La era de la confusión
Resumen
Cuantas veces hemos escuchado la palabra “posmodernidad”. Pensemos cuantas veces hemos calificado un hecho de posmoderno, cuantas veces hemos leído conceptos, crónicas, comentarios, que dividen lo anterior de lo actual, y a esto lo llaman la posmodernidad.
Pretendo en estas líneas introducir esta discusión de la que anuncio nuevos capítulos más específicos y con abordajes más “científicos”. Baste por ahora el enunciado del problema tal como yo lo veo.
Cuando hablamos de la Modernidad occidental, por lo menos, aquellos que nos dedicamos a las ciencias sociales, nos referimos a un tiempo histórico, marcado, con trazo muy grueso, por tres acontecimientos que dieron base a esa nueva época. Nos referimos a la ocurrencia del Renacimiento y del Humanismo, al Descubrimiento de América y a la Reforma Protestante. Todo esto sucedía por allá por los siglos XV y XVI y se extendería a los siguientes siglos, para, en el siglo XVIII, tomar plena conciencia de esto y establecer, por parte de los filósofos, la estructura del mundo, tal como venía gestándose desde (años más, años menos) el 1500.
Esta estructuración de nuestra época moderna, surge como una explicación racional para canalizar en la conciencia los cambios que ocurrían y que eran notorios a lo largo del período señalado. Se terminaba, entonces, la “Edad Media”, la oscuridad, en donde la explicación estaba dada por Dios, por lo divino y todo el mundo conocido estaba bajo el cuidado y con el diseño del Supremo. Venía la “modernidad”, esta época en donde triunfa la razón y el discernimiento humano, donde nacen los principios democráticos, donde aparecen las libertades individuales, Más adelante, la revolución industrial, el consumo y un largo etcétera que quienes vivimos en esta época que es la de nuestros padres, abuelos y varias generaciones hacia atrás ya conocemos.
¿Que se logró? A partir de la caída por la vía de los hechos de las certezas establecidas en la edad media, se lograron establecer las certezas del mundo moderno. Y este es el punto central de mi discurso. La historia del ser humano está conducida por la búsqueda de certezas. Certezas que están dadas a través de la fe, de la filosofía, de la ciencia, en fin, de cualquier Discurso que logre dar una explicación integrada de la realidad.
En la actualidad, vivimos otro de esos momentos de cambio, es decir, de cuestionamiento de las certezas que hoy tenemos. Es por eso que llamamos a este tiempo “la era de la confusión”. Es porque estamos viviendo en un mundo que está cambiando. Cambian las explicaciones de las cosas, cambia la sociedad, la familia, la religión, en fin, todo lo que conocemos, está cambiando. Lo hace al influjo del desarrollo de las comunicaciones, del cambio climático, del desarrollo productivo, pero a una velocidad insospechada.
Como hacer para, coincidiendo con Eric Hobsbawm, explicar la inmensa cantidad de cambios que se han producido a partir, por ejemplo, de la caída del muro de Berlín y por lo tanto de la terminación del mundo bipolar, que tan bien estábamos acostumbrados a interpretar y que tanta certeza nos daba (a pesar de las inquietudes). A partir de ese momento (para nosotros, aunque la posmodernidad puede ubicarse también a partir de los acontecimientos culturales del 68 o a partir de los atentados del 11 de setiembre. En todo caso, como todas, las fechas son arbitrarias para dividir procesos históricos, pero necesarias para dar un marco adecuado), comienza a sentirse en Occidente la falta de certezas.
Pero, asimismo, cómo hacer para no buscar explicaciones y comenzar a establecer anuncios, interpretaciones, predicciones de lo que vendrá. Es por eso que en estos tiempos, si recorremos las librerías, si leemos las sesudas columnas de los periódicos, las noticias y los dossier de los más destacados medios del mundo o si escuchamos a los más brillantes pensadores contemporáneos, estos estarán enfrascados, un día sí y el otro también, en dar explicaciones y transmitir certeza, no tranquilidad (no es buscada).
Es así que asistimos, en menos de 20 años al “fin de la historia”, a un “choque de civilizaciones”, a nuevos ordenes globales, a la hegemonía total de Estados Unidos y a la desaparición de la misma, a guerras televisadas y otras silenciosas, pero mucho más crueles, a la llegada de China como nueva potencia mundial, a una Europa expectante (o dubitativa?) acerca de su papel en los asuntos internacionales, etc.
Entiéndase bien, no estamos rechazando por completo estos planteos (aunque ya plantearemos algunos reparos con algunos de ellos). Este es, sin duda, el rol de los intelectuales e incluso de todos aquellos que, como nosotros, estamos inquietos por lograr “entender el mundo” si es que eso fuera posible. Todos, seguramente, de manera más o menos comprometida, hacemos estos intentos más o menos eruditos. Pero en todo no parece descabellado afirmar que, con toda certeza, hoy reina la confusión.
Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales. FACS - ORT
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