El último viaje presidencial

Autores/as

  • Sebastián Bidegain

Resumen

El pasado martes 10 de noviembre fue emitido un comunicado oficial de la Presidencia de la República, informando el próximo y último viaje del Dr. Tabaré Vázquez como presidente de los uruguayos.

El destino del Dr. será la tierra del Sol Naciente, viaje que había sido planeado para finales del 2008, pero que debió de ser pospuesto a razón de las elecciones democráticas niponas. "No es el momento adecuado para una visita de Estado a Japón, ya que coincidiría con el cambio de autoridades", señalaban voceros de presidencia a la prensa internacional.

En esta nueva oportunidad, el viaje se realizará desde el próximo miércoles 9 al 16 del corriente mes, contando con la aprobación del senado uruguayo en la invocación del artículo 170 de nuestra constitución (respecto a la ausencia del presidente por más de 48 en sus oficios ejecutivos) y la compañía de los Sres. Ministros de Energía e Industria, Raúl Sendic y de Economía, Álvaro García.

El final de un ciclo político requiere un broche de oro. Esta visita oficial ha significado la suspensión de viajes previstos a Rusia y Ucrania. Pero… ¿por qué  Japón? La elección no es caprichosa, el escenario político actual parece ser el más propicio para que ambos países “orientales” estrechen relaciones. Para entender las razones es necesario un previo (y lacónico) análisis de la historia relacional:

La diplomacia uruguayo-japonesa fue formalmente establecida el 24 de septiembre de 1921. Ya en la antesala de la Segunda Guerra Mundial los países firman un tratado de comercio y navegación, en 1934, pero las posturas belicosas opuestas marcaron distanciamiento y la pronta ruptura de relaciones, retomadas el 2 de diciembre de 1952. En 1974 se firmó el acuerdo para la supresión de visados para nacionales de ambos países y, en 1989, se firmó en Tokio el acuerdo de Cooperación Técnica entre Uruguay y Japón, lo que significó el acercamiento uruguayo hacia muchas de las técnicas japonesas para el desarrollo productivo y académico, y un tratado más en la lista de veinte concretos.

En aspectos comerciales, las cifras absolutas de intercambio muestran un decrecimiento del comercio uruguayo-japonés del 7%, entre 1994 al 2007. Sin embargo, en el 2007, el embajador japonés (Shinichi Kuyama) expresó que "…hay posibilidades de futuro, si hay una oferta concreta de Uruguay (para un posible acuerdo de libre comercio), a Japón le interesa recibir esa oferta para poder estudiarla”.

Estos antecedentes han dejado una puerta abierta, ampliamente, a un gran número de proyectos que podrían encontrar concreción con la cercana visita del mandatario uruguayo.  

En aras energéticas, la institución bancaria japonesa: Banco Sumitomo Mitsui Brasileiro S.A. (BSMB) ha diseñado un inteligente dispositivo denominado: “Bonos de Carbono” que ya ha tenido relativo éxito en implementar el proyecto en el Brasil. La propuesta exhorta a las empresas a reducir las emisiones de gas CO2 (dióxido de carbono, principal componente del efecto invernadero), con lo que, básicamente, este plan favorece a las empresas que no producen GEI (Gases de Efecto Invernadero) o logran disminuir sus emisiones y hace pagar a aquellas que superan los límites permitidos, lo cual se traduce en certificados de emisiones reducidas (CER). Aunque no se han registrado ventas de CER en Uruguay, no se descarta que la visita presidencial marque el comienzo. Sin embargo,  el Embajador japonés en Montevideo (Sr. Masami Takemoto) señaló a la prensa nacional, la posibilidad de que el Uruguay sea la experiencia en pequeña escala del funcionamiento de una planta de energía eléctrica, a partir de energía solar fotovoltaica (a instalarse en Salto), dado que nuestro país ha sido el primero en adherirse, en el 2008, a la política japonesa de “Cool Earth Partnership”, que supone una asociación para el enfriamiento del planeta. Este proyecto incumbe a la agencia japonesa de cooperación internacional JICA, la que donaría unos 730 millones de yenes, conformaría la más grande donación hecha por el Estado nipón en toda la historia de nuestro país. Éste, sin dudas, es uno de los primeros puntos en la agenda de viaje de nuestro presidente.

Otro de los proyectos supone la elaboración de un convenio para la cooperación en la investigación en materia vegetal. Al respecto ya se ha puesto en funcionamiento un plan para la utilización de tecnología orgánica (ya aprobada por el LATU), que posibilitará tanto la mejora de los suelos (lo que significaría un aumento sustancial en la producción agrícola, ganadera y forestal), como la limpieza de desechos orgánicos. Sobre esto, tuve la oportunidad de dialogar con la Lic. japonesa Monna Itsuyo (Voluntaria Senior de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón), quien me comentó sobre la posibilidad de convertir al Uruguay (junto con Argentina y Paraguay) en una fuente de suministros de alimentos orgánicos para el mundo y en especial para Japón, designio a concretarse para el año 2012.

No debe sonar extraño que, en los tiempos actuales, la política exterior del Japón apunte a hacer valer su condición de imperio. Ya no desde un punto de vista de anexión territorial, sino desde la perspectiva económica, cultural y técnica, mediante las vías diplomáticas propias de una democracia bien establecida. Como ha señalado Jonathan Arriola, en un artículo anterior (Letras Internacionales número 86) “Desde su asunción como el nuevo Primer Ministro de Japón, Yukio Hatoyama ha puesto en claro ser la génesis de una nueva política japonesa tras anunciar radicales transformaciones en la conducción interna y externa del Japón más acorde con el nuevo “esprit du temps””. Haciendo clara alusión al despegue chino y a la decaída económica sufrida por Japón en la década de los 90 a la fecha, se vuelve notable el esfuerzo japonés por replantear su lugar en el tablero internacional.

Su condición de país importador (especialmente de energía y alimentos), por sus debilidades territoriales, impulsan a Japón, cada vez más a valerse de su idiosincrasia de supervivencia y mirar hacia estas latitudes en busca de suministros y, posiblemente, aliados. El intercambio no será sencillo, las distancias tecnológico-culturales son tan amplias que se volvería imposible la cooperación de no ser por una planificación puntillosa y a medianos o largos plazos. De cualquier manera, las características uruguayas, en contraposición con las japonesas, no hacen de los países sino polos opuestos que se atraen mutuamente.

La gran disponibilidad territorial uruguaya en conjunción con la tecnología japonesa podría dar lugar a un exitoso “matrimonio” diplomático-comercial. La latente posibilidad de un TLC entre Japón y Uruguay encuentra un único obstáculo en los antecedentes con Estados Unidos, en lo que el papel del MERCOSUR será crucial. En este punto será necesaria la inteligencia negociadora del Uruguay, ya desde el enfoque bilateral o regional, desde la perspectiva de un tratado de libre comercio (cuyo antecedente más reciente es el TLC Japón-Chile, en el 2007) o desde un TIFA u otros instrumentos.

Las posibilidades son tan amplias como urgente sea el deseo de Japón por el afianzamiento de su prestigio internacional. Sabemos que a nuestro país le es más que conveniente un mayor relacionamiento con la “potencia samurái”.

 
Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales. 
Universidad ORT - Uruguay

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Publicado

2009-12-10

Número

Sección

Política internacional