Aniversario de León Tolstoi (1828-1910) MUCHO MÁS QUE LITERATURA

Authors

  • Prof. Agustin Courtoisie

Abstract

El 9 de setiembre de 2008 se cumplieron 180 años de su nacimiento. Y pueden encontrarse otros tantos motivos para leerlo, acaso con la misma pasión con la que él escribía.

Aristócrata, con tintes anarquistas y liberales, educador utópico, mujeriego y aficionado a la bebida, altruista y hombre religioso, Tolstoi proviene de un tiempo en que la literatura no era un juego intelectual sino una herramienta para describir y entender el mundo. No solamente “La guerra y la paz” (1865-1869) es el título de una de sus novelas más conocidas, sino un adecuado rótulo de la peripecia de su alma. Una atormentada alma rusa, por cierto.

Su participación como oficial de artillería en alguna de las guerras de su época, y en parte también las andanzas y las metamorfosis de una vida tan contradictoria como espléndida, le conducen a expresar en su “Confesión”(1882): "No puedo recordar aquellos días sin sentir horror, aversión y dolor. Maté a personas en la guerra, desafié a hombres en duelos con el fin de matarlos y perdí en el juego de cartas; despilfarré los frutos del incansable trabajo de los campesinos y después los mandé a ejecutar. Fui un fornicador y un tramposo. Mentiras, robos, promiscuidad de todo tipo, embriaguez, violencia, asesinato: no hubo crimen que no cometiera".

Autor entre muchas otras obras de “Ana Karenina” (1875-1877), “La muerte de Iván Ilich” (1887), “La sonata a Kreutzer” (1889) y “Resurrección” (1899),  Tolstoi se arrepintió de la forma en que había vivido pero al parecer no logró nunca equilibrar su existencia. Recomendaba el ascetismo y deseaba compartir sus bienes con los campesinos pero de hecho, en muchas ocasiones, se comportaba tal como era previsible por su origen social noble.  Predicaba la abstinencia sexual, pero esa perspectiva la adoptó sobre el último tramo de su vida, después de transitar largas décadas sin aceptar límites. De todos modos, hay algo auténtico en cada uno de los actos de su vida, en realidad completamente lejos de la impostura que podría conjeturar un observador apresurado.

El último 9 de setiembre, la Embajada de Rusia en el Uruguay conmemoró el aniversario del nacimiento de Tolstoi, y la representante de la Academia Nacional de Letras, profesora de filosofía Angelita Parodi, recordó su vida y su obra, con aciertos inusuales en las piezas oratorias de circunstancia.

Por un lado, en relación con las preocupaciones pedagógicas, Parodi manifestó que “…en los cursos en los que me formé como docente, León Tolstoi dejó una impronta imborrable en la generación en que me tocó vivir”. Y especificó luego: “En los cursos de Magisterio realizados en los Institutos Normales de Montevideo, que trataban de la historia de la educación, encendió la llama educativa el estudio de la hermosa experiencia  que realizara Tolstoi al crear en su ciudad natal Iasnaia Polaina una escuela para niños pobres. Una escuela idílica, donde los niños gozaban de total libertad desarrollando sus aptitudes en contacto con la naturaleza, sin régimen de premios ni castigos”.

Podría apuntarse, aunque esto no lo afirmó la profesora Parodi, que es posible que esas ideas educativas de Tolstoi hayan inspirado el proyecto de “Parques escolares” de Carlos Vaz Ferreira.   

En segundo lugar, y en relación con el carácter pionero del pensamiento filosófico de Tolstoi, implícito en algunas de sus obras, la representante de la Academia Nacional de Letras recordó haber tomado contacto en  el Instituto de Profesores “Artigas” con  el magistral relato “La muerte de Iván Ilich”: “Coincidía el tiempo de nuestra formación con la expansión de las filosofías de la existencia, aquellas doctrinas que, ya fuere profundamente religiosas, o ateas o meramente agnósticas, señalaban como una de las irreversibles condiciones del hombre su finitud, su ser para la muerte, su responsabilidad en la elección de su proyecto, su desamparo”.

Cabe consignar aquí también lo que muchos comentaristas ya han señalado en numerosas oportunidades: la influencia de Tolstoi trasciende largamente el campo de las letras, desde su carácter inspirador de los métodos pacíficos de Gandhi, hasta las bases filosóficas del pensamiento anarquista y, en particular, del naturismo libertario.

Por ejemplo, Tolstoi decía que “…un hombre puede vivir y estar sano sin matar animales para comer; por ello, si come carne, toma parte en quitarle la vida a un animal sólo para satisfacer su apetito. Y actuar así es inmoral”.

En un contexto diferente, Mario Vargas Llosa ha opinado sobre León Tolstoi usando argumentos que invitan a la lectura de ese ruso genial, pero también a advertir que la propia literatura repercute mucho más allá de sí misma. Sobre “La guerra y la paz”, el escritor peruano sostuvo en su libro “La verdad de las mentiras”: “la novela tolstoiana es un gran fresco de la sociedad rusa decimonónica, una recreación épica –maravillosamente falaz, para ilustrar una teoría de la historia tan imaginativa como la invención novelesca– de las guerras napoleónicas”.

Y más adelante, explica por qué las obras de los grandes autores son siempre mucho más que literatura: “Los lectores de Cervantes o de Shakespeare, de Dante o de Tolstoi, nos entendemos y nos sentimos miembros de la misma especie porque, en las obras que ellos crearon, aprendimos aquello que compartimos como seres humanos, lo que permanece en todos nosotros por debajo del amplio abanico de diferencias que nos separan. Y nada defiende mejor al ser viviente contra la estupidez de los prejuicios, del racismo, de la xenofobia, de las orejeras pueblerinas del sectarismo religioso o político, o de los nacionalismos excluyentes, como esta comprobación incesante que aparece siempre en la gran literatura: la igualdad esencial de hombres y mujeres de todas las geografías y la injusticia que es establecer entre ellos formas de discriminación, sujeción o explotación”.


*Profesor de Cultura y sociedad contemporánea.
Depto de Estudios Internacionales
FACS – ORT Uruguay

Published

2008-09-18

Issue

Section

Culturales