VIEJOS AMORES - Entrevista a Guzmán García, director de “Todavía el amor”

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  • Natalia Almada

Abstract

Es lunes de noche y hace mucho frío. Las calles de la Ciudad Vieja están casi vacías. Sólo se escucha el ruido de algún ómnibus y el silbido del viento. En esta ciudad desierta, la Sala de Conferencias del Teatro Solís está colmada de gente. Se oyen risas, se escuchan voces que hablan en otros idiomas. El presentador anuncia la apertura de la quinta edición de DocMontevideo, el encuentro internacional de televisoras y productores audiovisuales que se desarrolla una vez al año en nuestra capital.

Esta quinta edición –que tuvo lugar entre el 17 y el 26 de julio- contó con la presencia de 27 ponentes internacionales, representantes de 36 televisoras de América Latina y más de 300 acreditados.

DocMontevideo es un evento de formación y de exhibición. En el encuentro se proyectaron cuatro documentales: Tierra de los padres, del argentino Nicolás Prividera, Elena, de la cineasta brasilera Petra Costa, Todavía el amor, del uruguayo Guzmán García, y Un tigre de papel, del colombiano Luis Ospina.

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Irma tiene más de setenta años. No es actriz, aunque por momentos parece que lo fuera. De todos modos, dice que apareció muchas veces en la televisión. “Siempre dije que hasta el Solís no paraba y acá estoy”, exclama entre risas, desde el centro del escenario de la Sala Zavala Muniz. Está sentada junto a otros diez veteranos. Son algunos de los protagonistas de Todavía el amor.

Es miércoles de noche y se acaba de exhibir el documental. En el escenario también está Guzmán García, su joven director. El peculiar grupo de improvisados actores y el novel director responden las preguntas del público.

Guzmán García había trabajado en el montaje y la edición de varias películas, entre ellas Cachila (2008) y Mundialito (2011). Pero nunca había dirigido. Quería hacer un documental que tratara sobre el amor y la vejez. Con ese propósito, recorrió salones de baile buscando descubrir historias y personajes que le permitieran construir la trama de aquel relato. No fue tarea sencilla.

En Vieja Viola –un lugar donde se baila tango- encontró parte de lo que buscaba: unas parejas, hombres que alguna vez tuvieron un amor que los abandonó, otros que fueron engañados, mujeres que dicen no haber estado nunca enamoradas.

Todavía el amor reúne once historias de vida. El amor, al fin de cuentas, termina siendo un pretexto, una excusa que deja al descubierto otras realidades más complejas: los celos, la enfermedad, el desamor, la soledad. Los personajes se entregan con sinceridad y despojo. En algunos momentos, sus relatos provocan la risa; en muchos otros, despiertan la ternura.

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Unos días después de la exhibición de Todavía el amor en la quinta edición del DocMontevideo, en Letras Internacionales hablamos con Guzmán García.


- ¿Con qué criterio fueron seleccionadas las historias que conforman el documental?

- Fue un proceso más bien intuitivo. No me interesaban las historias que reflejaran un camino de rosas, pero tampoco aquellas que fueran demasiado desgraciadas. Creo que me atrajeron las historias que tenían cierta ambivalencia.

- Luego de la exhibición del miércoles, y en respuesta a un comentario de alguien del público, dijiste que en varias oportunidades te han dicho que el documental deja una sensación de melancolía. ¿A qué lo atribuís?

- Creo que es porque la película trata sobre algo más complejo que el amor. Y que el amor termina siendo un pretexto.

- ¿Qué idea tenías sobre el amor y la vejez antes de realizar el documental?

- No tenía una idea del todo definida. El documental es el resultado de un trabajo con los personajes y con sus historias. Lo que sí me sorprendió desde el principio fue que las historias eran un poco más amargas de lo que yo había imaginado. Quise mostrar esa complejidad. El escritor irlandés James Joyce, por ejemplo, tiene una manera muy particular de mostrar la vida. Te muestra algo muy difuso, hay momentos de tensión, otros de aburrimiento. Te remite a una cosa, y luego te habla de algo diferente que te remite a otra cosa, y así continúa. Joyce logra captar esa complejidad inabarcable. Yo no tengo nada de eso, por supuesto. Pero creo que el arte, de alguna manera, tiene que moverse en un terreno intermedio: no puede ser absolutamente incomprensible, pero tampoco tan lineal hasta el punto de que ya no tenga demasiado sentido. No puede ser ni un Ricardo Arjona ni uno de esos realizadores franceses a los que no se les entiende nada. Creo que uno de los principales aciertos de Todavía el amor es que nadie logra cerrarlo del todo, pero tampoco es tan abierto como para que no pueda ser comprendido.

- ¿A todos los personajes los descubriste en el salón de baile Vieja Viola?

- No a todos. Aunque sí es cierto que todos ellos salen con frecuencia a bailar. En los bailes de veteranos ocurre algo peculiar: las mesas están llenas de mujeres solas. Los hombres son muy codiciados y las mujeres esperan a que las saquen a bailar. Si esto no ocurre, se quedan sentadas toda la noche. Aunque a veces también se da el caso de mujeres que sacan a bailar a otras mujeres. Pero luego viene una etapa de baile más de parejas y ahí las mujeres que están solas no bailan.


- ¿Alguna de las historias te sorprendió más que otras?

- En realidad, todos los personajes tuvieron historias de vida muy fuertes, sobre todo en la niñez. Si hubiera podido incluir en el documental todo el material que obtuve en las entrevistas, hubiera podido mostrar aún más la complejidad de estas personas. Todas las historias, de alguna manera, me sorprendieron. La de Ramiro, tal vez, un poco más. Era un hombre muy particular, muy ambiguo, raro incluso. Se había criado en el campo y tenía unas creencias extrañísimas, como de otra época y de otro lugar. Me divertía mucho. También la historia de Irma. Ella tuvo una vida muy difícil, aunque el documental no lo muestra.

- En la película Irma aporta el tono de humor.

- Sí, su historia marca el pasaje de lo dramático a lo gracioso. Le agrega el tono de comedia. Irma tiene espíritu de actriz. No tuvo muchas opciones en su vida, y no pudo desarrollarlo. Creo que con la película, de cierta manera, lo hace. ¡Cuando vio el documental terminado, incluso me reclamó que no hubiera puesto todo lo que ella había dicho!

- ¿Qué función cumple el tango en Todavía el amor?

- Aporta una mezcla de sensualidad, erotismo –por las características del baile de pareja- y también de melancolía. Pero sobre todo funciona como elemento de ambiente. Antes de la versión definitiva, hicimos otras pruebas en las que entraba a cantar Miguel Angel Maidana –cantor de tangos y uno de los personajes de la película- y el tango adquiría entonces un papel más protagónico. Pero luego decidí que el baile no debía tener un peso propio ya que lo que a mí me interesaban, en realidad, eran las historias de los personajes.

- ¿Cómo decidiste el orden de aparición de las historias? A lo largo del documental, cada historia empieza y termina, y ya no se vuelve sobre ella. Sin embargo, ocurre lo contrario con la primera historia, la de Chispa y su esposa, que abre y cierra la película. ¿Por qué?

- Quería que el documental terminara con la misma historia del comienzo para generar efecto de circularidad. Chispa es un gran narrador. Hace un relato perfecto de cómo se conocieron y cómo se enamoraron. Era ideal para el comienzo. Pero, en este caso, el recurso de volver a la primera pareja para cerrar la película aporta una perspectiva nueva de su historia, permite efectuar una relectura posterior, transmite una idea y una sensación diferentes de las iniciales.

- Todavía el amor se presentó en varios festivales internacionales.

- Sí, la película estuvo en varios: en Holanda, en Canadá, en Guadalajara, en Barcelona. Y le fue muy bien. Increíblemente, en esos lugares la gente se reía mucho y la tomaba como una comedia. El documental tiene cierto grado de universalidad. En general, no me gustan demasiado los localismos, o que tenga que haber información fuera de la película para que pueda ser entendida. Pero sí me parece interesante que haya algunos detalles locales. Y en ese sentido el documental funciona.

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Todavía el amor comienza con la imagen de una pareja –Chispa y su esposa- sentada en el comedor de su casa. Hablan acerca de los días felices, cuando se conocieron y enamoraron.

Luego, uno a uno, transcurren los demás personajes. Se les pregunta sobre el amor. Sus relatos develan otras cosas: muestran sus alegrías, sus desdichas y hasta incluso sus miserias.

En el final, la misma pareja del comienzo -Chispa y su esposa- sentada en el mismo comedor de la misma casa. Sin embargo, ya nada es lo mismo. Al punto que, para muchos, la aseveración del título de la película bien puede haberse transformado en una interrogante.


Todavía el amor se exhibirá en el cine Casablanca a partir de setiembre de 2013.

Título original: Todavía el amor
Año: 2012
Duración: 54 min.
Director: Guzmán García
Guión: Guzmán García
Música: Sofía Scheps, Julián Crispino Gastelum, Faraón, Santiago Bednarik
Fotografía: Marcelo Rabuñal
Productora: Coral Cine

Published

2013-08-01

Issue

Section

Culturales