Artículos


Vitrina del territorio:
Narraciones de la primera participación de Chile en una exposición universal

Showcase of the territory:

Narratives of Chile's first participation in a world Exposition

Vitrine do território:

Narrativas da primeira participação do Chile numa exposição mundial


DOI:
https://doi.org/10.18861/ania.2024.14.2.3744


MSc. Arq.
Lya Jara Farías
Pontificia Universidad Católica de Chile
Chile
lrjara@uc.cl
ORCID:
https://orcid.org/0009-0007-7210-5687

MSc. Arq. Logan Eduardo Leyton Ossandón
Pontificia Universidad Católica de Chile
Chile
loganleyton@uc.cl
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-2286-7698


Recibido:
11/10/2023

Aceptado: 23/12/2023


Cómo citar:
Jara Farías, L., & Leyton, L. (2024). Vitrina del territorio: Narraciones de la primera participación de Chile en una exposición universal. Anales de Investigación en Arquitectura, 14(2). https://doi.org/10.18861/ania.2024.14.2.3744


Resumen

A través de la revisión de periódicos, cartas, textos e ilustraciones que no son parte de los registros oficiales, este articulo propone reconstruir un relato hasta ahora no contado: la primera participación chilena en una exposición universal, The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations de 1851. Durante esta, Chile exhibió trozos tangibles de su territorio tras una vitrina, y por primera vez, frente al mundo. La revisión de esta asistencia permite repensar el entendimiento de su territorio, identificado en sus inicios como pobre, a uno posteriormente productivo y altamente codiciado. Los hallazgos de estos documentos que, al parecer perdidos en los archivos del tiempo por 171 años, comparecieron orbitando la exposición, mas no son parte de esta. A su vez, permiten completar un vacío en el conocimiento y potencialmente abrir nuevos discursos en la historia cultural y política de esa época.

Palabras clave

Territorio- vitrina-Exposiciones universales – participación- narraciones


Abstract

Through the review of newspapers, letters, texts and illustrations that are not part of the official records, this article proposes to reconstruct a hitherto untold story: the first Chilean participation in a universal exhibition, The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations in 1851. During this exhibition, Chile exhibited tangible pieces of its territory behind a showcase, and for the first time, in front of the world. A review of this attendance allows us to rethink the understanding of its territory, identified in its beginnings as poor, to one that was later productive and highly coveted. The findings of these documents, apparently lost in the archives of time for 171 years, appeared orbiting the exhibition, but are not part of it. In turn, they fill a gap in knowledge and potentially open up new discourses in the cultural and political history of the period.

Keywords

Territory - showcase - universal exhibitions– participation- narratives


Resumo

Através da análise de jornais, cartas, textos e ilustrações que não fazem parte dos registos oficiais, este artigo propõe-se reconstruir uma história até agora não contada: a primeira participação chilena numa exposição universal, a Grande Exposição das Obras de Indústria de todas as Nações, em 1851. Durante esta exposição, o Chile expôs peças tangíveis do seu território atrás de uma montra e, pela primeira vez, perante o mundo. Uma análise desta presença permite-nos repensar o entendimento do seu território, identificado nos seus primórdios como pobre, para um território mais tarde produtivo e altamente cobiçado. Os achados desses documentos, aparentemente perdidos nos arquivos do tempo por 171 anos, apareceram orbitando a exposição, mas não fazem parte dela. Por sua vez, preenchem uma lacuna de conhecimento e podem abrir novos discursos na história cultural e política do período.

Palavras-chave

Território - montra - exposições universais - participação- narrativa


Introducción: Hacia la formación de un territorio para exhibir

Información preveniente de extractos de textos, e lustraciones que retratan el territorio y su época

La capitanía general de Chile, según expone Cristián Gazmuri, era una tierra difusa e irrelevante entre los Virreinatos del Perú y Del Rio de la Plata, identificada como pobre incluso desde antes de los tiempos de la colonia. Su independencia en 1818 y renombramiento como República de Chile, no significo grandes modificaciones estructurales de sus instituciones, por ejemplo su economía, mayormente privada, perpetuó su abrazo con las actividades agrícolas, y tal percepción sobre la austral y joven nación se mantuvo. Otro factor que influyó en esta afirmación, es su ubicación aislada respecto de las grandes capitales europeas, sobre todo, porque los registros de la época indicaban la ausencia tanto de “grandes cantidades de metales preciosos” […], como de “una agricultura de productos exóticos” (Gazmuri, 1999). La falta de estos atributos lo acercaban al concepto de pobreza y lo mantenían fuera de la línea de interés de las grandes culturas. Existía la percepción que Chile era solo un lugar periférico e irrelevante, una tierra “separada de las ricas llanuras de Argentina por la cordillera de los Andes, de Bolivia y Perú, por una vasta franja de desierto poco amable, la incipiente república seguía estando muy aislada del resto del mundo” (Collier, 2003). (fig.1).


Figura 1:
Chili. Autor: Lucas, Fielding Jr. Fuente: David Rumsey Map Collection Catalog Record. Baltimore.B.T. Welch & Co. Sc. Drawn and Published.1823.

Fuente: acceso publico


Para 1835 Chile presentaba una población cercana al millón de habitantes y se concentraba en el valle central, entre Santiago y Concepción, siendo la mayor parte perteneciente al campesinado. Este grupo vivió durante el siglo XIX en condiciones de escasez y analfabetismo generalizado que le impedía darse cuenta de su contexto social, es decir, la pobreza también se extendía a los ámbitos sociales y culturales (fig. 2). Por otra parte, la aristocracia, presentaba una vida rústica pero acomodada, sin embargo, considerablemente menos lujosa que otros de sus pares en el territorio de Latinoamérica. Comentarios de viajeros evidenciaban las contradicciones entre el lujo y lo rudimentario de la época, entre ellos Eduard Poeppig, que fijó su mirada en “el piso de simple tierra (ladrillo) de la mejor sala de recepción está cubierto por ricas alfombras inglesas; una elegante lámpara de araña, de cristales, está colgada de una tosca viga […].
” (Poeppig, 1960, pág. 115) (fig. 3).


Figura 2: Paisaje de la zona central, 1822.

Autor: María Graham


Figura 3: Una tertulia en Santiago, 1840”.

Autor: Claudio Gay.


Independiente de las diferencias en la sociedad, la transformación a república trajo consigo un profundo cambio en el sentido de pertenencia. Dejó de ser una entidad o tierra como mera extensión del imperio español, dentro de sus límites y que cambiaba según los intereses del poder central, a un territorio autónomo y soberano.

Avanzado 1930 se visualizaron cambios significativos no solo en los conceptos, sino también en la manera de ocupación del territorio. La actividad agrícola cedió su relevancia a la minería que operada tímidamente desde la Colonia comenzó a crecer incentivada por los grandes descubrimientos en la zona norte del país como Chañarcillo en 1832, Tamaya en 1833 y Tres Puntas en 1849 (fig.4).


Figura 4: Plano de la veta principal de la mina Tamaya. Sección longitudinal.

Fuente: Kuntz, Julio. Monografía Minera de la Provincia de Coquimbo. Folleto, Ministerio de Agricultura e industria, Publicación del Cuerpo de Ingenieros de Minas, Santiago de Chile: Soc. Imf. y Lit. Universo, 1925. Entre las páginas 64 y 65. Dominio público


Esto insertó al territorio chileno en la economía mundial al existir una relación directa entre “la demanda de la revolución industrial y el descubrimiento de los ricos suelos de
Chile (Nazer, 1984). Como consecuencia, se inició un proceso de conquista sobre una gran parte del territorio chileno, anteriormente señalado como poco productivo, principalmente potenciando la zona norte del país. La minería se transformó en su mayor actividad productiva, y en 1850 posicionó a Chile como el principal productor de cobre del mundo, literal y figurativamente trasportaba su territorio fuera de sus fronteras. Estuvo principalmente impulsada por inversionistas británicos y norteamericanos como William Wheelwright. Tal conquista, no solamente se tradujo en un aumento del control geográfico y beneficios económicos, también abarcó el territorio cultural que se vio altamente marcado por el arribo exponencial de inmigrantes.

La llegada del ilustre venezolano Andrés Bello a Chile en 1829, convocado por el Gobierno para actuar como asesor de la administración pública, marcó el comienzo de una serie de iniciativas que profundizarían la influencia europea, especialmente en los ideales ingleses, a la clase aristocrática chilena altamente receptiva a nuevas corrientes de pensamientos. Esta relación comenzó formalmente en 1819, cuando Bello fue nombrado secretario del Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores Antonio José de Irisarri, con base en Gran Bretaña. Irisarri viajaba frecuentemente, especialmente a París, quedando encomendado a Bello los asuntos de la oficina en Londres durante sus ausencias, lo que le permitió ampliar sus relaciones con gran parte de Europa. En 1824, Mariano Egaña sucedió a Irisarri como Ministro del Exterior, ratificando a Bello en su puesto y en 1932 el Congreso Nacional le otorgó la nacionalidad chilena.

Este periodo también vio la llegada de otras figuras ilustradas de Europa, como el naturalista Claudio Gay, el médico Lorenzo Sazié, el pintor Raymond Monvoisin y el arquitecto Claude-François Brunet de Baines, todos franceses. También llegaron el geólogo polaco Ignacio Domeyko y el botánico alemán Rodulfo Phillipi, entre otros. Durante la última década de la primera mitad del siglo XIX, y similar a otras naciones jóvenes latinoamericanas, Chile experimentó un enriquecimiento notable en ciencia y cultura gracias a la influencia de profesionales extranjeros. En este contexto se fundaron significativas instituciones educativas y culturales: la Quinta Normal de Agricultura en 1844, dirigida por el italiano Luis Sada desde 1849; la Escuela de Bellas Artes en 1848, con Alejandro Cicarelli como director; y la Escuela de Arquitectura en 1849, establecida y dirigida por Brunet de Baines. En el mismo año, se inauguraron también la Escuela de Artes y Oficios, dirigida por el francés Jules Jarriez; el Conservatorio Nacional de Música; y el Observatorio Astronómico de Santiago.


La invitación y la búsqueda de exhibición del territorio

La información de la invitación a la Exposición de Londres y sus requerimientos, fue publicada en el diario nacional la Tribuna de Santiago, en 1850.

A mediados del siglo XIX Chile parecía superar la simplificada y antigua etiqueta de territorio o país pobre. Contaba con ciudades de cierta relevancia como La Serena hacia el norte, Valparaíso en el centro, Concepción hacia el sur y equidistante a ellas, la capital Santiago. (fig. 5) Era un líder mundial en la minería y el desarrollo cultural también alcanzaba una masa crítica relevante o cierta madurez. Según indica Gazmuri, este desarrollo era producto de “la obra de los gobiernos de los empresarios particulares, que, por lo general, no pertenecían a la oligarquía tradicional, la mayoría extranjeros” (Gazmuri, 1999, pág. 17). El país transitaba un proceso de formación con grandes expectativas e Historiadores como Vicuña Mackenna o Jaime Eyzaguirre, comentaron que existía un ímpetu de la época que detonaría en grandes transformaciones en las siguientes décadas para Chile.


Figura 5:
Mapa para la inteligencia de historia Física y Política de Chile. Autor: Claudio Gay

Fuente: Atlas de la historia física y política de Chile. Centro de investigaciones Barros Arana. Santiago de Chile. LOM Ediciones.2004. Biblioteca nacional de Chile. Ubicación: Biblioteca Nacional de Chile. Dominio público


Hay que agregar que Chile destacaba entre sus vecinos latinoamericanos debido a su estabilidad política y económica, consolidada por sus gobiernos conservadores. Disfrutaba de la confianza y el interés británico para establecer relaciones comerciales, evidenciado por la designación temprana de tres vicecónsules en 1825. Sumado a esto, la
Forening Office en Londres estimaba que era razonable tener cuatro representantes en Chile para mediados de 1827 (Bidwell, 1825, pág. 16). Esta posición contrastaba con la de países como Perú o Bolivia, cuyos constantes conflictos internos generaban incertidumbre y complicaban las relaciones con potenciales aliados. El Mercurio de Valparaíso en un artículo del 2 de diciembre de 1850 comentó:

Los diferentes resultados de las revoluciones de Bolivia, Perú y Chile,

han demostrado a nuestros amigos de Europa i a todos los que tienen

intereses comprometidos en el comercio de las costas occidentales, que

Chile es la única de las tres Repúblicas en la cual pueden llevar adelante

sus especulaciones con confianza […]”.


Durante ese momento,
el 26 de abril de 1850 y bajo el gobierno conservador de Manuel Bulnes, Chile recibió la invitación de la Reina Victoria II para participar en la Gran Exhibición del Trabajo de las Industrias de Todas las Naciones (fig.6). Fue extendida por Stephen Henry Sullivan, encargado de negocios británico en Chile y dirigida al ministro del Interior y Relaciones Exteriores Antonio Varas. Si Chile aspiraba a consolidar el cambio en la retórica y narrativa de cómo era percibido su territorio por la escena internacional, aceptar la invitación a este evento era clave. No solo por la magnitud y escala sin precedentes de este, también por el histórico vínculo comercial y político que contaba con el anfitrión. Para Dümmer, la posible asistencia respondía a una estrategia del país basada en una "necesidad del momento y con un objetivo claro" (2012, 20). Es decir, encastraba tanto con la búsqueda de la elite por reconocimiento internacional, como cumplir con los compromisos que demandaba su economía en apogeo, en ambos casos exhibiendo la riqueza de territorio. Si ya contaba con cierto reconocimiento por su liderazgo en la exportación de Cobre, The Great Exhibition sería la máxima vitrina capaz consolidar las riquezas de su territorio y cristalizarlo en los anales de la historia.


Figura 6:
Copia de la invitación de la Reina Victoria II a la Exposición de las Industrias y todas las naciones de Londres en 1851. Dominio público

Fuente: La Tribuna de Santiago de Chile. Traducción de la Gaceta de Londres. Fecha de emisión 3 de enero de 1850. Fecha de publicación 10 de mayo de 1850


Junto a la invitación real, Chile enfrentó dos requisitos formales críticos: la apertura de la exposición el 1 de mayo y la fecha límite para la entrega de objetos el 1 de marzo del mismo año. Estos plazos presentaban significativos desafíos logísticos, incluida la recolección de objetos dentro del país y un tiempo de viaje desde el territorio chileno al inglés estimado de 107 días para embarcaciones a vapor, según Collier (2003, p. 36). Si bien estas condiciones y plazos eran comunes para todos los invitados, la remota ubicación geográfica de Chile y su extensa longitud presentaban retos excepcionalmente difíciles para un país con una población relativamente pequeña y recursos limitados.

La participación también requería la formación de una comisión para representar a Chile en la exhibición. Como es de esperar, esta fue compuesta por miembros de la élite intelectual del país. Entre los elegidos estaban Ignacio Domeyko, profesor de la Escuela de Minas; Pedro Nolasco, ex presidente de la Sociedad de Agricultura; y Jules Jarriez, primer director de la Escuela de Artes y Oficios (fig. 7). Para reforzar la representación, se sugirió complementar la comisión con un segundo grupo de expertos en áreas específicas. Este grupo incluía a José Joaquín Vallejos, periodista conocido por sus escritos sobre la mina de Chañarcillo; José Francisco Gana, militar e intendente de Atacama; y Vicente Bustillos, reconocido docente de química. También se integró al italiano Luis Sada di Carlo, agrónomo y director de la Quinta Normal de Agricultura. Basado en el liderazgo en la exportación del mineral cuprífero, la comisión enfocó la exhibición en la riqueza minera de Chile, destacando el oro, la plata y el cobre. Adicionalmente, consideraron incluir artesanías nativas para diversificar la muestra, pero decidieron omitirlas. Es plausible pensar que esta decisión buscara evitar cualquier asociación entre la artesanía nativa y su producción a través de oficios manuales, una lectura tradicional a esto podía aludir a la etiqueta de país pobre de la cual Chile buscaba desprenderse.


Figura 7:
Carta del ministro Antonio Varas a S.H. Sulivan, indicando que hará su mayor esfuerzo presentando a Chile frente a los países industrializados en la Exposición de Londres. Presentación de los comisarios nacionales para la Exhibición

Fuente: Dominio público. La Tribuna de Santiago de Chile, número 375. Documentos oficiales, Interior: Fecha de emisión 1 de mayo. Fecha de publicación 10 de mayo de 1850. Entre páginas 64 y 65.


No obstante, el ministro Varas se mostraba aprensivo con la asistencia a Londres, desde su punto de vista no existían acercamientos ni sistemas industriales en el territorio chileno que se alienaran con el evento. Bajo su mirada, la mayoría de trabajos que existían en el territorio eran del tipo artesanal u oficios menores. De cierta forma, daba a entender que cualquier muestra a realizar mantendría el vínculo con las antiguas concepciones de país pobre. En términos administrativos, la participación chilena al parecer solo calzaba con la primera categoría: materias primas; y quedaba excluida de las otras tres categorías: agricultura, manufacturas y Bellas Artes. Cristián Gazmuri indicó que Chile, desde la colonia mantenía un trabajo artesanal en su territorio que perduraba, con las mismas características toscas y primitivas en el uso de sus técnicas, y se limitaba a fabricar artículos domésticos, “llegando rara vez a producir objetos refinados y de lujo que requirieran una gran maestría” (1999, 47). Al parecer, desde la mirada del gobierno conservador de Bulnes, cualquier otra área de interés que Chile pudiera proponer “no eran productos verdaderamente industriales” (Grez; 2007, 103).

También se puede inferir una gran cautela por parte del gobierno de Bulnes al evaluar los desafíos logísticos a enfrentar. Si bien la situación periférica del territorio chileno es relevante de considerar, falta de existía experiencia previa para cumplir los plazos y objetivos es proporcional a la de organizar un evento también sin precedentes por parte del anfitrión. Otro factor relevante en la evaluación de participar fue el presupuesto que la comisión estableció para la exhibición, dos mil ochocientos pesos de la época, ligeramente superior a la mitad del presupuesto anual del país, cinco mil pesos. Además, un dinero no previsto en el presupuesto anual y requerido en una fecha posterior a la cual este fue fijado, situación que al menos lo volvía una gestión difícil de cumplir. Bajo ese contexto, la República de Chile decide declinar por vía diplomática a la invitación, restando la presencia nacional al evento mundial más importante de 1851. (fig. 8)


Fuente 8: Carta del ministro Antonio Varas a S.H. Sulivan, indicando que Chile no asistirá a la Exposición de Londres.

Fuente: Dominio público. La Tribuna de Santiago de Chile, número 375. Documentos oficiales, Interior: Fecha de emisión 19 de julio. Fecha de publicación 3 de agosto de 1850.


El territorio, la vitrina, y los objetos de la elite

La información que se revisa aquí, fue publicada en los registros de prensa nacional a través de corresponsales internacionales y de medios oficiales de la Exposición como catálogos y guías y revistas del año 1851-1852.

Tras la renuncia oficial de la república chilena en junio de 1850, empresarios parte de la élite nacional no abandonaron sus aspiraciones de exhibir las ventajas de su territorio en The Great Exhibition. Como se mencionó anteriormente, este grupo estaba fuertemente influenciado por los ideales ingleses y vinculaba al Reino Unido como un referente embebido del éxito y progreso que deseaban, tanto para sí como para Chile. Dos empresarios nacionales de la minería que trabajaban en el territorio del norte de Chile, en conjunto a una compañía multinacional inglesa, decidieron estar presente en el evento del Hyde Park, en el Crystal Palace (fig. 9). Estos eran; (1) José Tomás Urmeneta, el mayor exportador de cobre del país, dueño de la mina de Tamaya, “el yacimiento que le dio la mayor fama a la provincia de Coquimbo como productora de cobre” (Silva; 2019). (2) La sociedad de familias Ossa, Gallo y Goyeneche, propietarios de La Descubridora en Chañarcillo: “La mina […] más importante del sector en los años de 1840 (Domeyko, 1840; 1904), que aporto con más del 70% de la producción de plata de Chile entre 1848 –1856. Ambos conglomerados, altamente influyentes, pertenecían al “grupo de las siete familias más adineradas del país” (Nazer; 1980, 59-84).


Figura 9:
Vista interior del Crystal Palace mostrando la libertad del espacio e intensidad de la luz natural producida por la estructura modular metálica y los paneles de cristal.

Fuente: Autor: WHITON, Sherrill. En: Interior design and decoration”.1979. J.B. Lippincott Company. pág 377. Dominio público


Urmeneta y el grupo Ossa, Gallo y Goyeneche se asociaron a la empres
a del inglés Henry William Schneider, llamada Schneider &Co. para la asistencia al evento. Con sede en Londres. Este operaba en los sectores de Tongoy, La Herradura y Ovalle de la provincia de Coquimbo, norte de Chile. Asistieron de manera independiente, con recursos propios y sin el respaldo oficial del Estado, no obstante, la exhibición quedó bajo el nombre de Chile ya que las regulaciones sólo admitían países, colonias del Imperio, o de otros aliados, excluyendo todo tipo de sociedades particulares o empresas. Es plausible pensar que esto se debió a la sencillez de la papeleta de inscripción del evento, la cual solo requería ser completada.

Según la información encontrada en the Descriptive and Illustrative Catalogue of the Great Exhibition (fig. 10), Chile se situaba al interior del pabellón de Túnez, al lado de China, en las coordenadas M-42 (fig. 11), bordeando el pasillo central. Si bien el lugar destinado no respondía a la idea del territorio relacionado a la minería, y Chile fue emplazado en la sección de manufacturas, no en materias primas que le correspondía por la naturaleza de sus objetos, la ubicación era una vitrina internacional inmejorable.


Figura 10:
Descripción de los objetos exhibidos por Chile. “Descriptive and Illus-trated Catalogue of the Great Exhibition”.

Fuente: Catalogue Vol. III. Foreign States. Royal Commission. London: Spicer Brother, Wholesale Stationers; W. Clowes and Sons, Printers, 1851. Dominio público


Figura 11:
Extracto de plano de distribución de los exhibidores en el Crystal Palace en pasillo central.1851.

Fuente: Dominio público. https://www.rct.uk/collection. Último acceso octubre 2022


Por una parte, el medio oficial de difusión de la Exposición, el
Official Catalogue of the Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations, (fig. 12) indica que Chile exhibió un trozo de oro con un peso de 335 libras. Por otra, en the Official Descriptive and Illustrated Catalogue of the Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations, se transmite una información diferente. Chile también presentó dos muestras de cobre con una pureza del 62%, un peso de 250 libras, y junto a esta, una pieza de plata con 154 libras de peso. Las variaciones de información contenida en los ambos catálogos oficiales del evento, omiten de la historia la identidad de los expositores y la procedencia de los objetos, es decir, el territorio nacional.


Figura 12:
Descripción del objeto exhibido por Chile. “Official Catalogue of the Great Exhibition”. Royal Commission. London: Spicer Brother, Wholesale Statio-ners; W. Clowes and Sons, Printers, 1851

Fuente: Dominio publico


Mientras otros registros del evento, como el catálogo de premiación, publicado en 1852,
Reports of the Juries, confirman la participación de los chilenos junto a la multinacional inglesa Schneider & Co, y además agregan la información respecto del origen y las zonas de extracción de las piezas exhibidas. Este catálogo declara que la pieza de oro fue extraída de la Mina Madre de Dios, cercana a Ovalle, y las dos piezas de cobre eran de la mina de Tamaya (fig.13); mientras que la gran muestra de plata provenía de la Descubridora, distrito de Chañarcillo (fig.14). Finalmente, aunque con un discurso que no relataba la historia completa del territorio exhibido, los representantes de la elite y la empresa inglesa, en una vitrina acristalada, proyectada sobre el pasillo principal —, exhibían los objetos devenidos del territorio de la minería, que al ser puesto en un pudio y tras un vidrio; estos pasarían de ser ‘objetos simples’, a ser parte de un ‘imaginario de nación’, "objetos símbolos del status obtenido” (Hobsbawn 2010), tras los 30 años de progreso.

Tras una vitrina alargada de no más de 0,90 m de altura, sobre un exhibidor rojo, Chile en ausencia de una sección propia crea un “efecto de mundo real” ante los asistentes, con una muestra que contenía el imaginario del territorio nacional, a través de objetos concretos que representaban el comercio minero y una imagen tangible de Chile que recordar. Su presentación recordaba el relieve nacional, tal como lo comentaba la Guide of the Great Exhibition: “la apariencia de esta masa nativa de plata, es peculiar e interesante, consistente en varias capas, aparentemente unidas, pero apoyadas por simple contacto” (Routledges;1951, 173).


Figura 13:
Descripción del origen de los objetos de cobre exhibidos en Londres. “Reports by the Juries on the Subjetcs in the Thirty Classes. Great Exhibition of the Works of Industry of All Nations”.

Fuente: Catalogue Vol. IV. London: Spicer Brother, Wholesale Stationers; W. Clowes and Sons, Printers, 1852. Página 58. Dominio público


Figura 14:
Descripción del origen del objeto de plata y sus propietarios, exhibido en Londres. “Reports by the Juries on the Subjetcs in the Thirty Classes. Great Exhibition of the Works of Industry of All Nations”.

Fuente: Catalogue Vol. IV. London: Spicer Brother, Wholesale Stationers; W. Clowes and Sons, Printers, 1852. Página 6. Dominio público.


Chile, o un grupo reducido de empresarios, se presenta en Londres con una exhibición si bien pequeña, lo suficiente impactante para reflejar su territorio ya que apostó a los objetos que reforzaran su liderazgo consolidado como el mayor exportador de cobre a nivel mundial. Aunque no fue una exhibición premiada, Chile recibió una mención ordinaria. A pesar de esto, recibió críticas por parte de la prensa londinense. Principalmente porque quedo en evidencia la separación de la República de Chile del evento que reflejó “una actitud displicente” (Mayo; 1987, 67) la participación nacional y su logística, a empresarios nacionales representados por un extranjero (fig. 15). Por su puesto, generó grandes dudas respecto al país, gestión interna y verdadera soberanía. Se podría decir que, Chile era el propietario legítimo de esa valiosa geología, pero no del dominio y derecho legal sobre las riquezas minerales producidas dentro de su territorio. Como afirmó Darwin, con solo pagar “un derecho de cinco chelines, la persona que descubre una mina tiene licencia para explotarla” (Darwin; 1839, 315).


Figura 15:
talón de inscripción de: Official Descriptive and Illustrated Catalogue of The Great Exhibition of The Works of Industry of all Nations. apéndice II, página 12. Contenido: Imagen del talón de inscripción de la exhibición. Detalla nombre del exhibidor, localidad, tipo de objetos, tipo de exhibición, detalle objetos, entre otros requerimientos.

Fuente: Dominio publico


Conclusiones

El 11 de octubre de 1851 fue la clausura de The Great Exhibition, la primera exposición universal del siglo XIX. Desde entonces, Chile ha participado en catorce exposiciones de la misma connotación.

La exhibición nacional como un potencial negocio de la elite, proyectó el territorio nacional en Europa y ante eventuales compradores, que anteriormente había sido criticado por los comentarios extranjeros, sobre todo de viajeros y mercaderes. Un país pobre, “con un territorio infructuoso” (Collier, 2003) transitó durante las siguientes tres décadas, para presentar mérito suficiente en 1851, y exhibir tras una vitrina el progreso logrado, cuya narrativa relataba acerca de un territorio productivo y con proyecciones de crecimiento.

No sólo fue la vitrina de los eventuales negocios de la elite, sino también de sí misma y de los posibles territorios para su proyección. Tras este evento, y diseñando una nueva jerarquía de poder, encabezada por este grupo y no por el Estado, los privados comenzaron una serie de nuevos proyectos y negocios, que exhibirían en las siguientes exposiciones universales.

Con ello, y en una visión global, la participación nacional abrió el ingreso del territorio a la cultura moderna, manejada por los grandes imperios, que tanto Chile, o una parte de él, como sus pares latinoamericanos, ansiaban.

Tras una asistencia atípica, con un estado ausente, la vitrina nacional marcó un precedente que definió las siguientes exposiciones, y a su vez, exhibió por primera vez el territorio chileno frente al mundo: los Imperios del decimonónico, Inglaterra y Francia. La vitrina creada con objetos de la economía nacional, representada en trozos tangibles del suelo chileno crearon un imaginario del territorio. Efectivamente, los objetos presentados transmitieron los sueños de Chile y de su progreso. (fig.16) (fig. 17)


Figura 16:
imagen de pasillo oriente de la Exposición de Londres 1851. “The Nave and the Transept from the East”. Royal Collection Trust. Watercolour and Polycolour. James Roberts

Fuente: https://www.rct.uk. Acceso el 14 de noviembre de 2022. Dominio público


Figura 17:
imagen retocada para señalar la presencia de Chile en “The Nave and the Transept from the East”. Royal Collection Trust. Watercolour and Polycolour. James Roberts

Fuente: https://www.rct.uk. Acceso el 14 de noviembre de 2022. Dominio público

Aunque no fue una exhibición premiada, Chile recibió una mención ordinaria por su participación. Un primer y gran logro, para un territorio que durante los meses de la Exhibición de Londres enfrentaba conflictos políticos debido a la elección presidencial acaecida en septiembre de 1851.

Al igual que los catálogos y medios de información oficial, entre presencias y ausencias, entre elite y Estado, territorio y vacío, varios registros nacionales fueron separados de la historia de la exhibición chilena en Londres, generando pérdidas de información y omisiones respecto de la participación nacional, su territorio y su valor. El Estado chileno, luego de la renuncia a la asistencia, nunca más se refirió públicamente a través de medios escritos al tema. La información encontrada fue recopilada en medios extranjeros, principalmente ingleses, probablemente, porque en estos territorios existía una mayor posibilidad de proyectar una potencial vitrina comercial, con eventuales negocios, que, en un territorio latinoamericano, un competidor más —, que pudiera no sólo comprar, sino apreciar el valor de los metales y de su procedencia.

Chile, un territorio en progreso, se exhibe en la Exposición Universal de Londres de 1851, con parte de su historia dentro de un “mundo de fantasía que penetró en la imaginación de toda una generación de europeos” (Buck-Morss; 1989, 100), dejando atrás el territorio posindependencia, y abriendo nuevas narrativas de sus progresos, que trascendieron no sólo el siglo XIX, sino que se proyectó como lógica para sus siguientes asistencias.


Aprobación final del artículo

Ma. Arq. Andrea Castro Marcucci, editora en jefe aprobó la publicación de este artículo.


Contribución de autoría

MSc. Arq. Lya Jara Farías: Conceptualización, responsable del proyecto de investigación, curaduría de la información, análisis formal de la obra o proyecto, Investigación, metodología, planif icación, preparación del manuscrito, elaboración del manuscrito.

Msc. Arq. Logan Eduardo Leyton Ossandón: Supervisión, elaboración del manuscrito, revisión y edición del manuscrito, editor de medios para la visualización.


Referencias bibliográficas

Buck-Morss, S. (1989). Dialéctica de la Mirada. Water Benjamin y el proyecto de los pasajes. Londres. MT Press.

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