Los G- x: caminos de gobernabilidad en el mundo actual
Abstract
Cien números de una revista digital de análisis de las relaciones internacionales es un largo camino. “Letras Internacionales” ha abierto un espacio de reflexión universitaria en la que estudiantes, docentes, actores políticos y académicos nacionales e internacionales de primer orden, en todos estos años, han vertido sus análisis de forma plural y abierta.
Convencidos de que el debate abierto y la respetuosa exposición de ideas enriquecen el mundo universitario y la vida ciudadana y democrática en el sentido más amplio, la profundización de este talante de “Letras Internacionales”, que se confirma con este número 100, ha de seguir siendo motivación fundamental de esta revista.
Así, en la sección que es la nuestra, Política Internacional, la cita de Karl W. Deutsch que inaugura cada número de “Letras Internacionales” sitúa la importancia de la materia en la panoplia de los estudios de ciencias sociales.
Pero también deja planteado el formidable asunto de la gobernabilidad de las relaciones internacionales. Una problemática de gobernabilidad presente desde la apertura misma de la licenciatura de Estudios Internacionales en nuestra Universidad en 1993 (que coincide con los primeros años de la post- Guerra Fría), y que dibuja el contorno de uno de los principales ejes de preocupación política y académica de estos lustros.
No es posible imaginar los escenarios políticos de gobernabilidad internacional que se han ido delineando poco a poco en estos tiempos, sin tener una cabal noción de lo que significan los “G- x” en relaciones internacionales.
Presentemos pues una somera descripción, con algunas de las problemáticas que cada uno de ellos comportan, para ilustrar el panorama actual, a la vez que dejar abiertas interrogantes que con el tiempo, seguramente, se irán dilucidando en sucesivos futuros análisis de nuestros distintos columnistas: porque estamos convencidos que “Letras Internacionales” tiene un promisorio futuro por delante, para satisfacción intelectual y académica de nuestra Universidad y de su Licenciatura de Estudios Internacionales.
El G-2. Lo integra Estados Unidos y China. Muchos analistas creen que es el escenario bilateral más importante del siglo XXI, porque los dos países, primer y segunda potencia económicas mundiales al día de hoy, son también los grandes actores estratégicos y militares de los nuevos tiempos. China es más reticente a admitir un papel preponderante en este sentido. Y la política de Estados Unidos privilegia, claro está, su relación con China, pero no desmerece los otros escenarios de negociación internacional multilaterales en los que tiene activa participación.
El G-4. Formado por Japón, Brasil, India y Alemania, son países que tienen en común la voluntad de reformar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en un sentido que plasme los equilibrios internacionales actuales, lejos de la situación política y militar que dejó el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
El G- 8. Originalmente, se trató del “club de los ricos” del G-7 de los años setenta y ochenta: Estados Unidos, Japón, Alemania occidental (luego toda Alemania unificada), Francia, Italia, Reino Unido y Canadá, al que se agregó Rusia en 1997. Con un primer centro de atención financiero y económico, a partir del fin de la Guerra Fría el G-8 empieza a tratar temas de seguridad internacional y por esta vía, de alguna manera, se instala en paralelo al grupo de cinco países que integran de forma permanente el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas – Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China -. La inclusión de Rusia en el G-8, en este sentido, va más en acuerdo con criterios políticos y militares que con razones económicas.
El G-8 se posiciona pues como un grupo de hecho, con criterios de conformación que podrían entenderse como ambiguos – no todos son potencias económicas, no todos son potencias militares, no todos son democracias modernas, no todos son victoriosos de la Segunda Guerra Mundial -, pero que claramente permite el intercambio de ideas y consultas entre las principales potencias del mundo.
El G-14. Está conformado por la conjunción del G-8, el G-5, formado por las cinco grandes potencias emergentes, China, India, Brasil, México y Sudáfrica, y un actor de Medio Oriente fundamental como Egipto. No es un grupo exclusivo como el G-8; tiene una vocación económica evidente, aunque no permite la apertura e integración de todas las potencias emergentes, como el G- 20.
El G-20. A los países del G-8 y del G-5, el G-20 agrega Argentina, Australia, Indonesia, Arabia Saudita, Turquía, Corea del Sur y la presidencia de la Unión Europea. Representa el 87,8% del PBI mundial de 2009 y el 65% de la población mundial.
El G-20 ha sido fundamental a lo largo de 2008 y 2009 para manejar la crisis financiera posterior a la crisis de las sub-primes estadounidense. Algunos actores relevantes del G- 20, como Brasil e India, apuestan a que el grupo se transforme en la plataforma de gobernabilidad internacional que precisan las relaciones internacionales.
Sin embargo, no parece sencillo dar al G-20 un lugar determinado y claro en el manejo de los temas internacionales. En efecto, hay países que lo integran cuyo peso político internacional es escaso – ilustración clara: Argentina -, y hay otros, cuyo papel en la seguridad internacional es notoriamente marginal porque dependiente de los Estados Unidos – Japón, Arabia Saudita, Corea del Sur -. La integración de potencias regionales y no mundiales, como Turquía, Brasil, México, Australia, Indonesia y Sudáfrica, abren ciertamente el espectro de negociaciones a zonas del mundo que, por su dinamismo económico o por su peso demográfico, precisan de una mayor atención en el concierto internacional. Pero es claro también, que los temas centrales de las relaciones internacionales, pasado el escenario angustioso financiero de 2008-2009, siguen encontrando en el restringido G-8 un lugar natural de negociación y diálogo entre las principales potencias del mundo.
De forma general, la multiplicación de los G-x es muestra clara de la necesidad de contar con escenarios de gobernabilidad que amplíen los previstos a la salida del orden de posguerra de 1945. ¿Podrán transformarse efectivamente en instrumentos eficaces de un nuevo orden mundial?
La voluntad francesa de dotar de mayor institucionalidad al G-20, con una secretaría permanente, va un poco en ese sentido. Pero es una iniciativa que no desdibuja el papel del G-8, y que quiere dirigir los esfuerzos del G-20 en un sentido de mayor cooperación internacional y desarrollo, dejando de lado los temas estratégicos- militares y de seguridad. Lo que sí es seguro es que será dentro de este esquema de alianzas, diálogos y escenarios de negociación que se afirmarán las reformas institucionales que, con el tiempo, darán a luz a las nuevas herramientas que mejoren la gobernabilidad de las relaciones internacionales de este siglo XXI.
*Francisco Faig es Profesor de Sistema Internacional Contemporáneo
Depto de Estudios Internacionales
FACS- ORT Uruguay
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