RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIA EN LA GLOBALIZACIÓN: Algo que vino para instalarse

Autores/as

  • Prof. Alejandra Tagliani

Resumen

La noción de responsabilidad social empresaria o corporativa -(como se la denomina en los países anglo-sajones)- viene resonando con intensidad en los últimos años. ¿De dónde proviene el término? ¿Existe un consenso acerca de su significado? ¿Cómo se gesta este nuevo fenómeno?

Al igual que otros tantos fenómenos que rodean y permean la sociedad a la que pertenecemos, la RSE se gesta con el fin último de otorgarle a las entidades empresariales mayor participación en las socieda donde operan debido, en gran parte, a la incapacidad del Estado para dar respuestas a las diversas y acuciantes problemáticas sociales de nuestras sociedades. Problemas sociales que, por otra parte, si bien no son iguales en todas las regiones, muchos de ellos comienzan a parecerse en diversos países del mundo ya que, al menos parcialmente, emergen como consecuencia de lo que actualmente llamamos globalización.

La idea central de la globalización es que estamos ante la creciente importancia de un nuevo “sistema global”, con vida y lógicas propias,  que es independiente –(cuando no se contrapone)- a las dinámicas de las sociedades estrictamente nacionales. En el sistema globalizado se conjugan de manera compleja procesos y estructuras de dominación y apropiación, integración y contradicción, soberanía y hegemonía. Si bien, las sociedades nacionales continúan teniendo vigencia, la lógica estrictamente nacional no logra dar cuenta, tanto en los aspectos empíricos, metodológicos, históricos y teóricos de la totalidad de la realidad en la que se insertan individuos, instituciones u organizaciones empresariales en el mundo de hoy.

Estas nuevas limitaciones del Estado-Nación y el conjunto de cambios estructurales, económicos, políticos y sociales que se vinculan a la nueva instancia globalizada, han marcado la historia reciente de los países latinoamericanos. Su funcionamiento económico, por ejemplo, se ha tornado mucho más vulnerable a las circunstancias externas; el funcionamiento del comercio mundial, las innovaciones tecnológicas importadas o los flujos de capitales provenientes del exterior son hoy decisivos para cualquier economía nacional. En aspectos sociales, la brecha de la desigualdad social parecería que no ha hecho más que “agrandarse” en las últimas décadas acarreando, situaciones de extrema pobreza, indigencia o exclusión social que antes, o bien no existían o bien no detectábamos.

Entretanto, en las últimas décadas, ha cobrado fuerza una corriente académica que intenta explicar que el desarrollo de las naciones se relaciona estrechamente con la cultura. Bajo este manto, se revitaliza la propuesta de Max Weber acerca de la relación entre valores y desarrollo; la cultura importa en el desarrollo de una nación, región o sociedad. Ya lo plantearon Samuel P. Huntington y Lawrence E. Harrison en su publicación “La Cultura es lo que importa”: “Definimos la cultura en términos puramente subjetivos como los valores, actitudes, creencias, orientaciones y suposiciones subyacentes que prevalecen entre las personas que conforman una sociedad”.

Cultura, entonces, entendida como un elemento integrador entre los actores que participan de una sociedad y que determina, en último término, el éxito de la misma. Las instituciones entre las cuales la empresa cumple hoy un papel destacable en el pleno desarrollo de una nación, han ido incorporando en su ideología un sentido cultural que les permite asumir de manera más consciente un mayor papel social.

Constituye un ejercicio intelectual y académico relevante retrotraerse históricamente en el tiempo para comprender cuál ha sido el papel del sector empresarial a nivel societal y así poder vislumbrar el porqué este entorno globalizado ha motivado a dicho sector a asumir un papel más activo que en el pasado.

“Solidaridad”, vínculo problemático que asegura la complementariedad de los componentes de una sociedad, proponía mile Durkheim, constituye básicamente la modalidad en que las empresas se han manifestado, antiguamente, para brindar suayuda a los integrantes de la comunidad.

Ahora bien, en las sociedades modernas la tendencia constante es la complejización de las relaciones, donde coexisten simultáneamente fenómenos de individualidad y cooperación, tan opuestos entre sí. Frente a esta nueva realidad, ¿es suficiente ese grado de vinculación entre el sector empresarial y la sociedad? O ¿será la hora de que las organizaciones empresariales asuman un mayor rol en la dinámica economía-estado-sociedad?

Este repensar las relaciones sociales, no proviene únicamente del sector empresarial, el tercer sector y la sociedad en su conjunto presionan en tal sentido. La perspectiva de la responsabilidad social empresaria persigue, como fin último, un desarrollo sostenible a través de prácticas obligatorias y voluntarias orientadas a promover la satisfacción de las necesidades sociales de los integrantes de la organización empresarial y de los miembros de su comunidad.
 
Desde una percepción intra-empresas, este movimiento suele conjugar una perspectiva altruista o filantrópica, en donde la empresa reconoce su impacto en la sociedad y el medio ambiente e intenta reducirlo con la máxima de que “el desarrollo sostenible es misión de todos”, (aunque difícilmente encontremos esta perspectiva en su estado más puro). Desde una óptica más racional, la empresa entiende que un comportamiento socialmente responsable será una inversión estratégica que redundará en la creación de beneficios futuros. Indiscutiblemente, a ello se suma un cambio en la mentalidad de las élites empresariales, quienes son cada vez más conscientes de los dilemas sociales que apremian a las sociedades donde operan.

Uruguay, si bien no es un pionero en la materia, viene produciendo un conglomerado, tanto teórico como empírico,, que permite situarnos a la par de muchos países latinoamericanos. Por ende, el poder visualizar el beneficio social que este tipo de fenómenos otorga, no debería hacerse tardar y debería hacernos reflexionar a cada uno de nosotros, desde el papel que ocupemos en la sociedad, las cuestiones sociales, en definitiva, son “cuestión de todos”.

 

 
Prof.  de Metodología de la Investigación
Depto de Estudios Internacionales
FACS – ORT Uruguay

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Publicado

2008-06-05

Número

Sección

Enfoques