Muammar Gaddafi: al dictador le gusta hablar

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  • Lic. Martín Kalenberg

Resumen

Hay un denominador común en todos los dictadores y es su afecto por la verborragia. Y aún más cuando tienen la oportunidad de dirigirse a la Asamblea General (AG) de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. Es su momento de gloria, cuando se pueden lucir y transformar en un espectáculo mediático la reunión de los líderes de casi 200 países miembro de una organización que, creada luego de la Segunda Guerra Mundial, se propuso el objetivo de evitar un nuevo conflicto bélico a escala mundial.

En Naciones Unidas se mantiene fresco el recuerdo de la oratoria que ofreció el autoritario presidente venezolano, Hugo Chávez, en setiembre de 2006 al decir ante la AG: “Ayer el diablo estuvo aquí. Huele a azufre todavía”, en referencia al entonces presidente estadounidense George W. Bush.

Esta vez el show provino de Medio Oriente y su intérprete fue uno de los más antiguos dictadores africanos, el coronel libio Muammar Gaddafi. Fue presentado por el presidente -rotativo- de la AG, el libio Alí Treki, como el “líder de la revolución”, el presidente de la Unión Africana, y el “rey de los reyes de África”, aún cuando no es un monarca (aunque bien podría serlo, ya que sus hijos lo acompañan en las funciones ejecutivas del gobierno y probablemente lo “hereden” políticamente cuando muera).

Era la primera vez, en sus 40 años de gobierno, que Gaddafi pronunciaba un discurso ante la AG. Aprovechó para atacar de forma dura a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de ONU (China, Francia, Rusia, Inglaterra y Estados Unidos) por no defender los intereses de los países del tercer mundo; Consejo de Seguridad que la propia Libia integra, como miembro no permanente, hasta fin de año, y del cual Uruguay fue parte entre 1965 y 1966.

“El veto es contrario a la Carta, no debemos aceptarlo ni reconocerlo”, aseguró. Asimismo denominó al Consejo de Seguridad “Consejo del Terror”, acusándolo de “poco democrático y dictatorial”, señaló en su crónica el periodista Alberto Armendariz, quien cubrió la reunión para el diario La Nación de Argentina.

Gaddafi habló una hora y media aún cuando la organización estableció un límite de 15 minutos por cada discurso. Su antecesor en la oratoria, el presidente estadounidense Barack Obama (al que el libio llamó “nuestro hijo”, por ser descendiente de africanos), disertó durante 38 minutos. Sin embargo, el récord lo ostenta el ex dictador cubano Fidel Castro con 4 horas y media de oratoria. Más sorprendente aún fue que, en una reunión del Consejo de Seguridad, el entonces ministro de Defensa indio Krishna Menon habló durante 8 horas. Fuera del ámbito de las Naciones Unidos, el “padre” de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, dio un discurso que duró 36 horas y 31 minutos (repartidas en seis días).

En Internet está publicada una traducción al inglés de la oratoria del libio, cuya fuente es la agencia oficial de noticias libia Jamahiriya. En la transcripción se omiten (inexplicablemente) varios tramos de la oratoria de Gaddafi, así como tampoco hay mención al momento en que el mandatario arroja al piso el texto del preámbulo de la carta magna de ONU.

El preámbulo dice que las naciones son iguales sean estas chicas o grandes. ¿Somos iguales en cuanto a los miembros permanentes (del Consejo de Seguridad)? No”, preguntó y contestó el coronel, quien señaló que desde la fundación de ONU se produjeron 65 guerras.

La situación en Medio Oriente no podía faltar. “Los árabes no tienen animosidad contra los israelíes. Son primos y quieren vivir con ellos en paz. Los refugiados palestinos deben retornar y tienen que vivir pacíficamente en un solo estado”. La solución que propone el libio es crear un solo estado denominado “Isratine” (una combinación de Israel y Palestine); el coronel se olvida que la vida de ambos pueblos es sumamente dificultosa y compleja hoy, cuando viven separados.

El sitio web de la BBC londinense publicó un artículo en el que resume en pocas palabras los 90 y tantos minutos de discurso: habló de los piratas somalíes, de la necesidad de investigar los asesinatos del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy y del líder de los derechos civiles de los negros, Martin Luther King (¡ambos ocurridos en la década del '60!), sobre el jet lag (cansancio y fatiga producido por largos viajes en avión)de los gobernantes de Oriente que llegaron a la AG, y expuso sus teorías conspirativas sobre la gripe AH1N1.

En fin, parafraseando a Enrique Santos Discépolo, la Biblia junto al calefón.

 

 

 

Licenciado en Comunicación Periodística.
Universidad ORT - Uruguay

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Publicado

2009-10-22

Número

Sección

Política internacional