LIBERTAD E IGUALDAD EN LA OBRA DE VAZ FERREIRA - Parte III

Authors

  • Jonathan Arriola

Abstract

Libertad e igualdad

Además de cómo justificar la libertad, a Vaz Ferreira le preocupa la cuestión de la relación que ésta entabla con la igualdad, considerada tradicionalmente como antagonista natural de la misma. Para abordar esa relación, el autor procede utilizando su método, tratando así arribar a una fórmula ideal, que contenga, en una proporción adecuada, los mínimos deseables tanto de libertad como de igualdad.

En primer lugar, el autor, conforme a su metodología, procede a analizar la situación tomando las posturas extremas: a saber, de un lado, el individualismo, adalid de la libertad, y, del otro, el socialismo, comprometido principalmente con la igualdad.

Sin embargo, lo primero que advierte es que, en verdad, esos extremos no se oponen tan tajantemente como normalmente se cree. En otras palabras, el autor quiere demostrar la falsa oposición. Y ello lo logra señalando una paradoja: la de que hay algo de individualismo en el socialismo y algo de socialismo en el individualismo. En efecto, el autor dice:

El socialismo tal como se presenta en nuestra humanidad […] lejos de sacrificar el individuo a la sociedad, quisiera hacer del individuo el centro: dar a cada individuo el mayor bienestar posible […] Y es al contrario, el individualismo de aquí abajo el que, por su idea de progreso, y de sacrificio […] de los individuos dotados (en la selección), atiende más a la idea de la especie en general a la idea de sociedad. (1922: 14)

Demostradas las limitaciones de la oposición individualismo versus socialismo, Vaz Ferreria, nuevamente fiel a su metodología, se apresta a desentrañar, a través de un experimento mental, las posibles consecuencias que implicaría la ejecución, sin más, de un individualismo o de un socialismo puros. De ello deduce que, al menos en cómo han sido formuladas teóricamente, estas dos posiciones son, en primera instancia, irrealizables.

Así Vaz Ferreira asegura que el individualismo extremo no sólo no ha sido formulado correctamente, sino que además la supresión de toda norma, esto es, el no gobierno, o “utopismo anarquista” como le llama, “postula un demasiado profundo cambio en la naturaleza humana” (1922:25).

Por su lado, el socialismo puro también exigiría una transformación importante en la psicología individual, en este caso de la “tendencia egoísta de la naturaleza humana”, lo que visualiza como imposible. Pero, amén del hecho de que son irrealizables, para Vaz Ferreira tanto el individualismo como el socialismo en sus planteamientos duros son además, y principalmente, indeseables. Y ello porque, según él, “nadie quisiera sacrificar del todo el bienestar de cada individuo, una seguridad mínima, lo presente”, que es a lo que llevaría un individualismo extremo, y “nadie quisiera sacrificar del todo el progreso”, como sería el caso de un socialismo puro (1922:29).

Ahora bien, dado ese panorama, la siguiente preocupación de Vaz Ferreira es la de encontrar un punto de transacción entre esa “oposición polarizante”. En este punto, aunque no lo hace explícito, es claro que el autor se topa con un problema de fondo: a saber, con la imposibilidad objetiva, no sólo de poder elegir racionalmente entre los valores de libertad e igualdad, sino también de determinar el grado deseable u óptimo de ellos. Aquí, y nuevamente, coincide con el filósofo Isaiah Berlin. No obstante, hay una diferencia esencial en lo que a la resolución de la cuestión se refiere.

En efecto, mientras que Berlin declara la inconmensurabilidad radical de los valores, y, por lo tanto, su irresolución en un sistema racional de moral objetivo, de ahí su llamado pluralismo agonístico, Vaz Ferreira afirma que la medida justa de esos valores, en su sistema moral pluralista, es ciertamente determinable, en primer lugar, y en caso de ser posible, por una consideración racional de las ventajas e inconvenientes de las perspectivas planteadas y, en segundo, por el sentir, que es el que termina decidiendo en última instancia.

En otras palabras: allí donde la razón no puede penetrar, mostrándose caduca, allí Vaz Ferreira introduce el sentimiento como una suerte de árbitro de última apelación, al que aceptarán someterse, sin reparos, todos los llamados hombres de buena voluntad1. Y es precisamente por la vía de las razones del corazón más que por las razones de la razón, como las llama Yamandú Acosta (2009:14), que el autor uruguayo llega a una fórmula mínima “para los espíritus sinceros y comprensivos” mediante la cual busca un punto de transacción que satisfaga los puntos centrales de ambas posturas antagónicas (1922:17).

Ahora bien, y dada la primacía del sentir sobre el pensar, el autor uruguayo no puede menos que fundamentar dicha fórmula sino sobre la base subjetiva del sentimiento. Es así que la “simpatía” y “antipatía”, las que se originan en la experiencia del individuo, ofician de brújula en la determinación del punto óptimo. De esa forma, el individualismo produce simpatía porque se corresponde con la psicología individual y azuza el progreso de la especie, y antipatía porque sustenta un régimen en donde se constata una “desigualdad excesiva” y en donde triunfa el no superior o el “superior en aptitudes no superiores” (1922: 22-23).

Por su lado, el socialismo causa simpatía por sus ideales de “fraternidad”, “bondad”, “solidaridad” y “la defensa del pobre y del débil” (1922:23) mientras que es antipático por todo lo que tiene de anti-individualista, llámese demasiado “gobierno”, “autoridad”, “leyes” y “prohibiciones”, amén del riesgo latente de la tiranía y de que, como las organizaciones de los artrópodos, la sociedad deje de progresar (1922:24). De modo que se trata de hallar una fórmula conciliadora, que preserve las ventajas de cada polo y minimice los inconvenientes. Esa fórmula la enuncia de la siguiente manera: “1) asegurar al individuo hasta cierto grado; 2) después dejarlo: entregarlo a la libertad, con las consecuencias de su conducta y de sus aptitudes.” (1922:17).

Vale decir aquí que, no obstante lo anterior, Vaz Ferreria afirma que es contrario al sentir dejar caer al individuo debajo de cierto límite (1922:34). De este modo, el autor se distanciaría de teorías individualistas más radicales, como sería, a ese respecto, la de Nozick. Pero, más allá de lo anterior, lo importante a destacar es que, con su fórmula ideal, y como reconoce el propio Vaz Ferreira, lo que antes era un problema de naturaleza, que ponía las cosas en la forma dicotómica de libertad o igualdad, se convirtió en un problema de grado, vale decir, de determinar cuánto es deseable de uno o de otro. Por lo tanto, el problema ha de resolverse ahora dentro de los parámetros establecidos por esa fórmula que determina los límites de lo aceptable (1922:22).

El hecho de asegurar al individuo en cierto grado implica, para Vaz Ferreira, corregir un problema de fondo que existe en las sociedades en donde se practica un individualismo sin límites. Este es nada menos que el problema del punto de partida, en el que, según constata en la realidad, existe una desigualdad alarmante. De esa forma, Vaz Ferreira se decide a combatir esa situación que, por lo injusta, hiere el sentir. Es así que dice:

Nuestro ideal comporta por lo menos alguna más igualdad en el punto de partida de los individuos; podrá haber discusión sobre el grado; pero es indudable que la desigualdad en el punto de partida, sobrepasa: es demasiada. (1922:18)

La desigualdad imperante es propiciada, para el autor uruguayo, básicamente por el principio irrestricto y privativo de la herencia. Dicho principio es sustentado por la tesis individualista de que las generaciones anteriores tienen derecho a legar, sin restricciones, todo lo que produjeron en vida. En realidad, este individualismo en la medida en que se ampara en la libertad para asegurar la continuidad de los bienes familiares y proteger así la descendencia, no es, en el fondo, sino una forma de familismo (Andreoli, 2009: 94).

Pero esa perspectiva del individualismo es, para Vaz Ferreira, estrecha de miras, puesto que no toma en cuenta el derecho de las generaciones futuras a tener un punto de partida igualitario, sin el cual las condiciones de desarrollo de la libertad se verían seriamente afectadas.

En efecto, al ser el punto de partida desigual, la posición de los individuos en la sociedad tiende a reflejar más esa desigualdad de base que la capacidad y aptitudes individuales. Además, un punto de partida desigual es esencialmente injusto, ya que el simple hecho de nacer no constituye, en sí mismo, un mérito o desmérito para justificar una mejor o peor posición en el comienzo. Sucede, simplemente, que al nacer nos perjudicamos o beneficiamos de las decisiones que otros tomaron, lo cual, y a la luz de un principio de justicia basado en que “a cada quien las consecuencias de sus actos”, es injusto.

Es por ello que Vaz Ferreira busca atemperar las consecuencias de este sistema, mal llamado individualista, apelando a la otra cara posible del individualismo: esto es, el derecho de los aún no nacidos a ejercer su libertad en igualdad de condiciones.

Por lo anterior, para el autor uruguayo, se trata de generar una cierta igualdad liberal (Andreoli, 2012:77). Idealmente, ello implicaría hacer tabula rasa o, lo que es lo mismo, que cada generación empiece de nuevo. Pero cumplir eso acarrearía, como también el individualismo familista, otra serie de problemas.

Por lo tanto, aquí también hay que asegurar un mínimo que evite los extremos y que además logre conciliar los derechos de todos los individuos, tanto los futuros como los anteriores. En ese marco, la solución de “punto medio” de Vaz Ferreira sería, en primer lugar, establecer distinciones en la herencia, a los efectos de implementar modificaciones y limitaciones según si las generaciones sacaron todo de su trabajo o si lo combinaron con elementos naturales finitos, así como alguna forma de gravamen sobre la misma que permitiera financiar un punto de partida más igualitario.

Algo similar sucede con la propiedad de la tierra. En relación a ella, Vaz Ferreira arguye que el individualismo bien entendido debería reconocer “como el derecho individual por excelencia, después del derecho a la vida, el derecho a estar: el derecho a la tierra de habitación.” (1922:37) Ello, vale aclarar, en cuanto a la tierra de habitación, en lo que respecta a la tierra de producción, Ferreira detecta exactamente el mismo problema que con la herencia. Por un lado, se esgrimen los derechos de los individuos anteriores que agregaron al medio natural su trabajo.

No obstante, también está el derecho de los individuos actuales al medio natural de la tierra, por lo que, aquí también, debe adecuarse la situación a la fórmula ideal, sin que se llegue al sacrificio total de ninguno de los derechos que están en pugna. En efecto:

[Nuestra fórmula] reconoce, por una parte, la defensa del menor, su derecho a un punto de partida por el aseguramiento de la salud, de la instrucción; mitiga también la dureza de la selección individual absoluta […] Hubiérase debido hacer […] la depuración del individualismo, introduciendo en él consecuentemente el derecho individual a la tierra de habitación, por lo menos […] y limitaciones y modificaciones de la herencia en las que se tuvieran en cuenta precisamente, los derechos individuales de los individuos actuales. (1922: 48)

Conclusiones

A lo largo de las tres entregas en que ha sido presentado el presente trabajo vimos que, con relación a la libertad, a Vaz Ferreira, al menos como está planteado en Sobre los Problemas Sociales (1922), le importan, básicamente, dos cuestiones: la de su justificación y la de su tensión con la igualdad.

En lo relativo al primer punto, advertimos que el autor aduce dos razones para justificar la libertad. Una de carácter consecuencialista o teleológica, según la cual la libertad es buena porque, a través de diversos mecanismos, empuja el desarrollo de la civilización, y otra de carácter deontológico, ya que, para Vaz Ferreira, lo justo es que cada individuo se haga responsable de las consecuencias de sus actos, aún cuando ello genere en los hechos desigualdad.

En lo relativo al segundo punto, podemos decir que el abordaje de la igualdad aparece como necesario a la luz de su método, que pone el acento en la contradicción, la complementación y en la preservación de mínimos.

Primeramente, el autor intenta demostrar la falsa oposición que existe entre ambos conceptos cuando señala lo que hay de individualismo en el socialismo y viceversa. Acto seguido, Vaz Ferreira advierte que, cuando contrastados con la realidad, esos dos conceptos no son sólo irrealizables sino también indeseables por las consecuencias prácticas que tendrían, o tienen, como es el caso del individualismo, de implementarse en la realidad tal y como postula la teoría.

Consecuente con su pragmatismo, el autor se apresta seguidamente a tratar de componer una fórmula ideal a satisfacer que, aunque parte de ciertos principios postulados teóricamente, atienda a la realidad en su ser así.

Por otro lado, y dada la primacía del sentir sobre el pensar que caracteriza al conjunto de su obra, Vaz Ferreira recurre a hacer del sentimiento el basamento de dicha fórmula. De ahí que apele directamente a las razones del corazón, que se expresan en “simpatía” o “antipatía” por determinadas ideas. De hecho, de esa manera aborda los problemas prácticos de la herencia y de la propiedad de la tierra, cuestiones fundamentales a resolver por la fórmula planteada.

Por último, y para concluir, es preciso decir que es esencialmente en ese juego con la igualdad, que se da a nivel de lo concreto, en donde se revela la verdad de la libertad, entendiendo por verdad tanto lo que es posible como lo que es deseable en los términos estrictos del sentir.

Bibliografía

Acosta, Yamandú. El pensar radical de Vaz Ferreira y el discernimiento de los problemas sociales. Revista ACTIO N°11- Noviembre 2009.

Andreoli, Miguel. Pensar por ideas a tener en cuenta: elementos de filosofía política en Vaz Ferreira. Universidad de la República. Uruguay. 2012.

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Berlin, Isaiah. Dos conceptos de libertad y otros escritos. Ed. Alianza Editorial. 2005. Madrid, España.

Ferreira, Vaz. Fermentario. Ed. Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay. Montevideo. 1963. [Internet] Accedido el 26 de Marzo, 2013. Disponible en: http://autoresuruguayos.adinet.com.uy/carlos-vaz-ferreira/texto-sobre-vaz-ferreira.php

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Jonathan Arriola es Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad ORT-Uruguay y Master en Filosofía Contemporánea por la Universidad de la República. Además es Profesor de Política Comparada y Fundamentos de la Investigación en Universidad ORT.

Published

2014-07-31

Issue

Section

Enfoques