Política exterior venezolana: Diplomacia petrolera e integración con el Mercosur
Abstract
La política exterior venezolana bajo el gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) presentó dos etapas diferenciadas cuyo punto de inflexión se ubica en torno al año 2004. En la etapa inicial (1999-2004), la política exterior mantiene ciertos rasgos de continuidad con lo hecho por gobiernos anteriores, particularmente en la promoción de la integración y la cooperación regional, la participación en organizaciones internacionales de carácter político y económico de carácter regional y global, y un papel importante del petróleo en su vinculación con el resto del mundo.
En el ámbito energético, se reafirma la disposición a fortalecer la “Organización de Países Exportadores de Petróleo” (OPEP) y su política de fortalecimiento y estabilización de precios, así como el apego a los acuerdos alcanzados en su seno y la incorporación de nuevos miembros. Destaca también la propuesta de relanzar la internacionalización de la empresa estatal “Petróleos de Venezuela” (PDVSA) hacia el mercado refinador sudamericano y de reorientar a CITGO (refinadora y comercializadora subsidiaria de PDVSA en los Estados Unidos) hacia Centroamérica, Puerto Rico y el Caribe, así como la inserción de PDVSA en el norte de Brasil. También la consolidación de las relaciones comerciales y energéticas con Estados Unidos, América Latina y el Caribe, China, India y Rusia, aparece como objetivo esencial de esta etapa de la política exterior venezolana. En particular, la cooperación energética con América Latina y el Caribe se observa como vía para la diversificación de mercados para el crudo nacional. Finalmente, la industria petrolera nacional mantendría la apertura y la colaboración con el sector privado y procuraría incrementar la exportación de derivados, lo cual sería el objetivo rector de la política de inversiones nacionales e internacionales de la industria, así como de los convenios de cooperación a suscribir.
A partir de 2007, en medio del viraje hacia el Socialismo del Siglo XXI iniciado a fines de 2004 luego de la victoria de Hugo Chávez en el Referéndum Revocatorio del 15 de agosto de 2004, la política exterior refuerza la visión del bastión energético, denominándola ahora “Venezuela: Potencia Energética Mundial”. Ésta está sustentada en que: “El acervo energético que posee nuestro país posibilita el logro de una estrategia de desarrollo nacional que combine el uso soberano del recurso natural con la integración energética regional y mundial favorable a este proyecto nacional, convirtiendo a nuestro país, en el mediano plazo, en una potencia energética con influencia mundial.”
A su vez, se enfatiza el papel del petróleo como herramienta geopolítica capaz de propiciar el desarrollo en un mundo capitalista y esencial para defender la soberanía nacional. Por ello, “… la política de Plena Soberanía Petrolera es una política internacional, de alianza con todos aquellos países – la gran mayoría – que insisten en desarrollarse como naciones, y no aceptan marginarse en un mundo supuestamente globalizado”.
Es por ello que a partir de 2004 el petróleo, no solamente como exportación de crudo sino como la proyección propuesta para PDVSA en la región, empieza a usarse más intensamente como herramienta de la política exterior venezolana a través del lanzamiento de una serie de acuerdos regionales de cooperación energética: PETROCARIBE, PETROSUR y PETROANDINA. Parte central de la propuesta incluía la creación de PETROAMERICA, una compañía multinacional petrolera latinoamericana que coordinase los esfuerzos de explotación de crudo sin incidencia de empresas trasnacionales del sector.
Bajo estas premisas Venezuela emprende su acercamiento al MERCOSUR y a Brasil, iniciando el período más dinámico de las relaciones bilaterales, en donde el factor energía sería una pieza fundamental en su política exterior hacia los países de este acuerdo de integración y hacia su potencia emergente.
Potencial petrolero venezolano y situación del sector en relación a Brasil
La industria petrolera venezolana, en torno a la cual ha girado la vida política y económica del país desde hace casi 100 años, mantendrá su relevancia por varias décadas más debido a la magnitud de reservas probadas con las que cuenta el país y que prácticamente se triplicaron en relación a su nivel de 2007 con los resultados del Proyecto Magna Reserva. Con más de 297.000 millones de barriles, las reservas de crudo venezolanas son las mayores a nivel mundial y al compararse con las reservas probadas de Brasil, apenas superiores a los 13.000 millones de barriles, el potencial petrolero de Venezuela parece inmensamente superior.
Fuente: Elaboración propia en bases a datos de OPEC, Annual Statistical Bulletin, 2007 y 2013.
Al analizar los años previstos de producción de crudo de ambos países, Venezuela posee reservas para aproximadamente 295 años a los ritmos actuales de producción, en torno a 2,8 millones de barriles diarios e incluso garantizar que un eventual aumento de la producción venezolana, por ejemplo, a 6 millones de barriles diarios, podría ser sostenida durante aproximadamente 150 años. Por su parte, Brasil ha incrementado su producción a poco más de 2 millones y sólo posee reservas para 18 años.
Sin embargo, las perspectivas de Brasil pueden mejorar sensiblemente en el mediano y largo plazo por la magnitud de reservas recobrables que posee el Pre-Sal, el cual concentrará los esfuerzos de exploración de PETROBRAS en los próximos años. Como se observa en la tabla siguiente, el Pre-Sal tiene el potencial de duplicar e incluso triplicar los años previsto de producción en Brasil, en atención a su objetivo de autoabastecimiento energético. En el escenario más conservador, que usa datos oficiales de la “Agencia Nacional de Petróleo” (ANP), los recursos del Pre-Sal se contabilizan dentro de las reservas totales (25,215 mmb) y las no reconocidas formalmente (3.340mmb). Las estimaciones baja y alta, también provistas por la ANP, dependerán de los resultados efectivos de los esfuerzos de exploración de los próximos años.
Tabla Nro.1: Años previstos
de producción de crudo en Brasil
con el Pre-Sal, producción de 2012
Fuente: elaboración propias en base a datos de ANP
Al comparar la producción entre 2003 y 2012 entre Brasil y Venezuela, la brecha se redujo en el período de casi 1,5mbd (2004) a cerca de 0,75mbd (2012). Por ello, en el corto plazo, Brasil no parece representar un posible destino de exportaciones petroleras venezolanas, y el desarrollo del Pre-Sal mantendrá esta situación en el largo plazo, ya que permitiría a Brasil sostener niveles muy cercanos al autoabastecimiento de crudo como ocurre actualmente.
Fuente: Elaboración propia en bases a datos de OPEC, Annual Statistical Bulletin, 2007 y 2013.
A esto se suma que la caída de la producción venezolana reduce su oferta exportable para cubrir nuevos mercados. El potencial petrolero de Venezuela depende del desarrollo de la Faja, la cual requiere de cuantiosas inversiones para extraer y mejorar las enormes reservas de crudo pesado y extra pesado con alto contenido de azufre. Ya que Brasil ampliaría su horizonte de producción a más de 30 años, la posibilidad de exportación de crudo venezolano a Brasil será baja e implica mirar a otros socios para la comercialización de sus enormes reservas de petróleo pesado y extra pesado.
La caída paulatina de la producción venezolana se debe a que la producción de la Cuenca de Maracaibo, la cual concentra crudos livianos y medianos, ha bajado casi a la mitad entre 2001 y 2010, por lo que para mantener el nivel producción de crudo, Venezuela depende de los proyectos tradicionales (crudo ligero y mediano) ubicados en la Cuenca Oriental. La producción de la Faja Petrolífera, si bien aumentó sustancialmente desde 2001, no pudo estabilizarse en torno a los 900 millones de barriles diarios y se ubicó, para 2010 en solo 588 millones de barriles diarios. De este modo, las Cuencas de Maracaibo, Falcón y Apure pasaron de aportar casi el 50% de la producción en 2001 a sólo 30% en 2010. Por su parte, la Cuenca Oriental (Tradicional) aportó ese año el 50% de la producción mientras que la Faja Petrolífera, con el 87,5% de las reservas, contribuyó apenas con el 20% de la producción.
La superación de este reto técnico es clave para desbloquear el enorme potencial energético de Venezuela, dar nuevo empuje a su política exterior y generar una nueva bonanza petrolera que facilite la corrección de sus equilibrios macroeconómicos actuales antes de finalizar la década. Para ello, debe refinarse la política de inversiones de PDVSA y el apoyo de los numerosos socios que participan en empresas mixtas en la Faja, principalmente mediante la superación de las distorsiones cambiarias que afectan negativamente los incentivos de inversión en el sector.
Fuente: elaboración propia en base a MENPET, PODE 2009-2010.
Ángel Castillo es titular de la Cátedra de Relaciones Económicas Internacionales
(Escuela de Estudios Internacionales, Universidad Central de Venezuela)
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