Una mala elección para los Demócratas

Autores/as

  • Lic. Pablo Brum

Resumen

La elección de Hillary Rodham Clinton o Barack Obama a la presidencia sería calamitosa para la democracia estadounidense. Para cada candidato hay un par de razones idénticas que explican por qué.

La primera razón es que las políticas que proponen –y ambos proponen lo mismo- no son acertadas. Esto engloba varias issues, pero he aquí algunas:

  • Garantizar que durante sus administraciones no se reformará la Social Security Administration, el inmenso complejo de subsidios sociales que constituye el núcleo del Estado de bienestar en ese país. Al contrario de lo que indica la propaganda antiestadounidense, ese país no gasta la mayor parte de su dinero en temas militares: el 41% del presupuesto federal se dedica a la seguridad social. Este programa está consumiendo cada vez más del ingreso de los estadounidenses, lo cual debilita su economía.

 

  • Aumentar los impuestos, supuestamente sólo a “los ricos”. En primer lugar, como explicó cortantemente Milton Friedman, todo aumento de impuestos es malo. La razón es sencilla: significa que hay menos dinero circulando en manos de sus propietarios en el mercado. En consecuencia, hay menos consumo, menos inversión, menos comercio y, en definitiva, menos riqueza. En segundo lugar, la idea de que los ricos pagan menos impuestos en Estados Unidos es ridícula. Se trata de otro dato oculto tras la propaganda, una verdad inconveniente: el 10% más rico paga el 68% de los impuestos, mientras que el 50% menos rico paga el 3,3%.
  • Retirarse de Iraq. Aunque es cuestionable que cualquiera de los candidatos esté siendo honesto en sus arengas “retiristas”, el hecho es que se han comprometido a “terminar” la guerra en Iraq. Justo cuando el gobierno de Bagdad funciona de forma más decente que cualquiera de la región excepto Israel y Turquía, y cuando la violencia ha decrecido dramáticamente, la propuesta es retirar las tropas y permitir que el gobierno iraquí sea agobiado por la violencia. Adicionalmente, el prestigio de Estados Unidos quedaría en ruinas.

 

  • Expandir el papel del Estado en lo que aquí llamamos orwellianamente “salud pública”. Ambos candidatos proponen programas de expansión del gasto estatal en este rubro por varios millardos de dólares. Hillary Rodham Clinton, en particular, piensa obligar por ley a todo estadounidense a buscarse un seguro médico, aún si no quiere.
  • Desmantelar el libre comercio. Ambos candidatos coinciden en que el libre comercio es malo, a pesar de la cuantiosa evidencia teórica y práctica que demuestra lo contrario. Ambos candidatos aseguran a sus seguidores sindicales que no firmarán un solo tratado de libre comercio más. Peor aún, ambos han prometido “revisar” el NAFTA-TLCAN, una posición vergonzosa e indigna de Estados Unidos. Al menos en este aspecto Uruguay no se debe preocupar, ya que decidió por su cuenta perderse ese tren que ya ni pasará.

 

La lista de políticas equivocadas que proponen ambos candidatos continúa. En general están teñidas de la misma virulencia particularmente estadounidense que ha marcado las campañas presidenciales del Partido Demócrata: las identity politics¿Qué es peor: ser racista al no votar por Obama o ser machista o misógino al no votar por Hillary? ¿Es Obama suficientemente “negro”? ¿Si una persona de tez blanca critica a Obama, es porque es racista? ¿Al constituirse un obstáculo en la imparable campaña de Barack Obama, no es la campaña de Hillary racista en sí? Al despedir Hillary a su jefa de campaña de etnia “latina”, ¿pierde automáticamente el voto “latino”? ¿Si una mujer no vota por Hillary es una traidora a sus “hermanas”? ¿Si una persona de tez negra no vota por Obama, es un traidor a sus “hermanos”? ¿Qué puede hacer una mujer de tez negra?

Todas estas preguntas no son inventadas: se ven cada día en la prensa y la televisión estadounidense, envenenada por una herencia que data de décadas depolitical correctness y sociología disparatada.

La segunda razón por la que Hillary y Obama son malos para la democracia estadounidense es que históricamente son pésimos candidatos. La primera nunca sostuvo un cargo electo hasta el año 2000. En esa ocasión, lo logró solamente mudándose a New York, de modo de poder registrar su residencia ahí y postularse al Senado. Es un indicador temprano y suficiente de lo que significa el poder para ella. Su campaña entera se basa en su supuesta “experiencia” en la Casa Blanca. Nunca antes en la historia de ninguna democracia avanzada una persona que apenas había sostenido un cargo ceremonial, como es el de Primera Dama, había tenido semejante audacia. Es Hillary quien debería hablar de Audacity of Hope.

Obama ha llegado hasta donde está por una combinación de factores: su propio talento como orador, su decencia como persona y, sobre todo, el culto religioso que surgió alrededor suyo. Sus fanáticos son el núcleo pintoresco del Partido Demócrata: la prensa, los “jóvenes” de las universidades, las estrellas de Hollywood. Su secreto mejor escondido en que su carrera consiste de ser un “activista social”, luego un Senador del estado de Illinois y posteriormente, recién a partir de 2005, estar en el Senado federal. Nunca antes alguien con tan pocos méritos ni experiencia había estado tan cerca de la presidencia, a no ser por Hillary Clinton. Es como si un edil pasase súbitamente a ser Presidente de la República.

El punto es que la victoria de cualquiera de estas dos personas, que por cierto son sumamente inteligentes y capaces, resultaría una mancha para la democracia estadounidense. ¿Cómo colocarlos al mismo nivel que George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, Woodrow Wilson o Ronald Reagan? Incluso el muy vituperado George W. Bush fue gobernador de Texas por seis años, por lo que contó al momento de ser electo con amplia experiencia ejecutiva.

Así, en un año que prometía ser una avalancha de votos demócratas, John McCain tiene muy buenas probabilidades de ser el próximo Presidente de Estados Unidos, algo que se merece por su enorme capacidad y fortaleza. Las malas ideas del Partido Demócrata le han dado como resultado dos candidatos con defectos posiblemente insalvables.

 
Lic. en Estudios Internacionales. 
Universidad ORT - Uruguay

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Publicado

2008-03-27

Número

Sección

Política internacional