La irrelevancia del poder militar en las relaciones Argentina, Brasil y Chile
Resumen
Brasil anunció en septiembre de 2009 el relanzamiento de su programa de construcción de un submarino nuclear y la adquisición de equipamiento militar a Francia por un valor de 12.000 millones de dólares. En junio de 2010, la Ministra de Defensa de la Argentina, Nilda Garré, declaró que la empresa INVAP construiría un reactor nuclear que será instalado en un buque de la Armada, probablemente en un submarino. Además de este anuncio, la Argentina ha lanzado distintos programas militares como la producción de radares tridimensionales de uso militar, la construcción de cuatro patrulleros oceánicos y la modernización de los tanques TAM. Asimismo se encuentra en estudio la adquisición de cazas de combate para la Fuerza Aérea. Chile, por su parte, adquirió una gran variedad de equipamiento militar, donde destacan 48 cazas F-16, 8 buques de guerra y 140 tanques Leopard 2.
Cabe destacar que aunque las compras de la Argentina son sustantivamente menores a las efectuadas por Brasil y Chile, las mismas reflejan un cambio de tendencia respecto al pasado. Muchas de las adquisiciones están pensadas en clave desarrollista, con el objetivo de reconstruir la industria de la defensa nacional desmantelada durante los años 90. La recuperación de estas capacidades industriales es indispensable para pensar en el desarrollo local de armamento más sofisticado.
Lo verdaderamente interesante desde el punto de vista de las relaciones entre la Argentina, Brasil y Chile, no son las adquisiciones en sí mismas, sino el hecho de que las armas que puedan desarrollar o comprar nuestros países han dejado de ser percibidas como una amenaza recíproca. Estos anuncios hubieran provocado, pocas décadas atrás, una escalada militarista. Lejos ha quedado esa etapa. El presente encuentra a estas naciones inmersas en un proceso de estrecha cooperación política y militar que ha contribuido a que las visiones de rivalidad sean reemplazas por las de amistad y destino común.
La situación de estos tres estados del Cono Sur contrasta con la de distintas regiones del planeta (Medio Oriente, gran parte de África, el sur de Asia, el sudeste asiático) donde las compras de armamento suelen desatar fuertes tensiones que en muchos casos llevan a enfrentamientos militares. El Cono Sur, en cambio, sigue el rumbo de la Unión Europa. Hace décadas que los países de la UE han dejado de sentirse amenazados por el potencial militar de sus vecinos, a pesar de haber mantenido con ellos prolongados y sangrientos conflictos bélicos. En la actualidad, el denso entramado de relaciones políticas, sociales, económicas y de seguridad hacen altamente improbable el estallido de un conflicto bélico en esa región. Por ello, Alemania no se siente amenazada por las compras de armamento que pueda realizar Gran Bretaña, como así tampoco Francia por las capacidades militares de Alemania.
Esto se debe a que tanto los países del Cono Sur como los de la UE han construido una paz regional que ha atenuado el dilema de seguridad. Este concepto, propuesto originalmente por el académico John H. Herz en 1950, ha tenido un fuerte predominio en los estudios sobre seguridad. El dilema se desarrolla y potencia gracias a la naturaleza anárquica del sistema internacional (no en el sentido de desorden sino porque el sistema carece de una autoridad central). Esta condición de anarquía fuerza a los estados a mantener y mejorar en forma constante sus capacidades militares y a estar pendientes de las de los otros. Los estados ponen en riesgo su supervivencia si no asumen esta realidad. El dilema se desata cuando un estado, llamémoslo A, adquiere armamento con el fin de mejorar su defensa; como el estado B nunca puede estar totalmente seguro de las intenciones que motivaron las compras de A, su respuesta racional es incrementar sus capacidades militares. El dilema lleva generalmente a la escalada, a un proceso de acción y reacción que puede culminar en un enfrentamiento militar.
La experiencia en el Cono Sur y la UE indica que los estados han logrado mitigar esta lógica. En el caso de la UE muchos autores consideran que han logrado trascenderla. Argentina, Brasil y Chile han transitado un largo camino de cooperación política, económica, militar y cultural que ha debilitado sustantivamente el funcionamiento del dilema. Las armas que podamos comprar argentinos, brasileños y chilenos han dejado de ser un motivo de preocupación o desconfianza.
La Argentina se encuentran en una relación de paz estable asimétrica con Brasil y Chile, lo cual supone que los recursos que dedican nuestros vecinos a la compra de armamento son muchos mayores que los nuestros. Sin embargo, esto no implica que Argentina tenga que hacer el mismo esfuerzo presupuestario que Brasil y Chile, sino que sus compras de armamento deben estar pensadas y ser funcionales a la cooperación con ellos.
Es hora de que este enorme avance sea profundizado con el desarrollo de una doctrina regional de la defensa; para ello es necesario identificar aquellos desafíos comunes que faciliten la interacción entre nuestros países. Todo dependerá, como siempre, de la voluntad política y de la imaginación de aquellos civiles, militares y académicos comprometidos con la profundización del proyecto de unión sudamericana.
*Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires.
Investigador del Conicet.
Ph.D. in Latin American Politics, University of Essex.
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