Nuevo Presidente por un nuevo Paraguay
Abstract
El pasado 15 de agosto Paraguay presenció la asunción del presidente electo Fernando Lugo, cuya victoria puso fin a 61 años de hegemonía conservadora del Partido Colorado. El ex obispo católico por el partido Alianza Patriótica por el Cambio (APC) –coalición política de izquierda- superó en el mes de abril, con el 40,8%, a la candidata colorada Blanca Ovelar que sólo obtuvo el 30,7% de los votos.
"Es importante que vuestro Presidente deje en claro un dato: el cambio no es "una cuestión electoral; el cambio en Paraguay es una apuesta cultural, quizás "la más importante en su historia…. Hoy termina un Paraguay exclusivo, un "Paraguay secretista, un Paraguay con fama de corrupción.
Estas palabras formaron parte de un discurso de toma de posesión del mando, acompañado de una vestimenta informal, sin saco, sin corbata, en sandalias y expresando parte de su discurso en guaraní. Lo anterior se enmarca en un estilo de vida austero que el mandatario ha anunciado donde se incluye su negativa a ocupar la residencia oficial de Mburivicha Roga y la renuncia al sueldo de jefe de Estado.
Esta preferencia por el informalismo y las costumbres típicas, que ya conocemos en variados dirigentes latinoamericanos, conlleva un sentimiento de ruptura con la historia reciente, además de una búsqueda de similitud con el indigenismo, de donde proviene la mayoría de sus votantes.
No obstante, en este caso particular la ruptura puede observarse no sólo en el ámbito nacional, donde ha ocurrido un cambio histórico de partido de gobierno, sino también a nivel personal, donde el mandatario ha dejado atrás la vida clerical para sumergirse en la política pura.
La candidatura del actual presidente fue el fruto de un laborioso camino. Fernando Lugo, nacido en 1951, procede de una familia humilde que sufrió la represión y encarcelación de varios de sus miembros durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), por ser militantes disidentes del oficialista Partido Colorado.
Su vocación religiosa comenzó a los 19 años cuando en 1970 ingresó en el Noviciado de los Misioneros del Verbo Divino, con los que en 1975 hizo los votos perpetuos. En 1982 es ordenado sacerdote y su profesión de fe le llevó como misionero a Ecuador, donde vivió de cerca los problemas sociales y se interesó por la "Teología de la Liberación". En 1994 fue ordenado obispo y asignado a la diócesis de San Pedro, una de las regiones más pobres del país, en donde destacó por su lucha a favor de los más pobres y, en especial, de los campesinos sin tierra.
Sus primeros encuentros con la política se dieron a fines del 2001, cuando el obispo hizo un llamamiento a la movilización popular contra el gobierno de González Macchi porque éste era incapaz de ofrecer soluciones "…a los grandes problemas del país, como la deshonestidad, la impunidad, la pobreza, la falta de educación y la reactivación económica, sobre todo en el campo". En 2004 el papa Juan Pablo II dispuso su retiro como obispo, por lo que Lugo continuó ejerciendo el sacerdocio como párroco.
Al año siguiente, Lugo se destacó por sus críticas a la política del presidente Nicanor Duarte y, en 2006, fue el principal dirigente de la organización Resistencia Ciudadana –(agrupación que canalizó las protestas de diversos partidos, movimientos sociales y sindicatos)- en contra de varias políticas, especialmente en lo referente al doble papel de Duarte como Presidente de la República y jefe del Partido Colorado. Igualmente Lugo estaba en contra de la reforma constitucional que pretendía permitir la reelección presidencial.
En junio de 2006, el Partido Patria Querida le pidió a Lugo que fuera candidato presidencial de una concertación para derrotar al Partido Colorado. Sin embargo, esta decisión encontraba oposición en el ámbito eclesiástico y también a nivel Constitucional, en tanto la Carta Magna señala que los ministros de culto religioso tienen prohibido ser candidatos a cargos políticos.
El Presidente Duarte intentó aprovechar esta limitación que la normativa la planteaba a Lugo, para ofrecer a su opositor una reforma de la Constitución que enmendara las dudas que afectaban a su candidatura oficiosa y, al mismo tiempo, le permitiera al propio Duarte optar por su reelección. Fernando Lugo no se prestó a ello.
El 28 de diciembre de 2006 Lugo renunció a su ministerio sacerdotal con el fin de presentar su candidatura a la Presidencia del Paraguay y solicitó al Vaticano mantener su pertenencia a la Iglesia Católica como laico. Un mes más tarde, la Congregación para los Obispos rechazó la solicitud de Lugo dispuso también su suspensión "a divinis", es decir, la suspensión canónica que establece la prohibición de poner en ejecución todos los actos de potestad de orden y de gobierno y el ejercicio de todas las funciones y derechos inherentes al oficio Episcopal.
No obstante, luego de los sufragios de abril por los que Fernando Lugo fue electo presidente, el 30 de julio de 2008 el Papa Benedicto XVI, por medio del nuncio apostólico en Paraguay Orlando Antonini, anuncia "…la pérdida del estado clerical con todas las obligaciones, sea como sacerdote, sea como obispo o sea como religioso del Verbo Divino", en tanto declara que su trabajo como presidente "…no es compatible con las obligaciones del ministerio episcopal del estado clerical".
La tarea de Lugo no será sencilla. Al inicio de su mandato se encuentra con un país con 6,7 millones de habitantes y un PBI per cápita de USD 1.878, donde el 40% de su población vive por debajo de la línea de la pobreza.
El actual Presidente aseguraba que Paraguay era "…como una isla entre gobiernos progresistas…" y que este aislamiento debía terminar "…porque en Latinoamérica hay un giro a la izquierda…". Entonces, se prevé una gestión con impronta de izquierda moderada, al estilo de Lula y Bachelet. Incluso el discurso de Lugo fue comparado, por el diario El País de Madrid, con el que pronunció, en su momento, el Presidente Tabaré Vázquez.
Fernando Lugo apuesta por un modelo económico mixto con garantías para la propiedad privada, la libertad de empresa y la inversión extranjera. El Presidente anunció una subida de impuestos, una estricta aplicación de la política fiscal, una reforma agraria, atacar la lacra del contrabando y una mejora en las condiciones de vida de funcionarios y policías para atenuar el cáncer de la sociedad paraguaya: la corrupción. A nivel social su gobierno pondrá énfasis en disminuir la pobreza por la vía del empleo, mejorar significativamente los indicadores sociales, disminuir el trabajo infantil y reducir la desigualdad en el acceso a los servicios públicos.
En el diseño de políticas económicas y sociales para Paraguay participan expertos paraguayos en conjunto con algunas autoridades uruguayas –el jefe de asesoría Macroeconómica, Fernando Lorenzo, el responsable de programas de Infancia, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social, Julio Bango, y el jefe de División de Asistencia Crítica y Alertas tempranas Gerardo Lorbeer. Asimismo, el Plan de Emergencia de Uruguay aparentemente será el principal modelo a imitar, junto con políticas agroindustriales y agropecuarias, en un país que posee el 50% de población rural.
En política exterior, Lugo expresó la necesidad de realzar la posición de Paraguay en el ámbito sudamericano y mantener buenas relaciones con todos sus vecinos. Particularmente en lo que respecta al MERCOSUR, el presidente paraguayo expresó su voluntad de fortalecer y ampliar el bloque regional para que, además de un bloque comercial y de integración económica, fuera un bloque "social y cultural". Ante esta aparente afinidad política con nuestro país, podría existir la esperanza de fortalecer las relaciones bilaterales de los socios menores del MERCOSUR e intentar hacer frente a la (sobre) “bilateralización” de relaciones intra-MERCOSUR entre Brasil y Argentina.
No obstante, la historia reciente ha demostrado que la afinidad política de los dirigentes parecería no significar mucho para el sano desarrollo de la integración. Quiero creer que esta evidencia de los últimos años no habrá de repetirse, sin embargo, la historia nos empuja a una visión parcialmente pesimista difícil de contrarrestar.
* Lic. en Estudios Internacionales.
FACS. ORT- Uruguay.
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