Resultados de España en perspectiva

Autores/as

  • Prof. Francisco Faig

Resumen

Los resultados de las elecciones del 9 de marzo en España, previsibles de acuerdo a los anuncios de las encuestas de los días previos, presentan un gran interés. La victoria del estilo Rodríguez Zapatero con su Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por un lado, y la reafirmación del esquema bipartito por el otro, son características de un país completamente integrado a los nuevos tiempos del mundo.

El estilo Zapatero, hecho de convicciones firmes, entusiasmó a los españoles. Apertura a las minorías sociales y regionales, cierto feminismo bien entendido, posicionamiento de España como protagonista europeo y mediterráneo, interlocutor válido de América Latina, pragmatismo y renovación generacional… todas características de estos años de gobierno de una izquierda moderna. Representa a una generación de españoles pragmática, que ha dejado atrás pesadas herencias tradicionalistas, que está a la vanguardia de cambios sociales y que conjuga un envidiable espíritu de integración, tolerancia y apertura.

La izquierda fue prácticamente monopolizada por este PSOE. Izquierda Unida, como el Partido Comunista en las elecciones presidenciales del 2007 en Francia, se enfrentó a una previsible debacle electoral alimentada en propuestas del pasado que se resisten a leer la realidad social, económica y política de los nuevos tiempos capitalistas. Es esperable que este PSOE en alianza con los catalanes de Convergencia y Unión (y quizá también con los representantes del Partido Nacionalista Vasco) siga afirmándose en un camino marcado por la moderación de las propuestas y la certeza del rumbo.

El Partido Popular (PP) por su parte confirmó su papel de alternativa política. Ganó 6 diputados con relación a 2004. Pero, apoyado en un contundente discurso conservador,  no logró convencer a la mayoría de los españoles de que el principal problema era la economía. España ha venido sosteniendo un crecimiento importante en estos años y las perspectivas menos halagüeñas para los próximos meses no son distintas a las de otros países del continente. Los españoles no siguieron por tanto el razonamiento de Rajoy.

La democracia española salió fortalecida. Lejos quedará esta “legislatura de la crispación”, hecha de cuatro años en los que el convencimiento del PP de haber sido perjudicado electoralmente por el atentado de Madrid del 11 de marzo de 2004 exasperó los ánimos políticos del país. Se abre paso así un escenario político hecho de un presidente de gobierno completamente legitimado por las urnas, y de una oposición convencida y que representa un 40% del total de los españoles.

Los debates de España no girarán en torno al respeto del Estado de derecho, a las dificultades de la inserción regional, o a la defensa del sistema democrático de gobierno puesto en tela de juicio por las corporaciones. No habrá tentación populista, expreso deseo de reelección bonapartista, amenaza militar o discusión sobre la pertinencia del beneficio de las inversiones extranjeras en la economía nacional. Los debates sobre el reparto de la riqueza no incluirán consignas centradas en las lógicas de la lucha de clases.

Luego de las elecciones de marzo 2008, España seguirá conjugando democracia, economía de mercado y Estado de bienestar. Los debates serán en torno a la mayor y mejor combinación de estas tres dimensiones. Ni el PP ni el PSOE, que representan más del 85% del total de los españoles, ponen en tela de juicio sus pilares de convivencia. ¡Salud España!

 
Profesor de Sistema Internacional Contemporáneo
Lic. en Estudios Internacionales. 
Universidad ORT - Uruguay

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Publicado

2008-03-13

Número

Sección

Política internacional