El futuro de Asia Central

Autores/as

  • Lic. Diego Telias

Resumen

En el artículo denominado “El nuevo mundo de Asia Central” analizamos en términos económicos a las cinco repúblicas de la región: Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Llegamos a la conclusión que tiene un valor estratégico en el comercio mundial por ser una zona de tránsito de mercancías entre Europa y Asia Oriental. A futuro, cuando la infraestructura permita una mejor y más rápida circulación de los productos, su potencial se verá ampliado por la importancia de sus riquezas naturales. Los polos de poder que tienen grandes intereses económicos en Asia Central son tres: China, a través de los acuerdos comerciales; Rusia, que busca mantener la influencia económica histórica; y la Unión Europea, que considera a estos países como nuevos proveedores.


En este artículo nos proponemos desarrollar la política actual de las distintas naciones para comprender qué intereses encuentran allí los actores exteriores. La historia en común de las repúblicas, los líderes de la ex Unión Soviética, la reelección permanente, la presencia de movimientos musulmanes y las revueltas suscitadas, son aspectos que debemos conocer previamente. El retiro de las tropas aliadas de Afganistán, previsto para 2014, generará un vació de poder en Asia Central que será disputa de Rusia, China y Estados Unidos. El dominio, simpatía o buena relación con los gobiernos de las ex repúblicas soviéticas será clave para permanecer en una región peligrosa, amenazada principalmente por el terrorismo islámico.


Países con una historia política común


La independencia de Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se alcanzó hace 20 años de la misma manera. Su evolución política tiene muchos aspectos en común ya que los países siguieron siendo dominados por aquellos que lideraban las naciones bajo la órbita de la URSS. El autoritarismo conlleva a una permanencia en el poder de figuras conocidas.


Kazajstán proclamó la independencia con Nursultán Nazarbáyev en el poder. El líder desde la era comunista consiguió a través de una reforma constitucional su postulación consecutiva y gobernará al país por varios años más. La sospecha de asesinatos a opositores y los cuestionamientos a la transparencia de las elecciones por parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (organismo que el país presidió en 2010, con la promesa de transformaciones democráticas), marcan algunas características de sus mandatos. Por otro lado, China ha considerado justos y transparentes a los distintos comicios.


En Uzbekistán, Islam Karimov asumió el liderazgo en 1989. Con el triunfo en las distintas elecciones y a través de los referéndums realizados, el poder continuó en manos de los sectores comunistas. En 2001, cuando Estados Unidos apareció como un defensor frente a los movimientos islámicos de la frontera con Afganistán, se acercó políticamente a Washington. Años más tarde, ante las presiones para las reformas democráticas, volvió a la influencia rusa. Actualmente Karimov, nervioso por el futuro de la zona sin las tropas norteamericanas, parece haber retomado un buen trato con la Casa Blanca. Para acentuar la buena relación, Estados Unidos levantó la prohibición de prestarle ayuda militar, dejando de lado la preocupación por los Derechos Humanos.


En Turkmenistán, Saparmurat Niyázov, electo en 1991 con una nueva constitución presidencialista, fue el dictador más extravagante de la región. Su régimen, centrado en el culto a la personalidad y el más cerrado de la zona, se prorrogó hasta su muerte en 2006. Las “elecciones multipartidistas” se realizaron en 2007 y dieron como vencedor al vice primer ministro de Niyázov, Gurbanguli Berdimuhamedow. El sucesor ha ido desechando ciertos aspectos absurdos de la conducción anterior, abriéndose un poco más al mundo. En materia de política exterior ha mostrado una neutralidad en todo momento, tanto con China, Rusia como Estados Unidos.


Tayikistán fue victima de una guerra civil entre 1992 y 1997 entre herederos del sistema soviético pre independencia y grupos islámicos. Emomali Rajmonov fue electo en 1994 y logró cierta estabilidad con apoyo ruso. En el 2000 renovó su mandato y reformó la constitución para permitir su reelección. Hasta hoy en día continúan ciertos conflictos aislados, principalmente en la zona de Pamir, en donde el gobierno busca ejercer su autoridad militar. Actualmente, el país que posee una frontera sur con Afganistán y cuenta con el apoyo de occidente, Rusia y China, tiene una precaria estabilidad institucional.


Askar Akaev fue quien lideró la jefatura del Estado cuando Kirguistán logró su independencia. En 1996 incrementó los poderes presidenciales pero diez años después, el fraude en las elecciones provocó la “Revolución de los Tulipanes” que obligó al mandatario Akaev a dejar el país. El opositor Kurmambek Bakiev (cercano a Moscú) asumió tras ganar los comicios y fue reelecto en 2009, aunque los resultados fueron cuestionados por observadores occidentales. La famosa revuelta de Osh en abril de 2010, en contra del gobierno de Bakiev, derivó en su exilio y en el liderazgo provisional de Rosa Otunbaeva (inmediatamente reconocida por Estados Unidos). Los conflictos entre kirguises y uzbekos en el sur generan inestabilidad en el pequeño país que tiene actualmente a Almazbek Atambayev como presidente.


Importancia estratégica en la nueva era: Occidente, Rusia y China


Rusia, China y Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea) buscan influenciar en la política a través de tratados, organizaciones o aproximaciones a los gobiernos. Ninguno de los tres polos de poder quiere dejar librado al azar su interés político en Asia Central.


Cuando finalizó la Guerra Fría y los países de la Unión Soviética se independizaron se creó el llamado “Tratado de Seguridad Colectiva”. Convertido en organismo en 2002 para preservar la seguridad, es integrado por Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán (suspendió su participación un mes atrás). Moscú financia la alianza con un sueño lejano de convertirla en un tratado similar a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).


China ha logrado hacerse un lugar en la región con su diplomacia económica, sin perder de vista los objetivos militares. En junio de 2001 se fundó la Organización de Cooperación de Shangai por seis países: China, Rusia, Kazajstán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán, con el objetivo de aumentar el nivel de seguridad regional. China y Rusia, líderes por naturaleza de esta organización, buscan coordinar intereses estratégicos y geopolíticos. A través de dicha cooperación, Beijing busca la estabilidad de sus fronteras con Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán, además de compartir el liderazgo en una zona de gran influencia histórica soviética.


En setiembre de 2001 los atentados en Nueva York colocaron a Afganistán y la zona de Asia Central como lugar clave para la geopolítica mundial. Estados Unidos y Europa, principalmente a través de la OTAN, invadieron la región. Las fronteras norte de Afganistán con Turkmenistán, Uzbekistán y Tajikistan, así como la cercanía con Kirguistán, les brindaron a estos países una importancia estratégica en términos militares. Por ello, Estados Unidos no tardó en abrir una base aérea en Uzbekistán y en Kirguistán. El derecho para sobrevolar por parte de Tajikistan, Turkmenistán y Kazajstán también fue clave para los movimientos norteamericanos.


Autoritarismo o Democracia


Al igual que ocurre en otras zonas con predominio de gobiernos autoritarios, la corrupción y los contrastes sociales abundan en Asia Central. El indicador de Freedom House, que mide derechos políticos y libertades civiles, considera a Kirguistán como un país parcialmente libre, mientras que al resto se los caracteriza como naciones sin libertades. Las élites de estas naciones aprovechan las ganancias de los hidrocarburos, concentrando la riqueza en un sólo sector de la sociedad, algo muy similar a lo que ocurre con otros tiranos en distintos partes del mundo. El recuerdo más cercano que tenemos es la primavera árabe, que aceleró la caída de ciertos dictadores que dirigieron países durante muchos años en base al autoritarismo y el apoyo de algunas potencias.


¿Hay intentos por buscar la democracia en Asia Central? ¿De dónde provienen o deberían provenir? ¿A quién le conviene? Queda claro que las potencias buscan aliados y poco parece importarles el tipo de gobierno que prime. La hegemonía tradicional rusa y los intentos de liderazgo chinos no parecen brindarles una salida democrática a dichos países. En cambio, la búsqueda de acercarse a Europa por términos económicos puede suscitar reformas a favor de la democracia. Las alianzas con Estados Unidos por el futuro militar de la región puede ser otra esperanza, aunque habrá que ver cuál es el planteo norteamericano: avanzar en Derechos Humanos o asegurarse gobiernos afines para lograr estabilidad en las fronteras con Afganistán. La experiencia indica que si lo consideran necesario para cumplir sus objetivos, las potencias favorecen regímenes autoritarios. Sin embargo, cuando la población reacciona ante sus propios líderes, la historia cambia.

 

Sobre el autor

Licenciado en Estudios Internacionales.
FACS, Universidad ORT Uruguay

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Publicado

2012-08-09

Número

Sección

Política internacional