LA DECLINACIÓN AMERICANA: ¿UNA BUENA NOTICIA PARA LA DEMOCRACIA LIBERAL? - Parte I

Authors

  • Pedro Isern

Abstract

La declinación de los Estados Unidos es interpretada por distintos observadores como un indicador de la crisis de la democracia liberal. Para ello, se recurre a un razonamiento superficial: si la democracia liberal se consolidó a lo largo del siglo XX en parte por la notable experiencia exitosa que han sido los Estados Unidos, luego, la declinación de éste debiese suponer la declinación de aquella.

La declinación americana confirma que los Estados Unidos han dejado de ser excepcionales. Sin embargo, esta creciente ausencia de excepcionalidad en la experiencia americana contemporánea es una buena noticia para las naciones que aspiran a vivir allí donde las libertades y el pluralismo sean un modus vivendi consolidado. Es cierto que estas naciones son demasiado pocas: se encuentran en Europa Occidental, Canadá, Oceanía y unos pocos lugares de América Latina. Si bien las sociedades abiertas y plurales han sido fenómenos infrecuentes o excepcionales en la historia humana, la rutina de la libertad (es decir, el ejercicio diario de la tolerancia) sí es una sucesión de acciones, creencias y conductas esencialmente ordinarios o no excepcionales. La llegada de la declinación americana como fenómeno político contemporáneo traerá una secreta tranquilidad o alivio en aquellas comarcas que ejercitan la libertad y la tolerancia en los hábitos y costumbres diarias y mundanas. Estas comarcas o naciones (como mencionamos, el mejor ejemplo de ellos son las sociedades nórdicas y escandinavas y, por otro lado, Australia y Nueva Zelanda) han sospechado y sospechan sobre la inconveniencia (tanto para ellas como para el resto) de librar “guerras justas y santas” para exportar la democracia liberal. Para ellas, lo realizado por Estados Unidos en 1945 en la reconstrucción institucional de Alemania y Japón ha sido excepcional y las consecuencias de las acciones de la gran potencia en Irak y el Medio Oriente en la primera década del siglo XXI han sido, en cambio, lo que cabía esperar.

Sostiene Charles Murray que los EE.UU. han dejado de ser excepcionales aunque puedan permanecer en la vanguardia de determinadas tecnologías, ideas y creencias (ver, “American Exceptionalism: AnExperiment in History”). Una persona o comunidad puede dejar de ser excepcional y no por ello convertirse en un problema para aquello que representaba. La cuestión es como esa persona, país o comunidad procesa su estancamiento. En el caso de los EE.UU., la cuestión pasa a ser cómo la dirigencia política e intelectual asume y transmite el fin de la situación de excepcionalidad. La declinación americana es una buena noticia para la vigencia y prestigio de la democracia liberal ya que confirma la imposibilidad del liberalismo (y su mencionada expresión política, la democracia liberal) como doctrina universal.

Por otro lado, ¿Cuál es el estado de la democracia liberal? Independientemente del estado de los Estados Unidos, ¿Se encuentra también en un proceso de declinación? Siguiendo el ya clásico análisis de FareedZakaria, ¿Se ha consolidado la distancia entre la democracia como ejercicio electoral y el liberalismo como una filosofía que defiende la existencia de derechos individuales? (“TheRise of Iliberal Democracy”, ForeignAffairs, Noviembre/Diciembre 1997).Podemos formular la pregunta desde otra perspectiva: ¿Es un proceso de declinación también para la democracia liberal o, en cambio, ésta es un proyecto que simplemente ha encontrado sus límites? Es claro que encontrar un límite no supone para un proyecto político el comienzo de una declinación. Incluso podría significar o representar lo opuesto ya que un límite supone previsibilidad y la previsibilidad contribuye a la consolidación. ¿Cuál sería ese límite? Un evidente límite es la diferencia entre capitalismo y democracia liberal. No hay aspiración universal posible porque, entre otras cosas, hoy sabemos que el capitalismo es viable sin la democracia liberal e incluso, más aún, contra la democracia liberal (como refleja la experiencia contemporánea China). La declinación americana sería aquí la certeza de una limitación específica, es decir, la certeza de que no hay nada en la democracia liberal que asegure la mejor versión del capitalismo. Siguiendo este razonamiento, la democracia liberal es un fenómeno que, en su mejor forma, es local y el capitalismo sería un fenómeno que, en su mejor forma, es global o al menos regional.

Así, la declinación americana podría ser una buena noticia para la democracia liberal porque el notable éxito de la experiencia americana contemporánea ha contribuido a crear una potencia que, en su declinación, genera una errónea percepción de fracaso en el sistema que ella misma potenció. Dentro de la hipotética declinación americana, es necesario precisar que parte del problema para estudiarla con rigurosidad radica en la asimetría que esta nación había alcanzado con el resto del mundo después de la implosión soviética. Es que EE.UU. puede encontrarse en un período de declinación relativa en un escenario donde su economía y sociedad prosperan e, incluso, en un escenario donde permanece como el primer actor global.

Por otro lado, mientras miramos a EE.UU. y lo analizamos en su desempeño interno y externo, tendemos a no hacer lo mismo con sus potenciales competidores. Es decir, la discusión posee una dimensión de corto plazo. ¿Por qué? Porque no incorporamos en el análisis dimensiones internas de mediano-largo plazo de los potenciales competidores. En el ya clásico caso de la comparación con China, es necesario incorporar incipientes problemas estructurales de este país: envejecimiento, contaminación, creciente desigualdad y creciente corrupción. Así, la comparación no es lo suficientemente rigurosa porque estamos comparando el problemático corto y mediano plazo de los EE.UU. versus el prometedor corto plazo de China. La comparación sería obviamente más rigurosa si a los profundos problemas que enfrentará EE.UU. en el mediano plazo lo confrontáramos con los profundos desafíos que enfrentará China en ese mediano plazo.

Para remarcar que la declinación Americana no debe ser pensada desde concepciones holistas o estructurales sino a partir de los matices, podemos recurrir a un cita de FareedZakaria: “Considerthe industries of thefuture. Nanotechnology (applied science dealing with the control of matter at the atomic or molecular scale) is likely to lead to fundamental breakthroughs over the next 50 years, and the United States dominates the field. It has more dedicated “nanocenters” than the next three nations (Germany, Britain, and China) combined and has issued more patents for nanotechnology than the rest of the world combined, highlighting its unusual strength in turning abstract theory into practical products. Biotechnology (a broad category that describes the use of biological systems to create medical, agricultural, and industrial products) is also dominated by the United States. Biotech revenues in the United States approached $50 billion in 2005, five times as large as the amount in Europe and representing 76 percent of global biotech revenues.”(FareedZakaria, “The Post American World”).

Por ende, en el próximo artículo haremos hincapié en determinadas características de la declinación americana que nos ayudarán a precisar con mayor rigurosidad su posible influencia positiva para el estado de la democracia liberal.

Sobre el autor

Universidad ORT-Uruguay

Published

2013-11-07

Issue

Section

Comercio y economía internacional