América Latina termina el año con fiebre electoral

Autores/as

  • Luis Fernando Vargas-Alzate

Resumen

Durante el año 2009, varias sociedades latinoamericanas estuvieron preparándose para el desarrollo de nuevos eventos electorales en la región.  El pasado domingo, el turno para ir a las urnas les correspondió a uruguayos y hondureños, quienes actuando democráticamente acudieron a los sitios de votación en procura de elegir a su nuevo jefe de gobierno para el período que se inicia en ambos Estados.  No obstante, fueron dos carreras electorales muy diferentes, la primera, marcada por un ambiente interno fuertemente competitivo, aunque siempre legal y consecuente con la realidad uruguaya, y con un evidente respaldo internacional; la segunda, enrarecida por la incertidumbre de lo que podrá suceder en los próximos días con el elegido Porfirio Lobo, de quien ya se ha cuestionado, triunfó en unas elecciones oscuras, caracterizadas por el ausentismo y la coerción.  En momentos previos a las elecciones se podían contar en los dedos de las manos los Estados que validaban el proceso en el país del depuesto Zelaya.  Sin embargo, hoy las cosas están cambiando.

Con la elección de José Mujica en Uruguay (y continuidad del Frente Amplio), es claro que se ha dado un apoyo importante a la labor adelantada por el presidente Vázquez y lo concerniente a sus políticas de desarrollo socialistas, orientadas hacia la consecución de mejores estándares en la calidad de vida de los uruguayos.  Además, el hecho de que Uruguay hoy figure como una de las democracias más estables y sólidas del hemisferio occidental, indica que en el transcurso del ejercicio de gobierno del presidente Vásquez se mantuvo la línea de unas instituciones fuertes y transparentes.  Esto, resaltado incluso por el ex presidente Sanguinetti, para quien José Mujica no representa totales garantías democráticas a causa de su tristemente célebre pasado.

Lo opuesto ha sucedido en Honduras.  Poca fe se tuvo en la izquierda.  En lo que sin duda tuvo mucho que ver el constante intervencionismo de Hugo Chávez, quien ha venido desprestigiándola gradualmente en los países de sus incrédulos aliados.  Por tanto, el voto del hondureño debe entenderse, no como un rechazo a la izquierda que lideró el partido de Unificación Democrática, sino como un rotundo no al intervencionismo chavista en la política interna del país.  Porfirio Lobo venció fácil en los comicios.  Ahora el reto es buscar caminos para que internacionalmente se acepte a Lobo como presidente legítimo de Honduras y se empiece a trabajar en la normalización de la situación hondureña, después del condenable golpe del 28 de junio del presente año.  Por lo menos en las últimas 24 horas se ha visto que la lista de gobiernos que aceptan el proceso electoral como válido ha venido incrementándose.

En ese orden de ideas, ya la democracia ha entregado dos nuevos líderes de gobierno en América.  Y podría considerarse para el caso hondureño, que ya hay avances en su deteriorada y estancada situación.

Lo que sigue ahora es dirigir la mirada hacia Bolivia y Chile, donde las cosas están también ya muy adelantadas, de acuerdo con los más recientes sondeos.  Bolivia, que iniciara un gran cambio en su política desde diciembre de 2005 cuando se dio el aval al presidente Morales para gobernar -como primer líder indígena que asumía la primera magistratura del país en toda su historia-, seguramente presenciará la reelección de su presidente.  Esto sucederá dos años antes de lo correspondiente, pues con la reforma constitucional de principios del año, las nuevas elecciones quedaron definidas para este 6 de diciembre, a su vez que será posible la reelección del mandatario.  Chile, país que ya ha tenido en el poder durante casi veinte años al “partido socialista” de Concertación, ha sentido el agotamiento de sus políticas y ahora dos nuevos actores han ingresado a sumarse a la disputa por el poder: Sebastián Piñera, del partido Coalición por el Cambio y Marco Enríquez Ominami, líder independiente de la izquierda chilena.  Sin embargo, las cosas apuntan hacia una victoria de Piñera.  Por lo menos las más importantes encuestas y sondeos oficiales le dan alta favorabilidad al candidato chileno de centro derecha.

En Bolivia, luego de un transformador proceso interno que ha devuelto el poder a una mayoría que efectivamente es real –la indígena-, los habitantes del país han encontrado una interesante empatía con Juan Evo Morales y, es perfectamente predecible que le mantendrán en el poder.  Esto sin querer señalar que ahora Bolivia está en mejores condiciones que sus pares latinoamericanos, pero sí enfatizando en el hecho que internamente se han adelantado reformas que recaen en beneficios en la masa boliviana.  Curiosamente, en el país de Morales también se ha evidenciado un interesante rechazo al mandatario venezolano y desde muchos círculos se ha querido a una Bolivia mucho más autónoma y menos dependiente de las políticas trazadas desde Caracas.  Lo que se ha convertido en un asunto muy problemático para Morales luego de que el líder indígena abriera sus puertas completamente a los intereses de Hugo Chávez.  Al final, cualquier líder de América Latina, medianamente capacitado para gobernar, sabe que al presidente de Venezuela es mejor tenerlo a una distancia más que prudencial para evitarse roces en la arena internacional.

Es en Chile donde el panorama puede tornarse más complejo para el desarrollo de las elecciones del próximo 13 de diciembre.  Sin embargo, también podría el analista señalar probables rutas políticas sobre las que se moverá el electorado chileno.  Algo claro es que la Concertación ha llegado a su punto más alto de agotamiento en los últimos años.  También es ya sabido que de esto no puede culparse a la señora Bachelet, quien ha hecho su mejor esfuerzo para evitar este punto crítico, si no que se trata de algo más estructural que de simples coyunturas.  Sebastián Piñera, al igual que Frei, está ofreciendo mantenerse por la buena ruta que trazó la Concertación, pero oxigenándola con aspectos que él mismo ha querido identificar con las necesidades de los chilenos del siglo XXI.  Ahí es donde se distancia de Eduardo Frei, el ex presidente con quien lucha codo a codo por la estancia en el Palacio de la Moneda.  A los chilenos les corresponde saber aprovechar estos escasos diez días que faltan para tomar una de las decisiones más importantes en cualquier democracia del mundo.

Ya Uruguay y Honduras, independientemente de la aceptación o no de los resultados por parte de la comunidad internacional para el caso hondureño, le han cumplido a la cita democrática en esta parte del continente.  Vendrán Bolivia y Chile en próximos días y se alistarán otros importantes estados para 2010, entre los que bien valdría destacarse a Colombia, Brasil y Costa Rica.  Pero lo más importante es la esencia de todo este proceso político.  Quienes hoy superamos los 35 ó 40 años de edad, sabemos que esta fiebre electorera es el mejor indicador para entender una América Latina autónoma, libre de intervenciones y con una fuerte identidad frente a lo civilizatorio que Huntington legó en algún momento.  Felicitaciones a los uruguayos y hondureños, los mejores augurios para bolivianos y chilenos, y el mejor de los momentos para la América Latina democrática, libre de golpes de estado y de actores externos que impiden su natural progreso.



El autor es profesor de Relaciones Internacionales Latinoamericanas en la Universidad EAFIT de Medellín, Colombia. 2009

Descargas

Publicado

2009-12-03

Número

Sección

Política internacional