Brasil en primera línea: evoluciones de nuestro gran vecino
Abstract
Las recientes y publicitadas reuniones de empresarios brasileros y estadounidenses en los EE.UU, y con la presencia más que significativa del Presidente George Bush, vienen a confirmar el papel preponderante que juega Brasil en la región. En la profundización de un diálogo privilegiado con Estados Unidos que no es reciente, Brasil avanza como actor internacional de primera línea.
Para contrarrestar las ambiguedades en el alineamiento de la Argentina de Juan Domingo Perón, Brasil fue el interlocutor norteamericano por excelencia: participó militarmente de la segunda guerra mundial y fue protagonista de la definición hemisférica continental del orden militar de posguerra. La rivalidad- cooperación con la Argentina fue una constante de la segunda mitad del siglo XX: en la influencia sobre los países menores de la región, en la construcción de una industria aeronáutica regional, en la investigación nuclear militar de los años setenta, en la decisión de los ochenta de avanzar en una unión regional conjunta. Hasta la debacle argentina de 2001- 2002 hubo una relación propia de dos países que se reconocían como potencias regionales.
Pero el progresivo crecimiento brasilero, demográfico, económico y comercial, sumado al fenomenal retroceso argentino, han ido cambiando el escenario. La población brasilera crece un Uruguay por año; es uno de los principales exportadores del mundo de carne y soja; se autoabastece en petróleo; ha diversificado la naturaleza y el destino de sus ventas al exterior; logró estabilizar sus índices macroeconómicos, y es principalísimo actor influyente en el espacio de la lusofonía, lo que le permite, además, cierta influencia en la costa occidental de África.
Haciendo pie en esta evolución reciente y en su tradicional papel de potencia regional, debe tenerse presente el papel de Brasil para atender la evolución de las situaciones conflictivas en la región: la estabilización del Paraguay, la crisis boliviana, la intervención militar en Haití, el diferendo colombiano- ecuatoriano, el conflicto argentino- uruguayo por las plantas en el río Uruguay, y la relativa contención a las facetas más explosivas de la política exterior de Chávez.
La función de gendarme regional no se hace a contrapié de una coordinación con los Estados Unidos. Por el contrario, Lula ha sido el único presidente de la región que ha sido largamente recibido en Washington por Bush: se ha reafirmado con el gobierno de izquierda brasilero, una alianza tradicional de los dos países, que a los dos beneficia.
La reciente propuesta de mayor apertura y coordinación militar de los países de América del Sur en torno al eje brasileño va en este sentido y es la culminación de una evolución que, desde Uruguay, debe ser vista con atención. Y no porque la voluntad brasilera se traduzca por medidas unilaterales. Por el contrario, la desestabilización boliviana reciente muestra, por ejemplo, una fuerte coordinación norteña con… Chile. Todo esto debe ser analizado de manera mas que cuidadosa porque Uruguay se enfrenta a una inequívoca hostilidad argentina que no ha querido ser enfrentada por Brasil. Se ha roto así la vieja lógica pendular de las alianzas uruguayas en el Plata y se ha abierto un gran signo de interrogación en nuestra dimensión de seguridad nacional, a cuya solución no ha ayudado la posición de nuestro gobierno sobre una profundización de la relación bilateral con EEUU.
Importa anotar que la alianza brasileña con EEUU no va en desmedro de un papel relevante de nuestro vecino en el planteo de las reivindicaciones de los nuevos países que se afirman en la escena internacional con la globalización. Brasil ha sido motor fundamental del G20, reclama el libre comercio de productos primarios agrícolas que le asegure pesar cada vez más y mejor en el estratégico mercado internacional de alimentos, y teje alianzas comerciales con Rusia, India y China (el grupo de países BRIC). El ejemplo de la industria cárnica es ilustrativo: Brasil ha invertido estratégicamente en toda la región y, en el mediano plazo, quiere incidir por su propio peso económico en la conformación de precios de este importante mercado.
La promocionada reunión de empresarios americano-brasileña no hace más que mostrar evoluciones de largo plazo que confirman el lugar privilegiado de Brasil en la región. El Uruguay vive, lamentablemente, obnubilado por las problemáticas argentinas que inundan medios de comunicación e influencian análisis y opiniones. Conviene entonces prestar atención a los caminos emprendidos por nuestro gran vecino norteño que se va consolidando como principal actor del nuevo escenario internacional y como aliado estratégico de EEUU en la región.
Prof. de Sistema Internacional Contemporáneo
Depto de Estudios Internacionales
FACS – ORT, Uruguay
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