MACROECONOMÍA E IDEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA (Parte II)
Resumen
¿Por qué Argentina y Venezuela han convergido con Bolivia y Ecuador en el ejercicio autoritario del poder y han divergido en el ejercicio de los instrumentos macroeconómicos? En el caso ecuatoriano parece razonable pensar que la administración Correa se ha valido implícitamente de un ancla institucional relevante como es una economía donde la moneda de curso legal es el Dólar. Por otro lado, ¿cuándo divergieron los procesos macroeconómicos de Argentina y Venezuela en comparación con los procesos de otras expresiones populistas en la última década de América Latina? ¿Hay una relación entre ese momento o momentos de divergencia y una profundización de los respectivos procesos autoritarios en marcha?
Primero, es claro que cada país tiene una economía política particular donde hay actores y variables que difieren en sus capacidades institucionales. Por ejemplo, Venezuela es un país donde el precio del petróleo tiene mucho más peso que el que tiene el precio de la soja en Argentina. Por su parte, Ecuador es un país con un Presidente con la suficiente ambición y capacidad como para permanecer en el poder pero donde la macroeconomía se encuentra amarrada a una institución (la dolarización) que trasciende la voluntad de los actores políticos locales. En este sentido, Ecuador sería un buen ejemplo de un país cuya radicalización política no necesariamente se reflejaría en variables macro claves en tanto el proceso de dolarización ha contribuido a separarlos.
Así, Ecuador ha enfrentado una coyuntura macroeconómica favorable: por un lado, se ha beneficiado por la notable mejoría en los términos de intercambio de la última década. Por otro lado, la dolarización de la economía fue un beneficio económico que legó una administración anterior que, por cierto, había pagado en su momento un costo político por ello. Rafael Correa recibió el beneficio económico de una moneda estable sin tener que enfrentar el costo político de implementar la medida. Más aún, Ecuador se ha beneficiado de una economía con una moneda estable en un momento donde dicha moneda (el dólar) enfrentó un proceso de devaluación contra las otras monedas. Es decir, a diferencia de la traumática experiencia argentina durante la vigencia de la Convertibilidad en el período 1991-2001, la dolarización de la economía ecuatoriana ha obtenido el beneficio de la estabilidad sin sufrir el perjuicio de una caída en la competitividad. Paso seguido, esta concatenación fortuita podría ser una explicación válida para interpretar la divergencia entre la radicalización política ecuatoriana y su moderación macroeconómica.
La dolarización de la economía ecuatoriana nos sirve como punto de referencia para medir la política monetaria en Argentina y Venezuela. La profunda crisis política, económica y social de 2001 en Argentina y la crisis política venezolana que tuvo como consecuencia la llegada del chavismo al poder en 1998 no tuvieron, por definición, ningún tipo de amarre institucional, es decir, reflejaron explícitamente el fracaso de los respectivos amarres anteriores. Más aún, Argentina dejaba de lado el intento que había sido la convertibilidad, mecanismo establecido en abril de 1991 precisamente para explicitar que el país delegaba la política monetaria ante la sistemática incapacidad de controlar la emisión de moneda.
Mientras en Argentina la Convertibilidad demostró ser un amarre institucional traumático, en Venezuela la llegada de la radicalización política expresaba, tautológicamente, el fin del “Pacto de Punto Fijo” (realizados entre Acción Democrática y Copei el 31 de octubre de 1958) como amarre institucional. Este Pacto había sido eficaz para generar previsibilidad en la alternancia en el poder entre dos partidos políticos moderados pero, precisamente, esa poco transparente dinámica de la alternancia fue una de las principales causas de la crisis.
Por ende, de los 4 casos mencionados hemos sugerido alguna posible explicación para la moderación ecuatoriana y para la radicalización macroeconómica en Argentina y Venezuela: mientras en Ecuador ha existido un amarre institucional macroeconómico para evitar la radicalización, en Argentina y en Venezuela los amarres institucionales que existían demostraron ser ineficaces. En este escenario, es difícil interpretar la moderación macroeconómica que ha mostrado Bolivia. Como los otros 3 países, Bolivia comenzó en la primera década del siglo XXI (en 2006) un proceso de radicalización política a partir del notable liderazgo de su primer presidente indígena, Evo Morales. Al igual que Ecuador y Venezuela (pero a diferencia de Argentina) apenas arribado al poder Evo buscó y logró un proceso de Reforma Constitucional que posibilitó la reelección inmediata del líder.
Si bien el papel del Vicepresidente, el brillante matemático Álvaro García Linera, ha sido relevante para llevar a cabo un manejo macroeconómico ordenado, parece claro que la decisión corrió por cuenta principal del mismo Morales. Por algún motivo que escapa a nuestro análisis, Evo tomó la decisión estratégica de radicalizar el proceso político y moderar el proceso macroeconómico. Una posible explicación sería que ha sido justamente esa la estrategia: llevar a cabo una moderada política macroeconómica para poder profundizar la radicalización política. Al fin y al cabo (siguiendo esta lógica) en un escenario donde los términos de intercambio habían mejorado y donde parecía que esa mejora era estructural, un manejo que se exprese en equilibrio fiscal, crecimiento de reservas y cumplimiento de las obligaciones con el sistema financiero internacional, contribuiría a generar indiferencia en esos actores globales ante un proceso de radicalización que, eventualmente, pueda debilitar derechos y garantías de sectores minoritarios dentro del país. Sin embargo, si bien parece una estrategia razonable, es difícil sostener que pudo haber sido pensada de esa manera por los actores políticos involucrados.
Argentina ha enfrentado a lo largo del siglo XX un juego de suma cero entre igualdad y apertura. Desde su pasión originaria por la igualdad, la economía política argentina no ha podido consolidar un marco institucional eficiente donde las políticas redistributivas no conspiraran contra la apertura y donde las políticas de apertura no conspiraran contra la igualdad (Gerchunoff, 2002). Esto refleja la existencia de una sociedad sumamente compleja donde no se respetaban los amarres constitucionales o donde, directamente, ni se aspiraba a introducirlos. Esta mayor complejidad relativa de la sociedad argentina en comparación a la venezolana, ecuatoriana y boliviana se debe a la aspiración de todos los actores de ser parte de esa puja distributiva. La comparación es sintomática en tanto, por ejemplo, la sociedad boliviana posee una notable complejidad que había estado mayormente por fuera de la explícita discusión en el espacio público hasta la emergencia de Evo Morales. Una posible explicación de la notable capacidad que ha demostrado Morales para simplificar desde el poder una potencialmente explosiva puja distributiva es la ausencia de simetría entre ambos sectores (la oligarquía y los pueblos originarios) tanto cuando gobernaba uno como cuando gobierna el otro. Este punto será profundizado en un trabajo posterior
Cristina Edbrooke es Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella, Argentina), donde ha sido Profesora Adjunta de Historia Económica.
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