Un equipo de primera

Autores/as

  • Lic. Pablo Brum

Resumen

Las designaciones que ha anunciado Barack Obama para poblar su administración son excelentes. Casi nadie, ni siquiera los republicanos más partidistas, tiene de qué quejarse. El significado es claro: Obama se toma la presidencia en serio. Entre las principales elecciones que hizo, en lo que constituye un equipo de estrellas, se incluyen:

Joseph Biden como vicepresidente. Aunque esta elección data de la campaña, se hará valer realmente al comenzar el gobierno. Se trata de un senador verborrágico y divertido. Se lo conoce como un experto en política exterior, pero ha cometido errores garrafales como recomendar la partición de Iraq en tres estados y plagiar fragmentos de discursos sobre la juventud de otras personas.

Hillary Rodham Clinton como Secretaria de Estado. Se trata sin dudas de la elección más interesante. Su inteligencia es bien conocida, pero hasta el día de hoy su competencia real es un enigma. Por primera vez tendrá un cargo ejecutivo en el que demostrará su talento, o falta del mismo.

Robert Gates como Secretario de Defensa. Gates es un republicano moderado y actualmente detenta este mismo cargo. Es un ex agente de la CIA que formó parte del bache de analistas del Kremlin que se perdió por completo el desmoronamiento de la Unión Soviética a finales de los 1980s. Inicialmente se opuso a la escalada de la guerra que propulsaron el Presidente Bush y David Petraeus, pero ha sabido corregir su error. Destaca por ser el primer Secretario de Defensa en mucho tiempo que pide más recursos para otras áreas del poderío estadounidense, como la diplomacia y la reconstrucción de países amigos.

Timothy Geithner como Secretario del Tesoro. Un hombre parecido a Obama: joven y simultáneamente con suficiente experiencia e inteligencia como para tener responsabilidades. Representa, al igual que Gates, continuismo directo de la Administración Bush, ya que a partir de ahí obtuvo su actual cargo como Presidente de la Reserva Federal de New York.

Susan Rice como Embajadora ante Naciones Unidas. Rice, sin parentesco con la actual Secretaria de Estado, ya trabajó en el Departamento de Estado bajo la Administración Clinton. Presenció desde ahí el genocidio de Rwanda y se prometió a sí misma que si tuviese la oportunidad, la siguiente vez argumentaría a favor de una “acción dramática”. Su doble misión, que implica “restaurar” vínculos diplomáticos y a la vez promover ese tipo de acciones, es contradictoria y por lo tanto difícil.

Estas y otras elecciones demuestran que Obama premia la competencia y la eficiencia a la hora de gobernar, no la lealtad hacia su persona o riesgos absurdos por deseos excesivos de “change”, que lo llevasen a escoger novatos totales. El nuevo presidente no tiene problema en tener al nombre Clinton orbitando alrededor suyo, ni tampoco personas elegidas previamente por la Administración Bush que tanto detestan sus seguidores.

Es importante contradecir la concepción mesiánica que muchos tienen de Barack Obama, tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Se trata de un individuo de carácter e inteligencia extraordinarios. Esas son sus verdaderas cualidades, y serán fundamentales a la hora de gobernar. Entre las muchas falsas acusaciones que se vienen haciendo a los republicanos, hay una que es correcta: que últimamente se han mostrado hostiles a la inteligencia.

Muchas de las designaciones y decisiones del Presidente Bush, así como temas menores como la fascinación con Sarah Palin, elementos de la campaña de John McCain y la decrépita bancada legislativa del partido, son evidencia de un nudo en el que se han atado a sí mismos. Tradicionalmente, los conservadores han acusado a los “liberals” –no confundir con nuestros liberales- de dar prioridad a los sentimientos sobre la racionalidad. Según esa crítica, la izquierda estadounidense prefería hacer las cosas que se sentían bien, no las que eran correctas.

Hoy en día el proceso se ha invertido. Para muchos republicanos se siente bien apoyar a Palin como la nueva estrella del partido, o se sintió bien designar a personas como John Ashcroft al Departamento de Justicia, por su identidad religiosa. Sin embargo, son decisiones tontas que le cuestan al país. El ascenso de Obama es también el regreso de cierta sensatez en ese tipo de perspectiva. El Partido Republicano, que rápidamente se está dividiendo en palinistas y antipalinistas, tendrá estos años para decidir dónde ubicarse. El debate entre los intelectuales y los comentaristas ya ha comenzado.

Más allá de este punto que habla muy bien de Barack Obama, es necesario ver su persona y su gobierno en perspectiva. No por las famosas altas expectativas y el llamado a reducirlas -¿cuál fue el punto de elegirlo entonces?-, sino por los imprevistos que surgen por los distintos rincones del mundo.

El propio George Walker Bush lo indicó esta semana en una entrevista a Charlie Gibson, de ABC News. Cuando se le preguntó “¿Para qué estaba menos preparado? [al asumir la presidencia]”, Bush contestó:“Bueno, pienso que no estaba preparado para la guerra. En otras palabras, yo no hice campaña diciendo ‘Por favor voten por mí, tendré la capacidad de manejar un ataque’. En otras palabras, no anticipé una guerra. Los presidentes – uno de los temas de la presidencia moderna es que lo inesperado ocurrirá”.

En una era histórica notoria por su turbulencia, eso es lo que unirá las administraciones de Bush y Obama. El reciente asalto terrorista a Mumbai es un ejemplo del tipo de incidente que puede cambiar los planes o prioridades con los que alguien llega al Poder Ejecutivo, aunque en el caso particular de Estados Unidos el caso obvio es el Once de septiembre. El mundo estaba adormecido durante los 1990s, y por lo tanto Bush no pudo anticipar lo que ocurriría. Obama tampoco, pero sí tiene la ventaja de haber vivido los últimos ocho años y saber qué zonas del mundo tienden a producir problemas. ¿De qué se debe preocupar el nuevo presidente?

Rusia – el imperialismo ruso se encuentra en campaña. Sus próximos blancos se vislumbran en Ucrania y Estonia. La reducción en los precios del petróleo tendrá el efecto inverso de lo que muchos predicen, y servirá como impulsor de un mayor expansionismo. Así ha sido históricamente.

Pakistán – la situación ha llegado a un punto en el cual el país ya no es viable. En el oeste gobierna el totalitarismo islámico más salvaje, que envía ataques constantes a un Afganistán en reconstrucción. En el este, los jihadis de Cachemira hacen todo lo posible por lanzar una guerra con India. El país es un polvorín y el único donde puede darse, por citar a Tom Clancy, “la suma de todos los miedos”. Obama debe estar listo para tomar el control del país y sus bombas nucleares.

Venezuela – Hugo Chávez acaba de relanzar su campaña por la reelección ad infinitum. Tiene un historial de compras de armas, de ataques a vecinos, de apoyo al terrorismo y de provocaciones insólitas, como la reciente invitación a la decrépita armada rusa. Ahora se suma su programa nuclear. Chávez es muy amigo de Irán y observa que este último parece estar ganando la pulseada nuclear a Estados Unidos e Israel. No sería de extrañar que buscase imitar al régimen de Teherán.

Irán – Una auténtica “herencia maldita”, por usar una expresión rioplatense, de la Administración Bush. La situación no tiene opciones buenas. Todos los votantes de Obama, casi todos los países del mundo e incluso buena parte de su equipo – incluido, por ejemplo, Robert Gates- se oponen a un ataque al programa nuclear iraní, aún si proviene de Israel. Hillary Rodham Clinton lo favorecería. El propio Obama es un misterio; mucha gente cree entenderlo y “saber” que nunca lo haría, pero ha demostrado tener mayor carácter que eso.

Así termina un año histórico para Estados Unidos. Barack Obama se está preparando para el mayor reto de su vida. Al momento ha tomado decisiones excelentes, y ha conformado un equipo que lo ayudará enormemente. Los enemigos del mundo libre también se están preparando, lo cual no debe escapar a la mente de nadie.

 
Profesor Evolución Política y Económica de Asia Oriental 
Depto. de Estudios Internacionales
FACS, Universidad ORT - Uruguay

Descargas

Publicado

2008-12-04

Número

Sección

Política internacional