EL CALIFATO DE LA BARBARIE
Abstract
El “Estado Islámico en Irak y en el Levante”, bautizado ahora como “Califato” en un acto bautismal que de por sí indica la clase de mentalidad que lo propulsa, es el sub-producto más terrible de la guerra de Irak. Fundado en una primera instancia en el año 2004 durante la ocupación norteamericana y bajo circunstancias que esta nota editorial intenta explicar, este movimiento yihadista de profesión sunnita sufrió un paulatino e intenso movimiento de radicalización que lo llevó, incluso, a separarse de la representación de Al-Qaeda en el país.
Desde entonces a la fecha, después de un corto período de debilitamiento en los desiertos del sud-oeste iraquí, su importancia militar ha ido en aumento, alimentado, sobre todo, por la ceguera y el dogmatismo del gobierno chiíta de Nuri Al Maliki en Bagdad. Ello a pesar de la permanente insistencia de las autoridades norteamericanas en el sentido de que el nuevo gobierno iraquí debía tomar en cuenta los intereses de la población sunnita.
El diez de junio de 2014, los combatientes del entonces llamado “Estado islámico en Irak y en el Levante”, tomaron Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak, antes de lanzar una ofensiva hacia Bagdad y el oeste del país. A la amenaza de la implosión del Estado iraquí se agrega ahora la amenaza del establecimiento de diversos “corredores de conexión” con las diversas zonas sirias, donde la guerra hace estragos desde hace tres años, que han sido controladas por los yihadistas de todo pelo y señal, incluyendo los del “Estado islámico”. Este vasto, pero a su vez extrañamente desestructurado territorio podría ser la base para el inicio de una gran transformación política en toda la región. Esta nota editorial no tiene otra intención que la de intentar tornar inteligible un proceso de enorme complejidad, sobre el que existe poca información y, la que es proporcionada por la prensa internacional, resulta de difícil interpretación.
1.- La pregunta que pretendemos responder aquí tiene por lo menos dos facetas. En primer lugar queremos intentar dar cuenta de cómo es posible explicar este vertiginoso ascenso del “Estado Islámico de Irak y del Levante”. En segundo lugar es necesario explicar también que estamos ante una empresa terrorista y totalitaria que puede, en cualquier momento, adquirir las características del nazismo, del estalinismo, del maoísmo o del Pol Potismo camboyano. En nombre de una idea, en este caso “religiosa” y de un primitivismo medioeval, se utiliza el terror como un arma de acoso a las poblaciones civiles -(esencialmente musulmanas por otra parte)- para establecer un régimen político que no solamente pertenece a otro siglo: pertenece a otra Era y que es absolutamente incompatible con el mundo contemporáneo.
2.- Es el jordano Abu Musab al Zarqaui quien funda en 2004 la rama de Al-Qaeda en Mesopotamia: el primer germen del "Estado Islámico en Irak y el Levante" (EIIL) acaba de nacer. Muy violento y sectario, Zarqaui es repetidamente rechazado por las poblaciones sunnitas e incluso por todo el movimiento yihadista que orbita entorno a Al Qaeda. En el 2006 muere bajo las bombas norteamericanas. A partir del 2007 el movimiento renace bajo el nombre de Estado Islámico en Irak pero bajo la presión de las fuerzas americanas, del ejército iraquí y de las milicias sunnitas los militantes de este nuevo “Estado Islámico en Irak” son empujados lejos de la rica Mesopotamia y terminan aislados en los desiertos de las provincias de Anbar y Nínive. Marginalizados de sus tierras natales, los integrantes del “Estado Islámico en Irak” aprovechan para infiltrarse en Siria. Este país se encuentra sacudido, como es sabido, por una guerra civil entre el gobierno controlado por la familia Assad de confesión alauita y los grupos rebeldes de orientación sunnita. Yihadistas iraquíes y extranjeros (egipcios, jordanos, sunitas de toda la región, a los que finalmente vienen a agregarse incluso militantes de origen europeo) aprovechan de la cuasi desaparición de la frontera sur-este de Siria para infiltrarse en este país y sumarse a los nuevos rebeldes iraquíes ahora establecidos en Siria.
Después de haber sostenido durante un tiempo a un grupo yihadista sirio de nombre Jabhat Al Nosra el estado islamista en Irak continua enviando hombres a Siria pero ahora bajo una nueva denominación: "Estado Islámico en Irak y el Levante". El movimiento yihadista se impone en Siria como el más violento y radical en el país y es inmediatamente rechazado por el ejército sirio libre, que los acusa de "haberles robado" la revolución, así como por muchos otros movimientos yihadistas locales que no admiten sus métodos terroristas.
A pesar de ello el EIIL logra implantarse sólidamente en algunas ciudades de Siria, principalmente en la ciudad de Rakka. Entre tanto, del otro lado de la frontera, el gobierno iraquí de Nuri Al Maliki continúa con su política suicida de marginalizar a las poblaciones sunnitas. Durante el año 2013 son muchos los grupos de obediencia sunita que inician un proceso de levantamiento contra el gobierno chiíta de Bagdad: es el momento perfecto para que el EIIL retorne a Irak desde sus bases Sirias.
Atentados suicidas, asaltos a establecimientos militares, ataques a las prisiones, particularmente contra la prisión de Abu Graib donde están recluidos decenas de miles de sunitas, comienzan a sucederse en Bagdad. A principios de este año 2014 el EIIL toma el control de dos ciudades iraquíes claves, Ramadi y la totalidad de Falluja a 60 km de Bagdad. A partir de junio de este año caen en manos de este nuevo grupo, Mosul y bastas zonas del norte y el oeste comprendiendo ciudades como Tarbil, Baiji y Tall-Afar y sus zonas de influencia.
El riesgo de "explosión política", tanto de Siria como de Irak, en base a un proceso de feudalización comunitario crece y se fortalece vertiginosamente. En ambos países en vías de desarticulación política, el poder del EIIL se basa fundamentalmente en el profundo resentimiento de las comunidades sunnitas contra el tratamiento segregacionista impuesto por las minorías chiítas en Irak y alauitas en Siria. Conviene reiterar que durante todo su proceso de repliegue de sus tropas en Irak, las autoridades norteamericanas en Irak insistieron hasta el cansancio, que el gobierno de Nuri Al Maliki debía integrar a los sunnitas y tener en consideración sus demandas. La obstinación sectaria del poder chiíta en Bagdad tiene una altísima parte de responsabilidad en el catastrófico desarrollo de los acontecimientos posteriores. Es igualmente necesario señalar que la ceguera histórica de Al Maliki no se explica solamente por su particular necedad personal: no es necesario hilar muy fino para descubrir la incesante presión de Irán detrás de esta negativa de considerar a la población sunnita iraquí.
En particular Irak se desliza rápidamente hacia una guerra de religión. Ante el avance incontenible del EIIL, las poblaciones chiítas han comenzado un proceso de organización militar prácticamente espontáneo y de autodefensa que se encuentra prácticamente fuera de control. Al final del mes de junio del 2014 el "Estado Islámico de Irak y el Levante" vuelve a cambiar de nombre para tomar el de “Estado Islámico” y proclama la instauración de un "Califato" sobre los territorios por él controlados, desde Alep en Siria hasta Diyala en Irak. Su jefe, Abu Bakr al Baghdadi, se transforma en el "Imán" y el "Califa" de todos los musulmanes del mundo, ahora bajo el nombre de Califa Ibrahim, un título desaparecido desde la caída del alicaído Imperio Otomano en 1923 y que significa que el "Califa" es nada más ni nada menos que el sucesor de Mahoma.
En este caos, los kurdos, que representan algo menos del 20 % de la población iraquí, intentaron, desde el principio, separarse del conflicto entre sunitas y chiítas y reafirmaron su antiquísima voluntad de independencia frente a Irak, Siria e incluso Turquía y otros países de la región que también poseen poblaciones kurdas. Tienen ya bajo su control un "territorio autónomo", el Kurdistán iraquí, que ocupa todo el extremo noreste de un Irak en disolución. Casi naturalmente el debilitamiento de todas las capitales de la región los incitó a reafirmar su vocación autonomista y a acelerar las acciones para organizar su propio proceso de secesión.
El fenómeno es perfectamente constatable en Siria donde los kurdos hace ya tiempo que combaten, simultáneamente, contra las tropas alauitas de Bachar Al Assad y contra los yihadistas sunnitas de todas las fracciones. A pesar de que en los últimos días los combatientes "pesmerghas" han debido ceder posiciones ante el empuje de los yihadistas del Califato, de concretarse la consolidación de un territorio autónomo kurdo, es evidente que con ello colapsaría totalmente la conformación de un mapa de la región que los poderes coloniales dibujaron hace más de un siglo. En el fondo es la herencia de los acuerdos secretos firmados entre Sir Mike Sykes y Georges-Picot en 1916, lo que está caducando ante los fuertes conflictos religiosos, étnicos y político. Aquellos acuerdos, que estuvieron concebidos para que adquiriesen validez después de la Primera Guerra Mundial y sólo en caso de que el final de dicha guerra consagrara la derrota del Imperio Otomano, , sancionaron una repartición anglo-francesa de la región que ya hace muchas décadas que ha desaparecido. En buena medida lo que está sucediendo parece indicar que los “viejos mapas” comunitarios y religiosos no escritos, previos a la intervención colonial occidental, quieren volver a resurgir. La prudencia indica que sería más razonable mirar hacia el futuro que hacia el pasado. Eso es, justamente, lo que “El Califato” no puede comprender.
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