Los bandidos del mar
Resumen
Somalia desde 1990 parece estar sin rumbo. La situación de caos social, político, económico y sanitario va en aumento. Este parece haber sido el contexto ideal para el surgimiento de los “Piratas somalíes” llamados así por la comunidad internacional, mientras que ellos se autodenominan “Guardacostas voluntarios de Somalia”. Esta parece ser la cuestión, ¿victimas o victimarios? ¿Héroes o villanos?.
En 1991 cuando el gobierno de Somalia colapsa, muchos intereses extranjeros encuentran terreno fértil para comenzar a saquear las riquezas marinas, principal fuente alimenticia del país, y motor de su economía; además de utilizar sus aguas sin vigilancia como vertedero de basura nuclear y tóxica.
Así es que aparecen los “piratas” decididos a proteger la costa. Los primeros involucrados en estas actividades de defensa fueron en su mayoría pescadores, a los que se fueron sumando ex combatientes y expertos en tecnología y armamento.
Pasaron de un centenar hace siete u ocho años, a ser mas de 1500. Cuentan con sofisticado armamento (fusiles, ametralladoras, lanzacohetes), usan teléfonos satelitales y GPS. Reciben apoyo de inteligencia desde Europa y también de financistas internacionales. Se ha comprobado una gran organización dentro del grupo, con consejo de jefes y normas de regulación de operaciones. Estos grupos tienen como objetivo el asalto a los buques (de bandera norteamericana, europea y asiática) que se encuentran invadiendo su mar territorial. Generalmente los ataques se hacen con pocos hombres y en lanchas rápidas. Se estima que el provecho obtenido producto de los rescates exigidos rondaría los 25 millones de dólares anuales.
La respuesta a estas actividades no se hizo esperar. Flotas de la UE, la OTAN, China, India, e Irán, entre otros, se han movilizado y han conformado un corredor internacional con el fin de proteger a los buques en tránsito. Hay que destacar en este sentido que Somalia y sus costas en el Golfo de Adén constituyen una zona geoestratégica fundamental para las rutas de transporte marítimos, conectando Europa con Asia.
Los datos indican en primera instancia que estas medidas están lejos de solucionar el problema. La realidad es que las operaciones entorpecen la actividad de los piratas, pero que no logran erradicarla. Según reportes de la Oficina Marítima Internacional los “Piratas somalíes” han secuestrado 33 buques, con 711 rehenes y siete muertos, en lo que va del año 2011.
Luego de esta breve reseña para ubicarnos en el escenario somalí importa volver a la interrogante del inicio: los bandidos del mar son ¿héroes o villanos? ¿Son los únicos que cometen delitos? ¿Por qué la comunidad internacional se organiza para combatirlos mientras que mira para otra lado, no queriendo ver la pesca furtiva masiva extranjera armada e ignorando las pruebas físicas que emergieron con el tsunami de 2004, que dejaron al descubierto que Somalia ha venido siendo utilizada como vertedero de deshechos tóxicos peligrosos? Las organizaciones internacionales aprueban resoluciones agresivas, desplegando buques de guerra y aviones militares, emprendiendo una verdadera guerra contra la piratería. Pero, ¿se alza la voz tan fuerte para denunciar los otros crímenes? De alguna manera, se están ignorando tanto la pesca ilegal como el peligro de la descarga de basura.
El periodistas británico Johann Hari se preguntó: “¿esperamos que los somalíes hambrientos permanezcan pasivamente en sus playas, remando entre nuestra basura nuclear, y observen cómo les arrebatamos sus peces para comérnoslos en restaurantes de Londres, Paris y Roma? No hemos actuado contra esos crímenes. Pero cuando algunos pescadores respondieron interrumpiendo el tránsito por el corredor marítimo del 20% del suministro del petróleo del mundo, comenzamos a chillar sobre esta “maldad”. Si realmente queremos ocuparnos de la piratería, necesitamos extirpar la raíz que la causa – es decir perseguir nuestros propios crímenes-, antes de enviar a las cañoneras a despejar la ruta de criminales somalíes”.
Nunca se debe justificar el delito, pero muchas situaciones conspiraron para que los pescadores somalíes devenidos en “piratas” reaparecieran en este siglo XXI. Lo que sí está muy en claro es que en uno y otro bando los intereses económicos son la clave para que esta situación permanezca sin resolverse. Una vez más asistimos en este sofisticado mundo de hoy a un escenario inaceptable casi como acostumbrados a que esto sea aún posible.
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto de Estudios Internacionales.
FACS - Universidad ORT Uruguay
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