Obama en su laberinto
Resumen
La situación económico-financiera que está atravesando Estados Unidos ha llegado a un punto que ha sorprendido incluso a los más pesimistas. Primero fue el acuerdo de último minuto sobre el tope de la deuda, que fue imperioso aumentar para que no cayera en default ¡Estados Unidos en default! Luego vino la baja en la calificación de la deuda soberana por parte de Standard & Poor’s que terminó con certeza de pago de los bonos norteamericanos. Finalmente, en estos últimos días, los mercados financieros mundiales se han sacudido ante la incertidumbre que reina no sólo en Estados Unidos, sino en varios países de Europa y, en particular, la delicada situación también provocada por el endeudamiento excesivo que enfrentan España y Portugal. El panorama global se ha deteriorado muy rápido, y debemos ser cuidados al buscar las causas, si queremos sacar las conclusiones correctas.
El acuerdo bipartidista alcanzado por demócratas y republicanos para elevar el tope de la deuda bajo la enorme presión de que si no se lograba la economía norteamericana enfrentaría el default de su deuda pública por primera vez en su historia no fue tan malo como aparecía en sus primeras versiones. Los demócratas querían aumentar impuestos para cerrar la brecha del déficit y comenzar a bajar la deuda, lo que no fue aceptado por los republicanos, con buen tino. En la actual situación aumentar impuestos es una pésima idea. Por el contrario, los períodos de auge que registra ese país en el siglo XX comienzan con recortes de impuestos, como demuestran en su libro,The End of Prosperity, Arthur Laffer, Stephen Moore y Peter Tanous.
Las propuestas republicanas, incluidas las tan criticadas del Tea Party, mejoraron sensiblemente la solución finalmente adoptada, al aceptar con realismo la necesidad de ampliar el tope de la deuda pero exigiendo como contrapartida claras metas sobre disminución del gasto y del endeudamiento en el mediano plazo. El aumento del tope fue por 14.3 billones de dólares, pero también se estableció una disminución del déficit de 3 billones en los próximos 10 años y una disminución del gasto a través de recortes en varios planes del gobierno. Esto último fue duramente criticado por algunos economistas, Paul Krugman, por ejemplo, que se ha convertido en el mayor adalid de una versión extrema del keynesianismo. Sin embargo el problema no se crea ahora porque hay que disminuir el gasto, se origina en el aumento de gasto desmedido anterior, debido a las políticas de estímulo de Bush y Obama, alentadas precisamente por Krugman y sus amigos, que incluso las criticaron por insuficientes.
La prueba más contundente de que el problema fue el aumento exuberante del gasto durante los últimos años en políticas destinadas necesariamente al fracaso es el siguiente gráfico, publicado en su cuenta de twitter por el economista Xavier Sala-i-Martin.
Como se puede apreciar, el gasto del gobierno federal (excluyendo defensa) como porcentaje del producto es notoriamente mayor en la administración Obama que en los 30 años anteriores. Mientras que el promedio de 1975 hasta Obama fue de 15,6%, a partir de él pasó a ser 19,6%. Ese es el origen del problema, el desenfrenado gasto debido a caer en viejos errores keynesianos que parecían superados, no las propuestas de salida basadas en baja del gasto y de la deuda que son de estricto sentido común.
Luego se sumaron dos malas noticias, la baja de la deuda por parte de Standard & Poor’s de la máxima nota (AAA) a un escalón menos (AA+) y la posibilidad cierta de una nueva baja, y el descalabro de los mercados de valores mundiales en la última semana. Ciertamente que la incertidumbre sobre las perspectivas de crecimiento sin sobresaltos que se estimaban para los próximos años deberán ser revisadas, ya no es tan celeste el cielo y los nubarrones anuncian tormenta.
Pero la conclusión no debe ser descorazonadora. Estados Unidos, y otros países como Grecia o España, están dónde están por sus propios errores. Aplicaron pésimas políticas económicas contra las recomendaciones más sensatas de economistas en todo el mundo. La historia y la teoría demuestran que no se sale de una recesión abriendo la canilla de las políticas monetarias y fiscales. No es imprimiendo billetes y aumentando el gasto que la economía vuelve a crecer, es dejando que los mercados como expresión del accionar libre y voluntario de los seres humanos encuentre cómo satisfacer sus necesidades de la mejor forma posible. Es la inteligencia y el conocimiento de su situación particular de millones de personas interactuando a través del libre mercado la mejor forma de encontrar nuevos productos, mejores servicios, nuevas vías de comercialización, mejores tecnologías, etc., y no un comité de políticos y burócratas. Es, como describía Joseph Schumpeter, por la “destrucción creativa” del capitalismo que progresa la humanidad a medida que los nuevas formas de producción sustituyen a las viejas, y no por la “creación destructiva” de la intervención estatal gastando en obras que nadie demanda. Si esta vez aprendemos la lección habremos dado un salto cualitativo excepcional.
*Licenciado en Economía.
Director Instituto Manuel Oribe
Vice Presidente Fundación Libertad
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