Brasil, del debate a San Juan

Autores/as

  • Sebastián Bidegain

Resumen

La BBC ha convenido en comparar a Brasil con Alemania, como motor de un bloque político-económico. Aunque el motor brasilero funcione cada vez con mayor velocidad, no puede decirse lo mismo de la comparación de los bloques.

El gigante de Sudamérica, orgulloso integrante del fenómeno BRIC, ha logrado posicionarse entre las 10 primeras economías del mundo y en el indiscutido primer lugar en América Latina. Su participación económica en la región ha sumado a su crecimiento. A partir del discurso del presidente Lula en el 2005, exhortando a los empresarios brasileros a “pensar multinacionalmente”, el país ha alcanzado el puesto de primer inversor directo en toda América Latina (60% de la IED para el 2008). Se maneja incluso que Brasil pueda desafiar al propio Estados Unidos en el papel del “peso pesado regional”.

No obstante, el papel protagónico de Brasil en la región ha sido motivo de ciertos recelos en la región del Mercosur. La asimetría que ha generado el despegue de Brasil con respecto a los demás países del Mercosur ha despertado la urgencia por exigir al gigante que se comporte como consciente premier al mando del crecimiento regional.

También, esa situación ha sido motivo de serio análisis entre los políticos brasileros, especialmente en Itamaraty. Durante los ocho años de gobierno del presidente Lula la política exterior ha ido ganando cada vez más importancia en la agenda brasilera. La polémica surge al repasar su relación aletargada con sus socios del Mercosur. Al observar su vínculo de principal socio-competidor con Argentina, sus todavía más disímiles vecinos, Paraguay y Uruguay, y la nueva relación de socio con Venezuela, hay quienes se preguntan si estos países podrán seguir el paso a Brasil.

La respuesta es doble. La primera de ellas, encarada por el oficialismo, pretende hacer énfasis en la relación Sur-Sur. La segunda, sostenida por la oposición, postula dejar de lado al Mercosur como prioridad y enfocarse en estrechar lazos con Estados Unidos y Europa.   

No existe, de momento, consenso sobre qué postura habrá de tomar Brasil en relación a la región. Esta dificultad parece ser el principal obstáculo a los objetivos de integración brasileños.

Los analistas internacionales atribuyen el fenómeno a tres factores. El primero, la falta de una respuesta concisa del oficialismo a la propuesta de la oposición. Luego, la enorme proyección que alcanzó Brasil en el escenario internacional, lo que hace volver a la pregunta inicial. Y en tercer lugar, la creciente discrepancia entre el gobierno de Lula y el de sus predecesores en relación a la agenda internacional.

Se ha planteado que estos factores son los responsables de haber llevado a Brasil a formar parte en negociaciones puramente económicas, en detrimento de acuerdos elaborados e institucionalizados en materia de integración. En definitiva, la actuación del coloso se ve limitada a emprendimientos puntuales en materia energética, de infraestructura y, principalmente, como ya hemos mencionado, la inversión extranjera directa.

Lo ocurrido en la 39 cumbre de países miembros del Mercosur en la ciudad de San Juan, Argentina del pasado mes de agosto viene a ilustrar esta situación.

Si bien existe todavía mucha labor de integración por hacer (rever la organización democrática del Mercosur, intensificar la integración económica, fiscal y de infraestructura, etc.), debe destacarse que la cumbre culminó con la aprobación de un nuevo código aduanero, que dio inicio al proceso de eliminación del doble cobro de arancel externo común y de distribución de la renta aduanera.

La participación de Brasil en el nuevo código aduanero puede entenderse como una importante estrategia por parte del gobierno de Lula, ya que este hecho da lugar a nuevos procesos que poco tienen que ver con las propuestas de los opositores. Así, el continuismo parece asegurado incluso en materia de relaciones regionales.

El consenso parece haber llegado, finalmente, “por consenso mismo o por un fuerte empuje del oficialismo”, a la búsqueda de un nuevo posicionamiento hegemónico de Brasil con respecto al Mercosur y al resto de la región. En las palabras de Marco Aurelio García (asesor especial de política exterior de Brasil): “Brasil hizo una clara elección. Ya no quiere ser un país próspero en medio de un conjunto de países pobres y desesperanzados en cuanto a su futuro. El orgullo no es incompatible con la solidaridad. Y la solidaridad también sirve al interés nacional…”.


*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
FACS - ORT

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Publicado

2010-10-07

Número

Sección

Política internacional