Artículos
The traditional nahua housing in the Sierra Norte of Puebla and its transformation process
A habitação tradicional nahua da Sierra Norte de Puebla e seu processo de transformação
DOI:
https://doi.org/10.18861/ania.2024.14.1.3637
José
García Navarro
Colegio de Postgraduados Campus Puebla
México
mariaj.garcianavarro@gmail.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0003-4193-8938
José
Pedro Juárez Sánchez
Colegio de Postgraduados Campus Puebla
México
pjuarez@colpos.mx
ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-8417-1752
Ángel
Bustamante González
Colegio de Postgraduados Campus Puebla
México
angelb@colpos.mx
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-0727-9505
Benito
Ramírez Valverde
Colegio de Postgraduados Campus Puebla
México
bramirez@colpos.mx
ORCID:
https://orcid.org/0000-0003-2482-5667
José
Alfredo Cesín Vargas
Universidad Nacional Autónoma de
México
México
jcesin@humanidades.unam.mx
ORCID:
hfps://orcid.org/0000-00020806-3546
Recibido:
30/09/2023
Aceptado:
05/04/2024
Cómo citar
García-Navarro, M. J., Ramírez Valverde, B., Juárez Sánchez, J. P., Cesin Vargas, J. A., & Bustamante González, A. (2023). La vivienda tradicional nahua en la Sierra Norte de Puebla y su proceso de transformación. Anales De Investigación En Arquitectura, 14(1). https://doi.org/10.18861/ania.2024.14.1.3637
Resumen
La vivienda indígena es una manifestación arquitectónica que devela los valores, la identidad y los modos de habitar estos grupos, expresados mediante su composición, materiales y técnicas de construcción locales, que mantienen rasgos prehispánicos. Como resultado de la modernidad y de procesos de transculturización, la vivienda se encuentra en un fuerte proceso de transformación. Esta investigación se realizó en la comunidad nahua de San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan, en la región Sierra Norte de Puebla, con el objetivo de conocer su estado actual y profundizar en su proceso de transformación con una clasificación que muestra su composición y una línea del proceso de cambio sufrido. El método usado en esta investigación fue a partir del análisis arquitectónico en la comunidad de una muestra estadística conformada por de 104 viviendas. Se encontró que la composición espacial se ha modificado, aunque casi la mitad de éstas aún mantienen materiales y técnicas locales, no obstante, el uso de insumos industrializados se ha masificado, pues solo 19% está construida con materiales naturales, 43% es mixta, y 38% se considera vivienda moderna. Se concluye que la vivienda es un elemento cultural que se encuentra en un constante proceso de adaptación y reapropiación como resultado de una nueva manera de relacionarse, manteniendo los valores sociales de la comunidad.
Palabras clave
Vivienda indígena, transformación, técnicas constructivas tradicionales, pueblos originarios, cultura ancestral.
Abstract
Indigenous housing is an architectural manifestation that reveals the values, identity and ways of inhabiting these groups, expressed through its composition, and local construction materials and techniques, which maintain even pre-Hispanic features. As a result of modernity and processes of transculturation, it is in a strong process of transformation. This research was carried out in the Nahua community of San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan, in the Sierra Norte region of Puebla, with the objective of knowing its current state and deepening its transformation process through a classification that shows its composition and a line of the process. of change suffered. The method used in this research was based on the architectural analysis of a statistical sample of 104 houses in the community.. It was found that the spatial composition has been modified, although almost half of these still maintain local materials and techniques, however, the use of industrialized inputs has become widespread since only 19% are built with natural materials, 43% are mixed, and 38% is considered modern housing. It is concluded that housing is a cultural element that is in a constant process of adaptation and reappropriation as a result of a new way of relating, maintaining the social values of the community.
Keywords
Indigenous housing, transformation, traditional construction techniques, indigenous peoples, ancestral culture.
Resumo
A habitação indígena é uma manifestação arquitetônica que revela os valores, a identidade e as formas de habitar esses grupos, expresso através de sua composição, e de materiais e técnicas de construção locais, que mantêm até características pré-hispânicas. Como resultado da modernidade e dos processos de transculturação, está em forte processo de transformação. Esta pesquisa foi realizada na comunidade Nahua de San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan, na região da Serra Norte de Puebla, com o objetivo de conhecer seu estado atual e aprofundar seu processo de transformação através de uma classificação que mostre sua composição e uma linha do processo das alterações sofridas. O método usado nesta pesquisa foi a partir da análise arquitetônica na comunidade de uma amostra estatística composta por 104 habitações. Verificou-se que a composição espacial foi modificado, embora quase metade destes ainda mantém materiais e técnicas locais, porém, o uso de insumos industrializados se generalizou já que apenas 19% são construídos com materiais naturais, 43% são mistos, e 38% é considerada habitação moderna. Conclui-se que a habitação é um elemento cultural que está em constante processo de adaptação e reapropriação como resultado de uma nova forma de se relacionar, mantendo os valores sociais da comunidade.
Palavras-chave
Habitação indígena, transformação, técnicas tradicionais de construção, Povos indígenas, cultura ancestral.
La
arquitectura tradicional: un acercamiento a sus elementos
Las construcciones habitacionales tradicionales de grupos étnicos han estado asociadas a varias categorías analíticas para su estudio, tales como arquitectura rural, campesina, o vernácula. Al respecto, King (2001) define la arquitectura vernácula como aquella que sus formas, función y espacio son producto de la experiencia de los habitantes, en relación con su entorno y sus necesidades, utilizando materiales locales, considerando los espacios útiles y los aspectos climáticos, sin dejar a un lado lo estética. Según Tamez (1993) y Yáñez (2005), esta manifestación arquitectónica aparecen en sitios con población de reducido nivel económico, carente de buenas comunicaciones y de recursos profesionales; entre sus principales rasgos destaca su espontaneidad, en la cual se sigue un proceso de diseño y construcción hecho por personas sin preparación profesional, pero con un amplio sentido constructivo. Cuentan con una genealogía propia que surge de los recursos locales en su medio físico y de los valores socioculturales y cosmovisión de cada comunidad (González y Gutiérrez, 2016), que se manifiesta en la permanencia de un modo de vida apegado a costumbres y rituales. Así, las tradiciones y modelos de sus artesanos-constructores tienen carácter determinante sobre ésta, conservando relación directa con la escala humana, tanto en las estructuras individuales, como en su agrupación y organización de conjunto, manteniendo rasgos prehispánicos (Moya, 1982; Prieto, 1978). A esta definición, Montesinos (2005) añade que este tipo de arquitectura se halla integrada por individuos pertenecientes, en un amplio sentido, a un mismo grupo social que posee un particular y admirable bagaje de saberes y habilidades, con una cultura propia. Esto es resultado de tradiciones constructivas socialmente desarrolladas, inmersas en un proceso dinámico de relaciones sociales de producción (Rivera, 2017), pues ésta se ha adecuado a los cambios socioculturales, económicos y ambientales actuales (Román y Piñón, 2019; Sánchez, 2006), de forma que esta no se ha mantenido estática en el tiempo, sino que ha sufrido transformaciones como resultado del constante proceso de adaptación de sus ocupantes al contexto en que viven.
Entonces, la vivienda vernácula se encuentra en una transformación permanente. Entre los cambios más evidentes destacan la sustitución de materiales locales por insumos industriales, reemplazando técnicas tradicionales de construcción por métodos modernos. La transformación morfológica se acentúa a medida que se incrementa el crecimiento demográfico, lo cual influye en la atomización del suelo. Dichos factores son provocados por el cambio paulatino en el modo de vida de la población, impulsado por el modelo económico (Juárez, 2022) que detona un proceso de transculturización, donde los valores asociados al lugar habitado se reemplazan por ideales más “occidentales” (Delgadillo, 2016), vinculados a la influencia del mundo exterior, cuya lógica predominante forman parte de las dinámicas civilizatorias de la modernidad, estructurantes y constitutivas del capitalismo histórico (Grosfoguel, 2018).
El presente trabajo se divide en dos secciones. La primera presenta, a partir de una recopilación documental, cuáles eran las características físicas y la conformación de la vivienda tradicional nahua en el pasado; en seguida, se presentan los resultados obtenidos de su estado actual contrastando los cambios con la información recopilada, mismos que parten de una investigación de campo en la comunidad estudiada. Se elaboró una clasificación que muestra su composición y permite identificar su paso de tradicional a mixta, y de mixta a moderna mediante una línea del proceso de transformación que ha sufrido la vivienda de forma reciente, y se presenta la explicación teórica que contribuye a entender por qué se han manifestado dichos cambios.
Lugar de
estudio y metodología aplicada
La comunidad estudiada fue San Miguel Tzinacapan del municipio de Cuetzalan, ubicado en la región Sierra Norte del estado de Puebla. Esta es una de las zonas con mayor concentración de población indígena en México y fue elegida para realizar el estudio, por la fuerte presencia de sus rasgos culturales. La población es de 3,417 habitantes, donde la gran mayoría es de origen indígena (80%) (INPI, 2020). La los moderadores de esta comunidad viven en altas condiciones de pobreza y marginación, pues 74% de sus habitantes se encuentran en situación de pobreza, y de ellos, 22% vive en pobreza extrema (CONEVAL, 2018). El medio de subsistencia es la elaboración de artesanías, y la producción agrícola, en condición de minifundio, de cultivos básicos destinados al autoconsumo, alternado con cultivos como café y pimienta, destinados a la comercialización (SIAP, 2021).
Las características geográficas de la localidad forman parte del paisaje cultural. Se encuentra cubierta por bosques templados húmedos y subhúmedos, entre montañas cuyas alturas van de 360 – 1,500 msnm; con un clima de templado húmedo a semicálido; su nivel de precipitación es de 1,000 a 3,0000 mm y la temperatura promedio es de 12 a 23ºC (INEGI, 1997).
Para obtener la información de campo, se realizó un muestreo estadístico de proporciones (Gómez, 1979) utilizando varianza máxima de la variable presencia de vivienda tradicional (pn=.5 y qn=.5), con una precisión de 0.09 y una confiabilidad del 95%. La población (N), fueron las viviendas en la comunidad partiendo del Censo de Población y Vivienda (INEGI, 2020). El tamaño de muestra final fue de 104 viviendas (n), que fueron seleccionadas aleatoriamente. En cada uno de los hogares seleccionados, se aplicó un cuestionario para conocer las características de la vivienda y sus habitantes.
La información para identificar las características de la vivienda tradicional nahua se obtuvo mediante observación en recorridos de campo, levantamientos arquitectónicos, y con la aplicación de un cuestionario en los hogares en la muestra, cuyas variables registraron aspectos relacionados con las características sociodemográficas, materiales, estructurales, de procesos y técnicas constructivas, utilización y distribución de espacios, aspectos relacionados con las características culturales y organizativas en el proceso de edificación para profundizar en la percepción de sus ocupantes. Los datos recabados se capturaron y procesaron en Excel. Se calcularon estadísticas descriptivas que sirvieron para caracterizar a las viviendas, y determinar el predominio de materiales en ellas.
La
materialidad y espacialidad de la vivienda nahua de la época
prehispánica en la actualidad
La vivienda de estos grupos ha sido descrita en diversos trabajos, como es el caso de Uribe y Olvera (2018), que mencionan que la vivienda indígena en México, con material y métodos tradicionales, presenta un rezago histórico y que los pueblos originarios tienen derecho a una vivienda digna. Otro de los estudios es presentado por Rodríguez y Ávalos (2015) que presentan la utilización que hacían desde tiempos prehispánicos, de la vegetación en la arquitectura nahua en la comunidad de Milpa Alta, antes de iniciar el uso de materiales modernos de fuera de la comunidad. Los relatos de las construcciones en épocas prehispánicas señalan la kalli o casa desplantada sobre la tierra, construida con columnas de piedra o madera colocadas sobre cimientos de tezontle, cercada con tablas o vigas, y techada con tejamanil; el šakalpatlachtli o jacal ancho era la vivienda construida con maderas que se colocaban sobre los cimientos de tezontle, y con vigas de madera en la techumbre; y el kwawšakalli o jacal de madera podía tener muros de madera o de piedra (Valiñas y Rodríguez, 2016). En el caso de la Sierra Norte de Puebla, solamente las zonas rurales, relativa o totalmente aisladas de los centros urbanos escaparon, en gran parte hasta la segunda mitad del siglo XIX, a la occidentalización hispánica, y luego, a los efectos de la mexicanización posrevolucionaria del territorio (Masferrer et al., 2010). Tal aislamiento favoreció́ la permanencia de ciertos rasgos, de prácticas y conocimientos prehispánicos (Beaucage, 1974; Sánchez, 2010), que permitieron su conservación hasta la actualidad. De esta manera, aún es posible encontrar representaciones que relacionan al mundo mitológico de la cultura, con elementos estructurales, con su orientación hacia rumbos cardinales y con aspectos astrales, antes, durante, y después del proceso de edificación; y queda establecido el valor simbólico de lo sagrado en el aposento. Según los habitantes, estos rituales brindan protección (Lupo, 2001; Torres, 2011).
De acuerdo con esta revisión, la construcción de forma tradicional no ha sufrido variantes significativas a lo largo del tiempo. El uso de materiales y sistemas constructivos locales aún se mantienen presentes entre grupos nahuas en distintas regiones de México, como el caso de la región en estudio, como fue observado durante las de investigación, donde los materiales están adaptados a las condiciones geográficas de la región, haciendo con esto un manejo adecuado de los recursos naturales. Esto coincide con lo observado por Moya (1982), que menciona que en el manejo de los recursos naturales para la construcción de las viviendas consideran las propiedades que cada elemento estructural requiere para soportar cargas y esfuerzos (Moya, 1982). Según Rodríguez y Avendaño (2015), Castaño y Lozano (2016), y Larraga (2016), así como con el registro desarrollado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI, 2017), la vivienda tradicional nahua está compuesta de una o dos habitaciones, los muros son cercas de otate asegurados a un travesaño mediante lianas de bejuco, en algunas regiones éste presenta un aplanado de arcilla, y el techo es una estructura a dos aguas cubierta de zacate o tejas. El interior continúa siendo un espacio multiusos carente de divisiones, donde se realizan labores domésticas, productivas, socioculturales. La disposición de sus elementos permite a la vivienda brindar mayor protección ante abundantes lluvias y mantener una temperatura estable durante año (Larraga y Benítez, 2016).
En la Sierra Norte de Puebla, la vivienda de este grupo ha estado influenciada por los ámbitos centrales de la vida cultural de las comunidades: las creencias arraigadas en la tradición prehispánica, y las del catolicismo colonial modernizado (Sánchez, 2010), de manera que su interior está pensado para dar paso a las festividades relacionadas con sus creencias y costumbres que requieren espacios amplios para recibir a familiares y miembros de la comunidad en las celebraciones, donde según Prieto (1978), se desarrolla un amplio sentido de convivencia. Además, la apropiación de la naturaleza en unidades familiares que trabajan con “mano vuelta” (trabajo solidario entre los pobladores), motivada por la fuerza de la idea de comunidad, así como la importancia de las instituciones tales como el compadrazgo (Beaucage, 1974), indispensable para su supervivencia y reproducción del modo de vida, dan un orden al proceso constructivo de la vivienda, y permiten que sus rasgos y elementos tradicionales más representativos se mantengan vigentes. Es por ello, según Torres (2011), que los elementos que la componen siguen un patrón determinado asociado con el conjunto de valores significativos del habitante, cosmovisión y costumbres, reflejando dicha estructura significativa en su organización espacial.
La
vivienda nahua de San Miguel Tzinacapan en la actualidad y su proceso
de transformación
Las familias de la comunidad desarrollan sus actividades cotidianas de acuerdo a su rol de género dentro de un modo de vida rural; obtienen sus ingresos de labores agrícolas y prestando sus servicios en la industria de la construcción y en comercios, tanto en la localidad, como en la cabecera municipal de Cuetzalan, principalmente, por lo que las actividades agrícolas se están dejando de lado debido a su baja rentabilidad, además, obtienen un ingreso extra con la fabricación de artesanías (Figura 1). Los resultados de la encuesta muestran que, en las viviendas se alojan familias, formadas en promedio por cinco miembros, sin embargo, pueden habitarla hasta cuatro hogares, conformados por 12 miembros bajo un mismo techo. Esto supone hacinamiento, pues en casos extremos (Figura 2), llegan a coexistir dentro de un espacio inferior al límite, calculado con base en el número de personas por metro cuadrado, o con la ocupación de personas por habitación, correspondiente a 2 miembros (ONU, 2001). Según datos oficiales, en el 48% de las viviendas de la comunidad se registra hacinamiento (CONEVAL, 2018).
Figura 1.
Fotografías personas de la comunidad que se dedican a la agricultura
y fabrican artesanías.
Fuente: María José García Navarro
Figura 2.
Fotografías espacios que reflejan el hacinamiento que enfrentan las
familias dentro de sus viviendas.
Fuente: María José García Navarro
De acuerdo con la muestra de 104
viviendas consideradas en el estudio y que corresponden al 12.4% de
todas las viviendas de la comunidad, los hogares tienen una
superficie media construida de 98 m2;
es desplantada en terrenos donde siete de cada diez no
superan los 200 m2,
y algunas alcanzan únicamente 24 m2
(Figura
3). Esto debido a la constante subdivisión del suelo mediante
mecanismos como la herencia familiar, ubicando un proceso de
incremento poblacional, presión y de falta de acceso a suelo detrás
de este fenómeno (Boils, 2010; Ortega
et al.,
2010; Olvera et al.,
2017), con un consecuente efecto de atomización que se agudiza, pues
se encontró en la muestra, que
siete de cada diez terrenos se han subdividido tres a cuatro veces, y
algunos, hasta seis veces, permitiendo la construcción de viviendas
de los hijos e hijas que se emancipan, y forman sus propios hogares
(Figura 4).
Figura 3. Fotografías viviendas adaptadas a espacios muy reducidos.
Fuente: María José García Navarro
Figura 4.
Fotografías subdivisión de terrenos para la generación de vivienda
de nuevos núcleos familiares.
Fuente: María José García Navarro
Dicha reducción y falta de suelo han
impactado en la distribución espacial de la misma, pues, aunque en
el 79% de ellas se encontraron construcciones de un nivel, el 21%
presenta dos y tres niveles. De forma que la solución para la
reproducción de la vivienda es la construcción en superficies
pequeñas, obligándolos a edificar más niveles, y así contar con
los espacios necesarios para realizar sus actividades cotidianas
(Figura 5). Con ello se distingue una adaptación a las nuevas
circunstancias a través de la reducción del tamaño de la vivienda,
como señalan González
y Gutiérrez (2016), y resuelven
un requerimiento indispensable para el desarrollo de la vida,
remodelando también una nueva imagen y resignificando el nuevo
modelo de construcción.
Figura 5.
Fotografías modificación en construcción de vivienda de dos
niveles.
Fuente: María José García Navarro
En su forma, la vivienda tiene una planta
rectangular. Como señala la literatura, tradicionalmente, esta era
una amplia habitación donde se realizaban todo tipo de actividades
vitales y cotidianas: comer, dormir, socializar y trabajar.
Actualmente, solo el 15% presenta este tipo de configuración
espacial; el 39% de ellas es de dos habitaciones, el 36% de tres, y
el restante 10% presenta una distribución con cuatro habitaciones.
Esto significa que casi la mitad de ellas (44%) ha sufrido un cambio
en la configuración tradicional del modelo espacial y morfológico
(Figura 6). Esta transformación en su distribución se debe a una
alteración en la forma en que las familias ahora conciben la
relación con su entorno íntimo; al respecto Segrelles (2012) y
Grosfoguel (2018), manifiestan que ésta puede ser producida por la
idea moderna fundada en una actitud individualista retomada del modo
de vida de sociedades modernas occidentales, causado también por un
proceso de transculturización donde los valores relacionados con el
espacio donde se habita son opuestos a los tradicionales asociados a
un modo de vida colectivo intrafamiliar (Román y Piñón, 2019;
Delgadillo, 2016); ello ocurre principalmente entre personas más
jóvenes y adultos que migran y regresan con otras ideas que motivan
el cambio en las formas constructivas paulatinamente (Juárez
et al., 2018;
Quiroz et
al., 2011; Boils, 2010). Asimismo,
la transición gradual en el modo de vida de la población promovida
por el modelo económico, genera un cambio en la forma de obtención
de ingresos para garantizar su supervivencia, lo que a su vez
modifica sus actividades cotidianas; así, las necesidades espaciales
se ven trastocadas, y como señala Juárez (2022), los espacios en la
vivienda de regiones rurales se van transformado de acuerdo con las
nuevas necesidades de sus moradores.
Figura 6.
Fotografías subdivisiones internas en las viviendas.
Fuente: María José García Navarro
No obstante, continúan considerándose
aspectos relacionados con su cosmovisión, debido al valor sagrado
otorgado por la comunidad (Lupo, 2001), como la orientación hacia
puntos cardinales de elementos como la puerta principal y el altar;
con aspectos astrales y rituales antes, durante, y después del
proceso de edificación como el rocío de agua bendita, el depósito
de estampas con santos a los cuales las familias rinden devoción, y
hasta monedas, que auguran estabilidad financiera. En este sentido,
pese a la tendencia de construir divisiones internas, el cuarto
grande o recepcional, donde generalmente se encuentra el altar, es
muy importante, pues en este espacio se lleva a cabo la vida
ceremonial y las actividades familiares y colectivas, como se
reportaba hace más de 50 años en este tipo de comunidades (Prieto,
1978) (Figura 7); su permanencia radica en el arraigo de su
cosmovisión, reflejada en costumbres y rituales celebrados
cíclicamente, y tienen lugar en este espacio (Figura 8). Mediante
estos actos se reafirma el sentido de identidad y los lazos
comunitarios.
Figura 7.
Fotografías cuarto recepcional principal donde ocupa lugar el altar
familiar.
Fuente: María José García Navarro
Figura 8.
Fotografías celebraciones y costumbres rituales que se desarrollan
dentro de la vivienda.
Fuente: María José García Navarro
Sobre los materiales, las viviendas más
apegadas al modelo tradicional son construidas con muros de recursos
locales como tablones de madera y troncos rollizos de especies
varias, bambú y piedra laja (Figura 9); sin embargo, el uso de
materiales industrializados es extenso, y se encuentra parcial o
totalmente en el 76% de los muros. El techo es a dos aguas con
estructura de madera, bambú o montenes metálicos, cubierto con una
mezcla de láminas de cartón petrolizado, asbesto, galvanizada o de
concreto armado (40%) (Figura 10). Únicamente se encontró cubierta
de teja de barro en el 17% de las viviendas. En suelo, predominan
firmes de concreto armado, aunque una cuarta parte es de tierra. De
acuerdo a estas características se generó una clasificación que
muestra su composición y permite identificar su paso de tradicional
a mixta, y de mixta a moderna (Figura 11).
Figura 9.
Fotografías vivienda tradicional, exterior e interior.
Fuente: María José García Navarro
Figura 10.
Fotografías vivienda construida con insumos externos.
Fuente: María José García Navarro
Figura 11.
Clasificación material de la vivienda nahua.
Fuente: María José García Navarro
Se observa una mezcla de materiales
locales e industrializados, con preeminencia de insumos industriales
en todas las viviendas, aunque sea de forma parcial (Figura 11), que
se debe, entre otros factores al restringido acceso a recursos
locales por cambios de uso de suelo; este fenómeno ha sido
encontrado en otras comunidades indígenas en el sureste de México
(Quiroz et al.,
2011). El esfuerzo y tiempo que implica la construcción tradicional
es otra condicionante para que las familias opten por el cambio; que
impacta en la pérdida de conocimientos tradicionales (Larraga,
2016). Asimismo, la vulnerabilidad de las viviendas ante eventos
climáticos extremos afectan de manera importante la estructura hecha
con materiales locales por su naturaleza endeble y perecedera (Román
y Piñón, 2019); la inseguridad dentro de ella en temporadas de
huracanes que afirman vivir el 86% de la familias, motiva la
introducción de insumos externos, que gracias a las vías terrestres
de comunicación y a nuevos avances tecnológicos extendidos en las
últimas décadas, permiten su mayor acceso (Juárez, 2022).
Pese a esta transición, aún se distingue un uso versátil de materiales y técnicas tradicionales de construcción en poco más de la mitad de las casas (figura 11). Se encuentran presentes rasgos de sus elementos materiales, principalmente en muros, tal como se señala en documentos antiguos (Beaucage, 1974; Moya, 1982), y en recopilaciones sobre formas prehispánicas de construcción que aún subsisten (Valiñas y Rodríguez, 2016), y son consideradas de importancia comunitaria porque representa parte de la identidad de sus habitantes y por su adaptación climática, contrario a lo que ocurre con los insumos industrializados; y como en otras regiones (Castaño y Lozano, 2016; Larraga, 2016; Larraga y Benítez, 2016), las personas mayores hacen un esfuerzo por transmitir sus conocimientos a las generaciones más jóvenes.
Entre las viviendas más antiguas, la sustitución comienza por el reemplazo de materiales naturales, como madera o bambú ubicado en vanos y muros, por blocks de concreto; en techos, el reemplazo de tejas por láminas es irremediable, pues estas dejaron de producirse en la comunidad. En las construcciones más recientes, las familias con mayores recursos financieros, generalmente toman la opción de edificar muros de block y losas de concreto, considerados como mejor inversión por su durabilidad (Figura 12). Esta situación, los pobladores han adquirido experiencia y cierto grado de especialización laborando de manera temporal fuera de la localidad, en la industria de la construcción. Esto representa una transformación radical en la forma de relacionarse con los recursos naturales, pues según Guha y Gadgil (1993), en las últimas décadas se masificó la construcción con materiales fabricados por el hombre fácilmente transportados para ser consumidos en cualquier parte. De esta manera los cambios físicos en la esfera de la arquitectura habitacional se producen en función de una cultura (Muntañola, 2003), pues la manera en cómo los habitantes “hacen la vida” caracteriza al hábitat, y a su vez, la cultura incluye aquellos aspectos a través de los cuales los seres humanos se apropian y transforman su entorno (López, 2003).
Figura 12.
Transición material de la vivienda nahua.
Fuente: María José García Navarro
Finalmente, pese a dichas modificaciones
físicas, sus estructuras significantes y simbólicas señaladas por
Montesinos (2005) continúan vivas, pues para los miembros de este
grupo étnico, la vivienda es considera un hecho que va más allá de
lo físico. Lo que se observa es una adaptación y un sincretismo
entre el conocimiento de técnicas de construcción tradicionales y
modernas, debido a que la forma tradicional no ha desaparecido, y
continúa siendo un elemento cultural e identificador de sus
habitantes; ambos conocimientos y procesos se encuentran ligados, sin
oposición de lo racional con lo espiritual, y sin buscar valorar lo
uno en detrimento de lo otro; por el contrario, los conocimientos
locales e indígenas son percibidos como inamovible corpus
de sabiduría transmitida generacionalmente. Los términos
‘tradición’ y ‘herencia’ evocan constancia, inmutabilidad e
inflexibilidad, pero están en constante adaptación al contexto en
el que viven inmersos sus miembros; por esta razón, disociar los
nuevos conocimientos indígenas de sus valores espirituales y morales
conduce a su mala interpretación y fragmentación (UNESCO 2009).
Cada generación reinterpreta el conocimiento de sus ancestros para
enfrentar su contexto dentro de un mundo cambiante, lo que es
evidente en la vivienda tradicional contemporánea al incorporar
nuevas actividades y funciones (Larraga, 2016). Por ello, en
conjunto, la relación entre el espacio arquitectónico y los
aspectos simbólicos tradicionales que se manifiestan por medio de
ritos y celebraciones, constituyen parte del patrimonio
arquitectónico de la humanidad (Torres, 2011), así cambie su
apariencia, misma que resulta de la adaptación a las necesidades que
surgen en el modo de vida, sin modificar rasgos importantes de su
identidad, conservada y manifestada a través de ceremonias, y
rituales que los identifica como parte de una comunidad.
En la comunidad indígena Nahua, la vivienda tradicional se ha construido con materiales provenientes de recursos naturales de la región y utilizando métodos tradicionales de construcción. Estas viviendas responden a su cosmovisión y generalmente están compuestas por una o dos habitaciones localizadas en pequeños espacios, por lo que en una gran proporción están pobladas en condiciones de hacinamiento. Se encontró que la composición espacial se ha modificado, en respuesta a cambios en el modo de vida de la población, algunas fuentes familiares externas de financiamiento. Aunque persiste el uso de materiales y técnicas locales, el uso de insumos industrializados se ha intensificado, pues solo 19% está construida con materiales naturales, 43% es mixta, y 38% se considera vivienda moderna. A pesar de todos los cambios, la vivienda es un elemento cultural que se encuentra en un constante proceso de adaptación y reapropiación como resultado de una nueva manera de relacionarse, manteniendo los valores sociales de la comunidad.
Aprobación final del artículo
Ma. Arq. Andrea Castro Marcucci, editora en jefe aprobó la publicación de este artículo
Contribucíon de autoría
Lic. María José García Navarro es responsable de Conceptualización. Curaduría de la información. Análisis formal de la obra o proyecto. Inves;gación. Planificación. Supervisión. Preparación del manuscrito. Elaboración del manuscrito, Revisión y edición del manuscrito. Fotografía.Dibujante.
Dr. Benito Ramírez Valverde es responsable de Conceptualización. Responsable del proyecto de inves;gación. Análisis formal de la obra o proyecto. Metodología. Planificación. Supervisión. Preparación del manuscrito. Elaboración del manuscrito. Revisión y edición del manuscrito.
Lic. José Pedro Juárez Sánchez es responsable de Metodología. Supervisión. Preparación del manuscrito. Elaboración del manuscrito. Revisión y edición del manuscrito.
Lic. José Alfredo Cesín Vargas es responsable de Supervisión. Preparación del manuscrito. Elaboración del manuscrito. Revisión y edición del manuscrito.
Ing. Ángel Bustamante González es responsable de Supervisión. Preparación del manuscrito. Elaboración del manuscrito. Revisión y edición del manuscrito
Referencias
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Fuente de las ilustraciones (todas las
fotografías e imágenes presentadas en el artículo fueron
realizadas por María José
García Navarro)
Figura 1. Fotografías personas de la comunidad que se dedican a la agricultura y fabrican artesanías.
Figura 2. Fotografías espacios que reflejan el hacinamiento que enfrentan las familias dentro de sus viviendas.
Figura 3. Fotografías viviendas adaptadas a espacios muy reducidos.
Figura 4. Fotografías subdivisión de terrenos para la generación de vivienda de nuevos núcleos familiares.
Figura 5. Fotografías modificación en construcción de vivienda de dos niveles.
Figura 6. Fotografías subdivisiones internas en las viviendas.
Figura 7. Fotografías cuarto recepcional principal donde ocupa lugar el altar familiar.
Figura 8. Fotografías celebraciones y costumbres rituales que se desarrollan dentro de la vivienda.
Figura 9. Fotografías vivienda tradicional, exterior e interior.
Figura 10. Fotografías vivienda construida con insumos externos.
Figura 11. Clasificación material de la vivienda nahua.
Figura 12. Transición material de la vivienda nahua.