Surrealismo Americano

Authors

  • Maria L. Fornella

Abstract

En una de las campañas electorales mas parejas de la historia de este país, Barak Obama y John McCain se enfrentaron el viernes pasado en lo que fue el primero en una serie de cuatro debates presidenciales.

El contexto no podía haber sido mas surrealista. En un gesto impulsivo que tomó a todos por sorpresa e irritó a muchos, dentro y fuera de su partido, el día anterior McCain había anunciado la suspensión de su campaña electoral para volar a Washington y colaborar en las negociaciones entre la Casa Blanca y el Congreso para implementar el Plan de Rescate del sistema financiero propuesto por Hank Paulson, el Secretario del Tesoro (equivalente al Ministro de Finanzas).

McCain también había propuesto el aplazamiento del debate presidencial, pero Obama, posiblemente con la Universidad de Mississippi, la Comisión de Debates Presidenciales y los medios de comunicación de su lado, lo había rechazado. A último momento, el presidente Bush invitó a ambos a participar en la sesión de negociaciones en la Casa Blanca del jueves que debería haber resultado en el anuncio de un acuerdo sobre el Plan de Rescate. Sin embargo, esto no pudo ser. Aparentemente, los Republicanos de la Cámara de Representantes, a diferencia de la mayoría de Senadores Republicanos, no estaban de acuerdo con el Plan, y usaron esta ocasión, con McCain presente, para anunciarlo.

Todavía no queda bien claro cual era la intención exacta de McCain, pero no quedó claro porqué razones trató de mezclar intenciones políticas electorales con la resolución de la crisis financiera, de la cual no había sido parte, ya que ni pertenece a los comités pertinentes en el Senado, ni sabe del tema. Nada menos que el Wall Street Journal, uno de los periódicos más conservadores, lo acusó de usar la crisis financiera para generar atención, ganar puntos políticos y dominar los titulares con su activismo inusitado. Fue una acción populista que no le generó las ganancias esperadas, y McCain cambió de táctica otra vez, anunciando el viernes de mañana que sí participaría en el debate.

Tal fue el marco de fondo para el debate, y las correspondientes expectativas que originó, eran que el candidato se vería cansado y con poco ánimo al presentarse esa noche en "Old Miss", ante los millones de espectadores que lo mirarían por televisión alrededor del mundo. Sin embargo, John McCain tuvo un buen debate, no perdió ni el hilo ni los estribos, y atacó a Obama con habilidad, poniendo al demócrata a la defensiva más de una vez. Las encuestas más tarde dieron como ganador del debate a Obama, si bien por un margen pequeño.

No está claro si ese resultado no fue más el producto de la semana entera que había tenido una secuencia desastrosa para McCain. Primero, en un aviso publicado por la campaña Obama, se le habia visto afirmando, sólo una semana antes de la crisis de Wall Street, que los “pilares de la economía estaban sólidos”. Una vez que su error fue expuesto, su reacción fue salir con los puños en alto acusando primero a Obama y a los Demócratas por la crisis y, finalmente, a todo Washington exigiendo la dimisión de Christopher Cox, jefe de la Security and Exchange Commission, la agencia ejecutiva que supervisa Wall Street, y aun de Hank Paulson. Esto cayó mal en todos los frentes: para cambiar otra vez los titulares negativos, McCain decidiría irse para Washington en su papel de salvador. Cuando eso tampoco funcionó a su favor, se unió al debate a último momento.

El primer debate tenía como tema la política externa pero, como era de esperarse, el moderador Jim Lehrer (The Newshour, PBS) dedicó la primera parte a la economía. Obama explicó con frases precisas y claras cuál era su posición con respecto al Plan de Rescate. Lo importante, dijo, era devolver la liquidez y la confianza a los mercados. Pero la legislación tendría que incluir elementos de protección a los contribuyentes (ya que se iba a financiar con ingresos tributarios), asistencia a los propietarios de viviendas con dificultades para pagar sus préstamos hipotecarios, y con límites en la compensación de los Jefes Ejecutivos responsables de las instituciones en quiebra. McCain no respondió directamente, sino que viró rápidamente hacia su tema favorito en lo que hace a la economía: un ataque a las estipulaciones para la asignación de fondos de proyectos clientelistas (“pork barrel earmarks”) que favorecen a uno u otro estado y que en los legisladores comúnmente agregan a los proyectos de ley como condición de darles su aprobación. Si bien Obama insistió mas de una vez que la suma correspondiente a esas asignaciones era ínfima (18 mil millones el año pasado), comparada con los setecientos mil millones de dólares del Plan de Rescate, y que, por lo tanto, éste ultimo era el tema a discutir, no hubo caso. McCain insistió en argumentar sobre temas menores y en acusar a su contrincante de ser un “liberal” que trata de solucionar todos los problemas con más gastos y más impuestos para los contribuyentes. Así, el debate sobre la economía fue descarrilado hacia el tema preferido de McCain y las aportaciones de trascendencia fueron casi nulas.

El debate cobró más interés y energía cuando se discutieron temas de política externa. Si bien Obama no tuvo grandes oportunidades de destacarse, quedaron claras las diferencias filosóficas y de estilo entre los dos candidatos. Una vez más, fue evidente que McCain domina el tema, pero que prefiere la guerra a la diplomacia. Obama pasó el test de Comandante en Jefe, desplegando conocimientos y cordura, pero no se defendió suficientemente cuando McCain lo acusó de no haber apoyado el último aumento de tropas a fines del 2007 en Irak, el cual, según McCain, ha determinado la paz en el área y la victoria para Estados Unidos. Obama señaló qu,no obstante lo que esté pasando ahora, ya hace cinco años que comenzó la guerra, Estados Unidos ha perdido cuatro mil vidas, sigue gastando diez mil millones por mes en Iraq, y no ha avanzado en la verdadera guerra contra el terrorismo que es la que se está librando en Afganistán. Pero podría haber sido más terminante, y no lo fue. Como comentó Maureen Dowd del New York Times, la posición de McCain, quien apoyó la guerra en Irak y previó una victoria rápida con mínima pérdida de vida, es equivalente a la del pirómano que se congratula a si mismo por haber apagado el incendio que ayudó a causar. De todas formas, tanto Bob Woodward que acaba de terminar su cuarto libro (La Guerra Interna) sobre Irak, como el General Petraeus que comandó el aumento de tropas, se niegan hoy por hoy a usar la palabra “ victoria” y advierten que la situación en Irak sigue siendo sumamente precaria y la paz frágil. Por lo tanto, es posible que el tema resurja en las próximas semanas. En resumen, si bien el debate no tuvo momentos memorables, ambos candidatos tuvieron sus pequeños triunfos y ambos demostraron tener estatura presidencial.

Mas allá de la probable desilusión que un debate un tanto opaco tuvo sobre el electorado, para el observador político está surgiendo "gestalt" fascinante, que se manifiesta en el ambiente enrarecido, casi surrealista, que se vive hoy en este país.

Tomemos nota: no solamente existe la posibilidad de que un candidato bi-racial de 47 años gane la presidencia de los Estados Unidos, o que una mujer sin trayectoria política sea elegida vicepresidente de un hombre de 72 años, sino que le ha tocado al partido Republicano tomar medidas para rescatar la economía que muchos han llamado Socialistas. El término “Socialismo” en este país tiene todavía hoy, connotaciones negativas de proporciones casi bíblicas. Representa la encarnación del Mal en el gobierno de un país. Y que se le aplique al Plan de Rescate que el gobierno conservador va a implementar para rescatar al Capitalismo de Wall Street, es una distorsión tan grande que resulta muy difícil de explicar a los extranjeros, pero que tiene un potencial político populista enorme en este país, y que está siendo explotado por la rama más derechista del partido Republicano.

Así fue cómo, en este contexto de “mundo bizarro”, el Plan, concebido por Hank Paulson, Secretario del Tesoro del gobierno Republicano, y hasta hace dos años, Jefe Ejecutivo de Goldman Sachs (una de las instituciones que el plan tendrá que rescatar), tuvo el apoyo de los Demócratas y de algunos Republicanos en el Congreso, pero fue al principio rechazado por los Republicanos de la Cámara Baja, en total rebeldía contra su propio partido.

Si a esto le sumamos el hecho de que en los últimos ocho años de dominio Republicano se ha producido la expansión más grande del gobierno desde la Segunda Guerra Mundial, indudablemente debemos concluir que lo que está sucediendo es un cambio paradigmático en la ideología conservadora. Ya no es más la histórica ideología de gobierno limitado de John Locke y Adam Smith, sino un nuevo Leviatán al mejor estilo Hobbesiano, con algunas características del “1984” de George Orwell: un nuevo y poderoso movimiento que quiere usar al gobierno como instrumento del Capitalismo, en lo doméstico y también en lo internacional, que se arriesga a violar la sacrosanta Constitución, espiando a sus propios ciudadanos y torturando a los prisioneros de guerra, con el fin de proteger la seguridad y los intereses nacionales. Si bien ya tuvimos en los años setenta una breve sinopsis de esta ideología Neo-conservadora en el gobierno de Richard Nixon, George W Bush y Dick Cheney la han perfeccionado y amplificado en gran forma. La gran interrogante es cómo gobernaría el presidente McCain, una vez elegido. ¿Sería fiel a la retórica populista del candidato McCain, procediendo a reducir el rol del gobierno a un mínimo? ¿O continuaría en el mismo curso trazado por este gobierno? A juzgar por sus ideas intervencionistas y bélicas en política externa, esta última alternativa parece la más probable.

Senior Lecturer, Department of Political Science and Geography Director, ODU Model United Nations Program Old Dominion University, Norfolk, Virginia

Published

2008-10-03

Issue

Section

Política internacional