América Latina y Rusia: Una nueva relación “desideologizada”
Abstract
Como latinoamericanos, y por eso como testigos presenciales de los más fieros azotes de la Guerra Fría que se hicieron sentir, más que explícitos, en nuestro continente, nos resulta difícil, aún hoy en día, disociar la imagen de la Rusia actual con la tuviese, en su momento, la Unión Soviética. Es una imagen que, por cierto, nos remite, casi inmediatamente, al clima de tensión vivido durante el “mundo bipolar”, al triunfo de la Cuba revolucionaria de Fidel, al gobierno sandinista en Nicaragua y, a los que habitamos específicamente en el Cono Sur del continente, a las guerrillas revolucionarias y a las posteriores dictaduras militares.
Esa asociación no es casual y es que, luego de la caída de la Unión Soviética y en el marco de una nueva Rusia, enfrascada en su pronta recuperación económica, política y social, podemos hablar de una verdadera desaceleración de las relaciones bilaterales entre nuestro continente y el gigante ruso, que habían sido más que intensas durante la guerra fría.
En medio de ese tenue relacionamiento, los rusos no han podido forjar, en Latinoamérica, una nueva imagen, al menos hasta este momento, que se desligase de su pasado comunista. Sin embargo, ese “alejamiento” relacional parece ser cosa del pasado y, como se están dando las cosas, seguramente seremos testigos de un, ya iniciado, replanteamiento y recuperación de las relaciones que varios acontecimientos recientes, por cierto, lo ponen de manifiesto.
A propósito de este acercamiento es que el próximo 19 de noviembre tendrá lugar, en Colombia, un encuentro entre el Ministro de Relaciones Exteriores ruso y el presidente colombiano. También, y recientemente (más específicamente desde el 17 de octubre pasado), se han estado celebrando, en diversos países del continente, las llamadas “Jornadas de Rusia” cuyo fin no parece ser otro que el de propiciar un mutuo acercamiento cultural, religioso, económico y político entre los latinoamericanos y los rusos.
Más aún, Rusia ha estado enviado diversas comisiones a Argentina, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua en un intento por estrechar más relaciones. Estas jornadas y visitas se enmarcan directamente dentro del relanzamiento de la política exterior rusa para con nuestro continente, y que encontrará su máxima expresión con la llegada del presidente ruso, Dmitri Medvedev, quien visitará, luego de que se celebre en Lima el Foro de la APEC, a Brasil, a Cuba y a Venezuela del 24 al 27 del presente mes. Así, la Rusia contemporánea se ha lanzado, a la luz del nuevo reordenamiento internacional, a la búsqueda de un nuevo lugar en América Latina y ha encontrado en dicha empresa a su primera aliada: Venezuela.
Es que Venezuela ha tomado un rol preponderante en el “juego” relacional con Rusia. En los últimos años, y de la mano del presidente Hugo Chávez, dicha relación ha experimentado una especial y diversificada profundización. Un relacionamiento que data, por cierto y principalmente, desde la era Putin, y que encuentra asidero no sólo en un manifiesto alineamiento político anti-estadounidense, sino que también se forja entorno a una flagrante afinidad de intereses que van desde los energéticos hasta los militares.
Es verdad que, entre estos dos países, no hay sólo negocios de vital importancia, -(como los que tienen las petroleras de ambos países, PDVSA y las rusas Lukoil y Gazprom)- sino que la política de Chávez, enclavada en el más férreo discurso anti-norteamericano, al emprender una verdadera cruzada en contra del “imperio” del norte, lo ha llevado a hacer alianzas militares explícitas con Rusia. Tanto es así que hoy en día Venezuela no sólo es la mayor compradora de armas rusas del continente, sino que juntos han desplegado operaciones militares en el Caribe, en lo que Chávez define como una hazaña que apunta a la construcción definitiva de un mundo multipolar. Sin embargo, la alianza se sella con la declarada intención rusa de ayudar al país caribeño en el desarrollo de un programa nuclear.
Además de la alianza, ya clásica, entre Rusia – Cuba ahora se le suma, a la lista rusa de aliados latinoamericanos, Venezuela. Un socio que resulta ser trascendental ya que puede servir como una puerta de “entrada” tanto a los satélites venezolanos (como Bolivia) como al resto del continente que, debido al impulso “izquierdista” de la región, se encuentra en una coyuntura política especialmente favorable para los intereses rusos.
Más allá de este contexto ideológico puntual, puede advertirse una verdadera conjunción de intereses, entre América Latina y Rusia, que trasciende lo político. Una prueba de ello es el increíble aumento en el nivel de intercambio económico entre ambos, que está creciendo, anualmente, entre un 25% y un 30% y que alcanzará, para el presente año, una cifra de más de 15000 millones de dólares.
Por un lado, Rusia reconoce que el continente latinoamericano es un punto de suma importancia dentro de su política exterior, sobre todo porque ahora comparte un lugar de privilegio junto con su par suramericano, Brasil, en el grupo de los países emergentes “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y porque socios como México, Chile o Argentina que, más allá de su peso económico que es considerable en el marco de una economía globalizada, pueden ser también importantes socios políticos.
Por otro lado, países latinoamericanos que han tenido una relación conflictiva con los Estados Unidos podrían ser atraídos por el nuevo plan de desarrollo económico, comercial, científico y cultural que Rusia propone en la región, y que define como prioritario en su agenda internacional.
De cualquier manera, si esta relación político-económica ha de germinar entonces deberá lograr ir más allá de las relaciones personalistas, como las que despliega Hugo Chávez, y de la situación política particular que vive América latina. Todo parece indicar que la nueva estrategia rusa hacia eso apunta y que el acercamiento ha llegado para quedarse por un largo tiempo.
De esta manera se están moviendo las fichas en el tablero internacional que cabe seguir de cerca de cara al nuevo ordenamiento internacional “multipolar” del cual seremos testigos en este nuevo siglo XXI.
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto de Estudios Internacionales.
FACS - ORT Uruguay.
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