CAMINANDO BAJO EL PARAGUAS DE LA LIBERTAD
Resumen
Las tensiones civiles que se vienen dando a nivel mundial desde hace meses, tienen como escenario esta vez a China y, más concretamente, a la Isla de Hong Kong (o Xianggang en pinyin mandarín) donde hace mas de 15 días activistas pro democráticos son los protagonistas de una revuelta popular con desarrollo y final incierto. En su gran mayoría, son jóvenes estudiantes y profesores universitarios que sueñan con que nadie les corte las alas de la libertad.
El experimento de “un país - dos sistemas” instaurado por Deng Xiao Ping a partir de la entrega de la isla de Hong Kong al Partido Comunista Chino por parte de los ingleses en 1997, está siendo fuertemente testeado en los últimos días por la denominada revuelta de los paraguas (en alusión al símbolo utilizado por sus manifestantes no solo para protegerlos del clima de intenso calor y lluvias en esta época del año, sino también de los gases lacrimógenos utilizados por la policía para neutralizarlos).
Para comprender la complejidad de la relación entre Hong Kong, China y Gran Bretaña, hay que remontarse a 1840, a la Reina Victoria y a las Guerras del Opio. Fue a través de los Tratados de Nankín en 1842, del Convenio de Pekín en 1860 y, posteriormente, del Convenio para la extensión de Hong Kong en 1889 que los ingleses tomaron posesión de la isla y que Hong Kong se transformó en una colonia británica en Asia. Es por ello que, dependiendo de la óptica en que se analicen los hechos, el acto del 1 de julio de 1997 es llamado “la entrega” para algunos o “la reunificación” para muchos otros. Sea cual fuere la óptica que se elija, el hecho marcó el hito por el cuál se entregó la soberanía de Hong Kong a China, fue un hecho que marcó el fin del dominio británico en la isla y el comienzo de una época de incierta convivencia que hoy se pone a prueba.
Si bien Hong Kong es, desde hace unos años, parte de China continental como una Región Administrativa Especial (RAE) de la República Popular de China (al igual que Macao ex colonia portuguesa), las protestas se deben enmarcar entonces en la historia de un pueblo y de un territorio que fue colonia británica durante muchos años. Años que, sin lugar a dudas, han dejado su fuerte impronta tanto en el territorio como en sus habitantes. Años que han sido decisivos, por otra parte, en el desarrollo económico de la isla, en su sistema educativo, en la mentalidad de la gente y en su modernidad, desarrollándose como centro financiero estratégico en la región.
Hong Kong posee el 6to mayor mercado de capitales del mundo (siendo el 2do en Asia), y mantiene apertura de fronteras para inversores no imponiendo restricciones ni controles de capitales. Todas libertades que han sido indispensables en la concreción de su prosperidad.
Hong Kong como RAE, posee por un lado un sistema legal propio y ciertos derechos, que lo distinguen del continente, como son el derecho de reunión y de libre expresión contemplados en una mini Constitución, pero por otro, la política exterior y la órbita de la defensa son de soberanía exclusiva para el gobierno chino continental. Es una situación de autonomía relativa entre isla y continente.
Al analizar la situación particular de Hong Kong, resulta entonces inevitable preguntarse lo siguiente: ¿puede perdurar en el tiempo un sistema económico capitalista bajo la soberanía de un sistema económico comunista? ¿Puede la represión ganarle a la libertad ganada principalmente a través de la educación? Es muy poco probable a largo plazo, es terreno conquistado.
Ahora bien, ¿por qué protestan los estudiantes? Los activistas de Hong Kong protestan principalmente por la aprobación de medidas pan-democráticas, por la ampliación de los derechos ciudadanos y por el reclamo a implementar el sufragio universal en la isla. En definitiva por ser dueños de sus decisiones y no recibir candidatos impuestos por el gobierno central del partido comunista para las próximas elecciones de 2017 y para el Consejo Legislativo de 2020. Son jóvenes e idealistas que saben lo que es la libertad porque nacieron y se formaron en ella y porque estudiar les permite volar.
Fue el artículo escrito por Benny Tai en el World Street Journal en enero de 2013, el que previno a las autoridades chinas la posibilidad de una “desobediencia civil” en la zonas centrales de Hong Kong como vía de presión al gobierno si sus propuestas de sufragio universal no eran contempladas. Y así fue. Las protestas pacíficas tienen entonces como protagonistas a activistas nucleados por los grupos Occupy Central (OCLP), Scholarism y la Federación de Estudiantes, y surgen figuras como Alex Chow, Joshua Wang y Benny Tai como voceros principales y posibles figuras claves para encontrar una solución pacífica a la revuelta suscitada.
¿Por qué esta revuelta es singular y algo distinta al resto de tantas otras protestas? La devolución de Hong Kong a China es en sí misma un experimento bastante singular, como lo señalamos. Pero el condimento más exclusivo y antipático es la forma en que se han resuelto las protestas estudiantiles en China en el pasado. Es allí donde hay antecedentes a diferencia de otras revueltas recientes, y aparece entonces la sombra de los hechos ocurridos en la Plaza de Tiananmen en Beijing no hace tanto tiempo atrás. Es allí donde el símbolo de los paraguas cobra un significado de especial fragilidad.
Si bien el detonante del movimiento es claro, las tensiones en la isla no surgen de un día para el otro y la efervescencia en la respuesta no demoró en hacerse notar. En este sentido, existe desde hace años un choque de culturas entre la China tradicional continental y los habitantes de la Isla de Hong Kong. Existe, por ejemplo, un incremento significativo de nacimientos con padres de origen chino continental en Hong Kong, teniendo como consecuencia el aumento en la demanda por cupos en los colegios provocando el descontento de los isleños. Existen también diferencias en cuanto al idioma, a hábitos y costumbres entre la población de China continental y los hongkoneses que potencian fricciones con la llegada de turistas y nuevos habitantes a la isla.
Esta revuelta en Hong Kong es una gran prueba para el Partido Comunista Chino y un golpe a la estabilidad de este país, lograda fundamentalmente gracias a los resultados económicos obtenidos desde la apertura al mundo. Si China quiere ser una potencia mundial integrada, con población universitaria que viaja, que compara sistemas políticos y que cuestiona los existentes, la resolución del conflicto en la isla puede ser un primer escalón en pos de ello. Una prueba piloto para luego exportar al resto del continente.
El mundo está claramente expectante sobre lo que pasará en los próximos días, sobre la escalada del conflicto y con la esperanza de concreción de un diálogo constructivo entre autoridades y manifestantes que permita a ambas partes avanzar en el sendero de mayor libertad hacia el futuro y con derrames positivos hacia el continente. Esperemos que así sea, ya que no olvidemos que cualquier repercusión drástica en la estabilidad china repercutirá sin lugar a dudas en todos los rincones de la tierra.
Esperemos que este conflicto se resuelva con una solución pacífica que englobe a todos y puedan, estudiantes y gobierno, caminar juntos bajo el mismo paraguas de la libertad. Un mundo educado es un mundo libre y por lo tanto un mundo mejor.
Maria M. Supervielle es Mag. en Relaciones y Negociaciones Internacionales
Univ. De San Andrés – FLACSO – Univ. De Barcelona
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