“Postwar: A History of Europe Since 1945”, de Tony Judt

Autores/as

  • Pedro Isern

Resumen

El historiador Tony Judt realiza a lo largo de 960 páginas un riguroso y  profundo análisis de las implicancias de la Segunda Guerra Mundial en la configuración de la Europa contemporánea. Primero, es necesario remarcar lo riesgoso de la tarea emprendida por Judt: relatar una historia de Europa en un período largo y cercano. Es decir, en un período donde el autor no se encuentra suficientemente lejos como para no estar demasiado embebido de la temática y, a la vez, en un período donde la información existente es tan amplia que enfrenta el riesgo de dejar pasar acontecimientos que en breve podrían ser percibidos como relevantes.

Sin embargo, vale la pena el riesgo que Judt toma  porque complementa la tarea del historiador con la tarea del analista. La tarea del investigador se ve consolidada en la primera parte, donde la data sobre la tragedia de la guerra conlleva el detalle frío de los números de refugiados, muertos, exiliados y desaparecidos.

El libro se divide en 4 partes. Como mencionamos, la primera (Post War: 1945-1953) lleva a cabo una notable recopilación de estadísticas e indicadores de la guerra y pos-guerra. A su vez, elige acertadamente data representativa. Si bien en muchos casos la cantidad de muertes, refugiados y aberraciones genera repulsión en el lector, el autor en ningún momento busca el golpe bajo. Así, el destino y la lógica política detrás del Plan Marshall se describe en forma fría y detallada. La primera parte se sub-divide, a su vez, en 7 capítulos.  La edición electrónica del  libro ha incorporado un apartado donde intenta relatar la inmediata posguerra, titulado “The End of Old Europe”. En este agregado de la primera parte el autor no logra escapar de la lógica de los números y anécdotas y, por ende, no alcanza a elaborar un capítulo capaz de enriquecer la perspectiva meramente historiográfica que, hasta allí, el trabajo reflejaba.

La Parte II se titula “Prosperity and Its Discontents: 1953-1971”. Aquí se puede encontrar buena data comparativa con el periodo de penurias de la guerra, por ejemplo en el capitulo X, “The Age of Affluence”. La parte III se titula “Recessional: 1971-1989” y la parte IV, la ultima del trabajo, “After the Fall: 1989-2005”. Es posible que en esta parte final el lector esperara una aproximación a la idea de Europa y la búsqueda de un relato que dejara por un momento la descripción para por fin pasar a ser  una ensayo sobre el destino común como camino inexorable. Sin embargo, Judt no busca y menos aún logra semejante cosa. Pero ello es perfectamente comprensible: después de una descripción minuciosa de las tragedias y no-tragedias acontecidas a lo largo de  cinco décadas en Europa occidental y oriental, al autor le queda una reducida perspectiva temporal y analítica. Mas aún, es posible pensar que el capítulo que trata sobre la socialdemocracia y el estado de bienestar (el capítulo XI, “The Social Democratic Movement”) es una buena introducción a la moderna filosofía política donde descansa una idea de Europa.

Así, el capítulo XXIV, “Europe as a way of life” carece, como mencionamos, de la necesaria distancia (analítica y temporal) como para desarrollar una profunda idea de la aspiración comunitaria que recorre al continente. En cambio, recae en descripciones innecesarias  sobre como Alemania gasta muchos recursos públicos en arte y lo hace con una cosmovisión cosmopolita y como Francia gasta mucho en arte pero lo hace principalmente para difundir la superioridad de la cultura francesa. A su vez, en el mismo capítulo hay una digresión poco felíz sobre el papel local de los deportes en general y el papel pan-europeo del fútbol en particular.

Judt intenta pero no alcanza a desarrollar una rigurosa síntesis sobre la íntima relación de la Europa de la posguerra con EE.UU. y la Unión Soviética. Si bien describe las desastrosas consecuencias que la economía centralmente planificada tuvo en la vida de millones de personas y relata las sistemáticas violaciones a los derechos humanos a lo largo y a lo ancho de la Europa Oriental y la URSS, el autor no logra realizar una gran síntesis de la relación dialéctica entre Europa y las dos superpotencias. ¿Pero cómo sería posible semejante cosa? ¿Cómo sintetizar rigurosamente la relación de posguerra entre “Europa” y la URSS? ¿Sería posible hablar de una voz europea? Mas aún, ¿Cuándo ha sido posible hablar de una sola voz europea?

¿Cuál ha sido el papel de la Europa de posguerra para la conformación de la idea de Europa? Siguiendo el razonamiento de Judt, el continente vivió un proceso de paréntesis histórico. Es decir, enfrentó una dinámica donde su lugar geopolítico en el mundo no era decidido por sus propios miembros. En esta particular coyuntura la Europa política se resignaba a ser, por primera vez en la historia moderna, un actor dependiente de las decisiones estratégicas de otras (dos) superpotencias.

Sin embargo, semejante humillación política tal vez tuvo un correlato conceptual y filosófico positivo: ni más ni menos que el proyecto europeo o la idea de Europa. ¿Podría haberse dado esta inédita idea supra-nacional sin esa condición de relevancia relativa o secundaria? En tanto contra-fáctico, es difícil saberlo. Sin embargo, podemos remarcar que parte de la excepcional construcción que ha significado para la historia universal el proyecto europeo  descansó, al menos en parte, en la posibilidad geopolítica generada por la coyuntura de la posguerra.

¿Podría Europa no ser excepcional? Es decir, aún asumiendo una creciente irrelevancia relativa, ¿Podría, incluso como actor geopolítico menor, dejar de contribuir al florecimiento de inconmensurables modus vivendi? Mas aún, ¿Podría otra región o expresión humana en el mundo contribuir al florecimiento de un conjunto de modus vivendi tan diversos? La excepcionalidad de Europa radica en parte en que aún su supuesta decadencia relativa ha sido (y es) percibida como irrelevante en tanto el proyecto común pervive en una particular belleza que consiste en la floreciente convivencia de modos de vida a veces opuestos, pero casi siempre complementarios. Siguiendo a Judt, en esta lógica la posguerra es un paréntesis histórico que ha contribuido en parte a la indirecta construcción de un proyecto inédito (la Unión Europea) en la historia universal.

“Postwar Europe” lleva implícito una connotación geopolítica: la complementaria y tensa relación entre las democracias liberales a ambos lados del atlántico. Desde esta perspectiva es posible pensar tanto la declinación europea como la hipotética declinación de los EE.UU. Sin embargo, es necesario repensar el argumento: ¿Hubo una declinación europea o, en cambio, una declinación de potencias imperiales que ya no podían mantener sus colonias de ultramar? Si fuera esto último, ¿En qué medida la declinación imperial europea y la paralela emergencia de un mundo bipolar no contribuyó al menos en parte a la construcción de la idea de Europa? Si bien, como mencionamos, esta pregunta tiene el problema de todo contra-fáctico, es razonable pensar que la declinación imperial debilitó la ingerencia de los países europeos en los asuntos internacionales pero a su vez contribuyó a repensar Europa. Si esta manera de repensar Europa ha sido positiva o negativa (tanto para el mundo como para Europa) es otra historia. Pero la pregunta permanece vigente: ¿Podría haber surgido la idea de Europa sin primero acontecer la (hipotética) declinación geopolítica del viejo continente en la posguerra?

El libro contribuye a generar en el lector más preguntas que respuestas. Judt no resuelve ni quiere resolver cuestiones diversas y complejas. En cambio, pretende introducir preguntas que probablemente un lector sofisticado tampoco se encuentre interesado en contestar.

En la parte final del libro, hay un notable apartado bibliográfico con “Suggestions to Further Readings” donde se detalla una amplísimo listado para “General Histories”, otro para “National Histories” (Austria y Suiza, los Balcanes y Turquía, los países del Benelux, Checoslovaquia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Polonia, Rumania, España y Portugal, Reino Unido e Irlanda, URSS/Rusia y, por último, Yugoslavia). El tercer apartado es “Topics” y comienza con la Guerra Fría, continua con Cultura y las Artes, luego Economía. Prosigue con Unión Europea, en quinto lugar aparece Europa y USA, en sexto Inmigrantes y Minorías, en séptimo Intelectuales e Ideas, en octavo lugar Partidos Políticos y Movimientos, en noveno Religión, en décimo lugar el Estado de Bienestar, en decimoprimero Guerra y Memoria, en duodécimo Biografía y Autobiografías. Por último, aparece un amplio listado de Lecturas adicionales por Capítulo. Es probable que la sola presencia de estas “Suggestions to Further Reading” hagan necesaria para el investigador la compra del libro.

Nota: Es posible encontrar la bibliografía incluida en el libro más trabajos adicionales sobre el tema en www.remarque.as.nyu.edu/object/postwar.

*Profesor Depto. Estudios Internacionales, FACS - Universidad ORT Uruguay.
Master en Filosofía Política, London School of Economics and Political Science.

Descargas

Publicado

2011-07-21

Número

Sección

Enfoques