AL FIN COREA SE HIZO ATRACTIVA PARA COLOMBIA

Autores/as

  • Prof. Luis Fernando Vargas-Alzate

Resumen

La América Latina prosigue su rumbo hacia el perfeccionamiento de una estructura más sólida que desde el terreno económico provea mejores posibilidades de desarrollo para sus habitantes. Recientemente se han venido presentando algunos denominados milagros económicos en la región. Se habla acá de los avances obtenidos en Perú, Uruguay, Ecuador y Colombia. Todos estos actores de las relaciones internacionales suramericanas han venido mostrando un interesante avance en relación con sus niveles de crecimiento, manejo acertado de las tasas de desempleo e inflación regulada con estabilidad en un solo dígito.

Cada uno de los casos citados en el párrafo anterior ha determinado una o varias estrategias para llegar al nivel en que hoy se encuentra. Además, su buen papel en la economía y las relaciones internacionales contemporáneas está ligado a un proceso consecutivo de implementación gubernamental que da prioridad al institucionalismo como base de todos los procesos adelantados. En este texto, se quiere precisar en detalle la estrategia colombiana y más puntualmente lo que tiene relación con el bilateralismo con el este asiático, como un reto por superar en la actual dinámica internacional del país.

Colombia se caracterizó por ser un país con una tradición de espaldas al mundo. Mientras otros latinoamericanos como Perú, Chile y México, comprendieron la importancia de diversas regiones, entre las que se cuentan el este y sudeste asiático, Colombia se quedó anclada a lo que América Latina y su contexto interno podían ofrecerle. Sólo a finales del siglo anterior y durante la primera década del XXI se ocupó en trazarse una lánguida estrategia de acercamiento a la citada región, pero ya era notable su rezago en los vínculos que pudo alcanzar con los actores políticos ubicados al otro lado del Océano Pacífico; máxime cuando se compara con los que lideran el diálogo con esa promisoria zona.

Como se ha dicho, por tradición el aislamiento se hizo una constante, incluso a pesar del lazo fraterno que ligaba al país suramericano con Seúl, en la península coreana. Había razones profundas para adelantar un diálogo mucho más fluido con los surcoreanos, pero éstas no se aprovecharon ni se pusieron al servicio de las necesidades expresadas por la nación colombiana. Sólo hasta ahora se ha determinado que la relación con el país asiático es estratégica.

Corea en la política exterior colombiana

Aunque resulte insistente e incisivo el desafortunado tema de lo tardío que se comprendió la importancia de los actores del este y sudeste asiático por la política exterior colombiana (PEC), es preciso referirse a dicho fenómeno y a la secuencia de cambios presentada durante la última década de relaciones internacionales del país. Ya Pio García (1997) lo había dejado bien presentado en su reconocida Dimensión Transpacífica de la Política Exterior Colombiana, cuando enfatizó en la necesidad de girar hacia el Pacífico (la cuenca asiática del mismo) en busca de mayores y mejores vínculos con la región. Y el mismo autor lo venía reclamando desde 1995 también, cuando en su obra “Mirar al Asia” presentó un atractivo panorama de lo que Asia, el Pacífico y puntualmente APEC representaba para la PEC, pero que no estaba siendo tenido en cuenta aún como punto focal de la dinámica global en la que Colombia debía insertarse.

Pero hubo un punto de partida. Colombia y Corea entablaron relaciones políticas en medio del conflicto. La Guerra de Corea (1950-1953), en el marco de la Guerra Fría, sirvió de pretexto para que Washington llevara a sus aliados a territorio coreano y se defendiera de manera directa el sistema democrático que sostenía el desarrollo capitalista como eje articulador de toda política pública. Colombia envió sus hombres (según diversas fuentes, alrededor de 1000 efectivos) y una fragata nombrada “Almirante Padilla” a defender el territorio de la Corea meridional. Sin embargo, una vez firmado el Armisticio de Panmunjom (1953), que puso fin a la guerra, la bilateralidad cayó en un sorpresivo período de quietud.

Los coreanos, y orientales en general, son personas de una lealtad extrema para quienes les apoyan en la adversidad, lo que llevó a que Colombia ingresara en la lista de países amigos. No obstante, a los gobernantes radicados en Bogotá les interesó poco mantener el vínculo. Sólo hasta 1962, que los lazos políticos y diplomáticos se reconocieron por parte de ambas repúblicas, se pudo empezar a esbozar la bilateralidad entre ambos actores del sistema internacional. Aunque eso no indicó necesariamente la apertura de embajadas, oficinas consulares o misiones diplomáticas, pues pasaría casi una década para que esto se presentara.

La embajada de Seúl en Bogotá sólo se abrió hacia 1971, cuando por iniciativa del gobierno coreano se construyeron lazos más formales con Colombia. A su vez, hay una coincidencia del fortalecimiento del bilateralismo con Corea y la ampliación de las relaciones con muchos de los países asiáticos y oceánicos que tenían directamente sus costas sobre el océano Pacífico. La fase de ampliación de las relaciones involucró a Australia (1975), Nueva Zelanda (1978), Tailandia (1979), Indonesia y China (1980), Malasia (1987) y Corea del Norte (1988). Este pudo ser el momento inicial del auge asiático para los nacionales de la nación cafetera. A pesar de ello, el mismo funcionamiento del diálogo político no prosperó lo suficiente. El estancamiento en la relación continuaba siendo una constante.

Fue el año 1978 el que dio la oportunidad a la apertura de la embajada colombiana en el país asiático. Y para 1981 se logró la firma de uno de los documentos más importantes en la construcción plena del bilateralismo entre los dos países. Se trata del Convenio de Cooperación Técnica y Científica, el cual se puso en vigencia en febrero de 1982 y facilitó a ambos actores aprovechar los avances que en dicha materia se pudiesen presentar. A partir de ese momento, igual se pensó que el adelanto iba a ser muy alto, pero de nuevo se quedó en retórica tardía; no hubo fortalecimiento de lazos, ni se determinó una diplomacia más asertiva a la que se venía adelantando por parte del aparato diplomático colombiano.

Mucho tiempo pasó hasta que Álvaro Uribe Vélez, junto con sus ministros de exteriores y comercio, se ocupara en poner mayor énfasis al vínculo con Corea. Bajo una estrategia de acercamiento económico y comercial para su ejercicio de política exterior, determinó que la mejor manera de llegarle a los Estados y economías del este y sudeste asiático era a través de memorandos de entendimiento, acuerdos y convenios que ligaran los sistemas productivos de ambas latitudes. La lista de tareas fue larga, pero entre todas fue tajante en la necesidad de alcanzar la complementariedad con Corea del Sur. Fue entonces cuando, desde 2009, además de abrirle las puertas a la KOICA (Agencia de Cooperación Internacional de Corea), se empezó a negociar con los coreanos un tratado de libre comercio.

La idea permaneció en el tiempo. Juan Manuel Santos Calderón, actual presidente colombiano, ha insistido en el apoyo irrestricto a la negociación y a la fecha se ha logrado superar seis rondas que no han sido fáciles en su desarrollo. La producción sensible en algunos sectores (sector automotriz, línea de electrodomésticos, producción agrícola y lechera), ha hecho compleja la posibilidad de obtener acuerdo. Incluso, la última ronda fue algo frustrante, dado que los negociadores coreanos se retiraron al sentirse en desventaja frente a los colombianos. De ahí que se especulara sobre la cancelación del proceso. Sin embargo, éste sigue vigente.

En conclusión, es importante precisar que al fin Colombia comprendió las posibilidades que se abren al estrechar los vínculos con los asiáticos. Así como Chile, México y Perú lo han asimilado, todo apunta a que el país decidió seguir ese rumbo para su política exterior. Corea ha sido uno de los eslabones que eligió para esa importante cadena. Se espera que los inconvenientes al negociar el libre comercio con Seúl no sean tan fuertes que terminen arruinando la hoja de ruta para el acercamiento con el exótico continente asiático. El país más septentrional de Suramérica está empeñado en afianzarse como milagro económico de hoy; por lo menos ya logró que la relación con Corea se ubicara en “asociación estratégica” desde la mirada oriental de las relaciones internacionales.

*El autor es profesor asociado y coordinador del área de Relaciones Internacionales en la Universidad EAFIT.  Actualmente hace parte del grupo de investigación en Estudios Internacionales de la misma universidad. mail:lvargas3@eafit.edu.co

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Publicado

2012-06-07

Número

Sección

Comercio y economía internacional