Se acerca el final

Autores

  • Leonardo Martín

Resumo

El próximo domingo 23 de noviembre se realizarán elecciones regionales y municipales en Venezuela. Esta elección pondrá en juego más de 600 cargos electivos, de los cuales se elegirán 22 gobernadores, 328 alcaldes y más de 200 legisladores provinciales. Sin embargo no será una elección más. Representa una nueva instancia para la oposición política al gobierno de Chávez para consolidar una alternativa de cara a terminar con su gobierno.

El Teniente Coronel Hugo Chávez Frías ansió desde muy temprano el poder. Su primer intento fue el 4 de febrero de 1992, cuando lideró un, a la postre, fallido Golpe de Estado contra el entonces Presidente Carlos Andrés Pérez. Luego de esta rebelión fue encarcelado y más tarde (en 1994) liberado por el Presidente Carlos Pastrana.

La calamitosa gestión de ambos presidentes mencionados, la corrupción, la falta de estabilidad política y económica y el hartazgo hacia un sistema enfermo de demagogia y clientelismo, le dieron una segunda oportunidad a Chávez, quién, esta vez en elecciones libres logró un triunfo arrollador. Un 56% de los venezolanos lo eligieron presidente creyendo en su promesa de encabezar una revolución, la “Revolución Bolivariana”. Sin embargo, ni bien asume, el 2 de febrero de 1999, llama a plebiscito para reformar la Constitución, comenzaba la revolución con una premisa clara: perpetuar al líder en el poder.

El gobierno de Chávez generó diferentes instancias para legitimar su poder a través de innumerables instancias electorales. El primer intento de la oposición tuvo lugar en 2002, cuando el presidente de FEDECAMARAS, Pedro Carmona lidera un intento de Golpe de Estado y logra, junto a algunos militares, separar a Chávez del poder por unas horas. No obstante, más tarde, las Fuerzas Armadas rechazan la legitimidad de Carmona y se solidarizan con Chávez, quien venía haciendo un gran esfuerzo por armar su ejército y generaba innumerables lealtades en los altos mandos militares.

La oposición vuelve a la carga en 2004, logrando las firmas para un referéndum revocatorio, que Chávez vuelve a ganar esta vez por el 58% de los votos, en medio de denuncias de fraude y promesas de apelación de los resultados. Finalmente, en 2006, Chávez llega a la cima de su poder y su “proceso de revolución” está en la cúspide cuando obtiene nuevamente la victoria en elecciones presidenciales abiertas. Podríamos decir que éste es el principio del fin.

En efecto, luego de este triunfo arrollador (62% de los votos con una participación récord de 75%) y con el valor del petróleo registrando valores históricos, Chávez despliega todos sus dislates que lo llevan a desarrollar un gobierno de neto corte populista – autoritario. Es durante 2007 que decreta el cierre de Radio Caracas Televisión, se hace otorgar potestades especiales para llevar al país al “socialismo”, propone una importante devaluación de la moneda, intenta la mediación con las FARC para liberar rehenes, se va de la CAN, del acuerdo con Colombia y México para pedir pase para el MERCOSUR y, como clímax de esta escalada, propone la reelección indefinida como forma de perpetuarse en el poder pero por la “vía democrática”. Una especie de gobierno “autoritario democrático”, que, seguramente en su embriaguez, sintiera que superaba a regímenes como el de Castro, en Cuba. Todo esto, claro está, en medio de acusaciones al Presidente de Estados Unidos (su principal cliente), de proclamar amistad eterna a Irán (que difícilmente supiera donde queda Venezuela), comprando armas (¿de última generación?) a Rusia y buscando por todos lados un enemigo que sea funcional a su retórica populista y payasesca, pero con la convicción de que era necesario encontrar amenazas que le permitieran mantener su dudoso protagonismo externo y la distracción del pueblo.

El 2 de diciembre de 2007, la reelección indefinida fracasa en las urnas y Chávez  recibe su primer revés electoral culpando a los enemigos invisibles del populismo y exonerando al pueblo de la responsabilidad. Asume los resultados como si se tratara de una hazaña de su parte acatar la voluntad popular. Los venezolanos enviaron una alerta. Estuvieron 8 años esperando la “revolución bolivariana” que solo era realidad en “Aló Presidente”. Se perdieron la oportunidad de aprovechar la racha histórica de los precios del petróleo para realizar importantes obras de infraestructura, para reestructurar una economía atrasada y dependiente del petróleo, para modernizar al país y a sus instituciones. Chávez estaba preocupado por armar a su ejército para luchar una guerra que buscaba por todos lados y de derrochar el dinero que obtenía del petróleo actuando como un Santa Claus caribeño, regalando petrodólares para cuanto proyecto encaraban sus amigos socialistas en todo el continente.

Las elecciones del próximo 23 de noviembre, seguramente, no cambiarán demasiado el mapa político del país. Chávez seguirá gobernando en la mayoría de los distritos electorales (aunque es probable que pierda varios y algunos de ellos de importancia), su mandato aún se extiende hasta 2012 y seguirá esperando la oportunidad de colar el tema de la reelección indefinida por algún lado. Sin embargo, es muy importante lo que se juega en estas elecciones en dos planos aparte de los resultados concretos.

Por un lado, la oposición política de Chávez se juega una nueva instancia de consolidación. Una nueva oportunidad para luchar contra los discursos incendiarios del Presidente que no conoce límites en cuanto a la intromisión en temas políticos y que cuenta con el silencio de la autoridad electoral que nunca encuentra mérito para llamarle la atención por tales intervenciones, muchas de ellas disparatadas. Pero también una oportunidad para luchar contra el desinterés y la desidia electoral de los venezolanos que, con su abstención, pueden darle al Presidente, sin quererlo, un respaldo que él sabrá utilizar muy bien. La oposición debe convencer a la población de que representa una opción.

Por otro lado, los venezolanos tienen la oportunidad de comenzar a recorrer un camino distinto. Ya lo iniciaron el 2 de diciembre de 2007, con el rechazo de la enmienda constitucional propuesta en esa instancia, pero deberán continuar participando y protagonizando una silenciosa marcha que exija a la oposición la seriedad y la alternativa que no ofrece Chávez. Los venezolanos deben reclamar que el líder de esta oposición, como parece perfilarse el Gobernador de Zulía, Manuel Rosales, dé las garantías necesarias a una población cansada de corrupción, promesa fácil y falta de seriedad y compromiso con la construcción de una sociedad moderna y desarrollada.

Mucho camino le queda por recorrer a los venezolanos para terminar con un episodio olvidable de su historia, sin embargo, la baja del precio del petróleo a nivel internacional, la salida de su principal enemigo imaginario de la Casa Blanca y la incipiente madurez política que comienza a adquirir la oposición política, entre otros factores, dan la pauta de que se acerca el final para Chávez. Cabe esperar que, cuando ocurra, represente un nuevo comienzo para el pueblo de Venezuela.


Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Departamento de Estudios Internacionales.
FACS - ORT

Publicado

2008-11-20

Edição

Seção

Política internacional