Multiculturalismo en Europa: la exaltación de lo intrascendente

Autores/as

  • Marcos Gabriel Rodríguez

Resumen

Los suizos -un pueblo que acostumbra desde tiempos remotos a hacer consultas populares en una diversidad importante de temas, que van de lo significativo a lo completamente irrelevante-, acaban de prohibir, con el apoyo del 57% de los votos, la construcción de minaretes (es decir, las típicas torres que posee una mezquita y desde donde se invoca a la oración). 

La nueva medida, impulsada por el partido populista de extrema derecha Unión Democrática de Centro y los cristianos radicales de la Unión Democrática Federal –quienes argumentaban que los minaretes eran un símbolo del dominio del Islam-, fue ratificada en prácticamente todos los cantones (siendo excepción las grandes urbes: Ginebra, Zúrich y  Basilea), a pesar del repudio que tuvo por parte de la clase política tradicional, diversas ONGs e incluso comunidades eclesiásticas de otras religiones. El voto femenino fue particularmente importante, en una campaña también centrada en la supuesta amenaza que supone la religión musulmana para las mujeres.

Los comunidad musulmana, que supone un 5% de la población suiza, ya anunció que apelará la decisión en distintos organismos supranacionales europeos.  Y teniendo en cuenta las opiniones vertidas al respecto en el Viejo Continente, es probable que tengan buena fortuna: la clase política europea, principalmente de centro-izquierda, no tardó en condenar la decisión del pueblo suizo como un síntoma de “Islamofobia” altamente reprochable, tal como había ocurrido en Holanda con el documental crítico hacia el Islam del cineasta Theo van Gogh, asesinado posteriormente por un fundamentalista religioso.

La insensatez de la medida debe entenderse como reacción en el marco de necedad generalizada que define la relación de la sociedad europea con los inmigrantes musulmanes, donde en ocasiones lo trivial toma una importancia desproporcionada, y donde –por lo general- los movimientos islámicos radicales son los “ganadores” bajo el amparo del multiculturalismo mal entendido.

La autoflagelación cultural europea en temas intrascendentes tal vez encuentre su mejor exponente en el Reino Unido, país en el que encontramos los ejemplos más bizarros de dicho fenómeno. En el 2003 una maestra inglesa decidió retirar todo libro infantil que hiciera mención a los cerdos, por considerarla “ofensiva” hacia su alumnado musulmán. Fue el inicio de las que bien podrían denominarse “Guerras de Piglet”, en las cuales el “carismático” cerdito -infaltable compañero de peripecias de Winnie-the-pooh- se transformó en el fruto de la discordia entre un lado y el otro, lo que provocó que inclusive algunas tiendas dejaran de vender productos relacionados con el personaje. Mención aparte merece el ya clásico problema por el cono de helado de Burger King que supuestamente contenía la palabra “Allah” en el logo de su envase, lo que provocó la ira de muchas organizaciones islámicas y –de nuevo- el retiro del producto.

Podría analizarse, a futuro, si estas claudicaciones se deben a cuestiones de mercadotecnia, de respeto mal entendido, o de lisa y llana ingenuidad. La parte trágica del asunto es cuando dichas trivialidades trascienden al punto de convertirse en tragedia: ya comentamos el caso de Theo van Gogh, y por supuesto hay que recordar todos los disturbios relacionados con las caricaturas de Mahoma publicadas en el Jyllands-Posten de Dinamarca. Si de pequeños malentendidos pasamos a la muerte y la violencia generalizada, a saber qué ocurrirá cuando los conflictos culturales se agudicen.

Un juicio al respecto no tiene por qué ser inoportuno. El mahometismo merece, como cualquier otra religión, el respeto necesario que otorga cualquier democracia liberal que se precie de serlo. Pero, a su vez, la sociedad europea no afín a dicha religión tampoco debería someterse a los caprichos dogmáticos de la misma, mucho menos cuando provienen de organizaciones radicales. Cuando esta lógica -tan simple de comprender pero inexplicablemente difícil de aplicar-, se imponga en el diálogo entre europeos e inmigrantes musulmanes, la eventualidad de crisis aún mayores y más violentas podrá evitarse.

 

* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales. 
FACS - ORT- Uruguay

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Publicado

2009-12-03

Número

Sección

Política internacional