ANATOMÍA POLÍTICA FEDERAL DE CANADÁ

Autores/as

  • Marcos Rodríguez Schiavone

Resumen

Las elecciones federales canadienses del 2011 constituyeron la reivindicación de muchos, la esperanza de algunos y la desazón de otros. Tras haber perdido una moción de censura, el Primer Ministro Stephen Harper del Conservative Party (CP) convocaría unos comicios que eventualmente le dieron la tan deseada y otrora tan lejana mayoría parlamentaria. Por otro lado, el socialdemócrata New Democratic Party (NDP) desplazaba al histórico Partido Liberal (LP) como oposición oficial. Fue, además, una masacre para el nacionalismo de Quebec (Bloc Quebécois; BQ), el cual perdería 44 miembros del parlamento.

La lucha entre estos partidos se repetirá muy probablemente en octubre del 2015. A un año de la misma, sería bueno hacer un breve análisis político del país norteño a nivel federal (los sistemas de partidos de las provincias tienen sus propias particularidades y complejidades que bien valen otro artículo).

Comencemos por Harper: el candidato supuestamente “demasiado conservador” que provoca una polarización importante en cuanto a su persona. El actual líder canadiense es originario de Alberta (representa a Calgary Southwest), una provincia que, por sus características (petróleo y derechismo hegemónico), se la conoce como la Texas del norte. Miembro del Reform Party en los ‘90s, por entonces visto como un grupo de conservadores radicales de las provincias occidentales, ganaría notoriedad cuando éste remplazara a un moribundo y desintegrado Partido Conservador Progresista (PCP) como oposición oficial (1993). Harper sería instrumental, posteriormente, en recoger los pedazos de la derecha canadiense en su totalidad y fundar el actualmente gobernante CP, más cercano a lo que serían los republicanos en EE.UU. en temas de conservadurismo social respecto a sus antecedentes. Las encuestas señalan que el CP se encamina como segundo para los próximos comicios, pero eso también había ocurrido previamente a eventuales victorias posteriores: Harper es un viejo zorro de la política y probablemente se guarde varios ases en la manga.

Mientras tanto, el NDP intenta no perder lo alcanzado, esto es, su posición como principal alternativa a la derecha. Lo de 2011 fue prácticamente un milagro. La popularidad del fenecido Jack Layton, ídolo de la izquierda, admirado particularmente por los jóvenes a pesar de su edad, hizo que el NDP primero se pusiera en empate con los liberales y con el Bloc en Quebec y en los últimos días los superara. El voto estratégico anti-conservador hizo el resto, haciendo sumar 67 asientos y hundiendo a su paso a los otros dos partidos. Layton moriría de cáncer poco después de las elecciones, y el partido sintió la pérdida. El congreso del partido eligió a Thomas Mulcair (Outremont, Quebec) como nuevo líder, pero el NDP se halla en un peligroso tercer lugar en las encuestas y no parece haber demasiadas expectativas en que despegue.

Mientras que en el NDP encontramos un comprensible temor a ser desplazados como oposición oficial, en el Partido Liberal ya hay razones para ir festejando. Partido histórico completamente pulverizado en el 2011 -resultado que incluso dejara sin su puesto al entonces dirigente Michael Ignatieff-, todo parece haber cambiado tras la elección del nuevo líder, Justin Trudeau, hijo del célebre ex primer ministro Pierre Trudeau. Con 43 años, Justin sería uno de los pocos en sobrevivir a la hecatombe del 2011, siendo electo MP por Papineau, en pleno centro de Montreal. Tal vez por su juventud y “aire renovador”, tal vez por su buena presencia, tal vez por el recuerdo de su padre; Trudeau ha caído como agua de mayo y el LP -que algunos ya daban por muerto como ajeno a la dialéctica ideológica CP-NDP- ha pasado a liderar todas las encuestas de una forma sostenida. Tendremos que ver si su personalidad le alcanza para destronar al astuto Harper.

El huracán Layton también fue duro con el Bloc Quebécois, en particular con su líder, Gilles Duceppe, que, al igual que Ignatieff, perdiera su distrito. El BQ fue forjado con la idea de poner al nacionalismo quebécois en la escena federal, materializando así sus logros a nivel provincial sin depender de alianzas con los partidos tradicionales. Hasta la debacle del 2011, el Bloc había tenido por lo general una buena participación comenzando por la del año 1993, y llegando incluso a constituirse como oposición oficial. ¿Lo hará bien en el 2015? Probablemente no. El líder electo Mario Beaulieu, que proviene de filas del sector local del nacionalismo (Parti Quebécois), no tardaría en desatar la furia de otros miembros del partido ya en su mismo discurso de asunción, desde donde gritaría proclamas del terrorista Frente de Liberación de Quebec (“Nous vaincrons”) y atacaría a los ex dirigentes por inútiles. Duceppe el líder saliente fue tajante: “I can’t associate myself with people who yell, ‘Nous vaincrons.’ We know what that means. It’s completely irresponsible, unconscionable”. El mayor logro de Beaulieu, hasta el momento, ha sido que renunciara uno de los cuatro MPs con los que contaba el BQ: las perspectivas no son esperanzadoras.

Como hemos dicho antes, las encuestas nos muestran un tibio liderazgo liberal por sobre los conservadores, con el NDP perdiendo su posición y el BQ en medio de un caos interno que no ayuda en nada a la intención de voto. De todos modos aún es temprano para adelantar un pronóstico para Canadá, país que más de una vez ha sorprendido en sus elecciones.


Marcos Rodríguez Schiavone es estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales FACS-ORT-Uruguay

 

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Publicado

2014-11-20

Número

Sección

Política internacional