EL MUNDIAL DE 1930 Y LA GLOBALIZACIÓN - Entrevista a la antropóloga Florencia Faccio

Autores/as

  • Lic. Natalia Almada

Resumen

Florencia Faccio creció entre historias de fútbol. Su padre, Juan Ricardo Faccio, fue jugador y entrenador de varios equipos, nacionales y extranjeros. A Florencia siempre le gustó el fútbol. Tanto, que en México -donde vivió varios años debido al trabajo de su padre-, incluso llegó a jugarlo.

En tierras tan lejanas, a Florencia le llamaba la atención cómo los uruguayos que vivían en el exterior procuraban recrear su identidad nacional, mantenerla viva, y transmitirla a sus hijos. Volvió a Uruguay con la decisión de estudiar antropología. En un principio, creyó que su vida profesional iba a estar desvinculada del deporte. Sin embargo, el destino, la genética o tal vez su historia le demostraron lo contrario.

Primero, fue una investigación sobre un club barrial de básquetbol; luego, varios trabajos sobre la violencia en el fútbol. Terminó especializándose en antropología del deporte. Hoy, prepara su tesis de doctorado en una universidad alemana, sobre el primer Mundial de Fútbol en el contexto de la globalización.

El octavo número de los Cuadernos de Historia de la Biblioteca Nacional se titula “A romper la red. Abordajes en torno al fútbol uruguayo”, y propone una mirada académica sobre el fenómeno futbolístico en nuestro país, desde la historia, la antropología y la sociología. Uno de los artículos que lo integran es “El primer Campeonato Mundial de Fútbol, Uruguay 1930, en el contexto de la globalización”. Con su autora, Florencia Faccio, hablamos en Letras Internacionales.

- En este trabajo, el primer Campeonato Mundial de Fútbol de 1930 es analizado en el marco de la globalización. ¿En qué sentido se relacionan ambos conceptos?

- El proceso de globalización del fútbol comenzó hacia finales del siglo XIX, cuando se estipularon las reglas y las normativas del deporte, y éste comenzó a expandirse desde Inglaterra hacia el resto del mundo. El Mundial de 1930 fue el broche de oro de ese proceso.

- Para ese entonces, ¿podemos decir que el mundo ya estaba globalizado?

- Sí. Para entonces ya existían la máquina de vapor, el telégrafo, los trenes y otros medios de transporte. Estas innovaciones tecnológicas, entre otras, permitieron que los países pudieran interconectarse y que el mundo pudiera globalizarse.

- Del artículo surge que el proceso de globalización del fútbol habría quedado plasmado en el campeonato de 1930 que tuvo lugar en Uruguay.

- Sí. Tomé conciencia de ello a partir de la visión del profesor alemán Stefan Rinke sobre el fenómeno. Como bien señaló el historiador Gerardo Caetano en la presentación del octavo Cuaderno de Historia de la Biblioteca Nacional, en Uruguay siempre hemos analizado el Mundial de 1930 desde una mirada interna y desde nuestra identidad nacional. Lo que plantea el profesor Rinke, y que yo retomo en mi investigación, es que el Mundial de 1930 constituyó un suceso que trascendió el territorio nacional y que implicó interconexiones entre actores de diversos países.

-¿Cuáles fueron las etapas claves en el proceso de globalización del fútbol?

- A medida que el fútbol se fue expandiendo, comenzaron a surgir intereses en los diferentes actores. El fútbol es un deporte de reglas sencillas, es fácil de aprender y de practicar. Se puede jugar en cualquier lugar: sólo se precisa un objeto redondo que haga las veces de pelota. Poco a poco, su práctica se volvió masiva. La prensa vio cómo ese deporte concitaba la atención de cada vez más espectadores y comenzó a otorgarle más espacio en los periódicos. A su vez, aparecieron las apuestas en torno al fútbol, y en muchos barrios -sobre todo en Inglaterra- surgieron cuadros que comenzaron a competir entre sí. Se definieron las reglas específicas que formalizaron el deporte y lo diferenciaron del rugby. Poco después, se creó la Football Association de Inglaterra, que rápidamente se vinculó con otros países europeos. Luego fue necesario crear una federación que integrara a todas las asociaciones. Con ese propósito, en 1904 surgió la FIFA. A medida que el fútbol iba generando más interés, la FIFA comenzó a mirar más allá de Europa y a tener una visión mucho más global. Justamente, el profesor Stefan Rinke plantea que la FIFA nació con una idea globalizadora de ir expandiendo su dominio a todos los países. Para 1928 había cambiado incluso su logo, incluyendo al continente americano en el mismo.

-¿De qué manera influyeron los Juegos Olímpicos de 1924 en la elección de Uruguay como sede del mundial de 1930? Al referirte al seleccionado nacional de 1924, haces una mención especial a José Leandro Andrade.

- Antes de llegar a Francia, la selección uruguaya hizo una gira por España. Nadie esperaba que los uruguayos jugaran un fútbol tan diferente del que se jugaba en Europa. Incluso habían sido tildados de indios salvajes. Seguramente muy pocos europeos supieran dónde quedaba aquel país tan exótico. Una frase muy famosa de un periodista español ilustra el desempeño de aquel seleccionado en la gira por España: “Una ráfaga olímpica pasó por los campos de Vigo”. El periodista acertó, porque los uruguayos terminaron ganando los Juegos Olímpicos de Colombes. Por si fuera poco, en aquel seleccionado jugaba un afrodescendiente, lo cual constituía una rareza para la época. José Leandro Andrade era, además, muy particular: peinado a la gomina, elegante y, según dicen, un excelente jugador. Después de terminados los Juegos Olímpicos, muchos de los jugadores se quedaron unos días en París. Cuenta la historia que José Leandro Andrade tuvo entonces un amorío con Joséphine Baker, que estaba haciendo furor en Francia. Formaban una pareja absolutamente exótica para la época, y todo esto generó una especie de mística en torno a la selección uruguaya. Para Europa, los Juegos Olímpicos de 1924 y de 1928 fueron reveladores con respecto al desempeño de un país latinoamericano -Uruguay- que consideraban tan lejano y que sin embargo atraía a tantos espectadores y generaba tanto fanatismo.

- Es fácil deducir por qué para Uruguay resultaba beneficioso ser elegido como sede del mundial. ¿Por qué motivo, para la FIFA, era importante que el primer mundial se desarrollara en nuestro país?

- Me inclino a pensar que fue por ese afán globalizador de la FIFA y por su propósito de expandirse hacia otros continentes. En 1928 habían comenzado las negociaciones sobre el lugar donde se organizaría el Primer Mundial de Fútbol, y también en ese año la federación incluyó en su logo al continente americano. Creo que para la FIFA, la elección de Uruguay constituyó un punto de partida para empezar a unir a todos los continentes. En Uruguay, en tanto, se cumplía el centenario de la Constitución, el país estaba en auge, y ser la sede del Primer Mundial de Fútbol era un lindo broche de oro para ese proceso, era un buen pretexto para cerrar una época.

- En el artículo – que resume el anteproyecto de tu tesis doctoral- se señala que esta investigación permite indagar en otras direcciones, vinculadas a percepciones de los actores sociales, que van más allá de lo deportivo. ¿Sobre qué línea estás trabajando?

- En particular, me interesa investigar cómo nos veían los europeos, qué representaciones tenían de los futbolistas latinoamericanos provenientes de lugares tan recónditos y qué idea tenían de Latinoamérica en su conjunto. En general, hacia el exterior, suele tenerse una idea compacta de Latinoamérica cuando en realidad, hacia el interior, existen una variedad de características culturales que nos diferencian.

- ¿Cómo cambió tu mirada sobre el fútbol desde que comenzaste a abordarlo desde un enfoque académico?

- No sé cómo cambió mi visión. Una vez me explicaron que la antropología del deporte supone mirar el fútbol de la cancha para afuera. Hay que mirar de espaldas al partido, para ver cómo es el entorno. A veces me detengo a analizar la actitud de los jugadores, o qué sucede si el árbitro suspende un partido, o la reacción de las hinchadas. Pero otras veces me siento a mirar un partido de fútbol, y veo sólo eso, el partido.

- Finalmente, ¿qué efecto tuvo el Mundial de 1930 en la conformación de nuestra identidad como nación?

- Creo que fue un cierre que confirmó lo que se pensaba en aquel momento: el Uruguay progresista y batllista, buenos en todo, los mejores del mundo, incluso en el fútbol. El Primer Mundial constituyó una certificación en tal sentido. Además, siempre ocurre que previo a los campeonatos mundiales, en nuestro país surge una suerte de incógnita, aparece la idea sacrificio, de que el equipo no está pronto para enfrentar un desafío de ese tipo. En 1924, por ejemplo, el problema era la distancia, el llegar a un lugar donde los llamaban indios. En 1928, ya se sabía que eran buenos, pero aparece Argentina como gran rival. En 1930, se hablaba de que los jugadores –que en su mayoría eran los mismos que habían participado en los Juegos Olímpicos- ya estaban viejos, que estaban cansados, que ya no era el mismo equipo de 1924 o 1928. Igual se ganó. En 1950 pasó algo similar. De esa manera, se va formando una leyenda en torno a la selección nacional. Entonces, cuando el equipo triunfa es como decir: “a pesar de todas las vicisitudes, ellos sacan un plus – se podría llamar la garra charrúa- que les permite ganar”. Los discursos se repiten y se va formando un halo en torno a la selección nacional. Tal vez sea la prensa la que más influya en la elaboración de esos discursos, que terminan siendo asimilados por los hinchas y se van reproduciendo a lo largo de los años.

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Publicado

2013-07-22

Número

Sección

Culturales