BOLIVIA:UN POPULISMO EN CRISIS

Autores/as

  • Adolfo Castells Mendívil

Resumen

El Presidente Evo Morales está soportando una de las peores crisis —quizás la más crítica— de su gobierno, por la represión brutal que ordenó (o consintió) contra la marcha de 1.500 aborígenes, comenzada el 15 de agosto pasado, para evitar que se construya una ruta de 330 kilómetros que atraviesa el Territorio Indígena del Parque Nacional Isidoro Sécure (TIPNIS).

No es el primer conflicto que afronta Morales. Ya en octubre del 2006, a pocos meses de asumir sus funciones (22/1/2006), mineros sindicalizados y cooperativistas se enfrentan por el control del yacimiento de estaño de Posokoni, dejando un saldo de 13 muertos.

En septiembre de 2008, las prefecturas opositoras y los comités cívicos de la llamada “Media Luna” (departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija, de minoría indígena), que impulsan el estatuto de gobiernos departamentalesautónomos y rechazan el proyecto constitucional de Evo, tomaron instituciones estatales, aeropuertos y atacaron a los indígenas, provocando la muerte de 11 personas.

Y en diciembre de 2010 —para mencionar sólo los principales— el gobierno lanza el “gasolinazo”, medida que aumenta el precio de las gasolinas en un 73% por ciento, y del diesel en un 83%, encareciendo el costo de vida y es rechazada por paros y manifestaciones multitudinarias, hasta entonces impensables contra Evo Morales. Lo cual le obliga a derogar el decreto.

EL INDIGENISMO Y EL TIPNIS

Llegamos así a la crisis actual por el Territorio Indígena (TIPNIS), área protegida con riquísima fauna y flora y con 50.000 habitantes indígenas, motivando esa feroz represión del gobierno, con una decena de muertos, que provocó una huelga general organizada por la Central Obrera Boliviana (COB) —hasta el “gasolinazo”, afín a Morales— paralizando al país.

En un mensaje transmitido por radio y televisión, el Presidente pidió perdón por la represión pero no calmó los ánimos y las manifestaciones continuaron. Como tampoco se tranquilizaron con las renuncias de los Ministros del Interior y de Defensa.

El episodio del TIPNIS fue un rudo golpe a la credibilidad de Evo como defensor de las causas indigenistas y ambientalistas. Hay que decir que Morales, ex sindicalista cocalero, había manipulado la cuestión indígena para darle legitimidad a su proyecto político. Muchos en Bolivia creyeron su discurso e internacionalmente no fueron pocos lo que se felicitaron por el acceso a la presidencia de un autóctono en un país de mayoría indígena, lo cual es una absurda simplificación.

Ya que no se dieron cuenta de dos cosas: primera, no es lo mismo un autóctono de las sierras altas, que se autodenomina: “originario” (quechuas, urus y aymaras), como Evo, que otro de las más de 30 etnias amazónicas que se considera “indígena” y que es discriminado por los primeros. Segunda, los “bien pensantes” extranjeros no tienen tampoco en consideración que pese a la posición anti capitalista y anti imperialista de Morales, la construcción de la carretera que destruye el Parque Natural y que las organizaciones ecologistas consideran un “ecocidio y etnocidio”; es un emprendimiento capitalista de Brasil, quién financia los 332 millones de dólares, con la contrapartida de que sea la empresa brasileña OAS quien la lleve a cabo, saltando los procedimientos regulares de las normas de contratación de bienes y servicios.

MORALES Y EL POPULISMO AUTORITARIO

Hace unos años, el populismo autoritario sudamericano parecía definitivamente enterrado. Años de auténticos demócratas como Raúl Alfonsín en Argentina; José Sarney, en Brasil; Rodrigo Borja, en Ecuador; Virgilio Barco en Colombia; Jaime Lusinchi en Venezuela; el Víctor Paz Estenssoro de su 4º mandato en Bolivia; y en el Uruguay, Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle. Había por aquellas épocas un populismo que no era autoritario: Alan García en Perú.

Y de repente,  surge una nueva ola de líderes autócratas que azota el subcontinente. Empezando por Hugo Chávez, siguiendo por Evo Morales y por Rafael Correa, todos en los hechos, "dictadores constitucionales". Y está haciendo méritos para entrar en esa lista, Cristina Fernández de Kirchner.

Sin duda tienen legitimidad de origen y de sobra, ya que recurren frecuentemente a la consulta popular, pero carecen de legitimidad de ejercicio, al restringir las libertades — sobre todo la de expresión—, ignorar la separación de poderes y avasallar a la Justicia y al Parlamento.

Evo Morales es cabal representante de esa línea.

1) Porque el régimen revivió el capitalismo de Estado, con la renta del gas como su mayor fuente de ingresos. Se hicieron las nacionalizaciones, esenciales para implementar políticas asistenciales (bonos, subsidios, empleo público masivo, extensión de servicios básicos, créditos privilegiados a productores, etc.) y asegurarse la lealtad de las FF.AA. y de la Policía. Sin embargo, los bolivianos descubrieron que los hidrocarburos en manos del Estado no fueron la panacea esperada, la inversión fue precaria y se estancó el nivel de producción.

2) Porque los medios de comunicación han sufrido atropellos, agresiones, la destrucción de instalaciones y herramientas de trabajo, intolerancia y ausencia de garantías. 

3) Y porque el Estado “Gran Hermano” crece y el usufructo de las libertades disminuye.

Evo, al iniciar su segundo período en enero de 2010, contaba con un 70% de apoyo. Ahora su nivel de aprobación es tan sólo de 37%. ¿Indica eso que se acerca el fin del “evismo”?

No necesariamente. Bolivia merecería reconstruir sus instituciones democráticas. Pero como ocurre en otros países de la región, no se ve una oposición organizada, con temple para asumir la alternancia y asegurar una estabilidad política de largo aliento.  

Desgraciadamente, ese escenario es conocido ¿Verdad?


*Escritor, Periodista, Analista Internacional, Ex Embajador.

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Publicado

2011-10-06

Número

Sección

Política internacional