Batalla de Ideas en China: ¿Cómo el debate dómestico está marcando el ascenso chino?

Autores/as

  • Prof. Guzmán Castro

Resumen

La búsqueda de la comprensión -o incluso una suerte de predicción- del comportamiento internacional de las grandes potencias ha sido uno de los leit motif de la disciplina de las relaciones internacionales. En general, dos grandes cortes analíticos han predominado. Por un lado, el enfoque estructural –es decir, el estudio de la política entre estados desde el sistema internacional hacia las propias unidades estatales (Kenneth Waltz es el locus classicus). La alternativa han sido los análisis que parten de la unidad para entender la política internacional –i.e. que privilegian el estudio de lo doméstico. 

No debería hacer falta senalar que dicho corte es en buena medida ficticio. Una convención acadeñmica que puede sobrevivir únicamente en el abstracto mundo de la teoría y que es aceptada como tal incluso por aquellos que más enfáticamente propugnan por la separación de los estructural y lo doméstico. (1)

Una comprensión acabada de la política internacional debe nutrirse siempre de imputs estructurales y domésticos. 

“Descifrar” la conducta china se ha impuesto como uno de los grandes desafíos para la disciplina. Ante la re-confirmación diaria de la tangibilidad del ascenso chino, lo que Beijing “haga” en la escena internacional ha pasado a ser un tema de primer interés -o preocupación- para resto del mundo. Esto con especial énfasis a partir de los complejos 2009 y 2010 –donde el resto del sistema ha tenido que lidiar con una China mucho más audaz (agresiva para aquellos menos procupados por lo políticamente correcto). 

La pregunta “¿Cómo será la conducta internacional China?” debe, sin embargo, estar acompañada por un “¿Cuáles son las ideas fuerza que guian la política exterior china?” –i.e. parte la pata doméstica del análisis. A ordenar el campo de donde buscar una respuesta para la última interrogante es que se ha dispuesto David Shambaugh, profesor de la George Washington University, y uno de los más reconocidos sinólogos, en unreciente artículo publicado en The Washington Quarterly. 

Shambaugh es un experiente practicante del arte –muchas veces bruta y abusivamente utilizado- de poner rótulos simplificadores a los fenómenos sociales para facilitar su comprensión. En este caso, el objeto de simplificación son las escuelas de pensamiento de política exterior dentro de China. Una tarea compleja pero necesaria, especialmente si se tiene en cuenta, como señala Shambaugh, que: “no nation has had such an extensive, animated, and diverse domestic discourse about its roles as a major rising power as China has during the past decade (p. 8).” 

Siete escuelas o “tendencias de análisis” son demarcadas por el autor. El espectro corre de la más aislacionista y agresiva (nativismo) al cosmopolitanismo más kantiano (globalismo).

NativismoRealismoGrandes PoderesAsia PrimeroSur GlobalMultilateralismo SelectivoGlobalismo

Nativismo 

La tendencia nativista, como la define Shambaugh, es una colección -inevitablemente heterogénea- de populistas, nacionalistas xenofóbicos y marxistas (p. 10). Es en buena medida el resabio en formol del pensamiento maoísta más duro (aliado de lo que en el debate de política doméstica se conoce como “la Nueva Izquierda”, enemiga principal de las reformas económicas iniciadas en la década de 1980), (2) adozado de las nuevas tendencias hyper-nacionalistas típicas de una potencia en ascenso – exacervadas en una potencia que entiende su pasado pre-comunista como “los 100 años de humillación a manos de Occidente.” No es raro entonces que el nativismo se exprese por medio de una fuerte desconfianza hacia Occidente –en el caso de los Estados Unidos, directamente un fuerte anti-americanismo. Desconfianza que se traduce en una obsesión con la idea de “evolución pacífica,” es decir, la noción de que haber entrado en el mundo liberal-occidental (aunque sólo sea económicamente) favorece los conspirativos esquemas de Estados Unidos de derrocar al partido comunista chino pacífica y casi imperceptiblemente. Pervive tambien aquí un dejo de teoría leninista del imperialismo 2.0, donde la globalización representa la expansión del capital como la veía Lenin (algo desgraciadamente nada extraño en el discurso internacional latinoamericano). 

Realismo 


La corriente realista es fácil de comprender para alguien ligeramente conocedor de las ideas centrales de la teoría internacional Occidente. La primacía del Estado, la anarquía como principio ordenador del sistema y su consecuente imposición de la auto-ayuda como ¨norma¨de conducta para los estados, son las bases de esta escuela –en general mucho más homogénea que el resto. Logicamente, la seguridad nacional es aquí un concepto clave. Esta tendencia es la que domina el discurso chino de política exterior. Particularmente predominante es dentro del ejército chino, pero también se extende al mundo académico -Zhang Ruizhuang, profesor de la Universidad Nankai y, no casualmente, exestudiante de Kenneth N. Waltz en la Universidad de California-Berkeley, representa a esta escuela cuando argumenta: “…the US has been damaging China’s interests for a long time. China should be dissatisfied, not satisfied, with the state of US-China relations. It is not a relationship in good condition. If China does not oppose the United States, the US will abuse China’s interest and China will become America’s puppet.” (13) 

Grandes Poderes


Para esta escuela la diplomacia china debería estar primariamente enfocada en las grandes potencias. El traspaso de tecnología de potencias más avanzadas en este aspecto como Estados Unidos y la Unión Europea aparece como una prioridad. Por otra parte, la relación con Rusia en torno a cuestiones energéticas también debería estar en la tapa de la agenda. En términos de seguridad, mantener una relación armoniosa con Estados Unidos es la clave. La tendencia de los grandes poderes fue preponderante durante el mandato de Jiang Zemin (con su política de “Primero Estados Unidos”), y tiene un retrogusto al pensamiento de Deng Xiaoping. Sin embargo, es cada vez menos coherente con una potencia que va consolidando su ascenso y ve un constante incremento en su potencial para actuar en el globo – la expansión en Africa y la conducta hacia su periferia en los años 2009 y 2010 son testigos de esto.  

Asia Primero


A diferencia de la anterior, la tendencia de análisis que Shambaugh denomina “Asia Primero” propugna por una concentración de esfuerzos en la vecindad. (3)  Hay un foco en la construcción de una identidad asiática –y aquí existe un fuerte vínculo con la escuela constructivista en el pensamiento de teoría de RR.II.- como fuente de estabilización de la región y como remedio a los temores y reacciones de los países de Asia ante el ascenso chino. Esta escuela tuvo un fuerte impulso en el período de la post-crisis financiera asiática de 1997. Sin embargo, la expansión de los intereses chinos en el mundo amenaza con dejar un tanto obsoleta su influencia, o al menos anular la posibilidad de su preeminencia en el debate. 

Sur Global


La idea que China es todavía un país en desarrollo sigue muy presente en el imaginario chino -particularmente de su elite política . La escuela del Sur Global, adoptando esta premisa, propone poner el foco en sus pares –por pares se entiende una suerte Tercer Mundo. Aquí, las relaciones con América Latina, Africa, y por cierto Asia, son centrales. Quienes se posicionan dentro de esta tendencia abogan por actuar internacionalmente en torno a esquemas como los BRIC, G-20, instancias multilateriales asiáticas, etc. Se mantienen varios de los preceptos de “Asia Primero,” pero expandéndolos a todo el “sur” del globo. Cabe señalar que, como no podía ser de otra manera, la línea de trabajo de éstos pensadores ha tendido a problematizar la concepción demasiado facilista de un “Tercer Mundo” entendido como una unidad medianamente homogénea –e.g. ¿cómo poner a China y Sudán en una misma bolsa?- y han pasado a dividir el Tercer Mundo en regiones, intereses, grados de desarrollo, etc. 

Multilateralismo Selectivo


Según Shambaugh: “the Selective Multilateralism school believes that China should expand its global involvements gradually but selectively, and only on issues in which China’s national security interests are directly involved (p. 17).” El núcleo conceptual de esta escuela es la disposición a colaborar e interactuar en las instancias multilaterales…siempre y cuando sirva a los intereses de Beijing. Tienen una buena acogida a la expansión de la gobernanza global, pero una desconfianza ante aquellos que ponen demasiado énfasis en el rol de China en la misma –resuenan aquí los constantes pedidos de oficiales y académicos estadounidenses de que China se transforme en un “responsible stakeholder.”  

Globalismo


Los globalistas sí compran la idea que Beijing debería actuar como un “responsible stakeholder”. Para éstos, China debería aceptar su nuevo rol como gran potencia y colaborar en la resolución de los problemas que aquejan a la comunidad internacional (especialmente a através de instancias multilaterales). Estos neo-kantianos son primos cercanos de la corriente liberal-institucionalista de autores como Robert Keohane, John Ikenberry, Andrew Moravcsik, entre otros. Las cuestiones más relevates dejan de ser la seguridad entendida tradicionalmente, como en el dominante realismo, para pasar a temas de economía internacional, seguridad humana, terrorismo, crimen organizado, la conformación de normas a nivel internacional, etc. Shambaugh comenta acertadamente que el cuarto de hora de este grupo estaría pasando. Su auge estuvo en los auspiciosos 90’s, cuando China recién iba descubriendo las ventajas de pertencer al orden Occidental. Los convulsionados acontecimientos de 2009 y 2010 quizás sean recordados como las campanas que anunciaban la muerte de esta corriente de pensamiento.

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Las clasificaciones antes expuestas poseen las desventajas de toda gruesa generalización: entre otras cosas, no respetan superposiciones que serían fáciles de encontrar entre las tendencias de análisis –e.g. un pensador en la escuela “realista” seguramente tenga extensos lugares en común con alguien de la escuela de las “grandes potencias,” así como los podría tener alguien trabajando desde el “multilateralismo selectivo” con un miembro de la escuela del “sur global”.  No obstante, el análisis de Shambaugh es un buen punto de partida para organizar el escenario en el que se está disputando el debate sobre cómo actuar a medida que, aparentemente, el ex-“Imperio del Medio” recupera su privilegiado lugar de antaño. (4) El artículo, entonces, cumple acertadamente la función de “ordenador” y es por esto que los problemas de la generalización son aceptables. 

A su vez, exponer tal diversidad de corrientes es importante para desmitificar la idea de una identidad china única y homogénea, que de existir permitiría derivar de ésta la conducta de Beijing en el sistema. A decir del autor: “China has no single international identity today, but rather a series of competing identities (p. 9).” Aceptar esto ayuda a lidiar con la frustración de no poder terminar de comprender el complejo entramado que es la política exterior china, además de tornar más sofisticada, y especialmente másprudente, la mirada de los tomadores de decisiones del resto de las potencias hacia China.

Ahora bien, así como no mirar dentro de los estados sería un error, obviar la relevancia que el sistema -i.e. el enfoque estructural- ejerce sobre la conducta de éstos sería una equivocación de similar magnitud. Esto es especialmente cierto para el mediano y largo plazo. La dificultad de sacar patrones de conducta claros de “la batalla de ideas,” así como el inherente dinamismo sobre quiénes resultan “ganadores” de estas batallas, reducen las ventajas analíticas de este tipo de análisis. Poco podríamos decir, estudiando las corrientes de pensamiento actuales y su posicionamiento en el debate, sobre la conducta china de aquí a 20 o incluso 10 años. Hay por otro lado un problema más de fondo sobre el rol de las ideas en la formulación de las política exterior; uno del tipo del “huevo y la gallina:” ¿cómo saber que las ideas están guiando la política exterior y que no son los hechos los que marcan quiénes piensan qué y quiénes salen victoriosos de la “batalla de ideas”? Parece un tanto sospechoso que en la década de 1990 –cuando China empezaba su meteórico ascenso y se daba de frente con las ganancias que genera participar del orden económico occidental- los globalistas y las escuelas más soft tuvieron su gran momento de auge; mientras que a medida que China ha ido consolidando su poder el realismo y las tendencias más asertivas han encontrado un lugar de preeminencia en el debate. 

El estudio del ascenso chino en su versión menos inmediata debe, por lo tanto: a) tener una postura clara acerca de las consecuencias que impone la estructura sobre los grandes estados; b) generar una buena teoría sobre la dinámica de ascenso y descenso entre potencias y la relación de éstas con el resto del sistema; y c) hacer una detenida búsqueda de las lecciones (desde luego no de manera determinista) que la Historia de las relaciones entre-estados -y entre otros tipos históricos de unidades políticas- pueden proveer para tornar asequible un mejor entendimiento de lugar que China va a ocupar en el siglo XXI. 


(1) En su clásico trabajo, Man The State and War, Kenneth Waltz sentaba este punto: “The third image (estructura) describes the framework of world politics, but without the first and second images (individual y doméstica) there can be no knowledge of the forces that determine policy.” (p. 238)

(2) Ver: Fewsmith, Joseph, China Since Tiananmen: The Politics of Transition, Cambridge University Press, Cambridge, 2001

(3) No sería difícil hacer un peralelismo con gran parte del pensamiento estadounidense hasta la guerra de 1898 con España.

(4) Debates que por cierto no suelen ser demasiado apacibles: “For Chinese, it is quite jarring to all of a sudden be confronted with a whole new set of questions and external demands about China’s international status, roles, and responsibilities.” (p. 9)

 

*Profesor Depto. Estudios Internacionales. FACS - Universidad ORT Uruguay. 
MA en Estudios Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella
E-mail: gcastro@sas.upenn.edu

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Publicado

2011-07-14

Número

Sección

Enfoques