Radiografía Política: Reino Unido?

Autores/as

  • Marcos Rodríguez Schiavone

Resumen

Las pasadas elecciones generales del Reino Unido -ocurridas en mayo- dejaron un escenario político novedoso para una nación acostumbrada a vivir sin grandes cambios en su sistema partidario. Primero, la mayoría relativa de votos de lostories dio paso a un gobierno comandado por su líder David Cameron, aunque con lo inédito de que el mismo sería de coalición con el tercer partido, los liberal-demócratas. Segundo, un golpeadísimo Partido Laborista abandonaría su paradigma ideológico de los últimos quince años –el conocido New Labour, es decir, la tercera vía acuñada por Tony Blair- y volvería a sus raíces más cercanas al socialismo y el sindicalismo. Analicemos brevemente ambos procesos y sus posibles implicaciones en el futuro de la nación británica.

La reforma electoral
Un gobierno de coalición entre Cameron y los liberal-demócratas era algo que se intuía desde los tres debates entre candidatos previos a la elección. La destacada performance de Nick Clegg sorprendió a todos, sobre todo a los laboristas, que por algunos días pasaron a ser los terceros en intención de voto… una perspectiva escalofriante, dado que por el sistema electoral First-past-the-post (FPP), el tercer partido está condenado por lo general a poco más que el ostracismo.  Eventualmente el opaco Gordon Brown lograría el segundo lugar, pero el prestigio adquirido por Clegg forzaría a que Cameron decidiera, en lugar de gobernar en minoría, realizar una un pacto de coalición con el líder del partido identificado con el color naranja como Vice-Primer Ministro.
Más allá de las derivaciones ideológicas en la forma de gobernar el país durante este período, el acuerdo de coalición podría cambiar al Reino Unido de forma permanente a través de una reforma electoral que deje el FPP por lo que se conoce como sistema de votación preferencial, que si bien no es una representación proporcional, significaría un gran avance en ese sentido. Con este sistema, los electores pondrían en la papeleta un orden de preferencia de los candidatos por cada circunscripción, eliminándose el último en cada escrutinio, hasta que uno de ellos lograra la mayoría absoluta de los votos. Es de esperar, por lo tanto, que en un futuro el Reino Unido no tenga más mayorías absolutas, y por lo tanto esté sometido a un régimen de coaliciones: meta a la que siempre han aspirado los partidos minoritarios por cuestiones evidentes.  
Por otra parte el número de circunscripciones electorales se bajará de 650 a 600 y las mismas serán reformadas geográficamente con tal que no superen determinada extensión o tengan menos de determinada población.
Lo curioso del caso es que si bien esta reforma se someterá a votación popular  en mayo del año que viene, los socios de coalición se enfrentarán en la campaña. Y es que el acuerdo sólo comprendía la realización de un referéndum, no que los conservadores –históricamente los mayores defensores del FPP- eventualmente apoyaran el cambio en sí. Los laboristas tampoco son proclives al cambio. Si bien vienen prometiendo una reforma electoral desde la primera elección de Blair, quedó bastante claro en los hechos que tal cosa era sólo eso: una promesa electoral. Para colmo, creen que un rediseño circunscripcional les hará perder una buena cantidad de MPs en beneficio de los conservadores.
Las encuestas en cuanto a si el referéndum tendrá éxito no son por el momento concluyentes, menos en un país donde el electorado suele cambiar dramáticamente de opinión en cuestión de días, como se vio en las pasadas elecciones.
La muerte del New Labour
Si Tony Blair era impopular en el momento de retirarse, Gordon Brown no fue en absoluto un cambio positivo al respecto. Con fama de gruñón (en la campaña salieron a la luz varios escándalos donde el entonces Primer Ministro le gritaba a los votantes, a sus asesores, a su chofer, etc.) y un carisma inexistente, el Partido Laborista se vio necesitado de convocar nuevamente elecciones para su liderazgo. Aquí la sorpresa fue mayúscula.
Dos candidatos se jugaban el puesto, quienes casualmente además eran hermanos: David y    Ed Miliband. El primero era más carismático y había tenido mayores lazos con la administración Blair-Brown. El segundo había sido más crítico, y proponía un regreso a las raíces socialdemócratas del partido. 
En las elecciones laboristas, existen tres electores distintos con igual poder: los miembros del parlamento, los militantes del partido, y finalmente los sindicatos. Este último grupo, que había dominado el laborismo en sus años más nefastos (la década de los 80s), fue quien le dio la victoria a Ed Miliband, “cariñosamente” apodado Red Ed (Ed el comunista), para desconcierto de militantes y MPs, que vieron por momentos esfumarse su futuro electoral.
No obstante el resultado no fue tan trágico. Red Ed ha recuperado a los laboristas en cuanto a la intención de voto, en detrimento de los liberal-demócratas, que han perdido peso electoral luego del acuerdo con los tories, sus antagonistas naturales.
Claves para el futuro
La variable que se torna más interesante en la política británica es el resultado del referéndum sobre la reforma electoral. Un eventual fin del FPP abriría las puertas al fin del bipartidismo, ya gravemente herido por la coalición Cameron-Clegg. También tendría un impacto significativo en Irlanda del Norte, donde los partidos católicos podrían verse beneficiados. Los que apoyan la reforma sin titubeos son elUnited Kingdom Independence Party (anti Unión Europea) y el British National Party (con un ultraderechismo que hace parecer moderado a Jean-Marie Le Pen), partidos muy minoritarios que con el actual sistema jamás podrían conseguir un escaño.
Otro dato interesante es si Ed Miliband será fiel a sus principios y se mantendrá a la izquierda del espectro político. Sería una jugada arriesgada, que podría rendir sus frutos sólo si los liberal-demócratas fracasan en el referéndum. También el nuevo líder laborista debe cultivar su imagen, dado que la intención de voto de los laboristas es mucho mayor que el porcentaje de británicos que preferirían a Red Edcomo su Primer Ministro: los malos recuerdos del laborismo como sinónimo de sindicalismo podrían evaporar el apoyo de las clases medias. 

Finalmente, David Cameron espera tranquilo. Si bien su fuerza se opone “por principios” a la reforma electoral, la misma podría serle incluso beneficiosa. También tiene tiempo como para afianzar su imagen de único “primer ministro viable”, mientras que Miliband deberá pasar varias pruebas para mantener su liderazgo de cara a las próximas elecciones, y Clegg sigue hundiéndose en cuanto a popularidad. 

*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales

FACS-ORT-Uruguay

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Publicado

2010-12-02

Número

Sección

Enfoques