Sobre Una Alianza Bolivariana Para América Latina

Autores/as

  • Luis Fernando Vargas-Alzate

Resumen

América Latina continúa siendo la región de la improvisación. Es una pena, pero hay que decirlo. E incluso, habría que insistir en ello. Una de las muestras más recientes de tal hecho es la denominada Alternativa Bolivariana para Nuestros Pueblos de América Latina (ALBA), un pacto que establecieron inicialmente el presidente venezolano Hugo Chávez Frías y el presidente del Consejo de Estado cubano de aquel entonces, Fidel Castro Ruz. 

La Alternativa se pactó en 2004 a través de un acuerdo para su aplicación, firmado por ambos mandatarios el 14 de diciembre de ese año. Dicho acuerdo incluyó 13 artículos en los que se evidenció un amplio grado de complementariedad entre ambos Estados, no sólo en el terreno económico sino también en aspectos que, de acuerdo con los supuestos establecidos, redundarían en un mejoramiento ostensible de la calidad de vida de los habitantes de ambas naciones. Incluso, desde sus orígenes, el proyecto contempló reemplazar algunas instituciones tradicionales del continente.

Posterior a la firma del primer acuerdo, gradualmente se fueron adhiriendo al proyecto otros Estados que se sintieron identificados con su particular esencia. Curiosamente, ninguno de ellos de gran trascendencia, ni siquiera en la región, dentro del ámbito de la maniobrabilidad política internacional. Primero Bolivia, el 29 de abril de 2006, luego Nicaragua, el 11 de enero de 2007, posteriormente Honduras, el 10 de octubre de 2008. Además se ratificó el ingreso de Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas durante el presente año. Por último se presentó hace un par de semanas el ingreso de Ecuador como miembro oficial del proyecto. De esta manera quedaría confeccionado lo que, en palabras de sus creadores, constituiría un desafío para vencer la imperialista idea de un Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) liderada por Washington desde los años 90.

No obstante, pocos son los resultados de la denominada Alternativa Bolivariana. Precisamente remitiéndonos al tema de la calidad de vida, no es en los miembros del ALBA en los que mejor se vive. Tan sólo esporádicas visitas por algunas de sus ciudades, reflejan que muchas son las cosas que se han quedado sobre el papel como simples compromisos y que las realidades que aquejan a varias de estas naciones siguen sin dar espera. Caracas, por ejemplo, la ciudad más importante de todas las que integran la Alternativa está en serios problemas: con un promedio superior a los 800 delitos semanales, se ha venido convirtiendo en una ciudad violenta por naturaleza. Asunto que es atribuido al fuerte descuido por parte de la fuerza pública frente al tema de la seguridad ciudadana. 

Fuentes oficiales del COPEI indican que es más la fuerza pública que se emplea para servicios de escolta que la empleada en la preservación de la seguridad y el mantenimiento del orden ciudadano. Tampoco La Habana es sitio ideal para vivir. Durante décadas se ha conocido la situación de los cubanos del común. Quienes hemos actuado como turistas nunca terminaremos de comprender lo que sienten cuando te despides de ellos en las afueras del Internacional José Martí.

La Alternativa, como proyecto de integración, no deja de ser otra de las improvisaciones que vive la región. Sin terminarse de inventar empezó un proceso de implementación que, a todas luces se presenta débil, inapropiado y traumático. Con cinco cumbres ordinarias y siete extraordinarias, hay excesivas tareas asignadas, pero muy pocos resultados a la vista. Al punto de resultar más relevante el hecho de un cambio de denominación a partir del mes pasado por parte del presidente venezolano, que cualquiera otra de sus actividades. Ya no se hablará más de una Alternativa sino que ahora, de acuerdo con Hugo Chávez –que es quien lidera, dirige y ordena el proyecto- estamos ante una Alianza Bolivariana.

Para dejar por sentado un ejemplo de la ineficacia, poca preponderancia y falta de solidez del proyecto, está el caso explícito de Honduras. Como es sabido, el pasado 28 de junio se presentó un Golpe de Estado en ese país centroamericano, miembro del ALBA. Dicho golpe expulsó hacia un país vecino (Costa Rica) al presidente titular Manuel Zelaya; hecho políticamente condenable en toda América Latina, donde no se presentaba un Golpe de Estado exitoso desde el 21 de enero de 2000, cuando fue depuesto el mandatario ecuatoriano Jamil Mahuad. Ante estas circunstancias poco ha podido hacer la Alianza, puesto que aparte de desgastarse continuamente en sesiones y asambleas extraordinarias, lo único que ha logrado es que el presidente interino (e inconstitucional) de Honduras (Roberto Micheletti) se pronuncie para expresar su deseo casi irrevocable de excluir a su país del modelo integrador. 

Además de retar a los miembros del ALBA para que ingresen a Honduras a enfrentarse con la población que le respalda en su antidemocrático nombramiento. ¿Y qué se ha hecho hasta ahora desde la Alianza? Bueno, siguen reunidos.

Pero para una mejor muestra de la improvisación dentro del ALBA, el presidente Chávez deja entrever que si desde Honduras se le sigue provocando de parte del presidente Micheletti (aunque él le denomine “goriletti” como alegoría a su apellido), es momento de considerar el envío de los Sukhoi venezolanos a territorio hondureño. Nada más disparatado que solucionar una violación política doméstica con una internacional.

La Alianza Bolivariana para América Latina no es más que un proyecto desde el cual Hugo Chávez, con sus abundantes recursos económicos, ha intentado afianzar su posición preponderante en la región desde la óptica del disimulado expansionismo venezolano y que sólo ha tenido eco en los Estados que, por uno u otro motivo, carecen de autonomía para decidir lo que hacen o dejan de hacer a nivel internacional. Al igual que en el otrora Pacto de Varsovia, La Habana, Quito, Saint John’s, Roseau, Managua, Kingstown y Sucre (La Paz) tienen un norte definido para actuar: el Palacio de Miraflores. A ello se atribuye el mayor grado de improvisación de todo el proyecto. Todos permanecen a órdenes de Hugo Chávez Frías.

Para dejar esta reflexión abierta, cada vez que pienso en la Alianza Bolivariana, desde una óptica exclusivamente geopolítica, no puedo evitar quitar de mi mente a la OTAN, el instrumento expansionista más exitoso de los últimos tiempos. El lector sabrá disculpar y entender las desproporciones de mi analogía…

*El autor es profesor de Relaciones Internacionales Latinoamericanas en la Universidad EAFIT de Medellín, Colombia. 2009

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Publicado

2009-07-09

Número

Sección

Política internacional