El movimiento Tea Party: ¿positivo para los republicanos?

Autores/as

  • Marcos Rodríguez Schiavone

Resumen

Si bien no fue un “tsunami conservador” como esperaban muchos militantes republicanos, las elecciones de mitad de mandato de Barack Obama constituyeron una gran victoria para The Grand Old Party. No se logró –por muy poco- reconquistar el Senado; no obstante hubo una ganancia de más de sesenta  bancas en la cámara de representantes, cifra que no se daba desde el 1948, y que alcanza para tomar las riendas de la cámara baja.

¿Fue positivo el movimiento Tea Party para la victoria republicana? Difícil decirlo. Por la positiva, lograron que el electorado más conservador se manifestara en las calles, cosa poco común en los EE.UU. También lograron que dicho electorado se movilizara masivamente a votar, cuando con John McCain había mostrado timidez e indiferencia.

El problema fue los candidatos que dicho movimiento impulsó, en particular para el Senado. Primaria tras primaria, los denominados “candidatos delestablishment” fueron perdiendo frente a los abanderados de los valores del Tea Party. Todos ellos muy entusiastas y muy conservadores, pero evidentemente no atractivos para el votante independiente. Incluso John McCain tuvo que convertirse –al menos por unos meses- en un reaccionario muy convencido, renegando de todo lo que había sido su actividad en el Senado durante años, con tal de vencer en las internas de Arizona a un retador que lo corría por su derecha.

Fue así como en Nevada y Delaware, donde se esperaban hace meses sendas victorias republicanas, el triunfo en las primarias de ultraconservadores (Sharron Angle y Christine O’Donnell respectivamente) logró, eventualmente, el resultado contrario. 

Nevada era un estado muy significativo, pues se jugaba su banca el líder de la mayoría demócrata en la cámara alta, Harry Reid. Con un desempleo del 15%, cualquier republicano hubiese vencido, pero Angle y sus gaffes se encargaron de impedirlo. Más insólita era la candidatura de O’Donnell, una suerte de clon de Sarah Palin pero en la Costa Este (es decir, territorio hostil). Con genialidades como tener un pasado basado en realizar campañas religiosas contra la masturbación en MTV, o aparecer en una publicidad televisiva en la que decía, con una sonrisa escalofriantemente artificial, “I’m not a wicth, I’m just like you”, no sorprende que los republicanos perdieran un 30% de la intención de voto en cuestión de tres semanas.

Otra víctima de las primarias republicanas había sido la Senadora por Alaska, Lisa Murkowski. Palin, por cuestiones ideológicas y cobro de viejas cuentas, decidió apoyar a Joe Miller, un ex militar hasta entonces muy poco conocido incluso en su estado. No obstante Murkowski no dio el brazo a torcer; se postuló como candidata por el sistema write-in, y, a pesar de la complejidad de su apellido, aparentemente logró que un 40% de los alascanos escribieran su nombre en la papeleta, llevándose así una victoria sazonada de dulce venganza.

Más que Miller, O’Donnell o Angle, la mayor perdedora de esta situación es evidentemente la propia Sarah Palin, madrina de todos ellos. Los republicanos “delestablishment” ya habían visto con malos ojos su segura postulación a la presidencia en el 2012. No pocas veces Senadores o Gobernadores dijeron que simplemente “no estaba preparada” para el cargo, apreciación apoyada por la mayoría de los analistas y que presumible y afortunadamente también la mayoría de los estadounidenses comparte. 

El único gran vencedor dentro del movimiento Tea Party fue Rand Paul (electo Senador por Kentucky), que, al contrario de los anteriores personajes, parte de un tejido ideológico más elaborado, más alejado del populismo y más cercano al libertarismo (no en vano es hijo de Ron Paul, ex candidato por el Partido Libertario y ex pre candidato republicano en el 2008). Junto a Marco Rubio de Florida, es uno de los principales presidenciables para el futuro, en caso de que Obama sea reelecto en el 2012.

El Partido Republicano debe abrir, pues, un debate interno en lo referente al movimiento que le dio energía ante un Obama que parecía arrollador, pero que paradójicamente podría alienarlo a futuro en el voto de los independientes. Un camino intermedio sería lo ideal, pero por ahora no ha surgido nadie que pueda cumplir con dicha expectativa.

*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales
FACS-ORT-Uruguay

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Publicado

2010-11-04

Número

Sección

Enfoques