La Improcedente Referencia a la Colombianización de México

Authors

  • Luis Fernando Vargas-Alzate

Abstract

Actualmente se ha venido haciendo referencia en diferentes círculos políticos, sociales y culturales de la región latinoamericana a un hecho que amerita mayor profundidad analítica pero que muchos se siguen esforzando en evitar. Ahora se está hablando de la colombianización de México y de la relación existente entre estos dos países latinoamericanos en términos de narcotráfico.

Primeramente tendría que enfatizarse que cuando los paralelos establecidos entre dos situaciones distan significativamente en términos temporales, cualquier comparación que se establezca entre procesos y acontecimientos empieza a carecer de confiabilidad. En segundo lugar, es importante detallar que cuando se quiere explicar una determinada situación con las características evidenciadas por otra que se ha acusado de similar, es factible que los actores no presenten las semejanzas esperadas y que los análisis terminen convertidos en vagas especulaciones. Por último, es importante tener en cuenta que las afectaciones políticas del fenómeno del narcotráfico, aunque similares, no son idénticas para los dos casos en mención. Esto, incluso, a pesar de que su aliado más cercano en la lucha contra el fenómeno sea el mismo para ambos Estados (EE.UU.) y que se reclame a viva voz un símil del Plan Colombia para México.

Hoy por hoy Colombia puede leerse como un país que sin superar el problema del narcotráfico, lo tiene mucho más controlado que en el pasado. Puede señalarse que es difícil que la clase dirigente logre o mantenga lazos con grupos delincuenciales vinculados al tráfico de drogas y para ello es importante tener en cuenta cuatro factores característicos en el país durante los últimos años.

Inicialmente, la constante cooperación recibida por parte de los Estados Unidos de América a través del antes mencionado Plan Colombia, el cual se pactó en 1999 y se mantiene a la fecha como uno de los mecanismos de cooperación más importantes del continente americano. Esto a pesar de sus no pocos detractores y de los recortes presupuestales para la actual vigencia. En segundo lugar, la llegada al poder del presidente Álvaro Uribe Vélez, un líder político que retomó el proceso iniciado por su antecesor -Andrés Pastrana Arango- contra los carteles de la droga y grupos guerrilleros, dedicados al negocio de producción, tráfico y venta de narcóticos. En tercer lugar los procesos de desarrollo adelantados en centros urbanos como Bogotá y Medellín, logrando en sendas administraciones de Antanas Mockus y Sergio Fajardo, respectivamente, resultados de alto impacto social, y llevando a la transformación de la mentalidad del dinero fácil y la obtención de un grado de conciencia colectiva en procura del desarrollo que hasta el momento no se había logrado en el país. Por último, el papel de las Fuerzas Armadas, que han actuado de manera conjunta contra este flagelo que afectó a todos los círculos de la sociedad colombiana dos décadas atrás y que han sido depuradas en gran medida, hasta lograr interesantes bajos niveles de corrupción en su interior, conjugados con una notable efectividad y eficiencia en sus funciones.

No obstante el pasado tuvo un tono oscuro para el país, y es lo que está facilitando la comparación a priori entre las dos situaciones. Hoy se habla de lacolombianización de México porque se está asumiendo que la manera como han sido permeadas las instituciones en el país manito resulta idéntica a los padecimientos de Colombia en la “época dorada” de Pablo Escobar, quien fuera el narcotraficante más buscado y peligroso del planeta a principios de los años 90.  También se ha hecho mención en diferentes círculos a las similitudes entre carteles de la droga y su accionar delictivo. Incluso, ha habido quienes comparan sus estructuras y funcionamiento, apuntando a que el modelo que hoy se vive en México es el mismo que Colombia tuvo décadas atrás, luego del auge de la marihuana y ascenso de la cocaína como principal alucinógeno motivo de tráfico ilegal.

Sin embargo, la realidad puede ser lo suficientemente distante como para evitar usar el término colombianización en la situación mexicana.  Siendo real que los dineros de los narcotraficantes colombianos llegaron, incluso hasta la campaña presidencial de Ernesto Samper Pizano, hay que apuntar que el nivel de corrupción al interior de las instituciones colombianas pudo no ser tan alto como el que se está evidenciando en el México de hoy. Igual sucede con el tema policial.  En Colombia, por ejemplo, los grandes problemas de los carteles de la droga con la policía llevaron a que se pusiera precio por la cabeza de cada uno de los agentes que luchaban por preservar la seguridad ciudadana. Sin embargo, en México el tema de la corrupción en la institución policial es supremamente delicado, dado que los carteles, en su tercer nivel, que es el que corresponde al brazo armado y de funcionarios (empleados del gobierno que ya tienen un precio para actuar en favor del narcotráfico), cada vez recibe más ex policías y ex militares en sus filas.

Sobre el tema de los carteles de la droga, si bien es cierto que hay semejanzas entre lo que Colombia vivió con los tres grandes carteles que manejaron el negocio en el país y los cuatro que hoy tienen el control del mismo en México (Sinaloa, Juárez, del Golfo y Tijuana), necesariamente hay que señalar que las estructuras de los carteles mexicanos son más avanzadas y tienen mayor potencial de permear instituciones que el alcanzado por sus similares colombianos.

Es posible que haya semejanzas profundas entre ambas situaciones, pero lo real de todo esto es que el accionar policial, militar y del poder judicial en Colombia ha venido agotando la existencia de los grandes carteles de la droga en el país suramericano y ha trasladado el problema a los Estados que no se habían preparado para ello.

No se puede estar de acuerdo con una supuesta colombianización de México cuando se hace referencia a dos países que no presentan suficientes coincidencias. No es suficiente con que el G-3 los haya unido en algún momento para señalar que lo que se vive en uno de los dos países es igual a lo del otro.  México tiene un NAFTA, una dinámica económica y un potencial industrial que Colombia no tuvo. No obstante, lo que sí es cierto es que el tema del narcotráfico les puso en el mismo lado del tablero internacional y en ello, México sí va a tener que aprender de los procesos que ya adelantó Colombia y que seguramente mantendrá bajo la administración de Juan Manuel Santos Calderón, el nuevo presidente del país cafetero. 

Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad EAFIT.  
Actualmente hace parte del grupo de investigación en Estudios Internacionales de la misma universidad y se dedica a temas de política exterior y relaciones internacionales latinoamericanas

Published

2010-07-15

Issue

Section

Enfoques