Guerra de monedas: El dilema de la política económica

Autores/as

  • Lic. Hernán Bonilla

Resumen

En los últimos meses la expresión “guerra de monedas”, que surge de la prensa, no de los manuales de economía, ha ganado mucho espacio en las discusiones de los foros internacionales de economía. Y es que los hechos lo justifican, efectivamente hay países, grandes y chicos, que han entrado en este peligroso juego, que a la hora del balance termina siendo negativo para todos. Veamos entonces qué es una guerra de monedas, qué características tiene la que estamos viviendo y cuáles podrían ser sus consecuencias.

¿Qué puede hacer un país para favoreces sus exportaciones? Muchas cosas, invertir en infraestructura, bajar los impuestos, mejorar el nivel de la educación y la salud, establecer un buen clima de negocios con reglas de juego claras y estables, tener un Poder Judicial eficiente y confiable y un largo etcétera. Ahora todo esto, que siempre es mejorable aún en los países del primer mundo, lleva mucho tiempo y dinero y cuando se enfrenta una recesión no hay recursos ni tiempo que perder. Esto lleva a que se busquen atajos, por ejemplo, devaluar la moneda local en relación a las divisas internacionales para que el precio internacional de los productos que se exportan sea más bajo. Pero esta estrategia tiene un severo inconveniente: ¡los otros países pueden hacer lo mismo! Y cuando eso ocurre tenemos una guerra de monedas, en la cuál, aunque parezca paradójico, lo que cada país busca es tener la moneda relativamente más débil.

Esta situación no es nueva, algo similar ocurrió luego de la crisis del 29, aunque por entonces la comunidad internacional tenía menos instancias de coordinación y la información no era instantánea, lo que facilitó su desarrollo. Hoy tenemos un mejor conocimiento de las consecuencias de la guerra de monedas, existen organismos internacionales que intentan frenarla y cualquier medida que tome un país es inmediatamente conocida por los demás. La crisis del 29 también nos enseña que cuando la estrategia monetaria está agotada, o sea, cuando ya no se puede ganar competitividad vía devaluación de la moneda, el último recurso es el proteccionismo. Y no hay dudas de que cuando todos los países empiezan a “protegerse” las consecuencias son nefastas: el producto mundial cae, el desempleo campea y el nivel de vida de las personas en todo el planeta es menor.

La actual guerra de monedas es una consecuencia de la mala política seguida por varios países luego del descalabro financiero internacional de 2008. Esto es particularmente claro en varios países de Europa y en Estados Unidos, donde la aplicación de políticas típicamente keynesianas como el aumento el gasto público, financiado con aumento del déficit fiscal y de la deuda pública, no produjo la ansiada recuperación (otra vez nada nuevo, lo mismo ocurrió en el 29, como hoy sabemos). Incluso algunos hoy están teniendo que hacer ajustes fiscales en plena recesión como consecuencia de la fiesta anterior. Entonces varios países cuyas monedas nacionales son a su vez divisas, o sea, monedas con poder de pago a nivel internacional, empezaron a devaluar. Es el caso de Estados Unidos y Japón, por ejemplo, que han estado vendiendo enormes cantidades de sus monedas.

Esta situación ha estado golpeando fuertemente a los países subdesarrollados ya que se suma a la tendencia preexistente de aumento del valor de sus monedas frente al dólar norteamericano debido a la continua entrada de capitales de los últimos meses. Ante los niveles históricamente bajos de la tasa de interés en la mayoría de los países del primer mundo, los capitales internacionales han acudido en masa a los del tercero, por ejemplo a Brasil, que reaccionó comprando montos muy importantes de dólares y aumentando el impuesto que se paga a la compra de bonos de deuda del gobierno de renta fija de 2% a 4%. Nuestro país no escapó a la situación y el gobierno también esta tomando medidas para frenar la caída del dólar.

Otro elemento a señalar es que estamos en un momento en que la comunidad internacional está reaccionando para tratar de controlar la “guerra”. Y es que como comentábamos al comienzo, si todos devalúan nadie sale ganando, pero si uno empieza los demás tienen que reaccionar para no quedarse atrás. En la reunión del G20 de hace dos semanas en la ciudad surcoreana de Gyeongju los países participantes se comprometieron a intentar frenar la guerra de monedas y evitar las medidas proteccionistas. Teniendo como telón de fondo, además, las difíciles relaciones entre Estados Unidos y China, éste último acusado de mantener devaluada su moneda en forma persistente por lo que los norteamericanos amenazan desde el Congreso con nuevas leyes contra las importaciones chinas. 

En definitiva es posible que la guerra de monedas pueda encausarse en el marco de relaciones económicas internacionales serias y maduras, pero ese resultado no está asegurado. Hay jugadores complicados que pueden hacer peligrar un acuerdo sano para todos, sin olvidar que los políticos muchas veces buscan resultados de corto plazo por razones electorales antes que los intereses generales en el largo, basta recordar que Obama enfrenta las elecciones de mitad de período o las elecciones que se avecinan en Europa. Si prima la responsabilidad tendremos un panorama más despejado para el siglo XXI, sino, las sombras del siglo XX nos seguirán persiguiendo por algún tiempo más. Pase lo que pase será decisivo en los años por venir.



*Licenciado en Economía.
Director Instituto Manuel Oribe
Vice Presidente Fundación Libertad 

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Publicado

2010-10-28

Número

Sección

Comercio y economía internacional