GARDEL EL ORIENTAL

Autores/as

  • Natalia Almada

Resumen

¿Hay quienes dicen que nació en Tacuarembó. Otros sostienen que en Toulouse. Lo cierto es que en Uruguay su figura constituye un mito cultural indiscutido. Cada 24 de junio, en nuestro país, se conmemora el aniversario de la muerte de Carlos Gardel, ocurrida en Medellín, en 1935. En el marco de una nueva Semana Gardeliana –oportunidad en la que los uruguayos rinden homenaje al máximo referente tanguero rioplatense-, Joventango organizó la charla Gardel el oriental. Corriéndole el velo a la verdad. En el encuentro participaron Andrés Parrado –un joven estudioso del tango-, Hugo Indart –experto en la vida y en la obra de Gardel- y el Licenciado en Estadística, Eduardo Cuitiño.

Muchos podrán preguntarse qué interés puede despertar la temática gardeliana en un Licenciado en Estadística. Es que a Cuitiño, según dice, le encantan los misterios. Y el que existe en torno al origen de Carlos Gardel siempre le apasionó. Así, decidió aplicar sus saberes matemáticos para procurar develarlo. El resultado lo plasmó en el libro Gardel: El muerto que habla. De acuerdo a la investigación y al método aplicado por el autor, Gardel habría nacido en Tacuarembó, en el año 1887.

A partir de fotos, documentos y estadísticas referidas a la estatura humana, Cuitiño analizó las dos hipótesis que se manejan acerca del lugar y la fecha de nacimiento del músico: Tolouse, Francia, en 1890 –como sostienen los argentinos-, o Tacuarembó, Uruguay, entre 1883 y 1885 –como se sostiene en nuestro país-.

Un parte policial de una comisaría de Florencio Varela, Buenos Aires, da cuenta de que, tras un breve arresto en 1904, Gardel fue retirado del establecimiento por un adulto. Ese dato, para Cuitiño, estaría indicando que las fechas probables de nacimiento manejadas por Uruguay –esto es, entre 1883 y 1885- serían incorrectas ya que, de ser ciertas, en 1904 Gardel habría tenido más de dieciocho años de edad, por lo que no habría sido necesario que un mayor lo retirara de una comisaría.

Luego, Cuitiño buscó fotografías correspondientes a diferentes etapas de la vida del músico y analizó estadísticamente su estatura. Fotos de la infancia, de la juventud y de la época en que se había consagrado como figura artística. Todas fueron examinadas por el matemático. Una de ellas, por ejemplo, retrata la visita del Mago a la casa de Gabriel Terra, por entonces presidente de Uruguay. Es una foto emblemática, en la cual Gardel aparece de pie junto a la chimenea de una estufa. Cuitiño gestionó un permiso para visitar la casa, que aún existe, y lo obtuvo. Así, tomando como referencia la estufa –que increíblemente perdura como entonces- pudo establecer que el músico, por aquellos días, alcanzaba una altura de 1.67 metros.

Aplicando una metodología similar a las fotografías correspondientes a otras etapas, y valiéndose de percentiles estadísticos de estatura, Cuitiño estableció que lo más probable es que en 1904 Gardel tuviera diecisiete años. En ese caso, habría nacido en 1887. Esta conclusión, según el autor, parece estar avalada por datos aportados por el propio músico en diversos documentos de la época, como pasaportes y comprobantes de compra de bienes.

Por otro lado, para establecer el lugar de nacimiento –Tacuarembó o Toulouse-, Cuitiño apeló a otra ciencia: la genética. Según el escritor, Gardel padecía una falla genética que se manifestaba en un bajo nivel de hormona masculina, lo que a su juicio explicaría, entre otras cosas, el timbre tan particular de su voz. Esa anomalía hormonal, sostiene el autor, abonaría la hipótesis de la historia de incesto que suele atribuírsele al coronel Carlos Escayola, quien habría sido su progenitor. A juicio de Cuitiño, la teoría de la existencia de una madre francesa no podría explicar aquella anomalía.

Gardel. El muerto que habla viene a sumarse a la larga lista de trabajos académicos, investigaciones históricas y novelas de ficción que existen acerca del máximo referente tanguero rioplatense. No obstante, propone un abordaje novedoso.

El trabajo de Cuitiño bien puede considerarse una muestra de que, como dice Indart, en nuestro país Gardel “da para todo” y de que aún goza de una increíble vigencia. Prueba de esa permanencia, por ejemplo, es que a todas las horas pares, todos los días del año, en Radio Clarín, durante treinta minutos canta el Mago. “Dudo que con otro artista ocurra algo similar en algún lugar del mundo”, opina Indart.

Pero a juicio del experto, el interés por la figura del mito abarca mucho más. En tal sentido, durante su exposición, Indart recordó las numerosas referencias a la figura del Zorzal que aparecen en las obras de escritores tan diversos como Julio Cortázar, Eduardo Galeano o Carlos Onetti.

Carlos Gardel no inició su carrera artística cantando tangos. Lo hizo interpretando folclore. Parrado, el admirador uruguayo de tan solo 24 años, destacó de qué manera la potencia y la nitidez de la voz del artista ya podían apreciarse en la primera de sus grabaciones. Se trata de la canción Sos mi tirador plateado, grabada en sistema acústico en 1912 por el sello Columbia Records.

Más adelante en el tiempo, y luego de su encuentro con Pascual Contursi, Gardel comenzaría a interpretar lo que a la postre lo haría inmortal: el tango canción. Mi noche triste, grabada en 1917, constituyó el punto de partida.

La vigencia de Carlos Gardel parece trascender el paso del tiempo, y hoy continúan publicándose trabajos que proponen abordajes muy disímiles acerca de su vida y su carrera artística. El libro de Cuitiño constituye un ejemplo de ello.

El 24 de junio pasado, en Radio Clarín, la voz nítida y potente de Carlos Gardel no se oyó, como siempre, a las horas pares. Se oyó durante todo el día. Hugo Indart, el experto uruguayo, opina que el caso del Mago es único en el mundo. Tal vez tenga razón.

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Publicado

2014-07-03

Número

Sección

Culturales