CAMERON: AUSTERIDAD Y “REALPOLITIK” CON PRINCIPIOS

Autores/as

  • Adolfo Castells Mendívil

Resumen

A su llegada a Seúl para la Cumbre del G20, el Primer Ministro británico David Cameron, se mostró indignado ante la prensa internacional, por la violencia en la cual degeneró una manifestación de estudiantes en Londres. En teoría las 50.000 personas que desfilaron por la capital inglesa, protestaban pacíficamente por el proyecto de aumento de la matrícula universitaria (actualmente techada en 3.290 libras) para poder disminuir el subsidio público a las universidades en 2.900 millones de libras, como parte de las medidas de austeridad tendentes a reducir el déficit presupuestal. 
Pero como suele suceder, algunos energúmenos aprovecharon la ocasión para destrozar tiendas, vidrieras y autos.

Sin embargo, pese a ese lamentable episodio, la opinión pública en general acepta como un mal inevitable el plan de austeridad del Gobierno y aún los sindicatos han organizado una jornada de protesta contra las medidas, pero recién para marzo de 2011, lo cual da la pauta de un escaso entusiasmo contestatario.

Esa mayoría resignada a la que más arriba he aludido, lo está –entre otros indicadores- porque la deuda neta asciende, en septiembre de 2010, al 57,2% del PIB. El objetivo del programa de austeridad de David Cameron y su Ministro de Economía George Osborne, es pasar del 11% actual de déficit al equilibrio de las cuentas en 2015. Para ello prevé ahorrar un monto de 83.000 millones de libras en los próximos 4 años e incluye la supresión de 490.000 empleos públicos, un aumento del IVA al 20%, para enero de 2011, y la rebaja de las asignaciones sociales.

Con respecto a estas últimas, el Gobierno está empeñado en poner un término a la “cultura de dependencia del Estado Providencia” y se proyectan medidas drásticas como suprimir las asignaciones familiares a aquellos que tengan altos ingresos; los beneficiarios del seguro de paro deberán trabajar para el sector privado o para asociaciones sin fines de lucro durante 30 horas semanales y, además, se instala un sistema que si se le ofrece un empleo a un desocupado y no lo acepta, dejará de cobrar ese seguro de paro durante 3 meses, si rechaza dos ofertas, 6 meses y tres años, en caso que no acepte 3 ofrecimientos. Hay 2,5 millones de desocupados en Gran Bretaña, según el criterio de la OIT (de acuerdo a los sindicatos hay 5 millones, porque cuentan el subempleo), de los cuales 1,5 millón cobran seguro de paro.

Las encuestas indican que la sociedad británica ha cambiado. En primer lugar, porque la mayoría de la población atribuye el estado de las finanzas públicas, a la gestión de la izquierda laborista en los 13 años que estuvo en el poder, de los cuales 12 fueron de prosperidad y no se tomaron medidas anticícilicas. En segundo término, el “New Labour” no presenta una alternativa atractiva, con sus divisiones internas y desde septiembre con un nuevo líder joven (40 años) Ed Miliband, que aún no ha podido proyectarse como una opción válida.

En tercer término y como ejemplo del cambio, hasta hace 10 años la mayoría de los británicos entendía que la pobreza era consecuencia de las injusticias sociales. Las encuestas actuales demuestran que la gente antepone la “falta de voluntad” y la “pereza”, a la “injusticia social”. Y una investigación de la Joseph Rowntree Foundation, una ONG especializada en la búsqueda de la raíz de los problemas sociales, da a conocer un estudio por el que afirma: “El publico tiende a pensar que no hay excusa para la pobreza, que ve como el resultado de una mala opción. En consecuencia, estima que no debe ser un tema de asistencia del Estado”. (AFP, 11/11/2010)   

En materia de relaciones internacionales, últimamente dos hechos importantes se destacan en la política de Cameron: el acuerdo militar con Francia y el viaje a China. 

El 2 de noviembre en Londres, el Presidente francés Nicolas Sarkozy y el Primer Ministro David Cameron firmaron un acuerdo militar que muchos observadores calificaron de “histórico”. En ancas de las dificultades presupuestales de ambos países, decidieron unir esfuerzos y colaborar en el campo de las armas nucleares, con el funcionamiento de sus arsenales en un mismo laboratorio; la utilización coordinada de los portaaviones; el establecimiento de una fuerza expedicionaria común; y la cooperación industrial para las aeronaves autónomas sin piloto, de última generación. 

El Reino Unido y Francia representan el 45% de los gastos de defensa de los 27 miembros de la Unión Europea y alguna prensa francesa calificó –en recuerdo de la Entente Cordiale (Entendimiento cordial, alianza franco-británica de 1904)- como “Entente frugale”, porque es producto de la crisis económica.

En relación al viaje a China de Cameron, éste evidentemente marcó otro hito. Primero, por el éxito de los contactos comerciales que realizó, tendentes a llevar el intercambio a 100.000 millones de dólares de aquí al 2015. Fue acompañado por 4 Ministros y por una delegación de los 43 empresarios más importantes de la isla. No se filtró el monto de los contratos, solamente se supo el de la Rolls Royce, para la motorización de 16 Airbus, en 1.200 millones de dólares.

Y segundo, fue el primer jefe de Gobierno occidental que llegó a China luego de la atribución del Premio Nóbel de la Paz a Liu Xiaobo, tema sensible para los chinos, si los hay. Y sin embargo, tuvo el valor de tratar el tema con el Primer Ministro chino, Wen Jiabao, aunque no trascendió el diálogo.

Por otra parte, en su visita tenía puesto en el ojal una amapola de papel, el “poppy” que se acostumbra a llevar en los países del Commonwealth, desde fines de octubre hasta el 11 de noviembre (fecha del armisticio de la Primera Guerra Mundial), para conmemorar a los soldados muertos en los conflictos bélicos. Para los chinos la amapola es sinónimo de opio y les rememora las guerras perdidas en el siglo XIX por esa droga. Por consiguiente, hubo una gestión oficial para solicitarle al jefe de Gobierno británico que se la sacase. No lo hizo, dando la explicación del significado, cosa que muy pocos estadistas hubieran osado ante el peso del poderío comercial chino.

Y sobre todo, tuvo la audacia de evocar, en un discurso a los estudiantes de la Universidad de Beijing, las ventajas del Estado de derecho, del multipartidismo y de la democracia tipo occidental y expresó la esperanza de que la libertad económica china conducirá a una mayor apertura política, ya que la mejor garantía de prosperidad y de estabilidad, es que el progreso económico y el progreso político marchen juntos. Así como insistió en la importancia de la libertad de prensa, pese a las críticas y a las dificultades que esa libertad le ocasione a un Gobierno.

Por supuesto que la prensa laborista reprochó esa actitud de ir “a mendigar” por el  aumento del comercio y al mismo tiempo criticar al régimen político chino. Personalmente estimo que David Cameron fue coherente consigo mismo: repitió lo que decía en su anterior viaje a China, en 2007, cuando era oposición; y ya van varias las oportunidades en que ha demostrado no tener pelos en la lengua, en materia de política exterior: con Israel, con Turquía y con Pakistán. 

Peor es ir “a mendigar” y quedarse callado en espera de la “limosna”, como hacen la mayoría de sus colegas occidentales. Lo cual no significa –en absoluto- creer que la apertura política china vendrá por presión externa. Ni mucho menos. Pero hay que reconocer que David Cameron –tal lo señala el London Evening Standard (10/11/2010)- administró bien el equilibrio entre realidades económicas y derechos humanos.


*Escritor, Periodista, Analista Internacional, Ex Embajador.

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Publicado

2010-11-18

Número

Sección

Política internacional