Estados Unidos y el brazalete de capitán
Resumen
“Thucydides believed that he had found the true causes of the Peloponnesian War, and by implication of systemic change, in the phenomenon of the uneven growth of power among the dominant states in the system. "The real cause," he concluded in the first chapter, "I consider to be the one which was formally most kept out of sight. The growth of the power of Athens, and the alarm which this inspired in Lacedaemon [Sparta], made war inevitable." In a like fashion and in future ages, he reasoned, the differential growth of power in a state system would undermine the status quo and lead to hegemonic war between declining and rising Powers”.
Robert Gilpin, The Theory of Hegemonic War.
El ascenso de China.
El extraordinario desarrollo de la economía china de las últimas décadas, sobre todo a la luz de las sucesivas crisis que se han desarrollado en Europa y Estados Unidos en los últimos años, ha provocado que muchos auguren un futuro reemplazo en el puesto de superpotencia. Llevado a términos futbolísticos, diríamos que en las últimas décadas, China logró salir del banco de suplentes, ganándose un indiscutible lugar en el equipo titular y falta poco para que el jugador Estados Unidos tenga que sacarse, le guste o no, el brazalete de Capitán, porque China ha demostrado ser un mejor jugador por un período de tiempo lo suficientemente largo.
Gran parte del análisis que se ha llevado a cabo en relación al ascenso chino tiene poco más de seriedad que este esquema futbolístico. Indudablemente, China ha experimentado un crecimiento sin precedentes, habiendo sacado a 400 millones de personas de la pobreza en los últimos 30 años, y habiendo incrementado su PBI en un promedio cercano al 10% anual. Comparando con los magros resultados que la economía de los Estados Unidos ha tenido en los últimos años, muchos pronostican no solo un desplazamiento sino también un seguro enfrentamiento armado entre las dos potencias en disputa. Pero el futuro de las relaciones internacionales merece un poco más de análisis del que muchas veces vemos.
En “The Future of U.S.-China Relations”, Aaron Friedberg intenta complejizar el panorama planteando, básicamente, 4 visiones a partir de dos escuelas de pensamiento en muchos sentidos enfrentadas: la Realista y la Liberal. Dentro de cada una de estas escuelas, diferencia dos posiciones: una optimista y otra pesimista con respecto al futuro de las relaciones entre China y USA.
Los liberales optimistas (1), plantea el autor, confían en que el futuro de las relaciones estará marcado por la creciente interdependencia económica: el aumento de los flujos de comercio y capital ente ambos países hará que en ambas naciones haya cada vez más actores interesados en que se mantengan las buenas relaciones, presionando a sus autoridades en ese sentido. Además, los liberales optimistas observan que, progresivamente, China ha ido ingresando en distintas instituciones internacionales que pueden ayudar a mejorar la comunicación entre los países, evitar accidentes que puedan generar conflictos y resolver las controversias por medio de soluciones pacíficas. Por último, estos liberales confían en que la creciente clase media china ayudará al desarrollo de la democracia, lo que colaborará con el mantenimiento de la paz entre las partes.
Los Realistas Pesimistas (2), en cambio, no ven la situación tan favorablemente. De acuerdo con ellos, el factor que mas relevante en las relaciones entre USA y China es el ascenso del poderío Chino. En un contexto de anarquía y self-help (es decir, ante la ausencia de una institución superior a los estados o un gobierno mundial), el aumento del poder relativo de un Estado sobre otro, como ya lo decía Thucydides, llevará a que, más temprano que tarde, la potencia amenazada intente defender su posición antes de que le quiten la banda de capitán. De lo contrario, llegará un momento en que la nueva potencia intentará, como sea, hacerse con dicha banda, reclamando el lugar que le corresponde. De hecho, incluso suponiendo que el objetivo de China no fuera desplazar a los Estados Unidos, dice Friedberg, por eldilema de seguridad (según el cual las medidas defensivas que un Estado tome pueden resultar amenazadoras para el otro generándose un espiral de violencia difícil de controlar), el enfrentamiento entre ambos actores será difícil de evitar.
Los Realistas Optimistas (3), en cambio, confían en que el impresionante crecimiento chino está llegando a su límite y se encuentra aun muy por debajo de las capacidades, sobre todo militares, de los Estados Unidos. Argumentan que es muy improbable que en un futuro cercano China tenga intenciones reales de expandirse. De hecho, si se resolvieran unos pocos asuntos como las situaciones de Taiwán y del mar Sur de China, el gigante asiático podría pasar a ser un Estado casi completamente satisfecho que tendría pocos incentivos para intentar modificar el status quo.
Por último, los Liberales Pesimistas (4) sostienen que China no es una democracia ni una dictadura sino lo que podríamos llamar un régimen en transición, los cuales, según estos autores, son los regímenes más propensos a involucrarse en conflictos armados, ente otras cosas, por la necesidad de sus líderes de legitimarse en el poder y utilizar el nacionalismo para consolidar la unidad nacional.
Las cuatro posiciones resumidas en los párrafos anteriores no pretenden realizar un análisis detallado de la situación, sino simplemente mostrar que el estudio del descenso relativo del poder estadounidense frente a China y sus posibles consecuencias debe ser realizado tomando en cuenta múltiples factores y posibles escenarios.
Dicho todo esto, intentaremos explicar a qué nos referimos cuando decimos que se está produciendo un aumento del poderío chino que amenaza la hegemonía de los Estados Unidos. Para esto, presentaremos dos indicadores relevantes para visualizar este fenómeno.
Según los datos del Banco Mundial, desde el año 1978 el crecimiento porcentual del PBI de los Estados Unidos nunca fue mayor que el del gigante asiático. En términos absolutos el PBI de los Estados Unidos (y mas aún PBI per cápita) sigue estando muy por encima del chino pero, si esta tendencia favorable a China se mantuviera en el tiempo, en algun momento el tamaño de la economía de China superará a la de los Estados Unidos.
Fuente: Banco Mundial
Mientras que en el año 1985 la Organización Mundial de Propiedad Intelectual otorgó 0.06 patentes en China por cada 100 que otorgó en los Estados Unidos, en el año 2009 otorgó un total de 77 en China por cada 100 que otorgó en el país americano (5). Dicho de otro modo, mientras que hace 26 años se patentaba 1667 veces más en USA que en China, en el 2009 la relación descendió a 1,3. Evidentemente, el número de patentes obtenidas es la punta de un iceberg que involucra muchos otros factores como la educación, el desarrollo tecnológico y la innovación, por lo que es, sin dudas, un dato sumamente significativo.
Pero, ¿no resultará apresurado afirmar que China será la próxima potencia mundial? Negar que en las últimas décadas China haya crecido de forma asombrosa sería negar los hechos de la realidad. Sin embargo, es imprescindible la procuración de un análisis serio y fundamentado para intentar comprender qué está sucediendo en el mundo.
Incluso si dentro de algunas décadas el PBI chino igualara al estadounidense, el PBI per cápita chino continuaría encontrándose muy por debajo del de los Estados Unidos. Según Joseph Nye, el ritmo de crecimiento chino podría encontrar serios obstáculos para sostenerse en el tiempo: “empresas estatales ineficientes, una creciente desigualdad, una profusa migración interna, una red de seguridad social inadecuada, corrupción e instituciones inapropiadas, todo lo cual podría fomentar la inestabilidad política. (…) China está envejeciendo extraordinariamente rápido. Para 2030, China tendrá más personas mayores a su cargo que niños. Algunos demógrafos chinos temen que el país se vuelva viejo antes de volverse rico.” (6) El hecho de que China esté conformada oficialmente por 56 grupos nacionales diferentes y que amplias zonas de su territorio sean reclamadas por minorías étnicas (como el Tibet) ayudan a explicar por qué es el único gran país en el mundo cuyo presupuesto oficial para seguridad interna es mayor que el de seguridad externa (7). Seguramente, los problemas domésticos seguirán siendo la principal prioridad para las autoridades chinas en las próximas décadas. (8)
Según Martín Wight “los poderes tienen diferencias cualitativas además de cuantitativas, y su atracción e influencia no están exactamente correlacionadas a su masa y peso” (9). Para ser el capitán del equipo de los Estados, no basta con ser el mejor goleador por algunas temporadas, hace falta tener muchas otras cualidades que para muchos, al menos por ahora, China parece no tener para salir a la cancha con el brazalete de superpotencia.
(1) Por ejemplo, ver Henry S. Rowen, “The Short March: China´s Road to Democracy”. National Interest, N°45. Citado en Aaron L. Friedberg, “The Future of U.S.-China Relations”
(2) Ejemplo: John J. Mearsheimer, “The Tragedy of Great Power Politics”
Citado en Aaron L. Friedberg, “The Future of U.S.-China Relations”
(3) Ejemplo: Gerald Segal, “Does China Matter?” Foreign Affairs, Vol 78
Citado en Aaron L. Friedberg, “The Future of U.S.-China Relations”
(4) Allen S. Whiting, “Chinese Nationalism and Foreign Policy after Deng” China Quarterly, Vol 142
Citado en Aaron L. Friedberg, “The Future of U.S.-China Relations”
(6) Joseph S. Nye, “Is China Overtaking America?” Project Syndicate. http://www.project-syndicate.org/commentary/nye93/English
(7) Brahma Chellaney “China’s Ethnic Tremors”, Project Syndicate. http://www.project-syndicate.org/commentary/chellaney19/English
(8) Ian Clark, “China and the United States: a succession of hegemonies?” Foreign Affairs 87, 2011
(9) Martin Wight, “Power Politics”
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto. de Estudios Internacionales.
FACS - Universidad ORT Uruguay
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