Jóvenes entre el palimpsesto y el hipertexto


DOI: https://doi.org/10.18861/ic.2019.14.2.2939


GERARDO CIANCIO

gerardo.ciancio@gmail.com – Facultad de Comunicación y Diseño, Universidad ORT Uruguay


Fecha de recepción: 14 de septiembre de 2019

Fecha de aceptación: 17 de octubre de 2019


ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2290-8215



Martín-Barbero, J. (2017). Jóvenes entre el palimpsesto y el hipertexto. Barcelona: NED Ediciones.


Considerar a los jóvenes como objeto de estudio de las Ciencias Sociales en el ámbito latinoamericano parecería ser un fenómeno bastante reciente. O por lo menos así lo plantea Jesús Martín-Barbero (2017) en los diez trabajos que componen la antología Jóvenes entre el palimpsesto y el hipertexto, libro que contiene, además, un prólogo de Néstor García Canclini y el epílogo a cargo de Rossana Reguillo. Tomando como eje las metáforas del palimpsesto y el hipertexto, Martín-Barbero, de origen español, pero radicado en Colombia desde hace varias décadas, estudia las culturas juveniles, los modos de construcción de subjetividades, las formas de relacionamiento de los jóvenes con los medios, las tecnologías, la educación formal y el mundo del trabajo.

El libro tiene un cierto sentido de work in progress. Es decir, leyéndolo en forma lineal se puede seguir la construcción del discurso de Martín-Barbero a lo largo de poco más de veinte años, entre 1996 y 2017, en los que brindó conferencias y participó en congresos y seminarios1 donde reflexionó sobre algunos de los tópicos que más lo han preocupado en las últimas dos décadas: ¿Cuál es el rol de los jóvenes en contextos cambiantes? ¿Qué pensar sobre la construcción de nuevas identidades y de las nuevas subjetividades en las escenografías urbanas actuales? ¿Cómo se insertan los jóvenes en las tramas ciudadanas cambiantes y dinámicas? ¿Cuáles vínculos se tejen entre los jóvenes y la educación en tiempos de cambios tecnológicos y culturales acelerados?

De alguna forma, en un prólogo titulado “Otro conocimiento para otra política”, García Canclini resume las ideas vertebradoras del trabajo de Martín-Barbero y señala su preocupación insistente por interpretar, siempre teniendo a los jóvenes en el foco de sus indagaciones, “los usos nuevos de las tecnologías digitales, la desestructuración de lo urbano y la desubicación de las escuelas ante estas mutaciones” (2017, p. 14). También señala:


La combinación del anonimato urbano y los flujos comunicacionales, las tareas de las escuelas ante las ciudadanías mestizas, los jóvenes como exploradores de lo que viene en un planeta que ahora vive por primera vez el sentimiento de ausencia de futuro. (2017, p. 15)


Mientras que Reguillo, colega y amiga del autor, ubica esta antología en el marco de los desplazamientos analíticos y las enseñanzas brindadas por la obra entera de Martín-Barbero:


No es casual que su propio título vaya del palimpsesto al hipertexto, en el que JMB [Jesús Martín-Barbero] opera un importante desplazamiento que ya había introducido en trabajos anteriores: frente a un cierto fetichismo del aparato, del medio, de la estructura, que venía dominando la academia, JMB llegaba ondeando la bandera del sensorium, esa noción benjaminiana, que él puso a flotar en un ambiente de pesadez determinista. La cuestión, planteaba, era entender que la relevancia del “aparato”, de la técnica, del medio, no radicaba en su propia especificidad, sino en su capacidad de potenciar nuevos imaginarios, nuevas formas de sentir y pensar. Nuevos estatutos cognitivos que trastocaban la experiencia. Tempranamente JMB intuyó que la clave no radicaba en la obsesión adultocéntrica alrededor de los dispositivos, sino en algo de mucha mayor envergadura y profundidad: la sensibilidad, ese sensorium al que Benjamin (intervenido por JMB) entendía como “nuevos modos de percibir, de sentir y relacionarse con el tiempo y con el espacio, nuevas maneras de re-conocerse y de juntarse”. (2017, p. 319)


En ese marco, el artículo derivado de una conferencia ofrecida en 1996 en Cartagena de Indias, Colombia, le permite a Martín-Barbero instalar el eje metafórico que configura el leit motiv del libro. Es decir, allí articula su idea del tránsito entre la cultura bajo el signo del palimpsesto (un texto donde se superponen nuevas escrituras a otras anteriores que no han sido totalmente borradas) y la irrupción de nuevas formas de comprender el texto de la cultura, el hipertexto (escritura multidimensional, en red):


Un uso creativo y crítico de los medios y las tecnologías informáticas –televisión, video, computador, multimedia, Internet– sólo es posible en una escuela que transforme su modelo y su praxis de comunicación: que haga posible el tránsito de un modelo centrado en la secuencia lineal que encadena unidireccionalmente materias, grados, edades y paquetes de conocimientos, a otro descentrado y plural, cuya clave es el “encuentro” del palimpsesto2 –ese texto en el que un pasado borrado emerge tenazmente, aunque borroso en las entrelíneas que escriben el presente– y el hipertexto: escritura no secuencial sino montaje de conexiones en red que, al permitir/exigir una multiplicidad de recorridos, transforma la lectura en escritura. (2017, pp. 33 y 34)


En los tres siguientes artículos, escritos en el último lustro del siglo pasado y el primer año de este, Martín-Barbero se enfoca cómo el mundo adulto, ciertos sectores de la academia, los medios y la opinión pública en general percibían a los jóvenes (en América Latina y, en particular, en Colombia, país donde enseña, investiga y reside desde hace más de cincuenta años). Martín-Barbero toma como hito el asesinato del Ministro de Justicia colombiano [Rodrigo] Lara Bonilla, muerto por sicarios del narcotráfico a mediados de los años ochenta, hecho que considera clave para comprender de qué forma los jóvenes “comenzaron a ser protagonistas en titulares y editoriales de periódicos, en dramatizados y otros programas de televisión, e incluso se convierten en objeto de investigación” (2017, p. 37). No obstante, esa mirada sobre los actores jóvenes del entramado social, considerados como sujetos (potencialmente) violentos, cobra un giro significativo con la publicación del libro No nacimos pa’ semilla de Antonio Salazar (1990), quien, de acuerdo a la mirada de Martín-Barbero:


es el primero que en este país [Colombia] se arriesga a investigar el mundo de las pandillas juveniles urbanas desde la cultura y enfrenta la reducción de la violencia juvenil a efecto de la injusticia social, del desempleo, la violencia política y la facilidad de dinero que ofrecía el narcotráfico. (2017, pp. 39 y 40)


Según Martín-Barbero, la identidad de los jóvenes puede percibirse desde la metáfora del palimpsesto, es decir, una forma de construcción identitaria, marcada por cuatro “trayectos” que se superponen en la realidad: la devaluación de la memoria, entiéndase por ello “la destrucción de la memoria de nuestras ciudades y de la acelerada obsolescencia de los objetos cotidianos” (2017, p. 50); la hegemonía del cuerpo, ya que “el cuerpo emerge como sustrato a la vez de una estetización y una erotización generalizadas que devalúan el mundo del trabajo” (2017, p. 52); la empatía tecnológica, rasgo que marca una nuevas formas de visualidad, de lectura y de percepción de la realidad organizada y tejida por “las gramáticas tecnoperceptivas de la visualidad electrónica” (2017, p. 53); y, por último, la contracultura política que sirve o busca erosionar los discursos hegemónicos que oponen “goce a trabajo, inteligencia a imaginación, oralidad a escritura, modernidad a tradición” (2017, p. 54).

Asimismo, en un trabajo de 1999, titulado “Cambios culturales, desafíos y juventud”, Martín-Barbero afirma que los cambios en las sociedades contemporáneas –en particular, los cambios culturales– traen como resultado “un ecosistema comunicativo que está formado por una serie de tecnologías con las que la gente joven tiene hoy una especial empatía cognitiva y expresiva” (2017, p. 61)3. Esos cambios culturales promueven nuevos desafíos a la sociedad en su conjunto, aunque Martín-Barbero se focaliza en los jóvenes y en el desarrollo de un artículo centrado en el caso colombiano.

Por otra parte, en el artículo “Ciudad, jóvenes y escuela: una escuela ciudadana para una ciudad-escuela”, escrito originariamente como una conferencia pronunciada en Bogotá en 2004, Martín-Barbero instala la temática juvenil en el espacio de la ciudad, a la que deberíamos comprender desde tres aspectos centrales: la ciudad como narración, la ciudad como juego y la ciudad como palimpsesto. Aunque lo realmente significativo es, nos dice el autor, considerar a la ciudad como “un espacio comunicacional que conecta entre sí diversos territorios” y que compensa, en cierta forma, la irracionalidad del crecimiento urbano con “la eficacia comunicacional de las redes electrónicas” (2017, p. 100). En este trabajo Martín-Barbero analiza el caso colombiano y plantea los modos sugeridos a la institución escolar para comunicar y educar a las ciudadanías mestizas emergentes4 en el marco de los cambios culturales y las nuevas necesidades de los jóvenes urbanos.

Cuatro años después, el autor retoma el tema de la ciudad como espacio clave de las culturas, pero en esta oportunidad lo hace desde la metáfora que Ángel Rama (1985) instaló en 1985 en el discurso de las Ciencias Sociales y la Humanidades: la ciudad letrada. Los modos de organizar los signos, y la transmisión de los mismos en la ciudad letrada actual, se reproduce en la institución escolar, esto posibilita un replanteo del “actual estatuto cognitivo de la imagen” (2017, p. 133); es decir, el tratamiento dado por la escuela al fenómeno icónico no se acompasa con la realidad más allá de los muros del aula. Precisamente, en una conferencia posterior, impartida en el año 2010, Martín-Barbero señala la obsolescencia de un criterio que dominó el imaginario de quienes planifican y gestionan el currículo escolar: inundar de hardware y software el recinto escolar como aggiornamiento de la oferta educativa. Al respecto, el autor estima que existe:

Un fracaso rotundo –no sólo en nuestros países sureños sino en los Estados Unidos– de llenar las escuelas con computadores, incluso con Internet, cuando ni los ministerios de educación ni los profesores saben realmente qué hacer con ellos; pues a las pocas semanas la excitación de lo nuevo cede a la pesada inercia de las rutinas escolares y la voz del profesor recobra su probada funcionalidad en un sistema intocado por la liviana modernización de las aulas. (2017, p. 171)


Según Martín-Barbero, la ciudad del siglo XXI ya no responde a las lógicas modernas de dispersión e imagen múltiple que constituían los dispositivos de la experiencia social mediada por el cine y vivida por el transeúnte en las avenidas de la gran ciudad, debido a que ahora estas dinámicas responden a dos fenómenos diversos: la fragmentación y el flujo. El primero responde “no sólo a la forma del relato televisivo sino a la des-agregación social, a la atomización que la privatización de la experiencia televisiva consagra” (2017, p. 138); mientras que el segundo denota “el régimen económico de la temporalidad, que torna aceleradamente obsoletos los productos, así como al régimen estructural de la televisión, que torna indiferenciables, equivalentes y desechables todos sus relatos y discursos” (2017, p. 139).

Otro tópico que visita Martín-Barbero en los últimos artículos del libro es el de ciudadanía y, específicamente, el rol de los jóvenes ciudadanos en la sociedad (en la ciudad) actual. El autor se opone a admitir un concepto de ciudadanía localizado en un espacio restringido, ya sea la ciudad o el país. Por el contrario, sostiene que ser ciudadano supone una cierta dinámica, un ser sin raíces fijas. Es decir, si bien “la identidad es una raíz, tiene definición de raíz, tiene memoria, pero se mueve y si uno se mueve, se mueve” (2017, p. 181). Particularmente, en la versión de una conferencia dictada en 2015 y publicada con el título “Jóvenes: una ciudadanía de raíces móviles”, plantea que:


La ciudadanía de la gente joven es mucho más posible que la de los viejos. Los viejos nacieron en un país de raíces profundas, inmóviles, eternas, y me perdonan, pero yo no quiero un país de raíces paralíticas. Quiero uno de raíces móviles, de raíces que caminan. Porque hoy ser ciudadano tiene que ver con pertenecer a un lugar, pero la ciudad hoy está atravesada por flujos, lo más quieto es cada vez más líquido, es cada vez más fluido. Entonces hay una contradicción: ser ciudadano es un arraigo, pero a la vez te conecta al mundo; esta doble dimensión de la ciudadanía hoy es clave. El mundo comienza al otro lado de las tapias de tu barrio, necesitamos una ciudad sin tapias, necesitamos una ciudad que sólo los jóvenes pueden construir porque los jóvenes pueden conjugar el mundo con esa necesidad de raíz, de pertenecer a un grupo, de pertenecer a un barrio, a una tierra, a un lugar, a un horizonte, a una puesta de sol. (2017, p. 184)


En síntesis, el libro Jóvenes entre el palimpsesto y el hipertexto de Martín-Barbero recorre el pensamiento del autor durante veinte años de reflexión en torno al tópico de la juventud en tiempos de cambios culturales que atraviesan la percepción de los adultos sobre los jóvenes, el rol de la escuela, la vida en sociedad, la ciudad y la política como agentes y aspectos centrales de la comprensión y la promoción de las nuevas generaciones.



REFERENCIAS


Rama A. (1985). La ciudad letrada. Buenos Aires: Ediciones del Norte.

Salazar, A. (1990). No nacimos pa’ semilla. Bogotá: CINEP.

Uribe, M.T. (2001). Nación, ciudadano y soberano. Medellín: Corp. Región.


*Contribución: 100% del trabajo pertenece al autor.


IDENTIFICACIÓN DEL AUTOR


Gerardo Ciancio. Magíster en Dirección de Centros Educativos, Centro Universitario Villanueva (CUV)-Universidad Complutense, Madrid, España. Profesor de Literatura, Instituto de Profesores Artigas, Montevideo, Uruguay. Docente en la Facultad de Comunicación y Diseño de la Universidad ORT Uruguay. Ha publicado los siguientes libros de ensayos: Soñar la palabra (Seix Barral, 2012); El periodismo en la cultura y la cultura en el periodismo (Universidad de la República, 2007); La crítica literaria integral (Academia Nacional de Letras, 1997); La ciudad inventada (Academia Nacional de Letras, 1997).


Artículo publicado en acceso abierto bajo la Licencia Creative Commons - Attribution 4.0 International (CC BY 4.0).




1 En la presentación o introducción del libro, Carles Feixat y Mònica Figueras-Mas nos confirman que “la mayoría de los textos fueron originalmente conferencias impartidas en distintas ciudades y universidades iberoamericanas. Aunque luego se convirtieron en artículos de revistas o de libros colectivos, conservan el tono oral original” (2017, p. 9).

2 En una de los siguientes artículos del libro, Martín-Barbero explica el uso de esta metáfora: “Utilizo la metáfora del palimpsesto para aproximarme a la comprensión de un tipo de identidad que desafía tanto nuestra percepción adulta como nuestros cuadros de racionalidad y que se asemeja a ese texto en que un pasado borrado emerge tenazmente, aunque borroso, en las entrelíneas que escriben el presente” (2017, pp. 86 y 87). Por su parte, en una conferencia impartida en Bogotá –en el año 2000 y publicada originariamente como artículo en el 2002– plantea que “mientras el tejido del palimpsesto nos pone en contacto con la memoria, con la pluralidad de tiempos que carga, que acumula todo texto, el hipertexto remite a la enciclopedia, a las posibilidades presentes de intertextualidad e intermedialidad” (2017, p. 91).

3 El autor considera que un ecosistema comunicativo “está compuesto básicamente por dos órdenes de realidades: el orden de las tecnologías de producción, de difusión de los saberes, y las nuevas sensibilidades” (2017, p. 60). Mientras que en el artículo siguiente del libro, titulado “Jóvenes, comunicación e identidad”, puntualiza que “la primera manifestación de ese ecosistema es la multiplicación y densificación cotidiana de las tecnologías comunicativas e informacionales, pero su manifestación más profunda se halla en las nuevas sensibilidades, lenguajes y escrituras que las tecnologías catalizan y desarrollan. Y que se hacen más claramente visibles entre los más jóvenes: en sus empatías cognitivas y expresivas con las tecnologías” (2017, p. 89).

4 Con este concepto el autor se alinea con el pensamiento de María Teresa Uribe (2001).