Religión y fe en el norte de nuestro mundo
Resumen
En 1879 unas impresionantes representaciones de animales y hombres fueron descubiertas por Marcelino Sanz de Sautuola en Altamira (en la región de Cantabria, España). Majestuosamente bosquejan, desde hace más de 200 mil años, la relación hombre-naturaleza, en una era tribal de baja esperanza de vida. Interpretaciones señalan la compañía de ritos mágicos, en imperiosa necesidad por capturar la esencia y la fuerza de lo dibujado, poseer el espíritu del animal, previo a su cuerpo, para una exitosa cacería.
Estos primigenios ritos chamánicos connotaban un estrecho vínculo de la fe con una “voluntad natural”. Un vínculo fuertemente coaligado por la necesidad de sobrevivencia y la carencia de otros instrumentos con los que interpretar el mundo.
La Universidad de Chicago ha publicado un estudio sobre las más recientes posturas religiosas en Estados Unidos y Europa, en ésta, una época en la que otros “mecanismos de interpretación” han sido ampliamente desarrollados. A lo largo de los siglos, las creencias, en los lugares estudiados, han encausado en dar a la “voluntad natural” de los primeros hombres la forma de, preferentemente, un “dios” (o Dios, a gusto del lector). A éste se le atribuye la creación del universo y nuestro planeta, así como toda forma de vida incluida en él. Se habla de dios como creador, padre, guía, protector, etc.
“In God we trust” (en dios confiamos) citan los reversos de los billetes estadounidenses. Los Estados Unidos de Norteamérica es la potencia con la sociedad más religiosa del mundo. Según el estudio, cerca de un 60% de los estadounidenses reza una o más veces al día, un alto número asegura sentir la presencia de dios, entendiendo que la fe en él es “muy importante en sus vidas”.
Según cifras publicadas por la organización Gallup International, para el año 2005 cerca del 71% de los estadounidenses pertenecía a una religión. Sin embargo, actualmente, los estudiosos de Chicago aseguran que el número de adeptos religiosos disminuyó, llegando a un 70% en 2008.
Este 1% puede ser una cifra que no alarmante, pero se debe tener en cuenta que representa a cerca de 3 millones de personas. Significa, además, “un insistir” en la disminución de los adeptos, que en 1990, hace tan sólo 19 años, alcanzaba un 86%.
Los índices de religiosidad no han sido los únicos afectados. El descenso es acompañado por el aumento, relativamente menor, de individuos que comienzan a dudar en la existencia misma de dios.
En este punto es importante realizar un alto para aclarar los conceptos de fe y religión. El vocablo fe, es comúnmente utilizado como sinónimo de creencia. En términos kantianos (“Glaube”) puede entenderse como dicotómica a la razón. En términos de Gabriel Marcel, la fe no es “un mero creer”, sino, la estructura fundamental de la persona.
Religión, según interpretaciones, proviene de la voz latina “religio”, que deriva de “religare”, que significa atar o vincular. Podría decirse que toda religión implica una fe o una creencia que vincule a sus fieles. Sin embargo, las fes no son dependientes de las religiones, por lo que pueden existir de manera individual.
Podríamos afirmar, entonces, que si bien las tendencias de religiosidad en los Estados Unidos aún permanecen elevadas, tienen una leve tendencia a bajar conforme el trascurso del tiempo, acercándose lentamente a la secularidad, mientras que la creencia en lo místico y supra natural mantiene ciertos niveles esperados. Esta no es una afirmación del todo científica -dado que los expertos aseguran que no han podido encontrar un patrón estable- por el contrario más inspirada por la intuición.
El caso europeo es aún más complejo. Las tendencias varían radicalmente de nación en nación. A finales de los 90’, cerca del 98% de los griegos tenía fe en algo. Para la misma época, en Italia se estimaba un 97%, mientras que países como Francia o Alemania, un 75% y 40% respectivamente.
En Europa oriental, el colapso de los regímenes comunistas ha marcado la desaparición de las presiones hacia las prácticas religiosas, dejando un panorama incierto, dado que éstas fueron retomadas rápidamente en algunos países y más tímidamente en otros. La conclusión es que no existe un patrón de conducta religiosa “post-comunista” en los ex satélites soviéticos. Los rumanos creen en dios, entendido como una “persona” en un 90%, mientras que los “oriundos de Estonia” en un 16%.
Las principales causas de esta tendencia a desertar, según conclusiones emitidas por la Universidad de Chicago, radicarían en la “modernización”, entendida como el progreso científico y educativo. Sin embargo la modernización hace tender al decaimiento de las prácticas y tendencias religiosas no de una manera significativa o uniforme. Por otro lado, otros informes (como el efectuado por la encuestadora ARIS, de los Estados Unidos), detectan una fuerte relación en la inmigración y la tendencia a la secularización. Según estos estudios una de las principales causas de la pérdida de adeptos religiosos, es la mezcla doctrinaria. La mixtura provoca confusiones en la identidad religiosa, con lo que el surgimiento de las dudas provoca el alejamiento hacia el grupo religioso, pero no necesariamente de las principales ideas que conectaban al individuo con éste. Las tendencias hacia las religiones declinan también con los cambios doctrinarios. Cualquier cambio en las bases, fundamentales o no, de una religión, llevaría, según la investigación, hacia la pérdida de adeptos.
Lea el resumen publicado sobe la investigación de la Universidad de Chicago (en su versión original en inglés):
http://news.uchicago.edu/news.php?asset_id=1748
Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Universidad ORT - Uruguay
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