IEL DEBATE SOBRE LA INSERCIÓN INTERNACIONAL DE URUGUAY: ¿Mucho ruido y pocas nueces? - Parte I

Autores/as

  • Germán Clulow

Resumen

¿MERCOSUR o Alianza del Pacífico?, ¿Estados Unidos o China?, ¿Negociar solos o en bloque? Si bien son preguntas constantes tanto en el ámbito académico como en el entorno de gobierno, recientemente el debate parece haberse intensificado.

De un lado están quienes parecen considerar toda opción diferente al MERCOSUR o “independiente” del bloque como una traición a nuestros socios históricos. Quienes entienden que solamente el MERCOSUR (o a través de él) Uruguay podrá insertarse en el mundo, porque, al fin y al cabo, ¿A qué podría aspirar un pequeño país de tres millones y medio de habitantes, rodeado de dos “hermanos mayores” que no quieren “compartirlo” con el resto del mundo?

Del otro lado, están quienes cada tanto reflotan el concepto del “MERCOSUR lastre”, del bloque de integración como origen de todos nuestros males y sugieren como opción a futuro abandonar la integración en el Cono Sur para mirar hacia otros horizontes.

Recientemente, sin embargo, las opciones entre ambos extremos se han multiplicado. Hace años que se reconoce que la parálisis del sistema multilateral de comercio es una realidad que difícilmente pueda modificarse en el corto plazo y que, por más que puedan alcanzarse resultados en ciertas áreas de la agenda de Doha, los temas sustantivos continuarán congelados, a la espera de una voluntad política que no parece manifestarse ni en los grandes actores históricos ni en las potencias emergentes.

Frente a esta realidad, la multiplicidad de negociaciones comerciales bilaterales, plurilaterales o entre bloques parece ser la herramienta seleccionada por aquellos que, fruto de la crisis económica, necesitan encontrar nuevos mercados para sus productos. ¿Quién hubiera pensando hace 10 años que EE.UU y la Unión Europea comenzarían a dar los primeros pasos para iniciar negociaciones comerciales? ¿Quién hubiera imaginado que la simple posesión de costas sobre el Pacífico se transformaría en una marca distintiva y que la misma generaría un nuevo sentido de pertenencia “envidiado” por aquellos que, como resultado de la caprichosa geografía, quedamos mirando hacia un obsoleto costado atlántico?

Uruguay, un país tradicionalmente atento al contexto internacional que reconoce la necesidad de vincularse al mundo para mejorar sus oportunidades de crecimiento no ha quedado ajeno al debate que, a nivel internacional, se genera en torno a la dicotomía multilateralismo vs. regionalismo vs. Tratados de Libre Comercio (TLCs). Tal vez la diferencia es que hoy las opciones “cercanas” son más amplias que el tradicional MERCOSUR y sus eventuales (cuasi míticas) negociaciones con terceros.

Dejemos por una vez de lado la discusión teórica de MERCOSUR sí o MERCOSUR no y reconozcamos que el bloque de integración es la realidad imperfecta con la que debemos convivir. La pregunta que inmediatamente se nos plantea es qué puede ofrecernos el MERCOSUR en términos de inserción en el mundo y qué debemos buscar por fuera de este acuerdo.

Los resultados del bloque en materia de integración económico-comercial no parecen los más alentadores. Además de una serie de acuerdos poco ambiciosos y que no han generado grandes ganancias comerciales para nuestros exportadores (tal vez con la excepción de los acuerdos con países sudamericanos), el MERCOSUR tiene poco para mostrar en su favor. Las ya eternas negociaciones con la Unión Europea siguen estancadas y si bien existe un compromiso de alto nivel para intercambiar ofertas antes de fines de este año (2013), la historia nos hace dudar de la viabilidad de este proceso en el actual contexto del bloque.

Y si bien se mencionan otras opciones de negociaciones comerciales, ninguna de ellas ha logrado despegar al punto de mostrar eventuales resultados en el corto plazo. Si alguien aguardaba por los resultados de la recientemente culminada Cumbre de Presidentes del MERCOSUR (julio de 2013), hoy es claro que el tema no fue parte de la agenda prioritaria, pautada en esta ocasión por crisis políticas de diversa índole (la suspensión de Paraguay, los recientes casos de espionaje, o la negación de permisos de sobrevuelo al Presidente Morales).

¿Qué hacer entonces frente a un bloque que no ha sido eficiente a la hora de negociar con otros socios comerciales pero que, años atrás, decidió por consenso que sus miembros no pueden negociar “solos”?

La respuesta más evidente es exigir la posibilidad de “hacer lo que nos plazca”. Seguramente no sea simplemente el autor de este artículo quien dude de las posibilidades de éxito de esta opción. ¿Sería realmente posible para Uruguay exigir de sus socios la posibilidad de negociar con quien quiera, sin la compañía del resto de los miembros?

En las antípodas, habrá quienes sugieran que no podemos hacer nada sin el MERCOSUR y que es cuestión de esperar a que nuestros grandes hermanos dormilones despierten y reconozcan la realidad internacional. En este caso se trataría de esperar a que Brasil finalmente reconozca que necesita de los mercados del mundo y, más importante aún, que asuma que si quiere ser tomado seriamente como potencia emergente y eventual parte del club de “países líderes”, no puede mantener su aislacionismo en materia de negociaciones comerciales. Si lo que buscamos son opciones de corto plazo, esta tampoco parece ser una alternativa prometedora.

Entre medio de estas alternativas, poco a poco Uruguay comienza a analizar sus opciones. En lugar de plantearnos la utopía de un Uruguay sin MERCOSUR, cada vez más escuchamos hablar de participar en todas las instancias de integración regional que existan o estén por crearse.

El entusiasmo en torno a la recientemente creada Alianza del Pacífico, que enfrentó durante días a diversas personalidades políticas nacionales, parece ser un buen ejemplo de este nuevo dogma “donde haya integración, allí estará Uruguay”.

Pero ni siquiera esta estrategia parece ser del todo “aceptable” para los vecinos del MERCOSUR. Incluso el Alto Representante General del MERCOSUR, el brasileño Iván Ramalho, salió al cruce de nuestro país, indicando a la prensa que únicamente el MERCOSUR podría solicitar ser miembro de la Alianza del Pacífico, no así uno de sus Estados Parte actuando en solitario (demostrando con ello el extraño mundo de la integración mercosuriana, que permite que sus burócratas critiquen a los gobiernos que pagan sus sueldos).

Otro inconveniente de esta vía alternativa parece ser su cobertura limitada. Si bien la lógica de participar en todo proceso de integración aplica al vecindario, difícilmente asegure a Uruguay opciones de mercado en las regiones más dinámicas del comercio internacional, como ser Asia o el propio Continente africano.

La idea de que simplemente por estar más cerca de quienes tienen costas al Pacífico, estaremos más cerca de los deseados mercados asiáticos, no se sostiene por sí misma. Por tanto, si bien la participación en todo esquema de integración regional parece un pequeño gesto de rebeldía hacia el MERCOSUR, en términos concretos, difícilmente sea percibido por alguien como la solución a la inserción comercial e internacional del país.

En un próximo artículo analizaremos con más detalle estas vías alternativas, sus posibilidades actuales de éxito y las ventajas y desventajas que ofrecen hoy a nuestro país.

 

Germán Clulow - Universidad ORT-Uruguay.

Descargas

Publicado

2013-07-22

Número

Sección

Comercio y economía internacional