La presidencia francesa de la UE: ¿una doble oportunidad?
Abstract
El 1ero de julio por la noche, la Torre Eiffel fue iluminada de azul con doce estrellas doradas, después de que Francia recibiera la presidencia de la Unión Europea para los próximos seis meses. Francia ha preparado minuciosamente este evento. Pero Sarkozy también lo ha esperado ansiosamente. ¿Qué es lo que está realmente en juego durante estos seis meses de presidencia francesa de la UE?
A nivel Europeo: seguir con el impulso iniciado en Lisboa en 2007 y relanzar, de una vez por todas, la Unión Europea que aún no se recupera de los rechazos francés y holandés. La presidencia francesa fue preparada con anticipación y trazó objetivos algo desmesurados. Sin embargo, la situación hoy se anuncia más compleja.
Francia espera conducir su ambiciosa política europea a partir de cuatro grandes pilares. Primero, Francia desea mantener un sector agrícola potente, a través de la utilización de fuertes subvenciones. Este punto es fuente de grandes disensiones en el seno de la Unión entre los partidarios de una liberalización del sector agrícola, como el Reino Unido, y el bloque favorable a las subvenciones, como Francia, Polonia y España. El segundo pilar concierne la defensa. El proyecto consiste en concretizar un sistema de defensa europeo, a través de la puesta en marcha de una fuerza de intervención de 60.000 hombres, la creación de un centro de operaciones y un aumento de recursos a la AED (Agencia Europea de Defensa). Estas medidas serían acompañadas de una reforma en el financiamiento de las operaciones militares europeas. El tercer pilar consiste en establecer un principio de política común sobre la energía y el cambio climático. El principal objetivo es el de reducir gases de efecto invernadero en un 20% y aumentar la producción de energías limpias de manera que representen 20% de la producción energética, de aquí al 2020. Finalmente, el cuarto pilar planea homogeneizar las políticas europeas de inmigración. Se basa en un “Pacto por la Inmigración y el Asilo”, que establecería una inmigración fuertemente restringida y regularizada, y en el rechazo de toda regularización masiva.
Pero los irlandeses arruinaron la fiesta de los galos antes de que ésta comenzara, el jueves 12 de junio. El “No” irlandés al Tratado de Lisboa representa un obstáculo mayor. ¿Cómo llevar a cabo estas políticas cuando Irlanda, y quizás otros países, rechazan el nuevo proyecto político europeo, impulsado por el mismo Sarkozy en 2007? A esto se deben agregar las recientes declaraciones del presidente polaco, Lech Kaczynski, que afirmó que Polonia no firmará el Tratado de Lisboa, ya que no tiene sentido, después de la negativa irlandesa. Por esto fuera poco, en una entrevista televisiva, el lunes 30 de junio, el Presidente Nicolas Sarkozy acusó al comisario de comercio europeo, Peter Mendelson, de poner en riesgo a los agricultores europeos a través de un acuerdo de liberalización comercial apoyado por la OMC. Mendelson se ausentó a la ceremonia de principio de mandato francés, y se inició una verdadera guerra de acusaciones entre los dos personajes, que no hace más que dirimir la frágil situación en la Unión Europea.
A pesar de estos contratiempos, sin embargo, Francia quizás pueda lograr no todos sus objetivos, pero sí los más urgentes y consensuales; como solucionar el tema de la ratificación del Tratado y lograr concretar un acuerdo sobre la energía y el medio ambiente.
Pero es igualmente a nivel nacional, que estos seis meses representan una gran oportunidad para Nicolas Sarkozy. En solo su primer año, su nivel de popularidad disminuyó de niveles altísimos a niveles inusitadamente bajos durante toda la historia de la V República. El inicio de su mandato fue marcado por el optimismo y la popularidad. Sin embargo, sus problemas personales, la constante exposición de su vida privada a los medios de comunicación, su carácter a veces inestable y contradictorio significaron una rápida caída de su popularidad en las encuestas. Hoy por hoy, su acción es desaprobada por aproximadamente el 60% de los interrogados (Le Monde, 16/06/08). El “fenómeno” Sarkozy llegó a desilusionar hasta sus más fervientes seguidores y militantes. Lo que antes era percibido como creatividad, energía y voluntad de cambio, pasó a ser sinónimo de hiperactividad, improvisación, oportunismo y demagogia. En su inestabilidad emocional y sus costumbres ostentosas (en pleno aumento de precios del gasoil y productos alimenticios), los franceses vieron a una estrella hollywoodense más que a un presidente de la República francesa. Ver pasear a su presidente de lentes negros Ray-Ban y reloj Rolex, de la mano de la cantante y ex-modelo Carla Bruni, le dieron el sobrenombre de “Président Bling-Bling”, o presidente “nuevo-rico”.
Estos seis meses se anuncian difíciles, pero son claves. Un fracaso significaría la confirmación de la decepción que hoy se percibe en Francia. Una decepción que se extendería esta vez al conjunto del continente, donde muchos todavía tienen la esperanza de que Francia, uno de los motores históricos de la construcción europea, saque adelante a la Unión Europea de una vez por todas.
Una presidencia de la Unión Europea exitosa significaría una rectificación de las últimas falencias de la imagen de Sarkozy y su "manque de “sérieux”, que le reprochan sus ciudadanos. Una encuesta BVA indica que el 31% de los franceses no lo creen capaz de relanzar el proyecto europeo. Una presidencia europea exitosa permitiría, no sólo eventualmente empezar a sacar a la Unión de su estancamiento, sino volver a aparecer frente a sus ciudadanos como un Presidente inteligente, hábil, activo y capaz de llevar a cabo cambios importantes.
*Candidato a las Licenciaturas en Historia y Ciencias Políticas,
Universidad de Paris I, Sorbonne -Panthéon
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