tras graduarse en la Universidad Central del Ecuador como arquitecto viaja a Montevideo para realizar sus estudios de posgrado en la Universidad de la República. Es allí donde conoce a la arquitecta uruguaya, Ethel Arias, con quien entabla una relación sentimental para más adelante embarcarse juntos en el viaje a Ecuador en el año de 1954.
Figura 1: De izquierda a derecha: Mónica León Arias y Ethel Arias Duarte, 1950. Imagen cortesía de Mónica León Arias.
El año de su llegada coincidió con la nominación por parte de la OEA a Ecuador como sede de la XI Conferencia Interamericana de Cancilleres. En esta coyuntura, ambos se vinculan laboralmente con el arquitecto Sixto Durán Ballén (más adelante Alcalde de Quito y Presidente de la República), en aquel momento designado como Ministro de Obras Públicas por el presidente Camilo Ponce Enríquez. Durán Ballén fue el encargado de conformar un equipo de profesionales para la realización de los proyectos relacionados con la XI Conferencia Interamericana de Cancilleres que se realizaría en 1959. Puesto que ya existía una relación laboral previa entre León y Durán Ballén, éste y Arias entraron en su privilegiado círculo de colaboradores de la oficina Arquín, cuyos miembros son autores de proyectos gubernamentales, actualmente considerados obras emblemáticas de la arquitectura moderna latinoamericana. A Alfredo León se le encarga el proyecto del Palacio Legislativo del Ecuador y a Ethel Arias el Palacio de Gobierno.
El auge económico del país, entre otros aspectos gracias a la explotación del oro, la explotación petrolera pre “boom” y la expansión de la producción cacaotera para su exportación, permitió una importante inversión en la construcción de proyectos emblemáticos de la década, entre ellos, la remodelación completa del Palacio de Gobierno. Según Peñaherrera, para cubrir los costos de las obras, el gobierno creó y recaudó un impuesto nacional ad-hoc bajo la administración de Luis Ponce Enríquez, hermano del presidente. Para el Palacio Presidencial se utilizó una partida presupuestaria específica, cuyo monto era de siete millones de sucres en su época. (1996, p.95)
Si bien la Conferencia no ocurrió, ésta fue un interesante punto de inflexión en la arquitectura ecuatoriana por la envergadura y calidad de las propuestas arquitectónicas que promovió. Aunque la historiografía de la arquitectura local no ha otorgado un papel relevante a Ethel Arias, tanto en la autoría del Palacio de Gobierno del Ecuador como en su papel de pionera en el campo de la arquitectura en Ecuador, el presente estudio biográfico reivindica desde un punto de vista crítico su incursión en el oficio de la arquitectura, la construcción y la rehabilitación.
BREVES ASPECTOS BIOGRÁFICOS
Elvira Ethel Arias Duarte nace en Tacuarembó, Uruguay el 11 de abril de 1925. Ingresa a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República de Uruguay (UDELAR) en marzo de 1946 y obtiene el título de arquitecta en mayo de 1953. En 19591 se aprueba el reconocimiento de su título obtenido en la UDELAR para poder ejercer la profesión en el territorio ecuatoriano a través de la, en aquel entonces novel, Facultad de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador, ubicada en Quito, bajo el decanato del arquitecto Jaime Dávalos. El acta no. 003 de la Facultad, en la que se registra este reconocimiento de título, es una muestra de esta condición novel. En efecto, tanto el registro de su diploma como su participación en el panorama de la arquitectura ecuatoriana se inscribe en medio de una serie de nombres de aquellos que han sido denominados “los pioneros de la arquitectura ecuatoriana”, graduados en esta universidad en la década de 1950.
Figura 2: Acta de reconocimiento de título de Ethel Arias. Actas de Grado Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central del Ecuador, Libro Uno, Folio 5, Acta No. 3. Pp. 5 y 8.
Su perfil es de especial importancia debido a que fue, según los registros revisados, la primera mujer en ejercer la arquitectura en Ecuador. Mientras en Uruguay el acceso de la mujer a la universidad y a carreras como la arquitectura había sucedido con algunas décadas de anticipación, en Ecuador la primera mujer titulada se registra recién en el año de 1967: la colombiana Cecilia Rosales. En adelante iría en aumento la participación de la mujer en la profesión, aunque en un proceso lento, pues recién a partir del año 1970 se registran las primeras ecuatorianas graduadas en arquitectura, la mayoría de ellas procedentes de la Universidad Estatal de Guayaquil. En este contexto, Arias constituye un referente de empoderamiento en una época en la que el acceso a la educación, y más aún el ejercicio de la arquitectura, eran un privilegio de muy pocas mujeres, generalmente vinculadas a la clase social alta.
El libro El Palacio de Carondelet atestigua: “Ethel Arias de León, joven arquitecta uruguaya, primera mujer en el país en esta profesión” (Peñaherrera, 1996, p.96). Empezó a ejercer la profesión a los 31 años como ayudante en la oficina de Sixto Durán Ballén. Más adelante Arias protagoniza una serie de trabajos:
Reconstrucción del Palacio de Gobierno
Restauración del hall del Correo Central en Quito.
En el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones hizo planos, reformas y obras de mantenimiento.
Reforma del hall de Telecomunicaciones en Guayaquil
Construcción del Aeropuerto de Guayaquil
Diseño de un Hotel en Otavalo (no construido)
Figura 3: Imagen del proyecto para el Aeropuerto de Guayaquil. S.A. (1977). Arquitectura en Ecuador, Ganadería en Uruguay: Ethel Arias. La Mañana. Archivo personal de Mónica León Arias.
Figura 4: Maqueta del Aeropuerto de Guayaquil. S.A. (1977). Arquitectura en Ecuador, Ganadería en Uruguay: Ethel Arias. La Mañana. Archivo personal de Mónica León Arias.
El Informe a la Nación de Durán Ballén (1957, p.163) amplía las competencias de Arias desde el Departamento de Construcciones de la Dirección General de Obras Públicas, en el que trabajaba y asesoraba proyectos de construcciones o remodelación en algunos sitios del país.
Una vez finalizada la obra del Aeropuerto de Guayaquil, Ethel, Alfredo y sus dos hijas regresan a Uruguay en el año de 1962, según su testimonio, debido a la muerte de su padre. Allí decidió encargarse de sus tierras y cesó el ejercicio de la profesión para dedicarse a la ganadería. A partir de entonces sus proyectos arquitectónicos quedarían reducidos a intervenciones anecdóticas vinculadas a su nuevo oficio, pero desde un aprendizaje obtenido en la arquitectura, según comenta al diario La Mañana:
...he construido tajamares, casas para los peones estables y trato de mejorar el nivel del personal en todo lo que puedo”.
¿De qué manera le ha ayudado su profesión en esta actividad?
Desarrolla el poder de observación, enseña a ver no sólo a mirar. Da mayor agilidad mental y desenvoltura para hacer frente a cosas nuevas.
Al poco tiempo de regresar a su país natal con su pareja e hijas, la relación sufre una ruptura y León regresa a Ecuador. Tras varias décadas dedicadas a la ganadería, Ethel Arias fallece a los 90 años el 3 de julio de 2015, en Montevideo.
ARQUITECTA EN UN ENTORNO COMPLEJO
Amann et.al. (2018) explican el contexto actual en el que se ha puesto la mirada en las aportaciones de las mujeres. Para ello, manifiestan la importancia de “poner la atención en lo insignificante (...) para hallar el encuentro incierto de resonancia temporal, donde se da la cita secreta entre las generaciones pasadas de mujeres y nosotras mismas.” p.210. En el proceso de revisión histórica observan cómo el papel de las arquitectas en el imaginario colectivo ha sido anulado, parafraseando a Mark Wigley en Untitled, The Housing of Gender: “con sus rituales de legitimación, en las prácticas de contratación, en los sistemas de clasificación, las conferencias técnicas, las imágenes publicitarias, las citas bibliográficas, el diseño de convenciones, los códigos legales, los créditos de proyectos y el lenguaje” (Amann et.al, p.208).
La incipiente información da indicios de que Arias se movía en un entorno complejo para las mujeres, una condición que por supuesto no era aislada en la década de 1950 a nivel latinoamericano y más aún en Ecuador, un país conservador, cuyos círculos profesionales se caracterizaban por redes y padrinazgos, sin que esto implique un desmerecimiento de la calidad profesional. Su testimonio lo confirma:
¿Hubo oposición en los primeros tiempos?
Por supuesto. En el año 1954 era difícil que una mujer fuera aceptada dentro de mi ramo, pero encontré el gran apoyo y ayuda en el arquitecto ecuatoriano Sixto Durán Ballén, con quien trabajé como ayudante. Más tarde fui contratada por el gobierno ecuatoriano para la remodelación del Palacio Presidencial, una reliquia colonial, donde trabajé durante dos años con un ingeniero y demás equipo, siendo yo el único arquitecto2.
Quien la entrevista observa una “aparente contradicción entre ciertos tabús que ha expresado y la importante misión que le fue encomendada.” Arias explica que cuando reformó el hall de Telecomunicaciones en Guayaquil, fijaron un plazo de 60 días y multas muy elevadas. El cumplimiento de este trabajo la condujo al encargo del Aeropuerto de Guayaquil. Estos hechos muestran que para ejercer la profesión, una mujer debía (debe) tener cualidades excepcionales en la ejecución de su trabajo.
En la publicación Américas (1959) de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos Arias es mencionada por atributos no relacionados a su desempeño laboral:
“...una arquitecta, la primera mujer contratada para esta clase de trabajo en Ecuador. No es cortés inquirir sobre la edad de una dama, pero Ethel Arias, la bella esposa de Alfredo León, de ojos negros y de nacionalidad uruguaya, no parece haber cumplido los treinta años. Desde que llegó a Quito en 1955 se ha hecho amiga de sus jóvenes colegas masculinos quieren la han aceptado como uno de ellos” (Américas, 1959, p.12)
El testimonio de su hija, Mónica León Arias Mónica León, hija de Alfredo y Ethel, también arquitecta y ex docente de la UDELAR, ayuda a contextualizar el entorno en el que Ethel ejercía su profesión: asegura que en la obra tenía muy buena relación con los obreros, aunque tuvo relaciones conflictivas con ciertos compañeros de trabajo y con algunos personajes del medio que se oponían a la remodelación del Palacio de Gobierno, proyecto que se sometería a intervenciones interiores radicales. León Arias comenta que mucha gente era muy virulenta con ella, pero ella era más virulenta aún; era una mujer de carácter fuerte, siempre a pie de obra, razón por la que se oponía a llevar falda a pesar de las exigencias de su entorno laboral. Peñaherrera (1996) hace referencia (innecesaria) al embarazo de ella, precisamente en esta época comentando que “...su estado de gravidez no le impedía subir a los andamios durante la ejecución de las obras.”
La remodelación del Palacio de Gobierno, construcción de estilo neoclásico con decoración barroca y renacentista, cuyos espacios y diseño original se han ido modificando desde el año de su construcción, tentativamente a inicios del siglo XIX, no estuvo exenta de complicaciones. En Ecuador, como en toda Latinoamérica, las estructuras religiosas son parte de un sistema que otorga roles específicos a la mujer, siendo un entorno hostil incluso, en cuanto al acceso a la información:
Para esta remodelación en un edificio ya muy deteriorado y al cual se le habían ido agregando partes en distintas épocas, tuve que interiorizarme cuidadosamente del estudio colonial. Las fuentes de información podían encontrarse en los conventos pero era difícil acceder a ellos debido a reglas muy estrictas para la entrada de mujeres. (La Mañana, 1977)
Es en este contexto donde Arias destaca como mujer pionera en la arquitectura y la construcción, además de estudiosa del contexto en el cual intervino, lo cual refuerza la vigencia del estudio de su persona y obra.
EL ECUADOR: UN ENTORNO DE APRENDIZAJE ENTRE LO COLONIAL Y LO AUTÓCTONO
“Siempre recordaré a Ecuador, allí empecé a ejercer mi carrera...”. (La Mañana, 1977) Como se ha escrito anteriormente, Arias era consciente de la importancia de interiorizarse en el estudio de lo colonial. Se infiere que sería posiblemente un bagaje adquirido en su proceso de formación académica en la Escuela, de Arquitectura uruguaya, pues puede encontrarse el mismo interés en el estudio de lo colonial en el Informe 2 elaborado en 1941 por Guillermo Jones Odriozola de cara al Plan Regulador de Quito. Su paso por el Ecuador fue un entorno de aprendizaje en el que asegura haber aprendido “a trabajar en contra, solucionar problemas con rapidez y luchar con materiales distintos.” (La Mañana, 1977). Este aprendizaje estaba muy vinculado a la utilización y comprensión de la técnica en diálogo con los materiales locales:
“El ladrillo es de mayor tamaño que el nuestro, se usa mucho la piedra y la madera, ésta última puede ser muy dura y muy noble, como el Guayacán, que utilicé en el Aeropuerto, o flexibles como las que se usaron para trabajos que requería tallado y formas. Pero el obrero tiene una habilidad manual extraordinaria. Tallaban las molduras de los capiteles con perfección, los trabajos en madera eran extraordinarios, había amor en su creación.” (La Mañana, 1977)
En esta declaración testifica su habilidad en el trabajo con materiales locales variados, así como el aprendizaje bidireccional y las relacionales positivas establecidas entre Arias y lo obreros, quienes, explica, aprenden también de su propio trabajo, con el maestro de obra:
“Se transmite el arte de generación en generación, como los hermanos que hicieron el cielorraso del Palacio Presidencial copiando el dibujo del antiguo cielorraso. Son católicos fervientes; sus misas, sus casamientos religiosos, son el reflejo de verdaderos creyentes, así como su vida familiar. En la sierra la mujer o el hijo le llevan la comida a la obra. Tuve oportunidad de estudiar su vida profundamente a raíz de un proyecto para un hotel que hice en Otavalo. Fue aceptado, pero no pudo realizarse en aquel momento.” (La Mañana, 1977)
La interiorización de la cultura local estaba vinculada también al arte: su relación con el renombrado pintor quiteño, Oswaldo Guayasamín, se establece a partir del encargo realizado al pintor para la ejecución del mural titulado “El Descubrimiento del Río Amazonas”. Dicho mural viste hasta el día de hoy la escalinata central de la edificación. La integración de la arquitectura con el arte negocia una visión hispanista e indigenista de la historia y evidencia el contraste que la misma Arias estudia e identifica en su paso por el país.
Otros contrastes estaban en un proceso naciente debido a la modernización: “El centro de Quito es colonial; allí viviría, su gente es muy acogedora. El Norte es moderno. Hay una Ciudad Universitaria y actualmente tienen muy buenos arquitectos. (La Mañana, 1977). En esta mención se refiere a su compatriota, Gilberto Gatto Sobral, director de construcciones de la Universidad Central del Ecuador, y al equipo gestionado por él a partir de la década de 1950 que generaría una serie de proyectos emblemáticos, que si bien, constituyen un referente de la arquitectura moderna en el Ecuador, son mínimamente conocidos en el Uruguay.
Figura 5: “Visitando el estudio del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín quien tiene a su cargo la construcción de un mural en la parte central del Palacio Nacional (...). Les acompaña la Arquitecta Ethel Arias de León a cuyo cargo está la obra de la reconstrucción del Palacio.” S.A. (23 de junio de 1959). Arquitectura y Urbanismo. El Comercio.
EL PALACIO DE GOBIERNO Y LA VERIFICACIÓN DE AUTORÍA
En las últimas décadas se ha visibilizado cómo la historiografía de la arquitectura ha registrado escuetamente los aportes de las mujeres. Dicha situación ha empezado a cambiar debido a la fuerza que supuso las tercera y cuarta olas de feminismo de las primeras década del siglo XXI que buscan, además de la igualdad de derechos, la reivindicación y visibilización de los aportes de mujeres profesionales, históricamente ocultos. El campo de la arquitectura no es una excepción. Dados los escasos registros sobre la obra de Arias, se ha recurrido a la búsqueda de fuentes que sustenten su participación en la remodelación de una obra emblemática como el Palacio del Gobierno.
El registro de los niveles de participación y autoría de la remodelación de este proyecto son bastante escuetos en la mayoría de textos consultados. En el caso de la Guía Arquitectónica de Quito (Trama) se atribuyen las obras realizadas entre 1956 y 1960 a Nicolás Delgado y Ethel Arias y la construcción a Leopoldo Moreno. Contrastando varios documentos, el protagonismo lo toma Ethel Arias, un nombre que hasta ahora había sido anecdótico e incluso desconocido en las escuelas y publicaciones de arquitectura ecuatoriana a pesar de una importante difusión y estudio sobre la arquitectura producto de XI Conferencia Interamericana de Cancilleres.
Tras la revisión bibliográfica se encontró que Ethel Arias fue la ejecutora principal del proyecto. En el libro A mi manera…Los años de Carondelet, de Sixto Durán Ballén, escribe:
“…Carondelet no me era extraño, pues el presidente Ponce Enríquez me había pedido, en 1956, que coordinará la planificación y las posteriores obras de restauración para su presentación digna con ocasión de la XI Conferencia Interamericana que debería celebrarse en diciembre de 1959, en nuestra capital. (...) De inmediato se organizó un Departamento de Planificación, bajo la dirección de la arquitecta Ethel Arias de León y el ingeniero Leopoldo Moreno Loor; el grupo de jóvenes colaboradores contó con Oswaldo Viteri, entonces estudiante de arquitectura, que posteriormente se convertiría en un pintor de fama internacional” (Durán Ballén, 2007, 43).
Una nota en el diario El Comercio, en 1959, da testimonio de su participación protagónica: “Visitando el estudio del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín quien tiene a su cargo la construcción de un mural en la parte central del Palacio Nacional, (…). Los acompaña la Arquitecta Ethel Arias de León a cuyo cargo está la obra de la reconstrucción del Palacio.”
Evelia Peralta (2016) menciona: “...en la década de los ‘50, el Arq. Sixto Durán Ballén (...) contrató a la arquitecta uruguaya Ethel Arias, para la remodelación integral del Palacio Presidencial, obra de gran magnitud y significación.” p. 85.
En su propio testimonio encontrado en la entrevista realizada por el diario uruguayo La Mañana, Arias asegura haber sido la única arquitecta encargada del proyecto.
[...] fui contratada por el gobierno ecuatoriano para la remodelación del Palacio Presidencial, una reliquia colonial, donde trabajé durante dos años con un ingeniero y demás equipo, siendo yo el único arquitecto. Para esta remodelación en un edificio ya muy deteriorado y al cual se le habían ido agregando partes en distintas épocas, tuve que interiorizarme cuidadosamente del estudio colonial [...]. (La Mañana, 1977).
OBRA EMBLEMÁTICA, RECONSTRUCCIÓN MODERNA
El Palacio de Gobierno, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Quito, en el lado oeste de Plaza Grande o Plaza de la Independencia, es el epicentro urbano donde se emplazan los edificios de los gobernantes y/o representantes de las instituciones políticas y religiosas. La sede de la presidencia, antes sede de la Real Audiencia de Quito, es el símbolo que recoge una serie de sucesos históricos, políticos y sociales que configuran el imaginario del edificio. Con cada nuevo mandatario, el edificio se ha sometido a una serie de intervenciones y ampliaciones que fueron adaptando el espacio, unas veces desde una perspectiva logística y de organización del Estado y otras desde los antojos particulares de quien ocuparía la Casa Presidencial. Por ejemplo en el siglo XIX el espacio albergaba el Congreso Nacional (y otras dependencias adicionales al congreso y presidencia) que posteriormente fue demolido al igual que las dos escalinatas tipo escenario para acceder a la planta alta.
A comienzos del siglo XX el Movimiento Moderno cambia los paradigmas de la arquitectura. Nuevos lenguajes estilísticos y nuevas configuraciones espaciales venían de la mano de nuevos materiales como el hormigón armado, acero laminado y vidrio junto a nuevas técnicas constructivas desarrolladas. Complementariamente, el propio Movimiento Moderno abogaba por la tabula rasa, la concepción higienista y funcional del espacio y la modernización, anclada al uso de materiales con mejores prestaciones estructurales y de durabilidad.
La discusión sobre lo patrimonial y la conservación, era un debate en ciernes que daba paso a radicales transformaciones morfológicas de espacios urbanos y arquitectónicos en zonas históricas. Según Peñaherrera (2016):
“Esta nueva visión cultural tuvo que enfrentarse a la problemática que presentaba la necesidad de dignificar el tradicional Palacio de Gobierno. La polémica no se hizo esperar y se resolvió salir por la sabia mediación salomónica. Por un lado, don Nicolás Delgado, director de Bellas Artes, alcanzó mayor prestigio con la “restauración” de la casa del Museo de Arte Colonial, (...) aplicando los principios de Violet Le Duc que preconizaba que restaurar era alcanzar un ideal formal ecléctico.”
En este contexto, la intervención de reedificación y ampliación de 1956 a 1960 en el Palacio de Gobierno durante el gobierno de Ponce Enríquez, a cargo de Ethel Arias, responsable del departamento de planificación, designada por el ministro de obras públicas, Sixto Durán Ballén, causó un importante impacto en la arquitectura original, desde su materialidad, forma, y programa arquitectónico. Durán Ballén, en calidad de pionero de la Arquitectura Moderna en Quito, habría influido en la toma de decisiones sobre cómo abordar la reconstrucción en la que se conservaría sólo la fachada como parte del contexto simbólico e histórico.
El libro Quito 30 años de Arquitectura Moderna 1950-1980 explica que el proyecto respetó la apariencia anterior, incluyéndose materiales tradicionales como teja vidriada, madera artesonadas en cielorrasos, ventanería y mobiliario y las columnas de hormigón fueron recubiertas con piedra.(Fabara, et.al., en Del Pino, p. 45). Ethel Arias comenta haberse guiado por fotografías para la realización de este trabajo (La Mañana, 1977), pues todos los espacios internos fueron demolidos por encontrarse en malas condiciones.
En términos generales y a manera de síntesis, el proyecto implicó la reconfiguración formal de los patios y reconfiguración volumétrica (aumento del tercer piso), una nueva modulación del intercolumnio de los claustros, intervenciones en circulaciones para hacerlas más funcionales. No obstante, desde el punto de vista estructural, con Leopoldo Moreno como contratista y calculista estructural, se realizó una intervención de peso a nivel técnico que se obtiene de la crónica realizada por Peñaherrera (1996):
Cimentación de hormigón armado (calculada para permitir la ampliación a un tercer piso). Esta cimentación fue calzada y profundizada (en la calle Chile estaban casi en el aire).
Reemplazo de cubierta con vigas de madera y hierro, en celosía, impermeabilización con láminas de tela asfáltica y cubierta de teja vidriada.
Incorporación de vigas de hormigón pretensado con 11 metros de luz en los espacios destinados al Salón Amarillo y Salón de Banquetes
Perforación de los tambores de piedra de las columnas de planta baja para reforzamiento con alma de hormigón armado
Reconstrucción de paredes (antes de adobe y adobón), arcos y muros con mampostería de ladrillo y esqueleto de hormigón armado (a cargo del Ingeniero Carlos Otto)
Utilización de las columnas de ladrillo como base para realizar otras de piedra andesita gris del volcán Pichincha, conservando su forma y proporción. La contratista fue Inocencia Carrión.
Perforación longitudinal de algunas columnas para reforzamiento con alma de hormigón armado para garantizar el soporte de la terraza hacia la Plaza de la Independencia.
Sustitución de la terraza hacia la Plaza, antes de mampostería de cal-arena-ladrillo sobre vigas de madera por losa hormigón armado.
Sustitución de entrepisos, antes de madera rústica de eucalipto amarrada con cabestros y sogas, y tumbados de carrizo enlucidos con barro y cal, por hormigón armado
“Para finales de 1959, el “nuevo Carondelet” entraría en funciones (la XI Conferencia nunca tuvo lugar, pues, como Ecuador quería que se incluyera en los temas de la misma el diferendo limítrofe y Perú se oponía, la reunión se postergó indefinidamente). Nunca se me ocurrió que, algo más de tres décadas más tarde, habría de ocuparlo; por ello, algún amigo la calificó de “crimen y castigo”. (Durán Ballén, 2007, p. 44)
Figura 6: Palacio de Gobierno en proceso de reconstrucción. 1956-1960. S.A. (s.f.). El Palacio de Carondelet, sede del gobierno ecuatoriano. Recuperado el 11 de mayo de 2020, de El cofresito:
https://elcofresito.blogspot.com/2017/11/el-palacio-de-carondelet-sede-del.html
Los gobiernos subsecuentes, entre ellos el de Durán Ballén, realizaron nuevas intervenciones. El último cambio “sustancial” al espacio del Palacio se realiza en la presidencia de Rafael Correa para la ejecución del Museo de la Presidencia. Sin embargo, la memoria del proyecto informa que se retiran elementos divisorios para liberar espacio, pero no se modificaron las condiciones estructurales del edificio, manteniendo el sistema estructural de muros portantes. (Presidencia, 2016, pp. 21,22)
Figura 7: Planta baja del Palacio de Gobierno. Proyecto 2017. Secretaría General de la Presidencia. (2017). Transición Presidencial. Recuperado el 11 de mayo de 2020, de https://www.planificacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/04/Transicion-Presidencial.pdf
VIGENCIA CONTEMPORÁNEA: ENTRE EL DEBATE DE GÉNERO Y EL DISCURSO DE LA MODERNIDAD
Sobre la huella de Arias. Ethel Arias estuvo en el Ecuador desde 1954 hasta 1962, un período de grandes cambios urbanos, demográficos y políticos en el Ecuador. Tanto Arias como otros arquitectos contemporáneos a ella tuvieron una producción prolífica asociada a la visión y poder de Sixto Durán Ballén3. Sin duda este apadrinamiento fue clave para el surgimiento profesional de varios arquitectos que ahora son reconocidos como emblemas de la arquitectura nacional: Mario Arias, Alfredo León, Milton Barragán u Oswaldo de la Torre que pasaron por la oficina de Durán Ballén, ARQUIN. Ethel Arias fue beneficiaria de este vínculo, sin embargo, no recibió como sus compañeros trabajos que le permitieran mayor protagonismo. Esta diferencia pudo darse por decisiones coyunturales, o también por una relación entre diferencias de género y estereotipos sobre el ejercicio de la profesión y la visibilidad de los aportes de las mujeres.
A pesar de este “techo de cristal”, dentro de los encargos para la XI Conferencia Interamericana de 1959, Arias se ocupó de la reconstrucción de la Casa Presidencial, que en un primer Decreto Nº394, del 23 de marzo de 1957 (Monard, 2015, p. 42) sería construida y no remodelada, decisión provocada fundamentalmente por la presión social que buscaba proteger una visión romántica de Quito, y que no permitió la construcción de un edificio nuevo. También (con Alfredo León) proyectó el Hotel y muelle en el Lago San Pablo, junto a Otavalo, proyecto incluido en la primera propuesta de edificios para la Conferencia, pero que nunca se ejecutó y que tanto su mención como información quedaron en el olvido. En un escenario en el que este hotel o el “nuevo” palacio se hubiesen construido, la figura de Arias sería algo más conocida que lo que es actualmente.
Sobre la reconstrucción del Palacio de Gobierno. El Centro Histórico de Quito alberga una gran cantidad de edificaciones de alto valor cultural, constructivo y simbólico, así también como una imagen urbana reconocida en la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad que se asienta en la morfología fundacional y es flanqueada por límites artificiales bien definidos. Esta característica de la ciudad genera un repertorio de reglas para las actuaciones en los edificios de valor histórico que han ido migrando de la restauración arqueológica, la “forma prístina” de Viollet-le-Duc o la dicotomía entre conservación y restauración de Camilo Boito.
Este recorrido ideológico sobre la forma de intervenir en el Centro Histórico sigue siendo una discusión contemporánea que define la actuación sobre múltiples construcciones que, sumadas a una disyuntiva entre las denominadas competencias de estamentos locales y nacionales, han provocado que cientos de edificios caigan en un deterioro casi irreversible. En este panorama, hay una lección actual en la intervención de Ethel Arias en el Palacio de Gobierno. El proyecto presenta estrategias lógicas para el contexto quiteño, entendiendo el lenguaje y estética que el edificio presenta hacia la Plaza Grande, retrayendo ciertos valores románticos, reconfigurando el espacio interno que respeta la tipología de patio y aprovechando la ductilidad espacial aprendida del Movimiento Moderno. Para conseguir esto, la principal estrategia fue una intervención en la estructura que sería definitoria en la configuración del Palacio. Arias entendió los beneficios de la casa patio como tipología, del valor histórico del Palacio de Gobierno como representante de la “República” y de la humildad de proyectar en un edificio de estas características. Es un trabajo minucioso que ha permitido múltiples intervenciones, asociadas a cierta vanidad del presidente de turno, pero que mantiene una espacialidad solemne y dominante, provocada por la intervención estructural que controla que el edificio perdure en su esencia a pesar de los cambios.
Sobre el ejercicio profesional. La arquitectura vista desde su ámbito constructivo es una de las ciencias técnicas que mantiene procesos antiguos y rudimentarios muchos de los cuales tienen más de cien años. Mientras otras ramas son reconocidas por su imparable innovación y admisión recurrente de nuevos métodos y materiales, la arquitectura conserva paradigmas desde lo espacial, estético y tecnológico. Esta condición propia de la profesión se combina con las características del Ecuador (que según datos de la OMPI del 2017 ocupa el lugar número 92 en el índice mundial de innovación). En esta mezcla entre profesión y contexto se otorga ciertas cualidades a los constructores, asociadas al conocimiento artesanal y a un perfil agreste.
En este ambiente es importante reconocer el papel que cumplió Ethel Arias no solo como la primera arquitecta ejerciendo en el Ecuador, sino como una de las primeras mujeres protagonista de una obra en construcción, quien además aprovechó con inteligencia las capacidades de los artesanos locales para garantizar la calidad de sus obras. A pesar de que han pasado más de 60 años de la experiencia de Arias, en Ecuador aún existe la promoción de cierto perfil para constructores que genera un sesgo para mujeres que ejercen la profesión. En un medio como el ecuatoriano, carente de referentes femeninos en la arquitectura de mediados del siglo XX, la construcción del Palacio de Gobierno y su análisis otorgan relevancia a la figura de Ethel Arias, no sólo como pionera en su campo, sino como representante del Movimiento Moderno Latinoamericano, con un potencial espacial por encima del estético, apoyando más un discurso intelectual que una imagen superficial.
Agradecimientos
A Mónica León Arias, arquitecta por la UDELAR, hija de Ethel Arias y Alfredo León, por compartir con nosotros sus archivos y vivencias personales.
A Raúl Leymonie, Pedro Berger y Juan Articardi, arquitectos docentes de la FADU-UDELAR, quienes facilitaron las redes para que esta investigación se lleve a cabo.
A la Universidad Internacional SEK, por el apoyo al desarrollo de esta investigación.
A Gabriela Hinojosa, arquitecta por la UISEK, quién realizó la edición de imágenes.
BIBLIOGRAFÍA
AMANN, A., GRIGORIADOU, M., & MEDINA, A. (2018). #MeTooArchitecture. Tácticas críticas feministas. Feminismo/s, 205-229.
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FUENTES DE LAS IMÁGENES
Figura 1: De izquierda a derecha: Mónica León Arias y Ethel Arias Duarte. 1950. Imagen cortesía de Mónica León Arias, archivo familiar.
Figura 2: Acta de reconocimiento de título de Ethel Arias. Actas de Grado Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central del Ecuador, Libro Uno, Folio 5, Acta No. 3. Pp. 5 y 8.
Figura 3: Imagen del proyecto para el Aeropuerto de Guayaquil. S.A. (1977). Arquitectura en Ecuador, Ganadería en Uruguay: Ethel Arias. La Mañana. Archivo personal de Mónica León Arias.
Figura 4: Maqueta del Aeropuerto de Guayaquil. S.A. (1977). Arquitectura en Ecuador, Ganadería en Uruguay: Ethel Arias. La Mañana. Archivo personal de Mónica León Arias.
Figura 5: “Visitando el estudio del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín quien tiene a su cargo la construcción de un mural en la parte central del Palacio Nacional (...). Les acompaña la Arquitecta Ethel Arias de León a cuyo cargo está la obra de la reconstrucción del Palacio.” S.A. (23 de junio de 1959). Arquitectura y Urbanismo. El Comercio.
Figura 6: Palacio de Gobierno en proceso de reconstrucción. 1956-1960. S.A. (s.f.). El Palacio de Carondelet, sede del gobierno ecuatoriano. Recuperado el 11 de mayo de 2020, de El cofresito: shorturl.at/ctKQU
Figura 7: Planta baja del Palacio de Gobierno. Proyecto 2017. Secretaría General de la Presidencia. (2017). Transición Presidencial. Recuperado el 11 de mayo de 2020, de https://www.planificacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/04/Transicion-Presidencial.pdf
1 El reconocimiento de título fue solicitado en el año de 1956, según el acta.
2 Nótese cómo Arias se denomina a sí misma como arquitecto pese a que La Real Academia de la Lengua Española ya aceptaba para aquel entonces el femenino de esta profesión.
3En su larga y multifacética carrera política desempeñaba en este periodo primero el cargo de director de la naciente Escuela de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador (1951-1956) y luego Ministro de Obras Públicas en la presidencia de Camilo Ponce Enríquez (1956-1960). Posteriormente fue alcalde de Quito y presidente de la República