CRÓNICA ROJA Y LITERATURA
Abstract
Nagasaki, 2008. Shimura es un cincuentón, soltero, metódico y ordenado. Vive solo, en las afueras de la ciudad. Ocupa las horas entre la vida doméstica y su trabajo. Los días, grises e idénticos, transcurren con precisión milimétrica. Pero una tarde, Shimura hace un descubrimiento que interrumpe aquella rutina abúlica: un alimento –que está seguro de haber comprado- desapareció de su cocina. Busca una y otra vez, pero no lo encuentra. La certeza inicial deja lugar a una duda, de cierta forma, más tranquilizadora: “¿lo habré comprado?”. Pero la inquietud está instalada y el hallazgo, días después, de nuevos faltantes de comida, no hace otra cosa que intensificarla. Shimura instala una cámara web en la cocina. Entonces la ve. Es una mujer. Luego, Shimura se entera: hace casi un año que la intrusa vive en su casa, aunque él no lo había notado. Durante el día, mientras él trabaja, ella deambula tranquila por las habitaciones, como si aquel lugar fuera su hogar. Cuando él regresa, ella se instala en la parte superior de un ropero, en el cuarto del fondo.
Lyon, 2009. Un hombre entra a un supermercado y roba una lata de cerveza. Cree que nadie lo ve, pero se equivoca. Cuatro empleados de seguridad del local lo detienen y lo llevan a un almacén o depósito, lo mismo da. Le pegan hasta matarlo.
Los hechos relatados ocurrieron en la vida real. No existió ninguna vinculación entre ellos; el primero transcurrió en Japón, en 2008, el segundo en Francia, en 2009. Aparecieron en la prensa bajo la forma de fait divers, esas noticias curiosas, insólitas, inclasificables dentro de las categorías en que está presentada la información (política, economía o deportes) y que ocupan poco espacio en los periódicos.1
Dos escritores franceses, Éric Faye y Laurent Mauvignier, se inspiraron en los fait divers publicados por la prensa japonesa y por la francesa, para desarrollar sus novelas La intrusa y Lo que yo llamo olvido, respectivamente. Hace unos días, estuvieron en Montevideo, invitados por la Embajada Francesa, y participaron de la mesa redonda Crónica roja y literatura (Le fait divers et la littérature)2 junto a los autores uruguayos Juan Sebastián Peralta y Carolina De Robertis.
La intrusa y Lo que yo llamo olvido no son investigaciones sociológicas ni crónicas periodísticas. Son novelas. Los puntos de partida de Faye y de Mauvignier son dos hechos verídicos. Luego, ambos autores crearon ficciones. En La intrusa, Faye imagina y otorga a los personajes una historia de vida, muestra los conflictos por los que atraviesan, propone una explicación o tal vez un por qué. Lo que yo llamo olvido, en tanto, es una narración en una única frase, sin puntos, en la que una voz –no sabemos a quién corresponde- le habla al hermano del hombre asesinado. Es el relato de cómo ocurrieron los hechos y de lo que la voz narradora imagina pasaba por la cabeza de los guardias de seguridad mientras golpeaban hasta la muerte al ladrón de una lata de cerveza y por la cabeza de aquel hombre que moría de una forma absurda.
La violencia subyace tras los dos relatos. En Lo que yo llamo olvido, es física y evidente; en La Intrusa, en tanto, es una violencia eclipsada, encubierta. En ambos casos, la sintética prosa de los periódicos que recogieron las historias originales se expande y se nutre de nuevos elementos, de otros matices. Se vuelve profunda. La noticia, como género periodístico, tiene un tiempo y una estructura propios, muy diferentes a los de la literatura. La primera no abunda en el mundo interior de los personajes. No puede hacerlo. El apremio y el espacio no se lo permiten; la historia que hoy ocupa un lugar en la crónica roja mañana será desplazada por otra, y al día siguiente por otra más. La literatura, en cambio, sí puede.
En Lo que yo llamo olvido, Mauvignier, con una única frase, logra dilatar los últimos minutos de vida de un hombre que murió de una manera insensata y salvaje. Así, Lo que yo llamo olvido termina siendo un esfuerzo contra el olvido. Dice Mauvignier que el fait divers, en su forma y en su contenido, dispara en él una serie de preguntas, y que lo que el periodista expresa en dos palabras puede dar lugar a una novela.
A Faye, a Peralta y a De Robertis les ocurre algo similar. El fait divers, la noticia, el hecho policial los interpela como sujetos. Es como un fogonazo que llama la atención sobre un tema, despierta una pregunta y genera la necesidad de entender. “Quiero entender por qué y mi forma de entender, en parte, pasa por la escritura”, dice Peralta. “La literatura, en cuanto al tiempo, da la posibilidad de profundizar en las distintas capas de un tema, lo que permite su comprensión. La escritura, para mí, tiene que ver con un esfuerzo por nutrir eso tan complejo que llamamos realidad”.
En Faye no sólo existe la necesidad de entender. Como periodista, está en contacto estrecho y permanente con la realidad y, cada tanto, dice, precisa evadirse de ella. La literatura constituye una forma de lograrlo. Dos aspectos del fait divers que originó La Intrusa le llamaron la atención. El primero, que la mujer había vivido un año en la casa del hombre sin que éste lo notara. El segundo, que el hombre y la mujer tenían edades similares. Podrían haberse conocido, o podrían haber vivido juntos por amor. En La Intrusa, la posibilidad aparece sugerida, insinuada. Faye no quiso averiguar ningún otro dato que el fait divers no aportara acerca de la historia ni de los protagonistas. Dice que con eso le alcanzó, que no quería saber más, que temía que su imaginación como escritor quedara paralizada.
A Mauvignier, en tanto, no fue el hecho policial en sí lo que lo inspiró, sino la forma en que estaba escrita la noticia. Eso explica, en parte, por qué Lo que yo llamo olvido está narrada en una única frase, sin puntos. En el fait divers que originó la novela, la idea de morir estaba representada por una expresión francesa que en español equivale a algo así como “expirar el último aliento”. “El aliento como el lugar donde está refugiada la vida”, dice Mauvignier. “Mientras no se ponga el punto final, seguimos estando en ella”. Por eso, dice, entre otros motivos, Lo que yo llamo olvido está escrita en una única frase. Sin puntos.
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Éric Faye nació en Francia. Es escritor y periodista. Autor de ensayos, nouvelles, novelas y relatos. En 2010, su novela La intrusa -cuyo título original es Nagasaki- obtuvo el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.
Laurent Mauvignier nació en Francia, es escritor y se licenció en Bellas Artes. Es autor, entre otras, de las novelas Loin d'eux, Apprendre à finir, Ceux d'à côté, Seuls, Le lien, Dans la foule, Hombres y Lo que yo llamo olvido.
Carolina De Robertis es escritora de ficción y no ficción. Nació en Uruguay pero creció entre Suiza, Inglaterra y California. Es autora, entre otras obras, de Perla y La montaña invisible.
Juan Sebastián Peralta es actor egresado de la EMAD, dramaturgo, director teatral y profesor de filosofía. Es autor, entre otras obras de teatro, de Tercer espejo, Nunca lo hubo, Cordero de Dios.
1- En la década de los sesenta, Roland Barthes definió la estructura del fait divers como una unidad dotada de información total, que no remite a ningún otro conocimiento externo para explicarse a sí misma. Aunque suele asociarse el fait divers al hecho policial y a la violencia, dichos conceptos no necesariamente están ligados.
2- El encuentro fue organizado por la Embajada Francesa y la Biblioteca Nacional en el marco de la segunda edición de “Bellas francesas”, un espacio para la difusión de la literatura francesa en América Latina.
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